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Full text of "Bauman, Zygmunt - La sociedad sitiada.pdf (PDFy mirror)"

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Zygmunt Bauman 

LA SOCIEDAD SITIADA 



•"•niiniM.. 




ZYGMUNT BAUMAN 



LA SOCIEDAD 
SITIADA 



FONDO DE CULTURA ECONOMICA 

Mexico - Argentina - Brasil - Colombia - Chile - Espana 
estados unidos de america - guatemala - peru - venezuela 



Primera edicion en ingles, 2002 
Primera edicion en espanol, 2004 
Quinta reimpresion, junio 2008 



Zygmunt, Bauman 

La sociedad sitiada - la ed. 5a reimp. - Buenos Aires : Fondo de Cultura 
Economica, 2008. 

304 p. ; 23x15 cm. (Sociologi'a) 

ISBN 978-950-557-612-8 

1 . Sociologia. I. Tftulo 
CDD 301 



cultura Libre 

Titulo original: Society under siege 

© 2002, Zygmunt Bauman 

© 2002, Polity Press y Blackwell Publishers Ltd. 

T5BN de la edicion original: 0-7456-2409-X 

D.R. © 2007, FONDO DE CULTURA ECONOMICA DF ARGENTINA, S.A. 

El Salvador 5665; 1414 Buenos Aires, Argentina 

fo ndo@fce.com. a r / www.fce.com.ar 

Av. Picacho Ajusco 227; 14200 Mexico D F. 

ISBN: 978^950-557-612-8 



Impreso en la Argentina - Printed in Argentina 
Hecho el deposito que previene la ley 11.723 



Agradecimientos 



Estoy profundamente en deuda con John Thompson por la iniciativa, el con- 
sejo amistoso y los comentarios criticos que Uevaron a la preparacion de este 
volumen, asf como por el titulo del libro. Y con Ann Bone, por su combina- 
cion unica de bondad, perseverancia y cuidado. 



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IntroducciOn 



La sociologfa nacio como un proyecto moderno, y como todo proyecto mo- 
derno, siguio desde el comienzo y a lo largo de toda (o al menos, de casi to 
da) su historia el triple objetivo postulado por Comte: savoir pour prevoin pre- 
voir pour pouvoir.* La sociologi'a apuntaba a conocer su objeto a fin de prever 
inequivocamente en que direccion tenderia a moverse: de ese modo, podria 
determinar que hacer si se deseaba impulsarlo en la direccion correcta. Y el 
objeto a conocer, a analizar y eventualmente a moldear era la "realidad huma- 
na" -esa condicion en la que (para re to mar la famosa expresion de Marx) los 
seres humanos tomaban sus decisiones biograficas/historicas y de la que, sin 
embargo, la condicion en si misma est a exenta (y por esa misma razon se la 
llama "realidad")-. Precisamente, esa exencion de todo poder de decision fue 
el desafio planteado a la imaginacion sociologica. Como la practica moderna 
era un ejercicio de transgresion y trascendencia de los limites, todo lo que se 
resistiera al poder de decision human o constituia una ofensa, un casus belli, y 
un Uamado a las armas. 

El propio objeto deb/a conocerse porque conocerlo era equivalente a de- 
sactivarlo. Despojar al objeto de su misterio era como robarle el trueno a Ju- 
piter. Una vez conocido, ya no opondna resistencia; o al menos uno podria 
prever esa resistencia, tomar las precauciones del caso, y adelantarse al golpe. 
Es por esto que las misiones de reconocimiento son la condicion sine qua non 
para forzar al enemigo a rendirse. La informacion es la mejor de las armas, y 
cuanto mas rigurosa y exhaustiva sea, mas completa e irrevocablemente el 
enemigo, al hallarse despojado de sus secretos, perdera poder. Una vez cono- 
cidos, los que habian sido sus recursos se con vert iran en una carga. 



* Literal men tc, "saber para prever, prever para [ejercer el] poder". Esta celebre maxima suele 
rambien traducirse "saber para prever, prever para proveer" para conservar hasta las ultimas 
consecuencias el caracter alirerarivo del retruecano. (N. de T) 



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LA SOCIEDAD SITIADA 



La ciencia moderna se constituyo, en la practica, como esa rama de la in- 
teligencia para la cual la realidad existente (el segmento del escenario donde 
se desarrollaba la accion que aiin permanecia impenetrablemente opaco, 
oculto tras las sombras, y por ende todavfa libre de interferencia y control) 
era el enemigo. En el transcurso de los liltimos dos siglos, la sociologfa lucho 
para que se la reconociera como ciencia asumiendo ese papel y demostrando 
que era perfectamente capaz de representarlo. 

Todo lo que hacen los agentes es lo que constituye la practica, mientras 
que aigun otro agente determinado a actuar encarna al adversario, y los ob- 
jetivos que los agentes se fijan determinan el principio por el cual se recono- 
ce o desestima la importancia de muchos de los atributos de ese adversario. 
Recolectar informacion no tendria sentido -de hecho, seria inconcebible- si 
no hubiera un agente cuyo accionar respondiera a determinados propositus, 
que se fijara ciertos objetivos y actuara en pos de ellos. En el caso particular 
de la sociologia, ese otro agente era el Estado soberano, y la sociologia se 
constituyo en la rama de la inteligencia que se ocupaba de sus practicas. 

El espiritu moderno se definio a traves de su determinacion de desarmar la 
realidad para hacerla mas blanda, mas maleable y receptiva al cambio; pero el 
derecho y la capacidad de hacerlo eran motivo de disputa entre las institucio- 
nes modernas; era, asimismo, el objetivo mas preciado de la moderna lucha 
por el poder. El Estado moderno habia sido definido por Max Weber como 
la institucion que se arrogaba el monopolio&t la coercion lfcita ("legitima", no 
sujeta a apelacion o compensacion de ningiin tipo): en otras palabras, como 
una institucion que se presenta como la unica agencia autorizada a desplegar 
un accionar coercitivo, a forzar que el estado de cosas existente sea diferente 
de lo que ha sido y seguina siendo si se lo dejara librado a si mismo. 

Una accion se considera coercitiva si al perseguir sus objetivos no tiene en 
cuenta las "tendencias naturales" del objeto. En el caso de un objeto sensual 
y agencial, una accion es "coercitiva" cuando las intenciones y preferencias del 
objeto se deslegitiman al clasificarlas como motivaciones fundadas en la ig- 
norancia o la inclinacion al delito. La "legitimidad" de la coercion implica 
que el agente que la ejerce le niega a su objeto el derecho a resistirse a esa 
coercion, a cuestionar sus motivos, a actuar en consecuencia o a exigir com- 
pensacion. Esa legitimidad era en si misma uno de los riesgos de la coercion. 
Por mucho que se ejerciera esa coercion, que se la legitimara y que se la mo- 
nopolizara, siempre se suscitaban cuestionamientos, por lo que en general se 



introducciCn 



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la veia como un estadio ideal que aun no habia sido alcanzado, como un pro- 
yecto inacabado, un grito de bataJla que llamaba a la disputa por venir. 

Habia una agenda, y habia un objetivo, y se contaba con la determina- 
tion y los recursos necesarios, y con una esperanza razonable de alcanzar la 
nieta. Se produjo, por lo tan to, una vacante para el puesto de unidad de in- 
teligencia, y la sociologi'a se presento para cubrirla. 

Cualquiera fuera la forma que el Estado aspirante deseara esculpir sobre 
la realidad que habia encontrado, el metaobjetivo, la condition de posibili- 
dad de cualquier objetivo concebible, debfa ser forzosamente cierta disposi- 
tion, cierta maleabilidad de esa realidad a la que se pretendia dar una forma 
distinta. Como cualquier escultor sabe perfectamente, la maleabilidad no se 
define por la tendencia intrinseca del propio material, si no por la relation en- 
tre su dureza y el filo y la resistencia de la herramienta empleada para tallar- 
lo, Un resultado exitoso de la tarea de esculpido depende tanto de la efectivi- 
dad de las herramientas elegidas como de la predisposition del medio; de esa 
manera, se requiere de un conocimiento fiable de esa materia para la election 
correcta de las herramientas de trabajo. Sin embargo, cuando se trata de es- 
culpir la realidad social, la "agencia escultora" rara vez iguala la dedication ex- 
clusiva y la completa autoridad sobre el procedimiento que puede observarse 
en el estudio de un escultor, y esto seria asi incluso si la mayor {a de los Esta- 
dos modernos se tomara las mismas libertades del escultor como patron ideal 
a seguir. 

Se necesita un Estado habil y poderoso para proteger la autoridad univo- 
ca del escultor en su estudio; pero el Estado no tenia a nadie mas que a si mis- 
mo para proteger su propia autoridad sobre una sociedad estructurada y tra- 
tada a la manera del estudio de un escultor. En esa tarea de protection, el 
Estado era simultaneamente juez y parte; y se encuentra casi siempre en la 
desdichada situation del baron de Munchhausen (quien debio salir del pan- 
tano tirando de su propia trenza),* y sin gozar de las libertades del escultor. 
Por lo general, soh'a haber otros escultores ansiosos por utilizar sus herramien- 
tas para grabar en el mismo material una imagen distinta, alegando a viva voz 

* La expresion en ingles (to pull oneself up by ones own bootstraps) se utiliza para dar a enten- 
der que se salio por cuenta propia de un apuro, y significa literalmente "salir (de algo) ti- 
rando de las propias botas" (o mas especi'ficamente, de sus lengiieras), que es algo similar 
a lo que hizo el Baron (tirar de su propia trenza, y no de sus botas) para salir de un pan- 
tano en el que habfa cai'do. (N. de T) 



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LA SOCIEDAD SITIADA 



su derecho a hacerlo. En consecuencia, la preocupacion principal del Estado 
debi'a ser retirar las herramientas de esculpir del mercado minorista y termi- 
nar con su industria artesanal. De alii que se arrogara el monopolio de los 
medios de "coercion legitima", un objetivo que se explicaba en tan to puesta 
en practica del modelo de realidad que se preferfa por sobre todos los otros: 
mas racional, mas humano, o supuestamente mas seguro, y por cualquiera de 
estas razones -o por todas ellas-, superior a las alternativas en pugna o pasi- 
bles de pasar a integrar el debate. 

La puesta en practica de la forma escogida en detrimento de la forma exis- 
tente requiere inexorablemente de la coercion: de la disposition a ejercerla, y de 
la amenaza de que se acudira a ella. Pero esas son tambien las caracteristicas de 
toda violencia, y una vez que los actos son despojados de su envoltura concep- 
tual, no queda nada que permita distinguir "empfricamente" el uno del otro. 
Cualquier limite que se trace para separarlos sera forzosamente arbitrario; del 
mismo modo, reclamar para sf el monopolio de los medios de coercion equi- 
vale, en ultimo termino, a arrogarse la indivisibilidad de la funcion arbitral. La 
coercion sera legitima mientras el arbitro la apruebe, por medio del procedi- 
miento de arbitraje que el arbitro haya aprobado. Todo otro acto coercitivo se- 
ra considerado un acto de violencia, y la mision fundamental, asf como la ta- 
rea mas urgente de la coercion legitima, es precisamente extirpar toda posible 
violencia, prevenir que se produzca, y castigarla cuando ocurre. 

El derecho a trazar el limite entre la coercion legitima (admisible) y la ilegiti- 
ma (inadmisible) es el primer objetivo de toda lucha por elpoden Sobre ese cam- 
po de bat alia se enfrentan los modelos alternativos para la reforma de la reali- 
dad social. El "proceso civil izador" (por cuyo n ombre la actividad del Estado 
gusta de ser conocida) consiste en hacer irrelevantes esos campos de batalla re- 
duciendo al mini mo o eliminando por completo la posibilidad de disputar el 
limite entre la coercion legitima y la ilegitima fljado por el Estado. 

El tipo de violencia que en este proceso encuentra una oposicion mas 
energica es la u metaviolencia\ aquella que apunta a debilitar la legitimidad 
de la coercion aprobada por el Estado. Esta oposicion no suele ser efectiva si- 
quiera en un uno por ciento, ya que la violencia (es decir, la coercion que de- 
safifa abiertamente la legitimidad existente, que exige legitimidad, o que cuen- 
ta con obtenerla) es el lapiz con el que permanentemente se traza y se vuelve 
a trazar la linea que separa lo legmmo de lo ilegftimo. 

A lo largo de casi toda su historia, que coincide aproximadamente con la 
del Estado moderno, la sociologia ha examinado los modos y los medios por 



INTRODUCCI6N 



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los que se alcanza resistencia o inmunidad a la metaviolencia que proviene de 
la coercion aprobada por el Estado, y como se arraiga la legitimidad de la 
coercion mediante la movilizacion de sentimientos que apuntan a la interio- 
rizacion del orden que el Estado protege o a traves de la disolucion de la coer- 
cion en el tramado de la vida cotidiana. Resumiendo todo lo explorado por 
la sociologfa precedents, Talcott Parsons propuso que el drama -representa- 
do a diario- de la desactivacion del efecto potencialmente disruptivo de la in- 
tencionalidad de los actores debia ser la preocupacion central de la sociolo- 
gfa, y el develamiento de esa incognita, su meta cognitiva principal. La 
historia de la sociologfa, en la interpretation de Parsons, consistfa en un agre- 
gado de notas al pie cada vez mas precisas y exhaustivas al "problema hobbe- 
siano": concretamente, la posibilidad de establecer patrones de conducta re- 
petitivos, rutinarios y regulares, y por ende una cohabitation pacffica y 
armoniosa de los actores en su busqueda de intereses ostensiblemente incom- 
patibles— Las escuelas del pensamiento social, por demas divididas, acorda- 
ban casi unanimemente en asignar un lugar central a ese misterio en toda in- 
vestigation de la sociedad. Norbert Elias, lejos de ser un entusiasta de la 
sintesis totalizadora de Parsons, vio en el hecho de que en el Estado se con- 
densara una coercion previamente difusa y dispersa en la red que conforman 
las actividades de la sociedad un centro del "proceso civilizador \ El proceso 
de "socialization", definido como el reforjado de la ' voluntad de la sociedad" 
(mas ampliamente conocida con el nombre de "interes comiirT) en las moti- 
vations de sus miembros, asi como los recursos utilizados para impedir, neu- 
tralizar o suprimir la competencia en ese reforjado, se mantuvo por muchos 
anos en el centro de la atencion de los sociologos, y constituyo, en sus nume- 
rosas encarnaciones, el nucleo de las investigaciones socio logicas. 

Durante la fase solida de la modernidad,* el resultado final de la compe- 
tencia por la legitimidad parecia ser previsible. No habia mas que un compe- 
tidor con chances efectivas de obtener la victoria: la alianza de la joven na- 
tion con el incipiente Estado. A traves de ella, la nation legitimaba las 
exigencias disciplinarian del Estado, y este colaboraba secundando las ambi- 
ciones de integration, asimilacion y represion que ella le planteaba. EI mun- 
do se dividia segtin e! area de dominio de los Estados-nacion, y aquellos te- 
rritorios que se encontraban fuera de la jurisdiction de los poderes existentes 

* Para este concepto, vease Zygmunt Bauman, Liquid modernity, Polity, 2000 [trad, esp.: Mo- 
dernidad Uquida y Buenos Aires, FCe, 2003]. 



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LA SOCIEDAD SITIADA 



eran "tierra de nadie", que aun podia incorporarse y anexarse. A los fines 
practicos, el "poder soberano" y el "Estado-nacion" eran sinonimos. 

Giorgio Agamben, inspirado en la definition de ' soberania" de Otto Sch- 
mitt ("soberano es quien decide sobre el estado de exception"), 1 afirma que 
el verdadero rasgo que define a la soberama no es tanto el derecho a determi- 
nar la ley como el derecho a eximir de la ley; es la capacidad de desnudar a 
sus sujetos de la capa a la vez represiva y protectora de la ley lo que hace al 
poder verdadera y completamente soberano. La "soberania", podriamos de- 
cir, consiste en el derecho a pegar proclamas con la leyenda ' Buscado: vivo o 
muerto", sehalando a las presas faciles de los cazadores de recompensas. El 
verdadero sujeto del Estado moderno — de cualquier Estado moderno, sin im- 
porter su regimen politico— era la "nuda vida", la vida perpetuamente ubica- 
da sobre la delgada h'nea que separa la inclusion de la exclusion. 

En la politica moderna, el "ambito de la nuda vida" "comienza gradual- 
mente a coincidir con el ambito politico". 2 "Solo porque la politica en nues- 
tra era se ha transformado por completo en biopoh'tica", afirma Agamben, "le 
rue posible a esta constituirse en una politica totalitaria a un grado hasta el 
momento sin precedentes ". La misma transformation explica "la rapidez, de 
otro modo incomprensible, con la que fue posible que las democracias parla- 
mentarias del siglo XX se convirtieran en Estados totalitarios, y con la que los 
Estados totalitarios de este siglo pudieron convertirse, casi ininterrumpida- 
mente, en democracias parlamentarias". 3 

Como hace mucho tiempo anticipara Karl Marx desde el umbral de la era 
moderna, las ideas de los dominadores tienden a ser las ideas dominantes. Las 
ideas dominantes resultaron ser tambien las ideas dominantes de los sociolo- 
gos, o para ser mas exactos, las que dominaban su pensamiento y su practi- 
ca. Esto no resulta extrano, dado que lo que a partir de Durkheim paso por 
ser la realidad de los "hechos sociales coercitivos" era una realidad que, si no 
habia sido ya conformada, existi'a al menos en potencia, instrumentada por 
las practicas coercitivas de los gobernantes de los Estados-nacion soberanos. 
Empenados en develar el misterio del "efecto de la realidad social", los socio- 
logos no pudieron sino descubrir en el poder legitimo y soberano del Estado 

1 Vease Giorgio Agamben, Homo Sacer: Sovereign Power and Bare Life, Stanford University 
Press, 1998, p. 11. Traduccion de Daniel Heller-Roazen [trad, esp.: Homo sacer, Valencia, 
Prc-Tcxtos, 1998]. 

: Ibid., p. 9. 

5 Ibid., pp. 120, 122. 



INTRODUCClON 



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la condicion necesaria y suficiente. La sensacion de coercion era un efecto se- 
cundario de la ausencia de competidores que pudieran aproximarse, sin igua- 
larlos, a los poderes supremos del paladin -cuyo deceso resultaba por esa mis- 
ma razon absolutamente impensable-. Las formas de gobierno podfan ser 
objeto de disputa, pero no su soberania ni su identification con el Estado, 
donde tenian su origen y al cual regresaban la trama completa de la integra- 
tion social y las trayectorias de reproduction social. 

Sin embargo, el punto es que (como Jean-Pierre Dacheux lo resumio acer- 
tadamente) "todas esas cosas impensables que habian quedado sepultadas bajo 
los cimientos cuando se habian establecido las fronteras que se consideraban 
solidas e infranqueables" 4 acabaron por ceder ante una doble presion: desde 
arriba (la globalization) y desde abajo (la biodiversidad que contra viento y 
marea mantema a raya a todos los intentos que se hadan para disolverla y li- 
cuarla dentro del marco delimitado por el Estado-nacion). Uno se pregunta 
hasta que punto el feliz -y por mucho tiempo exitoso- matrimonio entre la 
nacion y el Estado se mantiene aun vigente. 

En el umbral de la epoca moderna, los descendientes republicanos de los 
imperios sacros que se encontraban en decadencia y descomposicion aban- 
donaron el principio de cuius regio y eius religio, y eligieron divorciarse de sus 
respectivas iglesias, proclamando que la fe religiosa era un asunto* privado 
que no concernia al soberano politico; solo para tomar poco despues a la na- 
cion como companera y esposa, y finalmente para proclamar que la funcion 
del Estado soberano y el deber civico de sus sujetos debia ser la promocion del 
patriotismo. <>Que nueva era puede senalar la separacion entre la nacion y el 
Estado, si es que efectivamente esta ocurriendo eso? 

Las audiencias de divorcio, de eso podemos estar seguros, se desarrollan a los 
tropezones, y si se concedera finalmente o no la nulidad del matrimonio que 
hara efectiva la separacion, sigue siendo discutible. Una y otra vez, aqui y ^Ha, 
el patriotismo ortodoxo hace erupcion conservando aparentemente todas sus 
fuerzas, como si solamente hubiera estado hibernando por una temporada, 
sin perder ninguna de sus pasiones ni su poder de movilizacion. Reciente- 
mente fuimos testigos de un vigoroso despertar del viejo patriotismo estatal 
en los Estados Unidos, eras el ataque terrorista que revelo siibitamente que el 
escudo que el Estado proveia contra los peligros provenientes del mundo ex- 

4 Jean-Pierre Dacheux, "Balcaniser l'Europc?", en: Lignes y occubre de 2001, p. 78. 



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LA SOCIEDAD SIT! ADA 



terior no habfa podido garantizar la seguridad personal de los estado uniden- 
ses, que podia ser vulnerado con facilidad, y que era necesario hacer mas, mu- 
cho mas para ajustarlo e impermeabilizarlo si todavia se pretendia cumplir 
con aquel sueno. Ese arrebato fue suficiente para suscitar una adhesion -por 
cierto, poco frecuente- a la decision del Estado de enviar a los cuerpos pro- 
fesionales de la marina y la fuerza aerea a una expedicion militar, y para dar 
inicio a una campana parriotera de condena piiblica a las pocas voces que osa- 
ron levantarse en disidencia (que Susan Son tag sufrio en carne propia, y que 
la mayorfa de los periodistas y reporteros eludieron buscando abrigo en la "co- 
rreccion emocional"). A pesar de esto, nos seguimos preguntando si alcanzara 
con estar preparados para hacer el sacrificio masivo y sostenido que la cons- 
cripcion universal exigiria; y el tiempo dira cuanto ha de durar esta rafaga de 
emocion patriotica si no la alimentan nuevos terrores y golpes cada vez mas 
asombrosos. A una escala mas reducida, en tor no a los eventos deportivos, se 
producen, regular y rutinariamente, efusiones patrioticas del mismo tipo; 
precisamente los establecimientos deportivos a escala mundial se especializan 
en brindar una valvula de escape a est as emociones, y las companias de indo- 
le eminentemente comercial estan siempre bien dispuestas a obtener sus ga- 
nancias aprovechandose de la bienamada costumbre de agitar la banderita. 

Sin embargo, las manifestaciones de lealtad nacional, al igual que las de 
unidad, siguen el modelo de la multitud -un estilo de comportamiento indi- 
vidual copiado a escala masiva- mas que el comportamiento coordinado pro- 
pio de las comunidades estables y estrechamente cohesionadas, o una con- 
ducts que conduce a la fusion de un "todo mayor que la suma de sus partes", 
un todo por el cual cada parte esta dispuesta a sacrificarse, y lista para hacer- 
lo. Ademas, las manifestaciones de ese tipo tienden a adquirir un caracter car- 
navalesco. Como todo carnaval, sirven como valvulas de seguridad para des- 
cargar la tension emocional acumulada, pero mas alia de eso tienen una vida 
breve y difictlmente alcanzan a incidir sobre la vida cotidiana: ponen de ina- 
nities to, si es que llegan a hacerlo, el papel cada vez mas reducido de los sen- 
timientos patrioticos en las actividades "normales" de la vida diaria, incluyen- 
do la consabida reproduccion del orden rutinario. 

En la vida cotidiana, la nacion que coincide con el Estado es solo una en- 
tre las muchas que conforman un amplio conjunto de comunidades imagi- 
nadas que compiten por la adhesion de los sujetos y por constituir un foco 
de emociones comunitarias. La composicion del conjunto varia con el tiem- 
po, y los frentes de batalla que se generan entre los adversarios cambian de 



INTRODUCCION 



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ubicacion CQiistantemente. Cualquiera sea la preeminencia que un compro- 
mise) emocional en particular pueda alcanzar sob re sus competidores, este ra- 
ra vez es de caracter absoluto, y nada le garantiza que habrd de durar lo sufi- 
ciente como para completar el objetivo que esa apelacion a la emotividad 
habia pretendido vehiculizar. Como regla, to do compromiso trae de fabrica 
una caja de herramientas que permite su desactivacion, incluso si en la apo- 
teosis del estallido emocional la rotura del compromiso parecia inconcebible. 
La economia de las lealtades politicas fundadas en la emotividad presenta to- 
dos los rasgos que para Richard Rorty deflnen la politica de "campana" en 
tanto opuesta a la de "movimiento". En la escala jerarquica determinada co- 
lectiva o individualmente en base a las lealtades politicas, las distintas "comu- 
nidades imaginadas" (o postuladas, o fijadas) 3 pueden subir o bajar de pues- 
to, e incluso desaparecer por completo de la lista, de un momento a otro de 
sus vidas, las que se desarrollan como una sucesion de episodios relativamen- 
te independientes. 

El aspecto de este permanente "juego de la silla" de las lealtades politicas 
que resulta mas pertinente al tema que nos ocupa es la perdida, cada vez mas 
evidente -y quizas irrecuperable-, de la posicion privilegiada (e irrebatible- 
mente superior) que el Estado-nacion ocupaba efectivamente, o cuya ocu- 
pacion se arrogaba. El Estado, despojado de gran parte de su soberania, que 
alguna vez habia sido completa, "total", ha esgrimido argumentos del tipo 
de "no tenemos alternativa" como fundamentos de accion mucho mas a 
menudo de lo que ha ejercido la libre seleccion de las politicas a seguir; mo- 
vido por fuerzas exteriores y no por las preferencias democraticamente ex- 
presadas de sus propios ciudadanos, ha perdido la mayor parte del atracti- 
vo que presentaba en el pasado en calidad de ambito para la inversion 
segura y provechosa. 

El nacionalismo en su forma moderna habna sido impensable si no se hu- 
biera creido en la apuesta del Estado moderno por la soberama total, y difl- 
cilmente pueda sobrevivir tras el derrumbe de esa apuesta, o su retirada del 
juego. Hoy en dia, rara vez se vuelve a hacer una apuesta como dsa, y con me- 
nos frecuencia aun se confia fervorosamente en sus resultados; de hecho, si es 
que Uega a formularsela, suena como una mera arenga, un intento desespera- 
do, aunque escaso en entusiasmo, por desempolvar de la memoria viejos re- 
cuerdos, con la esperanza de recuperar antes su capacidad de inspiracion que 

b Veasc eS capitulo "Comunidad", cn mi libro Liquid Modernity, ob. cit. 



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LA SOCIEDAD SITIADA 



una carta de intenciones, y de ninguna manera un llamado a la accion efec- 
tiva o una incitacion a la batalla. 

Suele argumentarse que la decadencia del Estado-nacion -particular- 
mente el inminente divorcio entre el Estado y la nacion, instancia que nin- 
guno de los conyuges puede estar seguro de sobrevivir- constituye un fe- 
nomeno local, confinado a un lugar del mundo comodo y lejano, hastiado 
y adormecido por la seguridad, genuina o supuesta, que se considero que se 
cimentana solidamente en su poderio economico y su superioridad mil i tar. 
En el resto del mundo -asi cuenta la historia-, la turbulenta era de la cons- 
truccion de la nacion secundada por el Estado sigue su curso. Asi\ es un he- 
cho reciente que en tierras lejanas (no a occiden tales", o no lo suficientemen- 
te "occidentalizadas"; detenidas o demoradas en el camino hacia el estilo de 
vida "occidental") esten naciendo nacionalismos que se preparan para seguir 
los movimientos realizados por "Occidente" en el pasado. Sin embargo, los 
fundamentos de esta argumentacion son endebles, por lo que puede cuestio- 
narsela en una serie de puntos. 

Para empezar, cualquier similitud entre las cruzadas culturales emprendi- 
das por los Estados modernos en sus inicios y las guerras entre tribus, los ase- 
sinatos masivos y los rebrotes de puriflcacion etnica de la actualidad es pura- 
mente fortuita. O quizas no sea accidental en absoluto: despues de todo, el 
hecho de acudir a un vocabulario ortodoxo para dar cuenta de acciones hete- 
rodoxas> o de explicar un fenomeno fuera de lo comun y esendalmente dis- 
tin to como la repeticion de precedentes que resultan familiares a pesar de ser 
quizas irrelevantes, es una tendencia ampliamente difundida y dificil de de- 
sarraigar. Por ende> puede que no sea accidental, pero es equivoca de un mo- 
do u otro. Puede que las guerras entre tribus tengan un aire similar al de las 
primeras manifestaciones de los incipientes nacionalismos europeos, pero 
son, sobre todo, una prueba fehaciente del fracaso del experimento del Esta- 
do-nacion. Son productos de la podredumbre: las flores tribales brotan y flo- 
recen en la tumba del Estado-nacion. 

El Estado-nacion era el grandioso sueno de una nacion fundida con el sis- 
tema de gobierno: los intereses comunes disueltos en este e indistinguibles de 
aquel en una unica entidad, una raison d'etat Como la supervivencia de la 
nacion coincidia punto por punto con el poder obstinado e inexpugnable del 
Estado, el amor a la nacion se manifesto en su forma mas acabada en la ob- 
servancia meticulosa de la ley del pais y en la fidelidad en el servicio de todo 
lo que se presentara como interes del Estado y fuera reconocido como tal. El 



introducciOn 



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Estado podia reclamar para si la lealtad indivisa de sus ciudadanos, pasando 
por sobre cualquier otro interes; si se los vela desde la perspectiva de la tota- 
lidad soberana del Estado, se trataba de meros "particularismos". No debia 
asignarseles importancia a las peculiaridades cultural es, las desavenencias re- 
ligiosas, las idiosincrasias lingih'sticas, o a cualquier otra discrepancia de 
creencias o preferencias. Sobre todas las cosas, estas no debian interferir con 
la inquebrantable lealtad al Estado, comun a todos. En caso de conflicto, las 
prioridades eran claras, y era el deber de cada uno actuar en consecuencia. 

Ese modelo de Estado-nacion estaba destinado a seguir siendo, como de 
hecho era, un "proyecto inconcluso", aun en sus anos dorados. Por lo gene- 
ral, la mayor parte de las naciones eran coaliciones fragiles entre formas de vi- 
da solo parcialmente compatibles. La presion por la asimilacion y las cruza- 
das culturales eran componentes indispensables del proceso de construction 
de la nacion, pero rara vez alcanzaban la unanimidad basada en la uniformi- 
dad que constituia su objetivo. La unidad conseguida dificilmente era infali- 
ble e inmune a las fuerzas centrifugas, y se consideraba que su perpetuidad 
nunca podria asegurarse a ciencia cierta. Segun el famoso recordatorio acufia- 
do por Ernest Renan, la nacion era "un plebiscito a diario". General menre, 
los esfuerzos de los ciudadanos por poner su nacionalidad por sobre todos los 
otros valores y lealtades politicas no soh'an considerarse lo suficientemente 
fervientes e incondicionales. El principio contenido en la frase "es mi pais, 
bueno o malo" debia inculcarse incansablemente a los sujetos, como de he- 
cho lo fue; y sin embargo, nunca logro gozar de la aprobacion universal que 
se esperaba de el. Y sin embargo, lo que sostenia la unidad de la nacion en las 
buenas y en las malas, guiandola en las dificiles curvas que se sucedfan en el 
cam i no, era la fuerza incansable del Estado soberano, que era la unica capaz 
de asegurar -al menos en principio si no en la practica- tanto la seguridad 
como el bienestar, y de resolver los conflictos en la medida en que se fueran 
presentando. El matrimonio entre el Estado y la nacion (en tanto era la ma- 
yor, mas poderosa, duradera y densamente institucionalizada de las encarna- 
ciones modernas de la communitasy la societas de Victor Turner) podia ser en 
muchos casos, particularmente en penodos de seduccion, o en el transcurso 
de una prolongada luna de miel, una union fundada en el amor (para ser mas 
precisos, en el "amor confluente" de Anthony Giddens, una atraccion mutua 
basada en la promesa anticipada de satisfaccion); sin embargo, la convenien- 
cia cimentaba esta union con una solidez muy superior a la que el amor, ca- 
prichoso segiin propia confesion, jamas podna ofrecer. 



20 



LA SOCIEDAD SITJADA 



Las nuevas "comunidades imagin arias" se forman contra el Estado, su te- 
rritorialidad, sus pretensiones de soberama total, y su tendencia intrinseca a 
trazar y fortificar fronteras y a obstruir o detener la circulacion entre ellas, Se 
situan en el mismo espacio extraterritorial en el que el poder ha comenzado 
a fluir al caer de las manos cada vez mas debiles del Estado. Ponen su empe- 
no en la batalla en curso contra los h'mites impuestos por el Estado y el dere- 
cho a separarse territorialmente que este se ha arrogado desde siempre. En un 
nivel simbolico, es extremadamente relevante que la fuerza terror is ta que to- 
mo en sus manos la tarea de poner en evidencia los Ilmites de la autosuficien- 
cia e invulnerabilidad del Estado mas autosuficiente y menos vulnerable del 
mundo actuara desde un territorio que hace mucho tiempo ha dejado de ser 
un Estado y se ha convertido en la encarnacion del vado en el que flota el po- 
der global. Igualmente simbolica es la ineptitud de la respuesta que confun- 
de esa nueva variedad de violencia global, con sus nuevos objetivos e in t era- 
ses glo bales, con el conflicto in teres tatal de antano, y que reduce la "guerra 
contra el terrorismo" a bombardear hasta hacer desaparecer a los ya desapa- 
recidos "Estados canallas". 

Tras haber despojado al Estado de buena parte de los poderes que detentaba en 
el pasado, la globalizacion coloco un gran signo de interrogacion en el casillero 
de los beheficios que los conyuges podrian obtener aun de su "matrimonio por 
conveniencia". Hoy se ha vuelto mucho menos claro que en el pasado, y cier- 
tamente ha dejado de ser evidente a primera vista, que es lo que podna ganar 
una comunidad imaginada (esto es, mas alia del disfraz simbolico de la identi- 
dad mtidamente propia, que podna obtenerse de muchos otros modos alterna- 
tives) de una union en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte los se- 
pare, con una unica unidad politica, y sol amen te con ell a. "Conectarse 1 en una 
red de fuerzas global es puede constituir una apuesta riesgosa, pero a la vez mas 
promisoria, al ofrecer mas oportunidades y mayor margen de maniobra. 

En un mundo de coaliciones fluidas y provisorias (gobernadas, como pro- 
puso Paul Virilio, por la "estetica de la desaparicion"), los compromisos du- 
raderos e irrompibles envueltos en una densa red de instituciones presagian, 
antes que seguridad, un destino incierto. Esto mismo se aplica a todas las 
uniones, ya que la volatilidad endemica de los compromisos transforma a la 
conveniencia que las cohesiona en algo fragil y provisorio. Sin embargo, hay 
una razon en especial que ha hecho que la union ortodoxa entre el Estado y 
la nacion perdiera gran parte de su pasado atractivo. 



INTRODUCCI6N 



21 



Al "delegar" muchas de sus funciones mas exigentes (las eco no micas y cul- 
turales, y cada vez mas tambien las sociales y biopoh'ticas) a las fuerzas "des- 
reguladas" del mercado, el Estado puede hacer un uso muy limirado y apenas 
ocasional del enorme potencial de movilizaci6n por el que las naciones solian 
set una compania bienvenida, y por cierto indispensable, del Estado que lu- 
chaba por legitimarse. La mayoria de las funciones restantes son llevadas a ca- 
bo por unidades profesionales especialmente escogidas, que operan en la se- 
guridad que les proveen la restriccion del acceso y el secreto oficial. La 
conscripcion masiva y su correlato necesario, la movilizacion de las emocio- 
nes populares, estan definitivamente perimidas. 

Por otra parte, la escualida soberanta y los menguantes poderes del Es- 
tado con el que habia desarrollado en el pasado una "relacion especial" pri- 
van a la identidad nacional de la position de privilegio que tenia entre las 
comunidades imaginadas y que podia servir de punto de encuentro para 
intereses difusos y diversos, y como espacio para que se condensaran y die- 
ran lugar a fuerzas politicas. En lo que concierne a la solidez de los cimien- 
tos de las instituciones, la ventaja de la nation sobre sus alternativas po- 
tentials, como las etnias, o comunidades imaginadas tejidas a partir de 
diferencias religiosas, linginsticas, culturales, territoriales o genericas, se ha 
reducido considerablemente. 

Como consecuencia de todo esto, la sociologia -en gran medida como la 
sociedad, por tanto tiempo su objeto— se encontro, aunque por diferentes 
motivos, ante una paradoja: habia perdido su objeto natural(izado) junto con 
el cliente que le era propio de manera manifiesta. En el mo men to en que el Es- 
tado abandono su pretension de monopolizar la coercion legitima, y la coer- 
cion administrada por el perdio su puesto de privilegio entre los muchos ti- 
pos de coercion (con grados variables, pero por definicion discutibles, de 
legitimidad) que operan en dos campos de batalla separados pero mutua- 
mente dependientes -como son el ciberespacio y las politicas de vida-, la 
identificacion de la "sociedad" con el Estado-nacion perdio buena parte del 
caracter manifiesto que habia presentado en el pasado. Lo mismo ocurrio, de 
hecho, con la identificacion de la "sociedad" con cualquier tipo de conjunto 
o grupo de "estructuras" complejo aunque coherente. Hoy en dia, se requie- 
re de un gran esfuerzo de imaginacion para pensar una "realidad social" ad- 
ministrada y conducida por agencias corporeas, de existencia tangible, o bien 
por sus replicas fantasmales, como los "smdromes de valor" o el "ethos de la 
cultura". El trazado de los limites de las "total idades" autosuficientes y auto- 



22 



LA SOCIEDAD SITIADA 



generadas que permitiria postular la existencia de esas estructuras desafia hoy 
la imaginacion. 

El mundo esti agotado. 

Cualquier similitud con la conocida expresion "localidades agotadas" es 
puramente fortuita, una ficcion que la sintaxis insinua. Cuando uno ve un le- 
trero como ese en la taquilla de un cine o un teatro, sabe inmediatamente que 
ya no queda espacio disponible, aqui, en este edificio, y esta noche; y que de- 
be cambiar sus planes para la velada. Estas "localidades agotadas" son, sin em- 
bargo, solo un pequeno espacio entre muchos otros. Y en el momento en el que 
lee el cartel, uno esta parado fuera de esa misma local idad agotada. Hay otros 
edificios a los que uno puede ir; y si uno insiste en ingresar en esa "localidad", 
es de hecho probable que en otro momento pueda hacerlo. 

Sin embargo, esto no resulta asi en un "mundo agotado", por la simple ra- 
zon de que // riy a pas hors du monde. . . [no hay un afuera del mundo], no hay 
un "afuera", ni una via de escape, ni sitio para refugiarse, ni espacio para ais- 
larse y ocultarse. No hay ningiin lugar en el que pueda afirmarse con un mi- 
nimo de certeza que uno se encuentra chezsoi [en su casa], que es libre de vi- 
vir a su manera y perseguir sus propias metas, y de no prestar atencion al resto 
de las cosas a causa de su irrelevancia. La era que comenzo con la construc- 
cion de la Muralla China y la de Adriano, y que termino con el Muro de Ber- 
lin, esta definitivamente cerrada. En este espacio planetario global ya no se 
puede trazar un limite tras el cual pueda uno sentirse verdadera y absoluta- 
mente a salvo. Y esto es definitivo: vale para hoy tanto como para cualquier 
futuro que podamos imaginarnos. Cada sitio concebible que uno ocupe en 
un momento dado, o el que pueda ocupar en otro, esta indefectiblemente 
dentro del mundo, y destinado a permanecer en su interior para siempre, se 
entienda por esto ultimo lo que se entienda. En este mundo agotado, somos 
todos residentes permanentes, sin otro sitio adonde ir. 

Ese agotamiento se advierte desde adentro. No se trata simplemente de un 
nuevo producto del mercado de la informacion. Uno siente zst agotamiento, 
lo vive a diario, y se haga lo que se haga, esa experiencia del agotamiento no 
desaparecera. Pobres de aquellos que olviden tenerla en cuenta, o que en su 
jactancia suefien con desentenderse de ella. El despertar podn'a ser devastado- 
ramente cruel, como lo fue el de la manana de un 11 de septiembre para 
aquellos neoyorquinos que quizas pensaban que las cosas que ocurnan "alia 
afuera", tras sus fronteras vigiladas, no afectaban ni podian afectar su bienes- 



INTRODUCCI6N 



23 



tar, que todos los lapices necesarios para trazar el limitc entre la buena y la 
mala suerte podian encontrarse de este lado de la frontera y que muy pronto 
el escudo antimisiles mas tecnologicamenfe avanzado sellaria completa e in- 
faliblemente esa frontera. 

La ' globalizacion" es el termino que comunmente se utiliza para dar cuen- 
ta de esa extrana experiencia del "mundo que se agota\ Al aproximarse a su 
h'mite la velocidad de transmision (y asimismo, la de las senates activadoras) 
-la velocidad de la luz-, la casi instantaneidad de la sucesion de causas y efec- 
tos transfer ma incluso mayores distancias en puntos cercanos, y en ultimo 
termino, acaba con la distincion misma entre causa y efecto. A los fines prac- 
ticos, sean los que sean, nos encontramos todos muy cerca, y por cierto inti- 
mamente, los unos de los otros. 

Debido a que la globalizacion implica el movimiento de la velocidad ha- 
cia sus h'mites y la reduccion de la distancia hasta hacer de ella un factor ca- 
da vez mas despreciable en el calculo de los cursos de accion, la globalizacion 
se diferencia por completo de todas las otras expansiones territoriales del pa- 
sado. En terminos de Paul Virilio, "vivimos en un mundo que ya no se basa 
en la expansion geografica sino en una distancia temporal que disminuye a 
medida que aumentan nuestras capacidades para el transporte, la transmision 
y la teleaccion \ "El nuevo espacio es un espacio-velocidad; ha dejado de ser 
un espacio- tiempo'\ 6 Virilio sugiere que la velocidad ya no es un medio ins- 
trumental, sino un medio ftsico: podria decirse que la velocidad es una es- 
pecie de sustancia eterea que satura el mundo, en la que cada vez mas se 
transfiere una parte mayor de lo que sucede en el plane ta, lo que adquiere en 
el proceso nuevas cualidades que unicamente la mediacion de esa sustancia es 
capaz de hacer posible. . . e inevitable. Podria decirse que la mas radical de las 
novedades que con lie v 6 el espectacular aumento de velocidad de la accion a 
distancia no fue tanto lo repentino de la aparicion como la instantaneidad de 
la desaparicion (o incluso la ausencia del actor en la escena de la accion, su 
presencia sons rature, borrada: la aparicion y la desaparicion, por as! decirlo, 
hechas una misma cosa). La nueva velocidad vuelve a la accion momentanea, 
y por ende virtualmente imposible de prevenir, asi como potencialmente im- 
posible de castigar. Y la imagen especular que nos devuelve esa impunidad de 
la accion es la vulnerabilidad de sus objetos, potencialmente ilimitada e irre- 
mediable. 

6 Veasc John Armitage (comp.), Virilio Live: Selected Interviews, Sage, 2001, pp. 84, 71. 



24 



LA SOCIEDAD SITIADA 



Uno de los efectos quizas mas trascendentes de esta nueva situation es la 
endemica porosidad y fragilidad de las fronteras, y la futilidad inherente de 
toda delimitation, o al menos su naturaleza irreparablemente proviso ria y su 
incurable revocabilidad. Los h'mites son siempre tenues, fragiles y porosos; 
comparten, en todos los casos, la misma y novedosa facilidad para la desapa- 
ricion: son borrados en el mismo instante en que se los dibuja, dejando tras de 
si, como la sonrisa del gato de Cheshire, nada mas que el recuerdo, igualmen- 
te volatil, de haber sido trazados. La discontinuidad geografica ya no constitu- 
ye un factor a considerar, porque el espacio-velocidad, al cubrir la totalidad de 
la superficie de la Tierra, acerca a todos los puntos del planeta a una misma 
distancia-velocidad el uno del otro, volviendolos contiguos sin exception. 

Hace mas de dos siglos (en 1784), en su libro Ideen zu einer allgemeinen 
Geschichte in weltbiirgerlicher Absicht [Idea de una historia universal en senti- 
do cosmopolita] , Immanuel Kant formulo una profeda acerca del mundo por 
venir: "die volkommene biirgerliche Vereinigung in der Menschengattung", 
una "unification perfecta de la especie humana a traves de la ciudadama co- 
miin". Eso seria, segiin noto Kant, el cumplimiento de u was die Natur zur 
hochs ten Absicht hat', del "supremo designio de la Naturaleza". Tal deb fa ha- 
ber sido, en opinion de Kant, el designio de la Naturaleza desde un primer 
momento: ya que el planeta que habitamos es una esfera> es imposible aumen- 
tar la propia distancia sin cancelarla en ultimo termino; la superficie del pla- 
neta en el que vivimos no permite una "dispersion infinita", y a fin de cuen- 
tas todos tendremos que aprender a ser buenos vecinos por el simple hecho 
de que no tenemos otro sitio adonde in La superficie de la tierra es nuestra 
propiedad comun, ninguno de nosotros tiene mas "derecho" a ocuparla que 
cualquier otro miembro de la especie humana. Asf, al final, en el momento 
en que los limites de la dispersion se hayan hecho sentir, no habra otra opcion 
que vivir juntos y ayudamos mutuamente. 

Finalmente ese momento parece haber llegado, ya que las reflexiones fi- 
losoficas de Kant acerca del futuro de la humanidad, que habian pasado dos 
siglos en silencio acumulando polvo, ignoradas por todo el mundo a excep- 
cion del punado de expertos en las Ideengeschichte, subitamente resurgen a la 
superficie del profundo olvido en el que estaban sumidas, saltando directa- 
mente al centro del debate politico. Teorizar acerca del arte de la vida en la 
superficie de un planeta esferico puede haber sido alguna vez un lujo que era 
mas conveniente permitirse lejos de las enloquecedoras multitudes, en la se- 
guridad parroquial de la tranquila Konigsberg; en la actualidad -como to es- 



introducciOn 



25 



tan aprendiendo en carne propia dia a dia los habitantes del mundo, y como 
tendran que darse cuenta, a pesar de su renuencia, los politicos-, es este el 
tema principal en la agenda de la supervivencia humana. 

El ancien regime sob re el que escribio Alexis de Tocqueville en el periodo que 
siguio a la Revolucion Francesa era un grupo de localidades -aldeas, munici- 
pios, parroquias- a las que la dinastia reinante no prestaba demasiada aten- 
cion, ya que se abstenia de interferir en la vida de la comunidad y sus rutinas 
de reproduction endogena, y se involucraba solamente a la hora de quedarse 
con los beneficios de la produccion local. Ese regimen fue reemplazado por 
un nuevo tipo de poder, que introdujo una ley uni forme para todos, destina- 
da a reemplazar una variopinta coleccion de cargas y privilegios, que apunta- 
ba a equilibrar las diferencias entre los usos y estandares de vida regionales, y 
que sobre todo interferia activamente en el rumbo de la produccion y la dis- 
tribucion de la riqueza (que empezo a considerarse national). Podria decirse 
que la Revolucion Francesa dio inicio a un proceso de integracion de la so- 
ciedad en un nivel supralocal ciertamente nuevo: el del Estado, que detenta- 
ba, o luchaba por de ten tar, un poder "cuyo alcance llegara alii donde los an- 
tiguos poderes no habi'an podido ni querido Uegar"; un proceso que requirio 
al menos un siglo en Europa, y un siglo mas en otros continentes. 

Los gobiernos de la Revolucion Francesa actuaron para hacerle frente a 
la incapacidad de las municipalidades, corporaciones profesionales y otras 
formas de gobierno local a la hora de contener y controlar las poderosas 
fuerzas economicas que se alzaban por encima del nivel local y operaban mas 
alia de su control, por cierto el linico control que podia implementarse. Los 
empresarios de la epoca despotricaban contra las "estiipidas restricciones lo- 
cales" que entorpecian la iniciativa economica y detenian el progreso, del 
mismo modo en que hoy en dia las multinacionales se quejan de los inten- 
tos nacionales 1 economicamente absurdos" de vigilar, monitorear y corregir 
la actividad economica en el territorio nacional. Para expresar su insatisfac- 
cion, empleaban un vocabulario asombrosamente similar al que hoy se cono- 
ce tambien a partir de los escritos y discursos de los profetas e impulsores de 
la emancipacion de las fuerzas economicas globales "que sustentan el progre- 
so" de la "parroquiaiidad retrograda" de los Estados-nacion . . . 

Igual que en ese entonces, las actuates instituciones de control democrat 
tico, politico y etico, confinadas territorialmente y ligadas al suelo como lo 
estan, no pueden hacerle frente a la extraterritorialidad y el libre flujo de las 



26 



LA SOCIEDAD SITIADA 



finanzas, el capital y el comercio. Igual que en ese entonces, el objetivo ac- 
tual consiste en crear y dar arraigo a unas instituciones de accion politica 
efectiva que puedan rival izar con las dimensiones y el poderio de las fuerzas 
economicas ya arraigadas a nivel global, y someterlas a escrutinio politico y 
a supervision etica. La alternativa es la continuidad -y la profundizacion 
consiguiente- de los efectos desastrosos de las excesivas libertades del capital, 
la creciente inequidad y polarization del planeta, la destruction masiva de 
culturas y modos de vida, el empobrecimiento de tierras y poblaciones com- 
pletas, el rebrote del espiritu tribal con sus consabidas consecuencias: el ase- 
sinato y a menudo el genocidio. 

El hecho concreto es que en el planeta que compartimos existen a la vez 
muchas maneras diferentes de ser humanos, y todavia hay mas que siguen 
surgiendo de las "guerras de reconocimiento" que solo pueden esperarse de la 
Trontera planetaria" en que se ha convertido el "espacio de flujos" global. A 
menos que pretendamos exterminar por completo a los infieles, y que efecti- 
vamente seamos capaces de hacerlo, es bien poco lo que podemos hacer para 
modificar esta situation. Al menos a corto plazo... No hay manera de cortar 
camino, ni una salida rapida para las incomodidades que produce la plurali- 
dad de voces y el choque entre los distintos modelos de lo que significa una 
buena vida. 

En el largo plazo, la cuestion es por completo diferente. En este mundo 
globalizado que nos ha tocado, vivimos mas cerca que nunca el uno del otro. 
Compartimos mas aspectos de nuestras vidas que nunca. Mas que nunca, hoy 
tenemos la oportunidad de aprender y saber mas acerca de las costumbres y 
preferencias de cada uno. Y como nuestras armas se vuelven cada vez mas 
mortiferas, y ya han alcanzado la capacidad de destruir el mismo planeta, jun- 
to con los hogares de quienes inventan, producen, comercializan y hacen uso 
de esas armas, hay mas razones que nunca para que todo el mundo ponga el 
dialogo por sobre la lucha. Aprovechemos esta posibilidad linica; tengo la es- 
peranza de que despues de mucho probar y equivocarnos la aprovecharemos, 
una vez que finalmente hayamos comprendido, o nos veamos forzados a 
comprender, por el efecto bumeran de nuestra propia ignorancia, que no hay 
sustituto acep table para el dialogo. 

Sin embargo, para entablar un dialogo como ese, es necesario que todos 
nos sintamos seguros, que se reconozca nuestra dignidad y se respete nues- 
tra forma de vivir, y que se cuiden estas formas activamente y se les brinde 
toda la atencion que se merecen. Sobre todo, es necesario que sintamos que 



INTRODUCCI6N 



27 



todos tenemos las mismas oportunidades en la vida y la misma posibilidad 
de disfrutar los frutos de nuestros logros comunes. La mayor parte de estas 
condiciones esta ausente, o se sospecha que lo estdn, en el "nuevo desorden 
mundial" que surge del proceso univoco, "desregulado de la globalization. 
Por eso es que el recurso de la violencia resulta mas tentador que la negotia- 
tion; es mas conveniente librar interminables "guerras de reconocimiento" 
para comprobar cuan lejos se puede hacer retroceder al adversario, cuanto se 
puede lograr que este resigne. Los contexros fluidos, como todo hquido, no 
conservan una misma forma por demasiado tiempo; y muchos se ven tenta- 
dos de averiguar cuanto son capaces de hacer para darles una forma nueva 
en su propio interes. Aremorizar al "adversario" haciendo gala de la superio- 
ridad de las propias fuerzas, o al menos de su capacidad de dano, sigue pa- 
reciendole a muchos, y por cierto con razones comprensibles, la mejor for- 
ma de lograr ese objetivo. 

Tarde o temprano, ante la evidencia diaria de nuestra dependencia mu- 
tua, tendremos que darnos cuenta de que nadie puede reclamar su propie- 
dad indivisible sob re el planeta, ni sobre parte alguna de este. En vista de esa 
dependencia mutua, la "solidaridad de los destinos" no depende de nuestra vo- 
luntad. Lo que sf esta en nuestras manos es decidir si nuestro destine comun 
acabara en la mutua destruction o generara solidaridad de pareceres, propo- 
sitos y acciones. Mas alia de nuestras diversas creencias religiosas o politicas, 
a menudo tan distintas, y a veces encarnizadamente enfrentadas, todos de- 
seamos vivir con dignidad y sin miedo, que no nos humillen, y que se nos 
permita buscar la felicidad. Esto constituye un terreno comun lo suficiente- 
mente firme y amplio sobre el cual comenzar a construir la solidaridad de 
action y conception. 

El reforjado de la solidaridad de los destinos en la solidaridad de proposi- 
to y action es uno de esos casos en los que la sentencia de que "no hay otra 
alternativa", de la que tan a menudo suele abusarse en otros casos, puede ser 
pronunciada con toda legitimidad. O bien extraemos las conclusiones ade- 
cuadas de nuestra mutua dependencia global y disponemos de ellas en bene- 
ficio de todos, o esta se convertira, con nuestra complicidad abierta o tacita, 
en una catastrofe tras la cual pocos de nosotros quedaremos en pie, si es que 
alguno queda, para ponderar las virtudes y los defectos de alguno de los mo- 
dos de vida en conflicto, o para discrepar con respecto a las diferencias entre 
civil izacion y barbaric Tertium, non datur, es asi de simple. La option, como 
advirtiera ya Hannah Arendt hace cuarenta anos, es entre la solidaridad de la 



28 



LA SOCIEDAD SITIADA 



humanidad comiin y la solidaridad de la mutua destruction. Ningun ejerci- 
cio retorico o de clasificacion podra quirar de en medio esa option. 

En este planeta, todos dependemos el uno del otro, y nada de lo que haga- 
mos o dejemos de hacer es ajeno al destino de los demas. Desde el punto de 
vista etico, eso nos hace a todos responsables por cada uno de nosotros. La 
responsabilidad "esta ahf , firmemente colocada en su lugar por la red de in- 
terdependencia global, reconozcamos o no su presencia, la asumamos o no. 
Cada vez que negamos su presencia, minimizamos su importancia practica, o 
simplemente pedimos que no nos molesten, mientras alegamos nuestra im- 
potencia, estamos asumiendo la actitud del "transeiinte": gente que ve el mal, 
oye el mal (como todos hoy en dia, y en "tiempo real", por cortesia de Inter- 
net y las redes televisivas mundiales), y a veces dice el mal,* pero no hace na- 
da, o no lo suficiente, para detenerlo, coartarlo o frustrarlo. Pero en la nueva 
frontera que el planeta constituye en su totahdad, el mal -cualquier forma 
que este asuma, donde quiera que surja, y sea quien sea su victima directa o 
"circunstancial"- nos afecta a todos. Un mundo global es un lugar en ei que, 
por una vez, el desideratum de la responsabilidad moral y los intereses de la su- 
pervivencia coincideny se funden. La globalization es, entre otras cosas (y qui- 
zas, mas que ninguna), un desafio etico. 

Quedar atrapado en el papel de transeiinte no es algo precisamente pla- 
centero. Los escnipulos morales son razon suficiente para atormentarse. Pero 
en los momentos, cada vez mas frecuentes, en los que nuestra dependencia 
mutua y nuestra fragilidad y vulnerabilidad universales invaden de una ma- 
nera espectacularmente espantosa la conciencia de todos y cada uno de noso- 
tros, se agrega otra agonia: la de la conciencia, humillante y enojosa, de la im- 
potencia. No solo la gente comun y corriente, abiertamente relegada a la 
atencion de sus propios problemas privados y debidamente enfrascada en sus 
preocupaciones tambien privadas, sino tambien quienes desempenan altos 
cargos y ocupan las primeras planas, los Ifderes y expertos que deben ocupar- 
se de los asuntos publicos, y de velar por el bienestar y la seguridad comunes, 
encuentran que no estaban preparados y se muestran confundidos ante lo que 
les ha tocado enfrentar. Parecen andar a tientas en la oscuridad, como el res- 

* Se alude aqui a la sentcncia que acompana la celeb re imagen de los cres memos que se ta- 
pan con las manos los ojos, las orejas y la boca respectivamente, y que reza "see no evil, hear 
no evil, speak no evil*' ["no veas el mal, no oigas el mal, no digas ei mal"]. (TV. de T.) 



INTRODUCCI6N 



29 



to de la poblacion, topandose con que todas las rutinas en las que solian con- 
fiarse resultan especialmente inadecuadas para unas condiciones que cambian 
constantemente, y buscando desesperadamente estratagemas nuevas, y mas 
efectivas que las anteriores, solo para descubrir que los efectos de estas que- 
dan muy lejos de las expectativas previstas o prometidas. De estos, los mas lii- 
cidos se abstienen por completo de prometer soluciones rapidas e infalibles, 
admitiendo de esa manera que "alia arriba", igual que "aqm abajo", no existe 
nada que pueda hacer frente a la enormidad de los peligros o resistirlos; que 
como todos nosotros, ellos tambien han quedado atrapados en el papel de 
transeuntes, y que las capacidades que poseen, las estrategias que disenan y 
los recursos de los que disponen no les bastan para quitarlos de esa posicion 
y elevarlos al grado de actores decididos y efectivos. 

Esa agonia de la impotencia personal, aumentada y multiplicada por el es- 
pectaculo que brinda la incapacidad de la cupula, se deriva en ultimo termi- 
no del descubrimiento y la creciente certeza de que nuestra capacidad para 
actuar (tanto colectiva como individual) no esti al nivel de la nueva interde- 
pendencia y vulnerabilidad planetarias de la especie humana. En la front era 
que abarca el planeta y que se desparrama sobre el "territorio extraterritorial" 
del "espacio de flujos" —muy por sobre el mundo familiar de la ley de la tie- 
rra y de la policia, que supuestamente debia velar por la observancia de esa 
ley-, cualquier cosa puede suceder, pero no hay nada que hacer, al menos no si 
se pretende estar en alguna medida seguro de uno mismo y de los resultados. 
La otra cara de la diflcil situacion del transeiinte es la horrorosa sensacion de 
un mundo que no es controlado por nadie, y que por lo que uno puede ver, 
ni siquiera puede ser controlado: ni la providencia divina, ni la astucia de la 
razon, ni una mano invisible pueden inyectar logica en el sinsentido aparen- 
te, ni asegurar un final feliz para la sucesion de catastrofes que parecen no te- 
net fin; no existe n hombres sabios que esten dispuestos (o de hecho puedan 
hacerlo) a tomar el timon con sus propias manos, y a hacer que los aconteci- 
mientos sigan un curso mas agradable, y por sobre todo, mas predecible. La 
reaccion instintiva sena intentar huir de la jungla impenetrable de este mun- 
do "sin amos" para refugiarse en el mundo mucho mas acogedor de los ad- 
ministradores -quienes mas alia de su severidad, son resueltos y "conocen su 
trabajo y el poder cifrado en la soberania territorial que estos detentan tras 
sus fronteras aparentemente impermeables. O ir mas lejos aun, aventurando- 
se en el mundo de las multitudes cuasi comunitarias, seguras en la rutinaria 
creencia en sus dogmas y en su observancia inapelable. Pero el cam i no de re- 



30 



LA SOCIEDAD S1TIADA 



greso esta cortado: no hay soluciones locales para problemas globales y por mas 
tentadora que parezca esa perspectiva. A la vez, no existe tal futuro soporta- 
ble al que podria llevarnos tal o cual estrategia de escape. 

Hace casi dos siglos, en medio de la primera gran secesion, y desde el in- 
terior del territorio de frontera que esta produjo, Karl Marx califico de "uto- 
picos" a quienes abogaban por una sociedad mas justa y equitativa porque 
pretend/an lograr su proposito deteniendo el avance del capitalismo y hacien- 
dolo volver sobre sus propios pasos hasta su punto de partida: el mundo pre- 
moderno de las haciendas y los talleres familiares. Marx insistio en que no ha- 
bfa vuelta atras; y al menos en ese punto, la historia demostro que no se 
equivocaba. Hoy, cualquiera sea el tipo de justicia y equidad que conserve al- 
guna chance de arraigarse en la realidad social, es necesario, como lo era en 
aquel momento, que el punto de partida se fije alii donde han llevado a la hu- 
manidad las irreversibles transformaciones sufridas. Esto es algo que debe re- 
cordarse al con templar las opciones endemicas a la segunda secesion. 

En este juego, retirarse de la globalizacion de la dependencia humana, del 
atcance global de la tecnologia humana y de sus actividades economicas no es 
una respuesta posible. Sacar del mazo un naipe con la respuesta "forme un 
circulo con las carretas" o "vuelva a las tolderias tri bales (nacionales, comuni- 
tarias)" no sera de utilidad alguna. La pregunta no es como revertir el curso 
del no de la historia, sino mas bien como combatir la miseria humana que 
contamina sus aguas, y como reconducir su curso para lograr una distribu- 
cion mas equitativa de los beneficios que arrastra. 

Hay, asimismo, otro punto que es importante recordar. Cualquiera sea la 
forma que adopte el control global postulado sobre las fuerzas globales, difi- 
cilmente pueda ser una replica a escala de las instituciones democraticas desa- 
rrolladas en los dos primeros siglos de la historia moderna. Esas instituciones 
democraticas fueron cortadas a la medida del Estado-nacion -en ese entonces 
la "totalidad social" mas amplia y abarcadora- y son especialmente inadecua- 
das para expandirlas y darles un volumen global. Perrmtasenos recordar que el 
incipiente Estado-nacion tampoco era una extension de mecanismos comuni- 
tarios. Por el contrario, era el producto final de modos radicalmente nuevos 
de union humana y de nuevas formas de solidaridad social. Tampoco era pro- 
ducto de un consenso alcanzado tras arduas negociaciones entre las comuni- 
dades locales. El Estado-nacion, que finalmente proporciono la tan buscada 
respuesta a los interrogantes que la "primera separacion 1 habfa planteado, hi- 
zo que esa respuesta funcionara a pesar de la oposicion de los acerrimos de- 



INTRODUCClON 



31 



fensores de las tradiciones comunitarias, y a traves de una mayor erosion de las 
soberam'as locales (a las que burlonamente se Uamo "parroquiales") que ya se 
encontraban en proceso de reduccion y adelgazamiento. 

Una respuesta efectiva a la globalizacion solo puede ser global. Y el desti- 
no de esa respuesta global depende del surgimiento y el arraigo de una esce- 
na politica global (en tanto distinta a la "internacional", o para ser mas pre- 
cisos, in teres tatal). Es esa escena lo que hoy en dia falta, de modo notable. 
Los participantes globales existentes, por razones obvias, son particularmen- 
te reacios a construirla. Sus pretendidos adversarios, quienes buscan valerse 
del arte de la diplomacia interestatal, historicamente laureado pero creciente- 
mente inefectivo, parecen carecer de la habilidad necesaria y de los recursos 
indispensables. Se necesitan fuerzas realmente nuevas para restablecer y vigo- 
rizar un foro de discusion verdaderamente global que se adecue a la era de la 
globalizacion; y esas fuerzas podran ejercerse solamente pasando por sobre 
ambas clases de participantes. 

Esta parece ser la unica certeza; todo el res to seria cuestion de nuestra co- 
mun inventi va y de nuestra practica politica basada en el ensayo y el error. Co- 
mo nos recuerda incansablemente Reinhard Kosseleck, el tipo de resolution 
que surgio de la larga lucha por domar las fuerzas que, libres de sus ataduras, 
corrian desbocadas, no era solamente impredecible, sino mas bien impensable, 
porque faltaban los conceptos adecuados. Quienes suben a una mo n tana por 
un desfiladero no tienen idea de lo que hay del otro lado de la ladera hasta que 
no llegan a la cima; no pueden siquiera aventurarse a adelantar una descrip- 
cion plausible del paisaje que se ve del otro lado. En medio de la primera se- 
cesion, fueron muy pocos los pensadores, si es que alguno fue capaz de hacer- 
lo, que pudieron vislumbrar la forma que habria de adoptar en ultimo term i no 
la operacion de reparacion de los danos. De lo que s( estaban seguros era de 
que el imperativo primordial de su epoca se cifraba en una operacion de ese 
tenor. Y todos es tamos en deuda con ellos por haberlo advert ido. 

De modo que la cupula de la total idad imaginada o postulada, a la que se ha- 
da referencia en el siglo pasado cada vez que los sociologos utilizaban el con- 
cepto de "sociedad", ha sido derribada o ha caido por su propio peso. Como 
resultado, el referente tradicional del concepto ha perdido sus 1 unites clara- 
mente (institucionalmente) trazados. Por mas que se lo haya trazado con ge- 
nerosidad, y por mas amplia y rica en recursos que pudiera ser la porcion del 
planeta que originariamente circunscribia, ningun limite contiene hoy en dia 



32 



LA SOCIEDAD SITIADA 



la "totalidad" capaz de autoabastecerse y autoperpetuarse que, segun se pensa- 
ba, seria la clase de sociedad constituida por medio del relato sociologies Pe- 
ro ni la poblacion del planeta tomada como un todo ni el planeta mismo se 
parecen a esa "totalidad". A lo sumo, podemos decir que hay algo que es glo- 
bal en cuanto a su volumen, pero que se corresponde a veces mas y a veces me- 
nos con la idea sociologica de la "sociedad", que esta aiin en un statu nascen- 
di y y en un estadio muy preliminar de ese "devenir" de caracter transitorio y 
manifiestamente abierto. En un resumen conciso de la situacion del presente, 
Constantin von Barloewen propone que la globalizacion de la comunicacion 
y las finanzas va por ende de la mano con la "fragmentacion politica y la bal- 
canizacion" y con la "rapida perdida de la soberama" de los Estados-nacion 
"como resultado de la visualization de la economia mundiaT, mientras que 
la homogeneizacion y la diferenciacion corren paralelamente. 7 

La cupula cayo, es cierto; pero Io mismo ocurrio con los cimientos, y por 
razones estrechamente relacionadas. El terreno sob re el que se asentaba el Es- 
tado-nacion, reblandecido, debilitado, y cada vez mas poroso, ya no brinda el 
sos ten que solia proporcionar. Con gozoso abandono, el Estado se deshace de 
sus ambiciones pasadas, y cede las funciones que alguna vez habi'a guardado 
celosamente contra los competidores existentes o aiin por surgir. La "desregu- 
lacion ' es el lema, la "flexibilidad" (lease: no a los compromisos a largo plazo) 
el eslogan, y el "recorte del gasto publico" la sustancia de la vocation del Esta- 
do. La tent ado ra imagen de la "buena sociedad" que se esperaba que el Esta- 
do construyera, y que se prometfa que este construiria, se ha esfumado. La res- 
ponsabilidad de hacer feliz la vida ha pasado de las oficinas estatales a los 
innumerables escritorios y dormitorios privados. Aquellas tareas que alguna vez 
babian sido declaradas a cargo de la Politica Estatal moderna (con invariable "P" 
mayuscula) han caido bajo la jurisdiccion de las poltticas de vida. Incluso, de mo- 
do mas incongruente aiin que la busqueda de soluciones locales a problemas 
global me nte generados, se alien ta la busqueda de soluciones biograficas a pro- 
blemas de origen social, y se espera que estas sean encontradas. 

Abandonada por la politica estatal, la escena publica cae facilmente en las 
garras de la politica de vida individual. La nueva escena publica, operada elec- 
tronicamente, sirve como espejo de aumento, en el que las polfticas de vida, 
exageradamente ensanchadas por sobre sus proporciones natural es, ocupan el 

7 Constantin von Barloewen, "La culture, facteur de la Realpolitik", en: Le Monde Diploma- 
tique, noviembre de 2001, p. 22. 



INTRODUCCTON 



33 



mareo completo, dejando el res to del cuadro fuera del campo visual. La bus- 
queda de la felicidad y de una vida significativa se ha vuelto la principal preo- 
cupacion de las polfticas de vida, abandonando la construccion de un futuro 
mejor por la biisqueda febri! de un presente diferente, una biisqueda que nun- 
ca se detiene, y que dura tanto como la sucesion de momentos presentes que 
buscan con desesperacion esa diferencia. 

La primer a parte de este libro esta dedicada a la exploracion del nuevo "espa- 
cio-velocidad" que espera, hasta el momento con exito dispar, el advenimiento 
de la incipiente polftica global La segunda parte se ocupa del ambito en el que 
las politicas de vida, con suerte igualmente dispar, se desarrollan. En el tran- 
scurso del libro, se hace presente un tercer protagonista, por cierto prominen- 
te, aunque en gran medida por su ausencia: se trata del vacio que se exriende 
entre ambos espacios. De hecho, este vacio es el que dejo la "desaparicion" de 
ese mis mo espacio en el que la sociologia, el fie I companero, el consejero por 
propia iniciativa, el cronista escrupuloso y el voluble narrador de la moderni- 
dad en su fase "solida", concentraba su atencion, y en el cual por casi dos si- 
glos deposito sus esperanzas de un mundo mejor, un mundo mas adecuado 
para la vida humana. En este agujero negro, las ambiciones y los intereses 
propios de la socio logia - "sol ido- modern a" segun el patron de su objeto de 
estudio y practica- se han hundido y esfumado. 

Sin embargo, esto no significa que la sociologia haya llegado al fin del ca- 
mino y alcanzado el momento de retirarse. Desde el inicio de la era moder- 
na, la sociologia ato su destino a la autoafirmacion de la humanidad. Actual- 
mente, esa perspectiva sigue siendo tan lejana como lo era en un comienzo, 
a pesar de que en aquella vertiginosa epoca, la distancia entre las decisiones y 
su cumplimiento parecfa ser menor que hoy, y quedaba aun por ap render la 
leccion de que el horizonte tiende a escapar con mayor velocidad cuanto mas 
rapido se lo persigue. Sabemos que la autoafirmacion de la humanidad no es 
un proyecto excepcional; por el contrario, es el modo propiamente humano 
de ser-en-el- mundo. Esa autoafirmacion crea sus propios obstaculos, cada vez 
mas formidables en la medida que agrega sucesivos eslabones a la cadena de 
sus (siempre parciales) logros. Podria decirse que los obstaculos que plantea 
la era moderna en el umbral de su fase "liquida" son los mas imponentes de 
todos. O quizas nos parecen tan imponentes porque recien estamos empezan- 
do a apreciar su volumen, y porque de las herramientas con las que conta- 
mos, pocas o ninguna nos sirven para hacerles frente. 



34 



LA SOCIEDAD SITIADA 



La sociologia tiene por lo menos dos razones para adquirir una impor- 
tancia con la que las pasadas generaciones de sociologos solo podian permi- 
tirse sonar. 

La primera es la modern idad h'quida en si misma. Los sociologos han afir- 
mado siempre, la mayoria de las veces contra toda evidencia, que este mun- 
do en que habitamos esta u hecho por humanos", por lo que, en principio, los 
humanos pueden rehacerlo. En ninguna otra epoca esa proposicion fue mas 
verdadera que ahora, cuando los solidos fundidos se muestran reacios a vol- 
ver a endurecerse, ofreciendo, gracias a la constante fluidez de las formas, una 
invitacion permanente a la ingenuidad y buena voluntad humanas. 

La segunda razon consiste en que el unico "acuerdo" posible en este mun- 
do agotado es la reconciliation de la humanidad con su propia e incorregible 
diversidad. La unica posibilidad viable de llegar a un acuerdo se sostiene y re- 
cae en nuestra aceptacion de que es precisamente de esa diversidad de donde 
deriva e) poder de la humanidad para trascender los horizon tes actual es y pa- 
ra trazarse nuevos. Y de que, cualquiera sea la forma que en ultimo termino 
pueda tomar ese acuerdo, llegar hasta el comporta un esfuerzo coherente por 
reforjar la diversidad humana que es nuestro destino comiin, para dar como 
resultado una vocacion de solidaridad humana. Igual que en el pasado, la au- 
toafirmacion de la humanidad (la persistente raison d'etre [razon de ser] de la 
sociologia) se presenta hoy no solo como una de las aspiraciones eticas mas 
nobles, si no ademas como el desideratum de nuestra supervivencia; y sob re to- 
do, como una propuesta realista contra todos los pronosticos, y como el mis- 
misimo capitulo siguiente de la historia en desarrollo de la humanidad. 

Este libro fue concebido antes como una modesta contribucion a un in- 
ventario de los desafios ante los que nos encontramos que como un portfolio 
de pianos para construir las herramientas necesarias para enfrentar a esos de- 
safios. Antes de que sea posible disenar las herramientas adecuadas, debemos 
saber que formas tienen las cosas, como es el suelo del que brotan y bajo que 
condiciones crecen. Una vez que lo sepamos, la obsolescencia de los medios 
con los que pretendemos responder a las preocupantes amenazas que nues- 
tras condiciones actuales siguen generando sera mas ostensible, y quizas mas 
facil de remediar. 



Primera parte 
Polftica global 



1 . Tras la esquiva sociedad 



Hoy, como en los ticmpos de C. Wright Mills, la tarea de la imagination so- 
ciologica consiste en una traduction simultanea y retiproca entre las esferas 
de lo privado y lo publico: la traduction de problemas enfrentados indivi- 
dualmente en otros asumidos colectivamente y de manera publica; y de mo- 
do inverso, la traduction de intereses publicos en estrategias vitales de carac- 
ter individual. Desde sus comienzos, el lugar de la sociologia ha sido el 
agora, aquel lugar de encuentro de lo publico y lo privado en el que (como 
unay otra vez nos recordara Cornelius Castoriadis) el oikosy la ecclesia se en- 
cuentran cara a cara, buscando el entendimiento comun a traves de un dia- 
logo basado en fuertes principios, sin embargo benevolente y, por sobre to- 
das las cosas, atento. 

La materia prima procesada por la imagination sociologica es la experien- 
cia humana. El producto final de la imagination sociologica, la asf llamada 
*realidad social", se moldea con el metal obtenido a partir del mineral de hie- 
rro de la experiencia. A pesar de que las sustancias qumiicas involucradas en 
cl proceso no pueden sino reflejarla composition del mineral, los contenidos 
del producto conservan asimismo la marca del proceso de fundicion que se- 
para la portion util del mineral de hierro de los desechos; mientras que la for- 
ma de ese producto final depende del molde (es decir, del marco conceptual) 
en el que se ha vertido el metal fundido. 

Es por esto que los productos derivados de la imagination sociologica, las 
realidades sociales imaginadas, pueden variar en su composition y forma in- 
cluso si es una misma experiencia la que provee las materias primas del pro- 
ceso. Sin embargo, no cualquier realidad social puede ser fundida y moldea- 
da a partir de ese mineral de hierro de la experiencia humana; es de esperar 
que los productos contemporaneos entre si, a pesar de sus posibles diferen- 
cias, guarden un "aire de familia" que delate su origen comun. A pesar de es- 
to, tambien podemos suponer que una vez que las reservas de un cierto tipo 
de mineral de hierro sean consumidas y se emplee por consiguiente un mine- 



37 



38 



POLfTICA GLOBAL 



ral distinto en los hornos de fundicion, sera necesario modificar las tecnicas 
de fundicion tarde o temprano, asi como cambiar los moldes utilizados. 

Lo que propongo, y quisiera argumentarlo, es que las raices de la actual 
reorientacion de la investigacion sociologica -los cambios en nuestra concept 
cion de los productos que deben buscarse y de las tecnicas mas adecuadas pa- 
ra allanar esa biisqueda— se comprenden mejor si ubicamos su origen en el 
cambio fundamental que se ha producido en la experiencia comun del ser- 
en-el-mundo. 

La imagination administrativa 

El tipo de imagination destinada a conducir al "consenso ortodoxo" (la expre- 
sion es de Anthony Giddens) predominante en la mayoria de los departamen- 
tos de sociologia de las universidades hace algunas decadas rue motivada y 
puesta en funcionamiento por un tipo de experiencia vital que se llevo a cabo 
(citando a Talcott Parsons, para cambiar un poco) en el marco de un "espacio 
principalmente coordinado". Siguiendo la costumbre del btiho de Minerva, de 
quien sabemos que desplegaba las alas hacia el final del dia (es decir, no dema- 
siado antes de que saliera el sol, marcando el comienzo no de otro dia cual- 
quiera sino de uno propiamente distinto), Parsons resumio la situacion de la 
sociologia presentandola como un constante esfuerzo -aunque tal vez excesi- 
vamente largo, viciado y tortuoso— destinado a develar el que se considera el 
mayor misterio de la existencia humana, tal como fuera senalado por primera 
vez por Hobbes: ;como puede ser que las acciones de actores voluntarios no re- 
sulten en ultimo termino aleatorias, y que a partir de acciones de motivacion 
individual se tejan patrones regulares y duraderos? Asimismo, como si hubiera 
seguido la maxima enunciada por Karl Marx de que "la anatorma del hombre 
es la clave de la anatomia del mono", Parsons rearticulo la historia de la socio- 
logia como un largo peregrinaje hacia un destino predeterminado, concreta- 
mente el * sistema" por el descubierto en su biisqueda desesperada de una res- 
puesta definitiva para el dilema hobbesiano. Se trataba de un 'sistema" 
apoyado en dos firmes pilares: uno de ellos (la "estructura ) sujeraba a los ac- 
tores en su exterioridad y ponia lfmites a sus libertades; el otro (la "cultura") 
se dirigia a su interior, ese lugar en el que los deseos y propositus son sembra- 
dos e incubados, hasta modelar el libre albedno para que la sujecion mas re- 
rrea presente la acogedora apariencia de un abrazo calido. 



TRAS LA ESQUIVA SOCIEDAD 



39 



Parsons le atribuyo un proposito a ese "sistema", que consistfa en la pro- 
pia supervivencia: mantenerse vivo por el mayor periodo de tiempo posible 
sufriendo el menor grado de cambio posible. Cualesquiera fueran los intere- 
ses que pudiera mostrar, el sistema siempre apuntaba en primer lugar a man- 
tener su propia estabilidad a lo largo del tiempo, Por esta razon, "man tenia 
su patron", al desarmar y neutralizar las tensiones que lo amenazaban. Todo 
lo que sirviera a esta tarea, cualquier cosa que ayudara a preservar el statu quo 
y a garantizar su inmunidad ante fuerzas disruptivas o marginales era "fun- 
cional"; cualquier elemento que contraviniera la administration del sistema o 
ejerciera presion exigiendo cambios, y agregase asi tension al sistema, se con- 
sideraba "disfuncional". Podia decirse que el sistema gozaba de buena salud 
(definida por Parsons como un "equilibrio" homeostatico) si y solo si era ca- 
paz de cultivar con exito la primera categoria de atributos y de mantener a ra- 
ya a la segunda. La estructura y la cultura eran los principales dispositivos en 
esta doble tarea. Su modo de funcionamiento era diferente, y se valian de he- 
rramientas distintas, pero coincidfan en un mismo objetivo. Al complement 
tarse en la guerra de desgaste contra lo aleatorio y lo contingente, cooperaban 
contra toda mutation del patron. En ambos casos, se trataba de fuerzas esen- 
cialmente conservadoras, orientadas a mantener la estabilidad de las cosas. 

Por mas extrano que pueda parecernos este modelo de realidad social a 
quienes nos toca vivir en la fase "blanda" y no "dura", "h'quida" y no "soli da" 
de la modernidad, lo cierto es que cuajaba bastante bien en una sociedad a la 
que se imaginaba segiin un patron de oficina administrativa. En la fase "du- 
ra" o "solida" de la modernidad, gran parte de la evidencia proveniente de la 
experiencia empujaba a la imagination en esa direction. La principal presion 
que probablemente sujetana a los hombres y mujeres de esa sociedad seria el 
requisito de conformidad con ciertas normas y la observancia de las rutinas 
adscriptas a los roles y lugares sociales asignados. Puede que este tipo de so- 
ciedad haya tenido poco tiempo para dedicarle a las limitaciones heredadas, 
y que haya experimentado aiin menos remordimientos a la hora de quitarlas 
del camino, pero al fin y al cabo estaba empenada en construirse sus propias 
limitaciones "nuevas y mejoradas", y bajo ningiin punto de vista se permitia 
tomarse a la ligera la posibilidad de un ajuste individual ^de las normas. La li- 
nea que separaba la conformidad a la norma de su desviacion estaba m'tida- 
mente trazada y celosamente guardada. Si bien la tradition y la costumbre se 
habfan devaluado como fundamentos de la autoridad, las nuevas rutinas que 
naclan estaban pensadas para sujetar con mayor fuerza que aquellas en des- 



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POLfTICA GLOBAL 



composicion que venian a reemplazar y tambien para hacerio, a diferencia de 
estas, por un largo, largo tiempo. Puede que los retonos humanos, en tanro 
individuos, hayan sido arrancados de raiz del suelo en el que habian sido 
plantados durante el ancien regime, pero solo para ser "transplantados" (y va- 
ya que se buscaba el transplante) a los canteros de un jardi'n social disenado 
mejor y mas racionalmente. 

La modern idad fue una respuesta a la desintegracion gradual, aunque im- 
placable y alarmante, del ancien regime, con su archipielago de comunidades 
locales poco conectadas entre sf que se reproducian de forma endogena, y que 
estaban sometidas al yugo de los poderes supralocales que se caracterizaban 
tan to por su enorme codicia como por lo limitado de su ambicion y capaci- 
dad en el orden administrativo. Se trataba, segun la memorable frase de Er- 
nest Gellner, de un "Estado dentista", especializado en la extraccion por me- 
dio de la tortura. En general, las atribuciones administrates de los pnncipes 
se limitaban a recolectar el producto excedente, sin involucrarse en ningiin 
momento en el proceso de produccion. 

La "riqueza de las naciones" -si es que aquella idea apareria- era algo que, 
para los gobernantes de los Estados premodernos, podia traer sufrimiento o 
alegria, pero que de un modo u otro habia que aceptar placidamente tal como 
se aceptaban los restantes inescrutables designios de la Providencia. Solo co- 
menzo a considerarsela una tarea que habia que emprender -y por consiguien- 
te objeto de atencion, investigacion, planeamiento y accion— cuando ya no se 
pudo confiar en la reproduccion monotona de las condiciones bajo las cuales 
soh'an producirse los bienes, y sobre todo, en la solidez del orden que comen- 
zo a Uamarse "social" para contrastar con el orden divino. Como lo demostro 
Alexis de Tocqueville, el ancien regime se habia derrumbado mucho antes de 
que los revolucionarios franceses se atrevieran a entrar donde nadie se habia 
atrevido a hacerlo hasta el momento — o donde nadie hasta allf habia ere id o ne- 
cesario o beneficioso entrar-: la apertura de un territorio antes inexplorado 
que comportaba la instauracion de un nuevo orden artificial men te disenado, 
supervisado y administrado por su creador, el hombre, para legislar sobre los 
asuntos humanos, siempre tan complicados y dificiles de manejar. 

La modernidad nacio bajo el signo de ese orden: del orden vis to como una 
tarea sujeta al diseno racional y a la supervision constante, y sobre todas las 
cosas, a una administracion quisquillosa. La modernidad se empeno tanto en 
la propia tarea de hacer del mundo algo administrable como en administrar- 
lo celosamente luego; este celo administrativo se sustentaba en la conviccion 



TRAS LA ESQUIVA SOCIEDAD 



41 



no del todo infundada de que cuando las cosas se dejan libradas a sus propias 
fuerzas, tienden a romperse o a perder el control. La modern idad se propuso 
la eliminacion de lo accidental y lo contingent^. Si es que efectivamente es 
posible siquiera esbozar los lineamientos del tan mentado "proyecto moder- 
no", solo puede pensarselo como una glosa retrospectiva apoyada en la firme 
intencion de insertar la determinacion alii donde de otro modo el accidente 
y el azar reinarian: hacer de lo ambiguo algo eindeutig, de lo opaco algo trans- 
parent^, de lo espontaneo algo calculable y de lo incierto algo predecible; in- 
yectarle a las cosas el reconocimiento de un proposito determinado, obligar- 
las a esforzarse por cumplir con ese proposito. 

Fundada sobre la reflexion, el reciclado y el reprocesamiento de la expe- 
riencia moderna, y siendo ella misma una ciencia moderna, la sociologia se 
propuso explorar las maneras misteriosas en que la libre voluntad se emplea 
en la produccion de regularidades, normas y patrones -aquellos ^hechos so- 
ciales" de Emile Durkheim: externos, coercitivos, ciegos ante las luchas in- 
dividuals, y sordos ante los anhelos individuates-. En su aplicacion practi- 
ca -eso esperaba la incipiente ciencia social-, esos hallazgos serian utiles para 
la construccion de regularidades, normas y patrones nuevos y mejorados, asi 
como para fijarlos en su lugar una vez establecidos. El pensamiento social 
compartia con el resto de las ciencias modernas el deseo de "conocer la na- 
turaleza para dominarla", de ajustarla a las necesidades de la especie huma- 
na. En el caso de la ciencia social, sin embargo, "dominar la naturaleza" sig- 
nificaba principalmente ejercer el dominio sobre la especie humana, lo cual 
a su vez significaba guiar y racionalizar la vida de cada uno de los miembros 
de esa especie. 

Recuerdo que hace medio siglo, cuando estudiaba psicologia social, la 
ensenanza se impartia siguiendo los resultados de los experimentos con ra- 
tas, en los cuales se enviaba a un grupo de ratas hambrientas en busca de co- 
mida a traves de los enmaranados corredores de un laberinto habilmente 
construido; se monitoreaba asi la velocidad con la que aprendtan, por me- 
dio del ensayo y el error, el camino mas corto hacia la meta. Cuanto menos 
tardaran las ratas en llegar a la bolita de comida que constituia su recompen- 
sa, mas exitoso se consideraria el proceso de aprendizaje, ese camino dorado 
hacia la supervivencia. Puedo decir que fui afortunado de tener maestros 
sensibles, a quienes nunca se les ocurrio sugerir aquello de que "las ratas son 
como los seres humanos". Sin embargo, docentes y alumnos estabamos taci- 
tamente de acuerdo en el hecho de que a partir del comportamiento de las 



42 



POLfTICA GLOBAL 



racas en el laberinto podia aprenderse mucho accrca de la logica de la vida 
humana en nuestro propio mundo laberintico: no porque las ratas fueran 
"como los seres humanos", sino porque eJ laberinto construido en el labora- 
torio se parecfa al mundo en el que nosotros, los humanos, buscabamos, des- 
cubriamos y aprendiamos el camino a seguir en nuestra vida diaria. Como 
el laberinto, nuestro mundo parecfa estar hecho de muros solidos e impene- 
trables que eramos incapaces de derribar, y que habrian de mantener su for- 
ma si no por siempre, si al menos mientras durara nuestro aprendizaje. Co- 
mo el laberinto, nuestro mundo estaba lleno de bifurcaciones y de cruces de 
caminos: los virajes que conducian a un callejon sin salida o que desviaban 
de la meta eran muchos y ciertamente tentadores, mientras que la senda co- 
rrects era una sola. Como en el laberinto construido en el laboratorio, en 
nuestro mundo la recompensa obtenida por encontrar el camino correcto 
estaba ubicada siempre en un mismo lugar: de ese modo, lo unico que era 
aparentemente necesario aprender era ese camino, para Iuego seguirlo con 
monotonia implacable. 

En sintesis, el laberinto construido en el laboratorio era una replica en 
miniatura del "gran mundo" de los humanos; para ser mas exactos, era una 
replica a escala de la vision que tenfan de ese mundo los incontables seres 
humanos que afrontaban a diario la experiencia de vivir en el Los construc- 
tores del laberinto permanecian en los limites de lo razonable, o al menos no 
se habian apartado demasiado de estos, cuando insistian en que el hecho de 
que no pueda establecerse a ciencia cierta que es lo que sucede en el cerebro 
de una rata es un problema menor, ya que cosas tan misteriosas como los 
pensamientos o las emociones pueden dejarse de lado sin que se vea afecta- 
da la precision con la que se mide el proceso de aprendizaje, y sin perjuicio 
para la racionalizacion, regularizacion y configuration de rutinas orientadas 
a modelar el comportamiento de las criaturas involucradas. Puede que el ata~ 
jo entre el estimulo y la respuesta sea solamente causado por necesidades tec- 
nicas; no obstante, una vez que ese atajo se ha tornado, no resulta danino 
considerar que el unico factor que cuenta es la relation cuantificable entre 
la "entrada" y la "salida", es decir, entre el estimulo y la respuesta, entre las 
fuerzas que operan "alia afuera" en el mundo y las reacciones de los sujetos 
ante esas fuerzas. 

Emile Durkheim, quien consideraba que los "hechos sociales \ "externos" 
y coercitivos, eran la autentica fuerza que movfa la conducta individual, y 
Max Weber, impulsor de una "sociologia comprensiva" empenada en perse- 



TRAS LA ESQUIVA SOCIEDAD 



43 



guir "la explication cn el nivel del significado", pueden haber sostenido y em- 
pleado estrategias cognitivas en gran medida incompatibles; sin embargo, 
ambos coincidian tacitamente con respecto a un punto en particular: los ao- 
tores individuales no son buenos jueces de las causas que motivan sus propias 
acciones, por lo que sus juicios individuales no son material con el que pue- 
da hacerse una buena description sociologica de la "realidad social", y es me- 
jor dejarlos de lado. Las cosas que son realmente import antes para los seres 
humanos, incluyendo sus motivaciones mas autenticas, aquellas que no son 
resultado de la autoevaluacion, se encuentran en el mundo exterior, y por lo 
general escapan a su comprension. De acuerdo con Max Weber, 

En la gran mayona de los casos, las acciones efectivas de los sujetos se llevan 
a cabo en un estado de serniconciencia difusa o de efectiva inconciencia con 
respecto al signiflcado subjctivo de estas. Probablemente, el actor "tenga una 
vaga idea" de ello, sin "saber" realmente que es lo que esta haciendo, o sin es- 
tar pienamente consciente. En la mayona de los casos, las acciones estan go- 
bernadas por el impulso o el habito. Solo ocasionalmenre y, en la accion uni- 
forme de los grandes numeros, a menudo solo en algunos pocos casos 
individuales, el significado subjetivo de la accion, ya sea racional o irracional, 
es claramenre consciente. 

Es tarea del sociologo tener en cuenta este problema de la motivation, asi 
como describirlo y analizarlo, aim a pesar de que este problema no haya par- 
ticipado en absoluro, o al menos no del todo, de la "intention" consciente del 
actor. 1 

Mientras que para Durkheim, las representaciones de "los hechos propia- 
mente dichos" que los individuos comunes y corrientes que no hemos sido 
tocados por la varita magica de la sociologia "fuimos capaces de hacernos en 
el transcurso de nuestras vidas", 

estan desprovistas de valor cientifico por no haber sido formuladas critica y 
merodicamente, y deben ser descartadas. Los hechos de la psicologia indivi- 
dual tienen este caracrer y deben ser vistos de este modo. Al ser por definition 
puramenre mentales, nuestra conciencia de el los no nos revela ni su naturale- 

1 Tornado de Max Weber, Theory of Social and Economic Organization, en: j. E. T. Eldridgc 
(compO, Max Weber, Nelson, 1971, pp. 102 y 93 [trad, esp.: Economia y sociedad, Mexico, 
FCE, 2002]. 



44 



POLfTICA GLOBAL 



za real ni su genesis. Nos permite conocerlos hasta cierto punro... nos da una 
impresion confusa, fugaz y subjetiva de eilos, y no nociones cicnrfficas claras 
de concepros explicativos. 2 

Los dos grandes codificadores de las reglas que por muchos anos habrian de 
determinar el juego sociologies ignoraron la importancia de las propuestas 
del otro, sin reconocerse participation en un mismo juego; sin embargo, am- 
bos veian por la misma lente al desechar la independencia efectiva de los in- 
dividuos como agentes activos. Despues de todo, ese rechazo cifraba la esen- 
cia del proyecto moderno, y el rol de la sociologfa, proclamado abiertamenre 
o tacitamente asumido, consisrfa en allanar el camino para la implementa- 
tion en la practica de ese proyecto. La vista panoramica -externa y por con- 
siguiente ' objetiva" y wertfrei [libre de juicios de valor]- que los sociologos 
ten/an de los resortes, causas y efectos de las acciones individuales pueden 
verse en retrospectiva como una glosa teorica del tratamiento que daban las 
agencias administradoras al grueso de la sociedad -a la sociedad como un to- 
do, asi como a la mayoria de sus segmentos y es t ratification es— , a la que con- 
sideraban objeto de regulation normativa y administration. La estrategia a se- 
guir por la labor sociologica debia ser forzosamente normativa y monologica 
si, como se habia prometido, se pretendia que esa labor fuera en alguna rne- 
dida util para las necesidades de la administration, y si esta pretendia asi mis- 
mo conservar su credibilidad, es decir, una correspondencia razonable con la 
experiencia comun repetida a diario, 

Los fundadores de la sociologia moderna tenian sus dudas con respecto al 
buen juicio del proyecto que habian examinado dandole el nombre de "rea- 
lidad social". A veces, de un modo no muy distinto al de Dios, quien duda- 
ba acerca de la calidad de su experimento de creation de los seres humanos, 
y se abs tenia -cosa tan impropia de el— de juzgarlo bueno, los perseguia la os- 
cura premonition de que algo extremadamente importante se les habia esca- 
pado en el momento en que la humanidad se habia embarcado, o habia sido 
empujada, por la ruta en la que el furor del orden y la rationalization la ha- 
bia mantenido en movimiento hasta entonces. Es sabido que Weber le dio 
mil vueltas al problema de la lenta aunque implacable erosion de la indivi- 

2 Tornado dc Emile Durkheim, Les regies de la methode sociologique, en: Anthony Giddens 
(comp.), Emile Durkheim, Selected Writings, Cambridge University Press, 1972, p. 59 ftrad. 
esp.: Las reglas del metodo sociologico, Barcelona, Altaya, 1994]. 



TRAS LA ESQUIVA SOCIEDAD 



45 



dualidad; de un modo igualmente celeb re, Durkheim se lamento por las ame- 
nazas que acosaban a la etica de la solidaridad. 

Sin embargo, las mentes menos brillantes que siguieron el camino que los 
fundadores habian esbozado con prudencia, utilizando de forma indistinta 
tanto los colores mas vivos de la paleta como los mas oscuros, y sin olvidarse 
de pintar las senates de atencion correspondientes, desestimaron las preocu- 
paciones de sus predecesores. La perspectiva admin is trativa, que los fundado- 
res habian estudiado como los entomologos examinan las extrarias costum- 
bres de los insectos, fue calurosamente acogida y adoptada por la mayoria de 
sus continuadores. La unica preocupacion de Paul Lazarsfeld era que la socio- 
logy, probablemente debido a su juventud, no estuviera aiin capacitada para 
llevar a la sociedad humana al nivel de confiabilidad y predecibilidad de una 
maquina, una idea que expreso con claridad ejemplar en su discurso de 1948 
dirigido a estudiantes de Oslo (segun lo cita Mills): 



La sociologi'a no ha llegado aiin al escadio en el que podra proporcionar una 
base confiable para la ingemeria social [...] les Uevo a las ciencias naturalcs 
aproximadamente 250 anos, entre Galileo y los comienzos de la revolucion 
industrial, poder incidir sustancialmente sobre la historia del mundo. La in- 
vestigacion social empirica tiene una historia de tres o cuatro de'eadas. 



Para Talcott Parsons, en cuyo trabajo convergia -segun su conviccion perso- 
nal y a excepcion de unos pocos errores lam en tables y algunas desviaciones 
bobas— la historia del pensamiento social con logica implacable, la adminis- 
rracion del sistema constituia la verdad esencial de la realidad social, de lo que 
se infena que la tarea primordial de la teona sociologica debia consistir en el 
develamiento de los secretos del saber administrativo que se enconrraban ci- 
frados y arraigados en la labor diaria del sistema. Segun la traduccion al in- 
gles comiin y corriente de la lengua notoriamente esoterica de Parsons que le 
debemos a C Wright Mills, ese saber consistia en proveer al sistema de todos 
los medios que este necesitaba para mantener su equilibrio, esto es, para man- 
tenerse incondicionalmente, pasara lo que pasara, identico a si mismo: 



Lxisten dos modos basicos para mantener el equilibrio social, que asimismo 
dan como resultado e! desequilibrio si uno o ambos fallan. El primer modo 
es la "socializacion", que comprende todo aquello mediante lo cual se hace de 
cada nuevo individuo una persona social [. . .] El segundo es el "control social", 



46 



POLITICA GLOBAL 



quiero decir, todo lo que se hace para mantener a la gente en vereda, y todo 
aquello que la misma genre hace para mantcnerse en vereda. Por supucsto, 
cuando digo "en vereda", estoy hacicndo alusion a aquellas acciones que el sis- 
tema social tipicamenre espera y aprueba. 3 

Ciertamente, no todos los sociologos en actividad se mantuvieron "en vere- 
da", alineados con esta concepcion, que mostraba a la sociologia como el ar- 
te y la ciencia del "mantenerse en vereda". Robert Lynd, por ejemplo, ex- 
perimento un gran malestar y rechazo ante el tono general de American 
Soldier [soldado americano], un estudio que los departamentos de sociolo- 
gia de las universidades de los Estados Unidos y el resto del mundo habian 
aclamado unanimemente, afirmando que sentaba las bases para la sociologia 
del futuro: 

Estos volumenes muestran el habil empleo de la ciencia para organizar y con- 
trolar a los hombres infiindiendoles propositus ajenos a su propia voluncad 
[...] Si la ciencia social obedece a motivaciones ran ajenas a lo legi'timamen- 
te social, cada avance que se de en su uso tendera a hacer cada vez mas de la 
sociologia un insrrumento para el control masivo, y por ende, una amenaza 
cada vez mayor para la democracia. 4 

El veredicto del propio Mills no dejo lugar a dudas: "Decir que el verdadero 
objetivo, el objetivo final de la ingenieria humana' o de la ciencia social' es 
predecir significa sustituir lo que deberia ser una eleccion moral razonada 
por un eslogan tecnocraticoV No fueron, por cierto, escasas las voces que se 
alzaron para expresar su preocupacion etica. Sin embargo, estas voces no se- 
rian capaces de reuntr por si mis mas la fuerza persuasiva necesaria para cam- 
biar el curso de la sociologia. Para que esta tuviera la posibilidad de seguir el 
camino que habian intentado marcarle las reprimendas y exhortaciones de los 
criticos morales, algo mas debia suceder. 
Y vaya si sucedio. 



3 C. Wright Mills, The Sociological Imagination, Oxford University Press, 1959, pp. 100, 32 
[trad, esp.: La imagination socio logica, Mexico, FCE, 1999]. 

4 Robert S. Lynd, "The science of inhuman relations", en: New Republic, 27 dc agosro de 
1949. 

5 C. Wright Mills, The Sociological Imagination, ob. cit., p. 117. 



TRAS LA ESQUIVA SOC1EDAD 



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El derrumbe de la ingenieria social 

El ultimo tramo del siglo XX fue, casualmente, el momento en el que se pro- 
dujo la que merece ser llamada "la Gran Trans for macion, Segunda Fase", un 
cambio que to mo por sorpresa en igual medida a los socio logos avezados y a 
los neofitos. Precisamente cuando la mayoria de los miembros de la comuni- 
dad sociologica estaban puliendo los liltimos detalles de la administracion 
cienrifica oculta bajo la denominacion de "ciencia conductista", justo cuan- 
do habian descubierto el "Estado corporati vista", la "sociedad administrada" 
y la "fabrica fordista" en tanto figuras de la realidad por venir, y ahora que se 
habian decidido a seguir a Michel Foucault en la adopcion del panoptico de 
Jeremy Bentham como el prototipo y encarnacion final del poder en la mo- 
dernidad, las realidades sociales comenzaron a enloquecer escurriendose con 
una aceleracion cada vez, mayor de la trama de la red conceptual cuidadosa- 
mente tejida en la que se encontraban controladas. 

La sustancia que alimenta a la actual Segunda Fase de la Gran Transfer- 
macion es el derrumbe del proyecto de la "ingenieria social" y de las agen- 
das deseosas y capaces de hacer de aquel una realidad palpable. Antes de 
que Francois Lyotard pudiera anunciar la caida de los "grandes metarrela- 
tos", el derrumbe de los grandes modelos que postulaban un "orden social" 
predisenado y cuidadosa y ampliamente administrado habfa comenzado a 
producirse con celeridad. Tras lo que fue una verdadera divisoria de aguas en 
el campo de las practicas sociales, pudo observarse un giro abrupto que dio 
comienzo a una nueva era, cuyo espiritu puede resumirse especialmente bien 
(con el beneficio de la retrospectiva) en el conciso anuncio de Peter Drucker 
de que "ya no hay salvacion posible por la sociedad". 

La 1 revolucion administrativa", en su apogeo cuando James Burnham la 
descubrio y presento como Qque otra cosa podia ser?) otra determinacion his- 
torica inevitable, no ha hecho sino enfrentarse a su propia contrarrevolucion y 
restauracion> y acabo por verse obligada a retroceden Por estos dias, el arte de 
la administracion consiste cada vez mas en negarse a administrar y en dejar 
aquel lo que antes era objeto de administracion librado a "su propio equilibrio", 
como las divisas en los actuates mercados desregulados. La domination ha sa- 
bido encontrar estrategias mas suaves, menos trabajosas, menos incomodas y 
menos coercitivas que el antiguo modelo de vigilancia ubicua, meticulosa regu- 
lation minuto a minuto de espiritu taylorista, y densas redes de sancion: un 
modelo que exigia el establecimiento de aparatosas oficinas administrative y el 



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POLITICA GLOBAL 



envfo de destacamentos permanentes al territorio conquistado. Al parecer, el 
capitulo de la historia marcado por el orden disciplinario encarnado en la figu- 
ra del panoptico esta a pun to de cerrarse. Siguiendo el cam i no de las fabricas 
Tordistas" y de las barracas para alojar a los conscriptos masivamente recluta- 
dos, las estructuras de tipo panoptico, torpes, inmanejables, problematicas, y 
sobre todo costosas, estan siendo desman teladas y retiradas de circulacion. 

Ya no corresponde a los administradores mantener a sus subordinados en 
vereda y guiarlos en cada movimiento de sus vidas; y si de vez en cuando esa 
tarea recae sobre ellos, tiende a considerarsela improductiva y economica- 
mente insensata, Ahora son los subordinados quienes deben competir con sus 
pares para llamar la atencion de los superiores, buscando hacerles desear la 
compra de un servicio que en el pasado habia sido su obligation proveer. Co- 
mo senala el economista de la Sorbona, Daniel Cohen, u ya no hay mis cue- 
llos blancos que les den ordenes a cuellos azules; hay solamente cuellos de dis- 
tintos colores enfrentandose a las tareas que les toca cumplir\ No queda 
mucho espacio para la administ radon de los administradores, una vez que los 
administrados pasan a ser quienes deben demostrar su utilidad y convencer a 
los administradores de que no se arrepentiran de haberlos contratado. Se ha 
"conferido poder' ' a los empleados: el dudoso poder que les confiere la res- 
ponsabilidad de hacerse importantes y valiosos para la compama que los em- 
plea. "Ya no es la compama la que supervisa a sus empleados. Ahora les toca 
a ellos demostrarle [su utilidad] a la compama". 6 

Esta fatidica ruptura ha sido recibida por muchos con panegiricos inspi- 
rados en un entusiasmo a prueba de dudas. La disolucion de las rutinas de 
matriz administrativa fue aclamada como un hecho historico de 6 empodera- 
miento" a la humanidad, el triunfo final de la autenticidad individual y la au- 
todeterminacion que la modernidad en su primer periodo habfa falseado de 
modo abominable en otorgar, y habfa producido en cambio, y en grandes vo- 
iumenes, la mentalidad obediente, cobarde, abulica y conformista de lo "diri- 
gido por otros". Puede que la ruptura que estamos experimentando en el pre- 
sente sea todo lo que sus adoradores y panegiristas afirman que es, pero 
asimismo, como lo explican Boltanski y Chiapello, 7 comporta el fin de la segu- 

6 Daniel Cohen, Nos temps modernes, Flammarion, 1999, pp. 48, 56 y 60 [trad, csp.r Nues- 
tros tiempos modernos, Barcelona, Tusquets, 2000}. 

Luc Boltanski y Eve Chiapello, Le nouvel esprit du capitalisme, Gallimard, 1999, pp. 143 y 
ss. [trad, esp.: El nuevo espiritu del capitalisms Madrid, Akal, 2002]. 



TRAS LA ESQUIVA SOCIEDAD 



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ridad que solia asociarse al status^ la jerarquia y la burocracia, asf como al hecho 
de hacer una determioada carrera y asegurarse una posicion. El vacto que han 
dejado la seguridad, la vision y el planeamiento a largo plazo esta siendo llena- 
do por una sucesion cada vez mas acelerada de proyectos episodicos, cada uno 
de los cuales, en caso de implementacion efectiva, no ofrece mucho mas que 
una posibilidad a duras penas mayor de "empleabilidad" en otra empresa aiin 
desconocida e intrigante, pero tan efimera, implkita o explicit amen te, como la 
prime ra. Los proyectos son paten temente proviso rios y a corto plazo; su profu- 
sion y su creciente -y preferen temente excesivo- surtido creen y esperan ofre- 
cer compensacion por la falta de durabilidad y perspectivas ciertas. 

El modelo de la integracion por sucesion de proyectos a corto plazo re- 
quiere un control minimo o nulo desde arriba. No hay nadie que deba for- 
zar a los corredores a seguir corriendo; en lo concerniente a la capacidad de 
mantenerse en carrera, la responsabilidad se ha trasladado a los corredores y 
a todos aquellos que deseen unirse al certamen. Para hablar en terminos de 
costo y beneficio (la unica manera de hablar de forma "economicamente sen- 
sata"), no hay forma de control social mas eficiente que el halo de inseguri- 
dad que flota sobre las cabezas de los control ados. Ese halo les recuerda algo 
que Ralph Waldo Emerson observo hace mucho tiempo: que "cuando pati- 
namos sobre hielo delgado, nuestra seguridad se cifra en nuestra velocidad". 

Las relaciones de poder "nuevas y mejoradas" siguen el patron del mer- 
cado de los bienes de consumo que pone la seduccion y al atractivo en el lu- 
gar que antes ocupaba la regulacion normativa, y que sustituye el dictado de 
ordenes por las relaciones publicas, y la vigilancia y el patrullaje por la crea- 
cion de necesidades. Es cierto que las tecnicas ortodoxas de integracion por 
la fuerza> hoy perimidas como medios para mantener el statu quo, siguen 
empleandose para mantener a la "clase inferior" de los excluidos -ciegos ante 
los en cantos de la seduccion y sordos a la publicidad, o demasiado pobres o 
indolentes para responder a alguna de las dos— a una distancia prude ncial, o 
con fin ados para impedir que hagan des manes. Pero para la mayoria de noso- 
tros, a menudo las nuevas tecnicas de ejercicio del poder nos ofrecen la expe- 
riencia euforica de una libertad de eleccion ampliada, asi como una oportuni- 
dad para hacer de to das nuestras opciones un hecho racional (segun 
proponen algunos sociologos que velozmente han resituado el nuevo tipo de 
dominacion, ganandolo para el campo del saber social-ciennTico: hoy en dfa 
todos "optamos racionalmente", algo que hemos venido haciendo desde 
siempre sin tomar conciencia de ello, igual que M. Jourdain, el personaje de 



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POLlTICA GLOBAL 



Moliere). Como resumio certeramente U)rich Beck, "el modo en que uno vi~ 
ve se vuelve la solucion biografica a contradicciones sistemicas \ s 

Las nuevas tecnicas de dominacion dan como resultado que las opciones se 
hayan vuelto endemicamente no concluyentes, e impliquen su propia falta de 
secuencialidad, de modo tal que lo que se elige no alcanza a sen tar un prece- 
dence para las elecciones futuras, y las opciones se resisten asi a conformar un 
"proyecto de vida" — cosa que hace unas pocas epocas se consideraba absoluta- 
mente imprescindible-. Por cierto, no es extrano que se resistan, ya que desde 
el "sistema", ahora desprovisto de un cuartel general con domicifio permanen- 
re, Uegan a diario, y en cantidades crecientes, senales difusas, confusas, contro- 
vertidas y mutuamente contradictorias. Una identidad flexible, una disposi- 
cion constante al cambio, una capacidad de cambiar sobre la marcha, asi 
como falta de compromisos duraderos (del tipo "hasta que la muerte nos se- 
pare") es lo que parece conformar, antes que la conformidad a estandares ina- 
movibles y la lealtad incondictonal a las costumbres alguna vez establecidas, 
la menos riesgosa de las estrategias de vida concebibles hoy en dfa. 

Se trata de cambios ciertamente profundos; la realidad social ya no es lo 
que era cuando los padres fundadores de la sociologia se empenaron en de- 
velar el misterio de la sociedad que se escondia en el destino humano. Tam- 
poco es lo que era algiin tiempo despues, cuando George Orwell y Aldous 
Huxley plasmaron en su literatura las pesadillas de su epoca, mostrando el 
primero un total itarismo a cara descubierta, y el segundo uno encubierto ba- 
jo la apariencia de la obligacion de felicidad universal. Tampoco es lo que 
era para Hannah Arendt, que atribuyo a la sociedad moderna una tenden- 
cia totalitaria endemica, o para Michel Foucault, quien eligio el Panoptico 
de Bentham como clave para comprender los mecanismos de la realidad so- 
cial. Analogamente, la vida no es lo que solia ser para sus usuarios en tiem- 
pos ya tan lejanos. El contexto de la vida humana y el significado de una es- 
trategia de vida razonable han cambiado; sin embargo, ^puede decirse que la 
sociologia, dedicada al estudio de ese contexto y de esa estrategia, haya ac- 
tuado en consecuencia? 

No puede afirmarse a ciencia cierta que lo hard, y es aun menos seguro 
que deba hacerlo. Pero mientras la sociologia siga siendo un comentario en 

8 Ulrich Beck, Risk Society: Towards a New Modernity, Sage, 1992, p. 137. Traduccion de- 
Mark Ritter [trad, esp.: La sociedad del riesgo: hacia una nueva modern idad, Barcelona, Pai- 
dos, 1998]. 



TRAS LA ESQUIVA SOCIEDAD 



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marcha de la experiencia humana, el profundo cambio en la composicion de 
esa experiencia -producido por los cambios y rupturas antes senalados- de- 
be encontrar tarde o temprano un reflejo en los intereses y estrategias de la 
sociologia. 

Los proyectos de vida, los desaflos y tareas de la vida, tienden a asumir hoy 
en dia un color y una forma muy distill tos de los que ludan hace medio si- 
glo. Solian ser, esencialmente, respuestas a los objetivos de un poder orienta- 
do a la construccion y la conservation de un orden; hoy en dia, tambien esen- 
cialmente, son mas bien la respuesta al adelgazamiento y la caida de esos 
objetivos. Pueden ser comprendidos, y asi sujeros a una discusion genuina, 
solo si se los pone en el contexto al que perrenecen: el de la retirada de las 
agencias que pretendian suplantar las decisiones individuales por rutinas pre- 
disenadas, y la presion creciente que exige que se busquen y adopten solucio- 
nes biograficas ante la impredecibilidad, incoherencia y a menudo estupidez 
de una condition socialmente construida que se encuentra constantemente 
"en movimiento". 

Con respecto a lo que debe hacerse para restablecer y reforzar el vinculo 
entre la labor sociologica y la agenda social, podnamos prestar atencion a 
Franz Rosenzweig, uno de los pensadores modernos mas lucidos y menos lei- 
dos, quien introdujo hace varios arios una distincion tajante, o mas bien una 
oposicion, entre los modos de pensamiento "Iogico" y "gramatical", ambos 
firmemente arraigados en la practica intelectual. 

El primero> el modo "Iogico", significa "no pensar para nadie ni hablar 
con nadie", 9 por lo que disfruta de un buen grado de independencia de sus 
objetos de pensamiento. Este modo, podriamos agregar, constituye una op- 
cion tentadora, ya que ofrece refugio ante la confusion que estraga la vida de 
los hoi polloi, y ante los riesgos y preocupaciones a los que cualquier partici- 
pacion en esa vida podria llevar, pese a que los grandes y poderosos tienden 
a prestar oido a un pensamiento que crezca en el silencio de los hoi polloi sin 
hacer nada por darles voz. Este tipo de pensamiento, segiin el punto de vista 
de Rosenzweig, ha sido un rasgo dominante de la filosofia academica existen- 
te, un sintoma de "apoplexia philosophica" 10 que aseguraba a esa filosofia una 

l ' "The new thinking", en Franz Rosenzweig: His Life and Thought, Shocken, 1961, p. 200. 

Presentation de Nahum Glatzer. 
10 Franz Rosenzweig, Understanding the Sick and the Healthy, Harvard University Press, 1999, 

p. 59. Traduction de Nahum Glatzer. 



52 



POLITICA GLOBAL 



asombrosa longevidad a la vez que la haci'a completamente irrelevante para la 
vida humana. Permftaseme agregar que buena parte de la sociologia ortodo- 
xa puede ubicarse lisa y Uanamente en esa categoria sin sufrir grandes distor- 
siones, y particularmente en su actual fase postuma de tipo "zombi". 

Por otra parte, segiin la description de Rosenzweig, el segundo modo, el 
' pensamiento gramatical", tiene una estructura similar a la del habla: 

"Hablar" significa hablarle a alguien y pensar para alguien. Y este alguien es 
siemprc alguien en particular, que no solo tiene oi'dos... si no tambien boca... 
El habla esta sujeta al tiempo, y se alimenta del tiempo, por lo que no puede 
ni quiere abandonar ese elemenco. No sabe previamente en donde habra de 
acabar. Para hacer su entrada, requiere forzosamente de que el otro le de pie. 
De hecho, su propia existencia se da en virtud de la de otro, ya sea si ese otro 
es quien escucha un relaco, responde en el transcurso de un dialogo, o se une 
a un coro de voces... En la conversation efectiva, las cosas suceden. 11 

Surfear por la red* 

En una entrevista llevada a cabo hace una decada, Ed MacCracken, de Sili- 
con Graphics, esbozo algunos de los lineamientos que sentarian las bases de 
una nueva fdosofla empresarial, que a su entender era terriblemente necesa- 
ria y debia haberse producido mucho antes: 

La clave para obtener una ventaja competitiva no es rcaccionar al caos: es mas 
bien producir ese caos [...] Creemos que este nivel de cambio, caotico y ve- 
loz, se mantendra asi por siempre, y que incluso seguira acelerandose [. . .] La 
irreverencia es importante en un entorno altamente creativo [...] Ademas, la 
diversion y la irreverencia hacen temer menos el cambio [. . .] Por ejemplo, ha- 
ce poco reemplazamos dos divisiones viejas por cinco nuevas. [...] Trajimos 
una banda de Nueva Orleans y celeb ramos un velatorio en nuestro campus 
de Mountain View. Llenamos dos ataudes con todo tipo de objetos que so- 
lian utilizarsc en las viejas divisiones y los enterramos. Esta ceremonia contri- 

!1 u The new thinking", ob. cit., p. 199. 

* Si bien en cspanol suele utilizarse el termino u navegar en ia rcd n , conservamos aqui una ver- 
sion castellan i/.a da del termino usado en ingles, surfing, ya que ia argumentacion que des- 
plegara Bauman en los proximos capitulos trabaja con esa imagen. (TV. de T) 



TRAS LA ESQUIVA SOCIEDAD 



S3 



buy 6 a reforzar nuestra filosofia dc que debemos ver la vida como es y como 
podria ser, y no como fue. 12 

Norman Augustine resumio la estrategia que las companias mas exitosas ya 
estaban siguiendo y a la que todas las demas apuntaban cuando afirmo que 
"la cuestion central se ha vuelto evidente en si misma: hay dos tipos de com- 
pamas: las que cambian, y las que quiebranV 3 El cambio se ha vuelto impe- 
rativo, y un fin en si mismo que no necesita justification ulterior. Como ob- 
servara Richard Sennett, para los Estados Unidos, en la actual Idad "se 
destruyen o abandonan emprendimientos perfectamente viables, y se deja ir 
a empleados meritorios en vez de recompensarlos, solo porque la organization 
debe demostrarle al mercado que es capaz de cambiarV 4 La permanencia lla- 
ma al desastre; lo mismo ocurre, por consiguiente, con la preferencia por ca- 
pitalizar los logros del pasado antes que perseguir nuevos objetivos, por seguir 
utilizando formas y metodos que en el pasado habian demostrado ser efecti- 
vos pero que ya no sirven mas, o por cuidar celosamente lo que se ha sabido 
conseguir y que ha demostrado dar ganancias, manteniendolo inamovible. La 
transitoriedad y la obsolescencia inherente se transforman en recursos: cierta- 
mente, en fuente de ganancias instantaneas o a corto plazo, si; pero las ganan- 
cias a corto plazo son las linicas que cuentan en un mundo que ya no se suje- 
ta a reglas que tengan segura chance de sobrevivir a las acciones que regulan. 

En el corto plazo, "deshacerse de recursos" es "economicamente mas sen- 
sato" que "construir recursos"; deshacerse de lo que habia anteriormente es 
mas conveniente y promete mayo res beneficios que la trabajosa labor que 
implica construir paso por paso. Andrei Schleifer y Larry Summers explica- 
ron el procedimiento:^ durante la reorganization de una empresa, durante la 
absorcion de una por otra, o durante la fusion entre dos dc ellas, donde las 
disputas deben ser ' resituadas \ "redisenadas" y "racionalizadas", las ganancias 

i2 Tornado de !a entrevista de Steven E. Prokesh, "Mastering chaos at the high-tech frontier: 
an interview with Silicon Graphics' Ed MacCracken", en: Harvard Business Review, novicm- 
bre-diciembre de 1993, pp.142-144. 

'■' Norman R. Augustine, "Reshaping an industry: Lockheed Martins survival story", en: Har- 
vard Business Review, julio-agosto de 1997> p. 85. 

14 Richard Sennett, Corrosion of Character: The Personal Consequences of Work in the New Ca- 
pitalism, W. W. Notton, 1998, p. 51 [trad, esp.: La corrosion del cardcter, Barcelona, Ana- 
grama, 2003]. 

[S Andrei Schleifer y Larry Summers, "Corporate takeovers as breach of trust", en A. Aucrbach 
(comp.), Corporate Takeovers: Causes and Consequences, University of Chicago Press, 1988. 



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POLITICA GLOBAL 



se derivan del incumplimiento de los contratos: surgen de librarse de com- 
promises demasiado costosos, como es el caso del personal mejor pago y de 
mayor antigiiedad, o licuar las inversiones locales, dejando en el corto plazo 
un tendal de ingenuos "inversores" plantados, para luego simplemente hacer- 
se del dinero y huir. En el corto plazo, el incumplimiento de los contratos es 
un recurso altamente redituable para los poderosos, para aquellos lo suficien- 
temente moviles, volatiles y versatiles para emplearlo (de hecho, George W. 
Bush, uno de los presidentes estadounidenses mas entendidos en terminos de 
negocios, ha aplicado recien temente esta tactica tambien a la politica estatal). 
Sin embargo, debido a que se emplea este recurso, y porque los "inversores" 
saben muy bien que pueden ser tornados por sorpresa en cualquier momen- 
to y lugar, la confianza -ese cemento que mantiene unidos el presente cono- 
cido y los futuros imaginados, la sustancia que fija las acciones aisladas ha- 
ciendo de ellas trayectorias de largo alcance— se esta desvaneciendo. Adquirir 
compromisos a largo plazo, asi como depender de los compromisos de los 
otros, esta asumiendo cada vez mas la apariencia de una conducta irracional, 
al desentonar mas y mas con la experiencia de la vida diaria. Por otra parte, 
el caracter endeble de los contratos, la volatilidad de los compromisos y lo 
provisorio de las asociaciones son considerados cada vez mas "la option ra- 
clonal". Sostenidos por la complicidad de los actores, acaban por autoimpuL 
sarse cada vez a mayor velocidad. Los marcos que solian dar forma a los pro- 
yectos de vida, ese material moldeado en la experiencia con el que solian 
tejerse las imagenes de la "sociedad" en tan to totalidad solida y duradera, se 
han vuelto fragiles y quebradizos; a pesar de resultar utiles en un momento 
dado, ya no puede pedfrseles a los marcos conceptuales que sobrevivan a los 
problemas puntuales para los que fueron pensados. La fragilidad de los mar- 
cos se vuelve a su turno la premisa verificable en la experiencia de lo que 
Francois Dubet llamo "la desaparicion de la sociedad". 16 Cualquiera sea la 
"totalidad" que se imagina en su lugar, esta se compone solamente (como 
proponen Boltanski y Chiapello) a partir de un mosaico de destinos indivi- 
duals que se encuentran por un instante, para continuar luego cada uno por 
su propio camino, con fuerzas renovadas, al instante siguiente. 

Gary Becker realizo una distention entre los tipos de "capital" con los que 
los individuos, dejados a la deriva, pueden contar para sentirse en conditio- 
nes de navegar. Daniel Cohen agrego a estos capitales humanos "general" y 

16 R Dubet, Socioiogie de ['experience, Scuil, 1994, p. 52. 



'I RAS LA ESQUIVA SOCIEDAD 



53 



"espedfico" postulados por Becker un tercero, el "capital biografico", y sefiala 
la desalentadora insuficiencia de los tres: 

En la antigua fabrica fordista, el trabajador era siempre un trabajador ("si tra- 
bajan, es que no estan bebiendo", corao dijo Ford), siguiera la trayectoria que 
siguiera. En el mundo que vemos desplegarse hoy, se cor re permanenteme ri- 
te el ricsgo de "perderlo todo". El profesional de alto nivel, depositario de un 
saber "unico", puede sufrir un descenso repentino y brutal al volverse incom- 
petentc por la aparicion de una nueva tecnologi'a; un trabajador "espeeffico" 
es, por definicion, alguien que lo arriesga todo ante la posibilidad dc que su 
compariia caiga en bancarrora o decida que sus trabajadores se han vuelto rc- 
dundantes. Finalmente, el tercer tipo de capital, acumulado en el transcurso 
de la vida individual, puede acabar perdiendose cuando los trabajadores son 
excluidos a perpetuidad del mercado laboral y cacn en el circulo vicioso de la 
pobreza y la desocializacion. 17 

Tras haber examinado un abultado corpus de declaraciones de principios eco- 
nomicos realizadas en oportunidades varias por lideres empresariales contem- 
poraneos, y utilizando a los dioses de la mitologia griega como principios me- 
taforicos de clasificacion, Hatch, Kostera y Kozminski proponen que Hermes 
-"el arquetipo de la comunicacion descentralizada y del cambio como valor 
positivo" 18 - es el tipo mas comiin entre los miembros de la elite empresarial 
emergente. Nigel Thrift confirma la exactitud de esta afirmacion al observar 
el cambio sustancial que se ha producido en el vocabulario y en el marco con- 
ceptual que es la nibrica de esta nueva elite empresarial preferentemente glo- 
bal y extraterritorial. 19 Para dar cuenta de lo esencial de sus propias acciones 
emplean metaforas como "bailar" o "surfear"; ya no hablan de "ingeniar" o 
"disenar", sino mas bien de la cultura y las redes, de los equipos y de las coa- 
liciones; asimismo, prefieren hablar de influencias antes que de control, lide- 
razgo y administracion. Persiguen formas de organizacion mas maleables, en 
tanto se las pueda ensamblar, desmantelar y rearmar en plazos mi'nimos, o 
aun sobre la marcha. Esta especie de ensamblaje fluido y endemicamente 
inestable es la que mejor se ajusta a su vision del mundo como algo "multi- 

17 Cohen, Nos temps modernes, oh. cit., p. 91. 

iH Mary Jo Hatch, Monika Kostera v Andrzej Kozminski, "Myths and managers ', cap. 3 dc 

"Managers, artists, priests", MS. 
19 Nigel Thrift, "The rise of soft capitalism", en: Cultural Values, abrii de 1 997, p. 52. 



56 



POLlTICA GLOBAL 



pie, complejo y veloz, y por ende, ambiguo', confuso y 'plastico"', "incierto, 
paradojico y hasta caotico'\ 

La organizacion empresarial dc hoy en dia tiene un elemento de desorga- 
nizacion inherente que le ha sido plantado en forma deiiberada: cuanto me- 
nos solido y mas fluido es, mejon Como todo lo demas, cualquier tipo de sa- 
ber, capacidad o know-how no puede sino envejecer rapidamente; de alii el 
"rechazo a aceptar los saberes establecidos", la resistencia a seguir precedentes 
y a reconocer la sabiduria cifrada en la experiencia acumulada: dos cosas que 
tienden a ser consideradas hoy en dia preceptos arribistas en la carrera por la 
efectividad y la productividad. 

Boltanski y Chiapello proponen que el savoir-faire -la capacidad adqui- 
rida de hacer ciertas cosas— esta siendo gradual pero inevitablemente despla- 
zado por el savoir-etre como cualidad mas valorada entre los miembros de la 
actual elite empresarial y los que aspiran a serlo. El savoir-etre se esta convir- 
tiendo en el factor decisivo para el reconocimiento, el ascenso y el enriqueci- 
miento. El savoir-etre^ saber como moverse en el mundo, significa mas que 
ninguna otra cosa la cualidad de estar bien conectado, de ser capaz de co- 
municarse facilmente y de tener un amplio circulo de personas igualmente 
bien conectadas con las cuales comunicarse. Pod r fa decirse que saber ser" 
comporta la capacidad de construir una red de comunicaciones en expan- 
sion y de colocarse en su centro, o mejor aiin, en un punto de cruce o inter- 
faz entre una multitud de redes, Multiplicar los enlaces rehusandose a otor- 
gar primacia a alguno de el los, y menos aiin a ofrecerles un compromiso 
exclusivo, parece ser la estrategia mas adecuada para llevar a la cima a quien 
la emplea. Vivir en una red, moverse a traves de ella, cambiarse de una red a 
otra y de vuelta a la primera con sencillez y velocidad crecientes, viajar sin 
equipaje y estar cons tan temente en camino son todos requisitos para alcan- 
zar la cima y mantenerse en ella. En otras palabras, el pasaje del savoir-faire al 
savoir-etre se resume en: 



enfatizar la polivalencia y la flcxibilidad del empleo, cn la capacidad para 
ap render y adaprarsc a nuevas funciones mas que en la posesion dc ciertas ca- 
pacidades y calificaciones adquiridas, en la capacidad de generar confianza, de 
comunicarse, de "identificarse con el otro" [..J 20 



Boltanski y Chiapello, Le nouvel esprit du capitalisme y ob. cit., p. 151. 



TRAS LA ESQUIVA SOCIEDAD 



Este desplazamiento del enfasis con su consiguiente reconsideracion de los 
valores es, de acuerdo con Boltanski y Chiapello, una manifestation del "nue- 
vo espi'ritu del capitalismo", que encuentra su mayor expresion en el estilo de 
vida de la elite empresaria global emergen te. Pero la otra mitad de la elite glo- 
bal, la academia mundial y la industria cultural, siguen de cerca los pasos de 
aquella. Como observo causticamente Richard Rorty: "Destacamentos ente- 
ros de jovenes empresarios pletoricos de fuerza vital ocupan las cabinas delan- 
teras de los jets transoceanicos, mientras que las traseras estan repletas con un 
contrapeso de profesores panzones como yo, que vuelan para asistir a confe- 
rencias interdisciplinarias celebradas en lugares agradables". Sin embargo, 
agrega, "este cosmopolitismo cultural recientemente adquirido se limita al 
25% mas rico de los estadounidenses". 21 

Es este el tipo de experiencia de vida -compartido por el 25% mas "ri- 
co", o mas movil, mejor conectado y mas comodo en la red de comunica- 
cion global, asi como por un porcentaje algo menor de europeos— que la 
nueva sociologia procesa para trazar la nueva imagen de la realidad social, y 
que tras su reciclado, da forma a la nueva estrategia de la vocation sociolo- 
gica. La experiencia de la nueva elite que comprende la ligereza y la indife- 
rencia, asi como los actos de flotar, sal tar, hacer cabriolas, surfear y planear, 
exigen una nueva red conceptual para dar cuenta de ellos; y ciertamente, no 
se ha demorado mucho en acunar una nueva lengua. Pierre Bourdieu y LoVc 
Wacquant, en una acida crftica que tuvo como bianco a algunas de las ten- 
dencias sociologicas actuales mas influyentes, llamaron a la "jerga moder- 
na" utilizada por todos los sectores de la elite global "la nouvelle vulgate 
planetaire" ["la nueva vulgata planetaria"]. 22 Entre las muchas claves con- 
ceptuales alguna vez desplegadas por la sociologia para abrir los comparti- 
mentos ocultos de la experiencia humana que estan cayendo actualmente 
en desuso, declaradas obsoletas o retrospectivamente consideradas de origen 
defectuosas, la "sociedad" es el primero de los terminos del vocabulario so- 
ciologico en ser ridiculizado, y tener que retirarse, para ser reemplazado por 
la "red". 



:i Richard Rorty, Achieving our Country: Leftist Thought in Twentieth-Century America, Har- 
vard University Press, 1998, p. 85. 
- En Le Monde Diplomatique, mayo de 2000, pp. 6-7. 



S8 



POLlTICA GLOBAL 



^La sociedad? Dificil imaginarla 

Solo unos pocos contemporaneos son capaces de recordar que el termino "so- 
ciedad", cuando aparecio por primera vez en la lengua de esa ciencia emer- 
gen tc que representaba la sociologta, era una metafora y que en su caracter t»- 
picamenre selectivo resaltaba ciertos aspectos del objeto al que se aplicaba a 
la vez que le asignaba a los otros una importancia menor. A partir de aque- 
Has partes o aspectos del mundo a las que los sociologos asignaban una im- 
portancia topica, y que se propom'an estudiar, la metafora de la sociedad tra- 
jo a la superficie y resalto la cualidad de ser una "compania". Segiin el Oxford 
English Dictionary, "fraternidad, compama", "asociacion con el projimo, es- 
pecial mente de tipo amistoso o intimo" son las acepciones mas antiguas de la 
palabra "sociedad". Algunas otras acepciones, todas anteriores a la adopcion 
del termino por la sociologia, son "cierto niimero de personas asociadas en 
pos de un interes o propdsito comiin", registrada por primera vez en 1 548, o 
4 el estado o condicion que surge de la vida en asodacion, compama o trato 
social con otros individuos de la misma especie", "adoptado por un niimero 
de personas con los propositus de una coexistencia armoniosa, el beneficio 
mutuo, la defensa, etc." (1553), o "un cuerpo corporativo de personas con un 
lugar de residencia definido" (1588), o "el conjunto de personas que viven 
juntas en una comunidad mas o menos ordenada" (1639). 

Existe un denominador comiin que atraviesa todos esos usos primigenios 
y presociologicos de la palabra "sociedad". Todos el los, explicita o implicita- 
mente, proyectaban una imagen de cercama, proximidad, comunion, y cier- 
to grado de intimidad y compromiso mutuo. La "sociedad" podia emplearse 
como metafora porque el tipo de experiencia que los sociologos se esforzaban 
por captar y articular era la de un cierto niimero de personas que compartfan 
un mismo espacio, que interactuaban en much as actividades de sus vidas, si 
no en todas, y que a menudo se encontraban y hablaban entre si. Al encon- 
trarse de tal modo unidas, esas personas se enfrentaban a la perspectiva de que 
tendrian que vivir en extrema cercania con sus vecinos por un largo periodo 
de tiempo; y por esa razon, la coincidencia de un mismo ambito vital se vio 
coronada por los esfuerzos destinados a cerrar filas, a conseguir una coexis- 
tencia "armoniosa", "ordenada", de modo que pudieran seguirse de ella "be- 
neficios mutuos" para todos los implicados. 

En aquel momento, tan to como ahora, la eleccion de metaforas para la 
narracion de la experiencia humana recaia sobre una elite de pensamiento 



TRAS LA ESQU1VA SOCIEDAD 



59 



agudo y diccion articulada; sicmpre ha si do la experiencia de esa categoria se- 
lecta lo que ha dado lugar a esa articulacion, a la vez que ha proporcionado 
la lente con la que, a traves de la experiencia de otros seres humanos, habria 
de examinarse la experiencia humana en tanto tal. Al tener eso en cuenta, po- 
driamos decir que para la elite pensante de la temprana epoca moderna la 
eleccion de la "sociedad" como metafora era coherente en grado sumo. No 
desentonaba un apice con aquello que sabian y eran capaces de percibir; y el 
tipo de "imaginacion sociologica" que originaba permanecia muy cerca de su 
experiencia diaria. 

Despues de todo, era la epoca de la "modernidad solida", la epoca para la 
construccion de marcos y cercos resistentes hechos para durar, para la inte- 
gration y la unification: era la epoca para agrupar en fabricas los talleres que 
habi'an estado dispersos, para soldar los archipielagos conformados por co- 
munidades aisladas para dar lugar al compacto cuerpo continental de los Es- 
tados-nacion, para amalgamar los difusos y multiples dialectos, costumbres y 
modos de vida en una nacion con una lengua, un proposito y un gobierno. 
Por mas separadas, antagonicamente enfrentadas o beligerantes entre si que 
fueran las numerosas partes del todo que acababa de formarse, la union, el 
companerismo y la interaction estaban a la orden del dia, del mismo modo 
en que lo estaba la conciencia de que estaban condenadas a vivir en mutua 
compania por una larga temporada, asi como la sensacion de que volvenan a 
verse las caras en algun mo men to. Tanto los sectores de la elite que practica- 
ban la vita contemplativa como sus camaradas de armas dedicados a la vita ac- 
tiva se enfrentaban a un mismo problema, a un mismo destino, y a una mis- 
ma perspectiva, es decir, a un compromiso presente y futuro con el resto de 
los individuos encerrados dentro de las fronteras del Estado-nacion. "Estar en 
compania el uno del otro" era su destino comun, que resultaba mas conve- 
nient^ transformar en una comun vocacion. El mantenimiento del orden so- 
cial, localmente y al nivel de la nacion —la tarea de los administradores poh'- 
ticos y economicos-, y el cultivo de sentimientos patrioticos o republicanos 
-la tarea de los pensadores que reflexionaban sobre la labor de los adminis- 
tradores- eran ambos aspectos de un mismo compromiso. Y la metafora de 
la "sociedad" daba cuenta de la experiencia de ese compromiso. 

La sociedad fue, desde el principio y abiertamente, una ' entidad imagina- 
da". Pero cuando Benedict Anderson, haciendo las universales delicias de los 
practicantes de la ciencia social, acuno el concepto de la "comunidad imagi- 
nada", estaba siguiendo, como la mayoria de nosotros casi exclusivamente, la 



60 



POL1T1CA GLOBAL 



costumbre de la lechuza de Minerva. El concepto nacio en el preciso instan- 
te en el que el objeto al que nombraba estaba a punto de disol verse en el cre- 
piisculo. La "sociedad" era capaz de captar la atencion de la imaginacion hu- 
mana porque esta no sabia que aquella era imaginaria, y podia permanecer asi 
mientras no hubiera buenas razones para descubrir que lo era, o para acoger 
la revelacion en el caso de que fuera propuesta. La sociedad paso buena par- 
te de su vida oculta tras el disfraz de la realidad. 

De todos modos, asi es como Emile Durkheim, al escribir Las reglas del 
metodo sociologico en el umbral del siglo XX, podia aiin desplegar sin inconve- 
nientes el significado del termino "sociedad" y contar de antemano con la 
comprension de quienes eran sus pares. La "sociedad" era la realidad, y pun- 
to; y era fdcil de argumentar y demostrar que no se diferenciaba en ninguno 
de sus aspectos centrales de otros objetos que consideramos reales basando- 
nos en el hecho de que no podemos hacerlos desaparecer a voluntad ni inten- 
tar abrirnos camino a traves del espacio que ocupan sin lastimarnos la cabe- 
za o las rodillas. La realidad, al decir de Durkheim, "se reconoce en el poder 
coercitivo de procedencia externa, que ejerce o es capaz de ejercer sob re los 
individuos"; a su turno, ese poder se verifica en "la existencia de ciertas san- 
ciones en particular, o en la resistencia que suscita cualquier acto individual 
que tienda a contravenirlo ". En resumen, la realidad se conoce a simple vis- 
ta, y se la conoce por el dolor que inflige, un dolor causado por su "poder im- 
perativo y coercitivo". 23 

Durkheim no albergaba duda alguna, ni tenia motivos para hacerlo, de que 
la prueba concluyente de la realidad de la sociedad se hallaba en nuestra expe- 
riencia compartida a diario. Esa experiencia era lo que le ensenaba a cada ser 
humano que la sociedad era una entidad real, y los sociologos estaban allf con 
la sola funcion de poner en palabras lo aprendido y preparar los examenes. 

Las metaforas son utiles para la imaginacion, y la "sociedad" no fue una 
excepcion. Sin ella, la imaginacion se derramaria por los vastos oceanos de al- 
go que serfa todo menos la experiencia humana cohesiva y consistente, bus- 
cando desesperadamente un estuario comiin sin poder hallarlo. A pesar de 
que la imaginacion flota sobre el nivel de la experiencia diaria, son las image- 
nes que esa experiencia hace familiares las que nos permiten adivinar las for- 
mas en las nubes y constelaciones del cielo nocturno. La realidad de la socie- 
dad era para Durkheim un hecho empirico. En su epoca, resultaba sencillo 

M Tornado dc Emile Durkheim: Selected Writings, oh. cic, p. 64. 



TRAS LA ESQUIVA SOCIEDAD 



61 



extrapolar la realidad de la sociedad de la abundante evidencia que aportaba 
la experiencia de todo el mundo. El tipo de experiencia que ofrecian las prue- 
bas mis convincentes y menos contenciosas era el del poder de coercion. Esa 
sensacion extendida entre los sujetos de que una fuerza coercitiva restringfa 
las libertades individuates era lo que ponia a la imaginacion en accion y la He- 
vaba a gestar la imagen crefble de una entidad imperativa que daba senrido a 
la experiencia de la cual habfa nacido el proceso en su totalidad. 

Y sin embargo, el "poder de coercion" en el que Durkheim centraba su 
argumentacion no era la linica experiencia que colaboraba con la credibili- 
dad de la "totalidad imaginada". Habfa otras experiencias -cuyo papel en dar 
impulso y guiar !a imaginacion se haria mas destacado en el transcurso del 
siglo, y seria particularmente prominente cuando este se acercase a su fin— 
que con Vivian con las que cuadraban bien con la imagen de una totalidad 
cohesiva y coherente, "conscience de sus actos", que otorgara el sentido desde 
lo alto. La imagen de la sociedad se hizo crefble a partir de la experiencia de 
la restriccion coercitiva; ademas, a causa de la sensacion de seguridad colec- 
tiva ante la desgracia individual que comportaba el establecimiento de una 
provision del bienestar colectivamente sostenida> y sobre todas las cosas, gra- 
cias a la sensacion de solidez y continuidad que brindaban las instituciones 
sociales compartidas, que ostentaban una expectativa de vida lo suficiente- 
mente larga como para hacer parecer pequenos los periodos de tiempo en los 
que los proyectos de vida individuates — y hablo de proyectos de toda la vi- 
da- se acomodaban. Todas las experiencias capaces de alimentar a la imagi- 
nacion parecfan conducir en una misma direccion; convergfan en los pode- 
res del Estado, legislativo, ejecutivo y jurfdico, y era facil unirlos para formar 
la imagen de una "sociedad" en tanto "un todo mayor que la suma de sus 
partes", una compania dotada de prudencia, razon y propositus propios, que 
con toda seguridad sobrevivina al transcurso de la vida de cualquiera de sus 
miembros. 

El punto es que, a pesar de todo, estos tres tipos de experiencia —la cons- 
tante presion normativa, la proteccion contra los caprichos del destino indivi- 
dual y la maj est uosa longevidad de un orden colectivamente controlado—, co- 
menzaron a desvanecerse rapidamente en las ultimas decadas del siglo XX, y a 
ser reemplazados por otra experiencia, que ya no seguia el modelo de la "com- 
pania" si no mas bien (para tomar prestada la descripcion de Keith Tester) el 
de un mundo "que ha sido separado de sus individuos", un mundo que "en 
terminos de experiencia, ha tornado cada vez mas la forma de una red conti- 



62 



POLfTlCA GLOBAL 



nua de instituciones superpuestas con existencias independientes"; 24 y a g re ~ 
garia, si se me permite, el modelo de una experiencia sin expectativa de vida 
deflnida, a menudo demasiado breve, y siempre "hasta nuevo aviso". La sen- 
sacion de que "volveremos a vernos mariana", esa sensacion de constancia y 
continuidad que senalaba a una compania que pensaba, actuaba y hasta dis- 
curia cooperativamente apoyada en un proposito y un planeamiento comu- 
nes, no ha hecho mas que esfumarse de la experiencia. Y sin esa sensacion, la 
experiencia diffcilmente pueda conducir la imaginacion a la vision de una 
"sociedad" en el sentido en el que la sociologia la habia entendido sin inte- 
rrupciones por al menos los liltimos cien anos, o darle credibilidad si se ofre- 
ciera hoy en di'a como justificacion de la logica de la vida. 

La experiencia mas comun, intensa y absorbente, aquella que probable- 
mente sea la mas adecuada como materia prima para disenar una imagen del 
mundo, es la del consumidor: una experiencia de la vida entendida como una 
serie de opciones de consumo tomadas como respuesta a las atracciones exhi- 
bidas por los centros comerciales, canales de television y sitios web en com- 
petencia; pero asimismo en lugares piiblicos y dentro de los mismos hogares, 
no solo conformados estos cada vez mas de acuerdo con el patron que marca 
el consumo, sino ademas pensados y efectivamente vividos de acuerdo con el. 

Harvie Ferguson elaboro un inventario de las impresiones contextuales 
que los visitantes pod nan llevarse de cualquiera de las catedrales o templos 
del consumo. 2 ^ La multitud de comercios y la bacanal de productos que com- 
piten por la atencion de los consumidores "mas que dar la impresion de un 
co nj unto exhaustivo, ofrecen un pun to de contacto continuamente cambian- 
te, con el mundo del consumo detras, idealmente infinito, y por ende inabar- 
cable". "Cualquier exhibicion efectiva de productos", sin embargo, "no pue- 
de constituir mas que una muestra arbitraria extraida de un conjunto ideal de 
posibilidades infinitas". El propio conjunto esra destinado a eludir a perpe- 
tuidad la vision humana y a mantenerse insondable, a escurrirse infinitamen- 
te mas alia de todo alcance posible, y desafiar los poderes de la imaginacion. 
La idea de una "totalidad" —sin referirse siquiera a una "total idad compacta", 
a un "todo"- es lo ultimo que esa muestra irremediablemente parcial y alea- 

74 Keith Tester, Moral Culture, Sage, 1997, p. 6. 

25 Harvie Ferguson, "Watching the world go round: atrium culture and rhe psychology of 
shopping", en Roy Shields (comp.), Lyfestyle Shopping: The Subject of Consumption, Routledge, 
1992, pp. 34-35. 



TRAS LA ESQUIVA SOCIEDAD 



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toria que permanece en el campo visual podria permitir reconstruir. Y final- 
mente: "como los suenos, los objetos se presentan y desaparecen con facili- 
dad. Ninguno tiene un valor duradero". Los objetos deben ser usados mien- 
tras su capacidad de satisfaction este aim sin consumir, o aun no sc haya 
consumido por completo, y no mas que eso: cada objeto lleva consigo desde 
el inicio una fecha de vencimiento. De ese modo, se elimina la posibilidad de 
establecer un vinculo permanente entre el objeto y su usuario. A fin de cuen- 
tas, "no importa que producto se elija": los objetos no son sino muestras de un 
con junto que no puede ser reunido por completo- Y esa actividad de mues- 
treo obtiene de su aleatoriedad ganancias, y ninguna perdida. 

He hecho hincapie en la experiencia del consumidor, pero no quiero decir 
que esta sea la tinica leccion de vida contemporanea que hace de la "sociedad" 
una metafora poco feliz para la totalidad imaginada que debiera atar los mul- 
tiples cabos del ser-en-el-mundo de los seres humanos. Por el contrario, el po- 
der que la experiencia de los consumidores ejerce sobre la imaginacion es tan 
abrumador a causa de la confirmacion que recibe a diario de todos los otros 
aspectos de la vida individual: muy significativamente, de la que proviene de 
la evidencia acumulada sobre la impotencia del Estado, ese organo ejecutivo 
de la sociedad para formar y controlar el ambito en el que la vida individual 
se desarrolla y en el que los problemas de los individuos aguardan tratamien- 
to y solucion; de la conducta a la Houdinidt los administradores ansiosos por 
deshacerse de los riesgos de la toma de decisiones y de la carga de responsabi- 
lidad por los resultados; y de la que proviene del espectaculo reperido de la de- 
saparicion diaria de las senales, hitos y monumentos que sol fan marcar el iti- 
nerario vital y que permitian el trazado de los proyectos de vida. 

A menudo, la imaginacion ha sido censurada por sus caprichos repenti- 
nos, y todavia es posible concebir un nucleo estable de la sociedad detras del 
flujo de experiencias aparentemente inconexas, particularmente si la imagen 
de la "sociedad" se asienta firmemente en la autoctona, y si sigue siendo par- 
te integral de una imagen heredada del mundo y una presencia fuerte en la 
memoria colectiva. Esa imagen, sin embargo, sobrevive en gran medida gra- 
cias a la incrcia de un marco conceptual ampliamente compartido; ya no re- 
cibe la energia vigorizante que en un pasado relativamente reciente le venfa 
de la experiencia fresca. La experiencia actual lleva a la imaginacion en una 
direccion distinta. 

La actual "experiencia vivida' indica mas bien que las realidades del mun- 
do de los horn b res debieran visualizarse segiin el patron de la interpretacion de 



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POLfTICA GLOBAL 



Dios postulada por los franciscanos (particularmente, los Fratricelli, su faccion 
de "hermanos menores") y los nominalistas (siendo el mas celebre de ellos 
Guillermo de Ockham) en el medioevo tardio. Segun el resumen de Michael 
Allen, el Dios de los franciscanos y los nominalistas era "caprichoso, temible 
en cuanto a Su poder, impredecible, libre de toda atadura proven iente de la 
naturaleza y la razon, e indiferente al bien y al maF\ 26 Sobre todas las cosas, 
ese Dios se mantenia tenazmente fuera del alcance de los poderes intelectua- 
les y capacidades pragmaticas de los seres humanos. Nada podia obtenerse de 
intentar torcer la mano de Dios y toda intencion de lograrlo era irremediable- 
mente vana y prestaba testimonio del engreimiento de los hombres: eran in- 
tenciones demasiado indignas y pecaminosas como para que se pensara siquiera 
en ponerlas en practica. Dios no les debia nada a los humanos. Tras ponerlos 
de pie y recomendarles que buscaran su propio camino, El habia retrocedido 
y se habja retirado, y a pesar de que no empleo tantas palabras para hacerlo, 
declaro Su indiferencia con respecto a los asuntos humanos. 

En el ensayo "La dignidad del hombre", Giovanni Pico della Mirandola, el 
gran codificador de la autoconfianza y la ambiciosa efervescencia del Renaci- 
miento, extrajo las unicas conclusiones sensatas que podian extraerse de la re- 
tirada de Dios. Dios, segtin Pico della Mirandola, habia hecho al hombre 

como una criatura de naturaleza indeterminada, y al situado en el medio del 
universo, le dijo esto: "No te hemos dado a ti, oh Adan, ni un lugar estableci- 
do, ni una forma unicamente tuya, ni una funcion especifica y es por ello que 
ha bras de comar y poseer, segun cu deseo y buen juicio, cualquier lugar, cual- 
quier forma y cualquier funcion que desees [...] Tii, que no tienes limir.es que 
te confinen, has dc determinar por ti mismo tu propia naturaleza [.. .] 2T 

Ahora es la sociedad la que debe retirarse siguiendo el ejemplo del Dios de 
los franciscanos y los nominalistas. Peter Drucker —que representa en si mis- 
mo al Guillermo de Ockham y al Pico della Mirandola de la "modernidad lf- 
quida"- resumio en una consigna la nueva doctrina para mantenerse fiel al 
espiritu de la epoca: "Ya no hay salvacion posible por la sociedad". Ahora co- 
rresponde a los seres humanos en tan to individuos llevar su propia causa ade- 

2{i Michael Allen Gillespie, "The theological origins of modernity 1 , en: Critical Review, 13, 
1-2, 1999, pp. 1-30. 

Extraido de James Bruce Ross y Mary Martin McLoughlin (comps.), Portable Renaissance 
Reader, Viking. 1953, p. 478. 



TRAS LA ESQUIVA SOCIEDAD 



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lante y defenderla ante los promotores de otras causas. No tiene sentido in- 
vocar el veredicto de la sociedad (la ultima de las autoridades suprahumanas 
que el of do moderno estaba dispuesto a escuchar) en apoyo de la causa pro- 
pia: en primer lugar, no se daria credito a la invocation, ya que los veredictos 
-si es que hay alguno- son desconocidos y estan destinados a permanecer asf; 
en segundo lugar, lo linico de lo cual uno puede estar seguro acerca de los ve- 
redictos de la sociedad es que son incapaces de mantener su validez por mu- 
cho tiempo, y que cambian de forma; y en tercer lugar, como el Dios del me- 
dioevo tardfo, la sociedad es "indiferente al bien y al mal". La retirada de la 
sociedad, como la de Dios varios siglos arras, ha llegado en un tiempo de es- 
cepticismo etico e ignorancia cognitiva. 

El Deusvutho absconditus dio lugar a la crisis pirroniana de los siglos XVI 
y XVII. La *0a>/tf* devenida abscondita esta dando lugar a una Segunda Fase 
de esa crisis pirroniana, a fines del siglo XX y comienzos Q?) del XXL 

jSe levantardn los muertos? 

Es sabido que en el pasado algunos dioses han si do resucitados. La pregunta 
es la siguiente: ,;es capaz la sociedad de producir (o de que le produzcan) se- 
mejante milagro? 

A diferencia de la resurreccion de los dioses, que es objeto de la teologia, 
la posibilidad de una resurreccion de la sociedad en tanto totalidad imagina- 
da creible es un asunto sociologico. Esa posibilidad se traduce en una pregun- 
ta rigurosamente sociological <puede renacer la experiencia individual, en 
tanto capaz de (y prop ens a a) ser objeto de un reprocesamiento que de la i ma- 
gen de una sociedad, y que tipo de condiciones sociales deben alcanzarse pa- 
ra que eso ocurra? 

En cuanto toca a las personas comunes sin instruction sociologica como 
nosotros, creemos seguir viviendo, como en el pasado, u en una com pan fa". El 
mundo en el que se tejen nuestras trayectorias individuales esta atestado. 
Ciertamente, nunca antes habiamos sido tan conscientes, dia a dfa, de la pre- 
sencia coincidente de un numero tan grande de otros seres humanos: si las 
calles por las que caminamos o conducimos estan repletas de gente, las pan- 
tallas de TV y las de los ordenadores en los que navegamos por Internet lo es- 
tan aiin mas. La distancia fisica ya no es algo a considerar: nada de lo huma- 
no, por remoto que sea, puede sustraerse a nuestra experiencia. 



66 



POLITICA GLOBAL 



Pero tambien ex is ten otras cosas que no conocemos y que, mientras per- 
manezcamos sociologicamnte ingenuos, no podremos conocer a partir de lo 
que experimentamos. Ya que ocasionalmente escuchamos acerca de lo que 
hacen los demas, y ya que lo que les ocurre a ellos afecta de algiin modo 
nuestra propia vida y las posibilidades de viviria del modo en que quisiera- 
mos vivir, debemos suponer que cabe la posibilidad de que estemos viajan- 
do todos juntos a bordo del mismo avion super Jumbo; lo que no sabemos 
es quien -si es que hay alguien allf- ocupa la cabina del piloto. Hasta don- 
de sabemos, la cabina podria estar vacta, y los mensajes tranquiiizadores que 
nos transmiten por los altavoces podrian haber sido registrados en un mo- 
mento desconocido, en un lugar que nunca habremos de visitar, por gente a 
la que nunca llegaremos a conocer. Dificilmente podamos confiar en la pe- 
ricia impersonal del piloto automatico, porque todo el tiempo hemos esta- 
do escuchando y observando noticias que son cada vez mas perturbadoras: 
que la gente en las torres de control no ha podido ejercer esc control, y ha 
contribuido asi al caos en vez de defender el orden. Por ende, no podemos 
estar seguros de cual es el aeropuerto hacia el que nos dirigimos, y menos 
aun de cual sera aquel en el que eventualmente aterricemos. Finalmente, de 
manera no menos acuciante, no tenemos ni la mas minima idea de que pue- 
de hacer, individual o colectivamente, gente como nosotros, pasajeros de un 
avion super Jumbo, para influir sobre la situacion, cambiandola o mejoran- 
dola, especialmente en cuanto al rumbo de la aeronave en la que estamos en- 
cerrados todos. 

Ese parece ser el quid de la cuestion; se trata, ciertamente, del punto cri- 
tico en torno al cual giran las posibilidades para el renacimiento de la socie- 
dad. Lo que parece haberse esfumado (si ha sido para siempre o solo por el 
momento, es algo que queda aiin por descubrir) es la imagen de la sociedad 
como "propiedad comiin" de sus miembros, cuyo cuidado, direccion y admi- 
nistracion es posible concebir, al menos en un principio, en comiin; la creen- 
cia de que cuaiquier cosa que cada uno de los miembros haga o se abstenga 
de hacer es relevante tan to para la sociedad como un todo como para cada in- 
dividuo en particular; asi como se ha esfumado la confianza en que "juntos 
podemos hacerlo" y la conviccion de que hacerlo o no hacerlo hacen una di- 
ferencia, la linica diferencia que en verdad cuenta. 

Estas imagenes y creencias y esa confianza descansaron alguna vez en la 
"reciprocidad" entre los medios y los fines, entre los problemas y las fuerzas 
que debian intervenir para su resolucion. La "sociedad", armada de los recur- 



TRAS LA ESQUIVA SOCIEDAD 



67 



sos del Estado-nacion, podia equilibrar las cuentas y garantizar el grado de se- 
guridad que sus miembros requerian para ejercer su libertad. Sin embargo, 
este ya no parece ser el caso en un mundo que se globaliza aceleradamente, 
en el que el poder esta siendo evacuado de la polftica, y en el que las unicas 
agendas de accion colecriva que fueron descubiertas o inventadas en el tran- 
scurso de la historia de la democracia moderna ya no pueden controlar o si- 
quiera poner freno a los factores decisivos que determinan las condiciones en 
las que los individuos llevan adelante sus vidas. 

La paradoja de las crecientes libertades individuales acompanas por una 
sensacion cada vez mayor de impotencia publica no es algo precisamente 
nuevo. Hace muchos anos, Max Horkheimer se aiarmo ante la "impotencia 
de los hombres frente a la totalidad opaca en la que siguen existiendo", que 
vinculo con la confluencia de la "irracionalidad continuada de la sociedad" y 
la pobreza del saber del que disponemos. 28 Horkheimer insistio en que hacer 
de los fundamentos intelectuales y situacionales de la accion historica "obje- 
to de estudio y debate, antes que desconocer o silenciar su importancia" es 
condicion necesaria de una "historia autoconsciente"; es decir, de la recupe- 
racion de los "poderes publicos" colectivos que actual mente faltan. El tipo de 
reflexion cntica que segun Horkheimer era el medio adecuado a ese fin ha- 
bria de ser en si misma 'parte del desarrollo de la sociedad". 

La teoria cntica relativiza la separacion entre el individuo y la sociedad en vir~ 
tud de la cual el individuo acepta como natu rales los li mites prescriptos a sus 
actividades. Esta considera mas bien que el marco general que resulta condi- 
cionado por la interaccion ciega de las actividades humanas [.. .] es una fun- 
cion que se origina en la acrividad humana y que por ende es un objcto pasi- 
ble de sujetarse a decisiones organizadas y a una determinacion racionai de los 
objetivos. 29 

Asf es que el problema no es nuevo en absoluto. Lo que si parece ser nueva 
es la pregunta por la agencia capaz de implementar aquellos objetivos, cua- 
lesquiera sean, que hayan sido ' racionalmente determinados", de modo que 

28 Max Horkheimer, Critique of Instrumental Reason, Seaburg Press, 1974, p. 29. Traduccion dc 
Matthew J. O'Connor y otros [trad, esp.: Critica de la razon instrumental Madrid, Trotta, 
20021. 

29 Max Horklieimer, Critical Theory. Selected Essays, Herder and Herder, 1972, pp. 229, 207. 
Traduccion dc Matthew j. O'Connor y otros. 



68 



POLfTICA GLOBAL 



pueda hacerse de esa "determinacion racional" una propuesta sensata y meri~ 
toria, y por ende atracttva. Hoy en di'a, la disolucion gradual de la sociedad en 
tanto "agenda imaginaria" -producida por la experiencia de una separation 
creciente entre el poder global y la politica local, entre la magnitud de los pro- 
blemas y lo limitado de las herramientas de accion necesarias para enfrentar- 
los o resolverlos— constituye un obstaculo desesperante para la "determination 
racional de los objetivos", y una de las principales fuentes contemporaneas de 
la extendida sensation de "impotencia publica". 

Co mo he tratado de dilucidar en En busca de la politica y Modernidad li- 
quida, la sensacion de impotencia, con la consiguiente desertion del agora, 
tierra natal y hogar de toda agenda de accion colectiva efectiva, donde los 
problemas privados y los asuntos publicos podian encontrarse y entablar dia- 
logo, han conformado un circulo vicioso: ambos fenomenos se producen y 
retroalimentan mutuamente. Cuantas menos razones haya para creer que la 
sociedad podria cambiar cualquier cosa importante para las dificultades de 
los individuos, menos motivos habra para revigorizar el agora; y cuanto mas 
inconveniente y poco emprendedora sea esta, mas se creera que tiene poco 
sentido ocuparse de su salud. La debilidad de la accion tiende a perpetuarse 
y promndizarse a si misma, y podna decirse que es el mayor desafio con el 
que se enfrenta la sociologfa en el umbral del siglo XXL 

Adelanro una pregunta: ^existe una via de regreso que nos devuelva un 
agora confiada y bulliciosa, o quizas un camino hacia adelante que nos mues- 
tre un agora reformada lo suficientemente grande como para acomodarse a la 
enormidad de las tareas y responsabilidades incubadas por una "compani'a" 
que ha sido expandida hasta cubrir el planeta? Pues bien> en lugar de ofrecer 
una respuesta, no puedo sino citar las palabras que Hannah Arendt, esa su- 
prema practicante del ripo de vita contemplativa ende'micamente cargada de 
vita activa, citara en su momento, de todo corazon, de Gotthold Ephraim 
Lessing, uno de sus heroes espirituales: 

No estoy obligado a resolver Us dificultades que yo mismo creo. No importa 
que mis ideas sean siempre un poco erraucas, o incluso parezcan contradecir- 
se mutuamente, si han de ser ideas en las que los lectores encuentren algo que 
los mueva a pensar por si mismos. 

Y puedo citar aquellas palabras de la propia Hannah Arendt que mas fielmen- 
te parecen resumir su credo personal, un credo que yo mismo comparto: 



TRAS LA ESQUIVA SOC1EDAD 



69 



Incluso en la mas oscura de {as epocas tenemos derecho a esperar algiin tipo de 
iluminacion [que] bien podna venir menos de las teorias y los conceptos que 
de la luz, incierta e intermitente, y a menudo muy debil, que algunos hombres 
y mujeres, en sus vidas y obras, han de encender bajo casi cualquier circuns- 
tancia> protegiendola a traves del iapso que les ha sido ororgado en la tierra. 3 " 



* Hannah Arendt, Men in Dark Times, Harcourc Brace, 1995, pp. 8, ix [trad, esp.: Hombres 
en tiempos de oscuridad, Barcelona, Gedisa, 1989]. 



2. La Gran Separation, segunda fase 



Meditaciones aristotelicas 

;C6mo leer la Politica de Aristoteles en una sociedad tan dife rente de la que 
origino las reflexiones contenidas en ese Hbro fundamental? Se trata de un 
problema por cierto discutible. 

Hay fundamentos mas que suficientes para rechazar de piano la Politica de 
Aristoteles por ser indefectiblemente anacronica y tajantemente opuesta a ca- 
da uno de los valores que se espera que la politica con tempo ranea promocio- 
ne (como, por ejemplo, la igualdad de las mujeres, las libertades individuates 

0 la universalidad de los derechos humanos). Seria facil acumular argumentos 
para descartarla citando sentencias provenientes de una mentalidad completa- 
mente ajena que chocan violenta e inflexiblemente con nuestra doxa, ese saber 
subliminal, esa piedra maestra de la percepcion tan profundamente sumergi- 
da que rara vez emerge en el umbral de la atencion, si es que siquiera emerge; 
aquello con lo que pensamos, antes que aquello acerca de lo que pensamos. 
Consideremos, por ejemplo, lo siguiente: "Aquellos [...] que son tan inferio- 
res a los otros como lo es el cuerpo con respecto al alma, y los animates con 
respecto al hombre, son esclavos por naturaleza, y es beneficioso para ellos, co- 
mo corresponde a los seres inferiores, vivir al servicio de un amo". O bien: "La 
fortaleza del hombre se ve cuando manda; la de la mujer, cuando obedece". 1 
Estas dos sentencias (y hay muchas otras parecidas) serian suficientes para re- 
legar el magnum opus de Aristoteles a donde pertenece -a epocas pasadas— y 
mantenerlo allf, confinado al interes exclusivo de los historiadores, los etno- 
grafos y los coleccionistas de objetos curiosos. 

No es esta, sin embargo, la unica manera de leer a Aristoteles. Aristoteles 
no era un escritor de ciencia ficcion, sino un agudo observador dotado de una 
vista exquisitamente precisa, y un diligente cronista de la realidad provisto de 

1 Aristoteles, Politics, Everyman, 1959, pp. 1 1 y 25. Traduccion de John Warrington. 



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72 



POLITICA GLOBAL 



una afilada pluma igualmente exquisita. Dificilmente pueda culparselo de no 
haber sido consciente de lo que hoy sabemos y por percibir como "naturales" 
formas de la vida humana distintas a las nuestras. No podia pasar por sobre 
la realidad social de su epoca, y ciertamente no lo hizo. Pero si se destaco de 
sus con tempo raneos por atravesar la accident alidad del presente, alcanzando 
algunos atributos permanences, atemporales, del ser-en-el-mundo de los hu- 
manos. Nada ha ocurrido desde Aristoteles, ni en nuestra experiencia del 
mundo ni en nuestro relato de esa experiencia, que pueda invalidar su cate- 
gorico veredicto de que "un hombre que no puede vivir en sociedad, o que 
no tiene necesidad de hacerlo por ser autosuficiente, es o bien un animal o 
un dios". 2 Algunos aspectos de la existencia humana son en apariencia resis- 
tentes a la labor del tiempo, y Aristoteles fue un gran maestro del arte de des- 
cubrirlos y articularlos en algo asi como unos 1 prolegomenos para toda socio- 
logia futura". 

Las reflexiones de Aristoteles en cuanto a las condiciones sine qua non 7 uni- 
versales, atemporales, y por cierto trascendentales de la comunion humana 
han resistido el paso del tiempo de manera ejemplar. Sin embargo, no resistie- 
ron porque todas las formas conocidas de comunion humana se hayan enfren- 
tado al desafio y hayan cumplido efectivamente con las condiciones, sino mas 
bien porque a lo largo de la historia de la humanidad estas reflexiones no han 
dejado de atormentar, fastidiar y dar trabajo a la imaginacion humana; de mo- 
do que continuaron impidiendo que cualquier forma de comunion en parti- 
cular se fijara como lfmite de las posibilidades humanas, osificandose en un ul- 
timo estadio de la historia de la humanidad que desautorizana cualquier 
cambio ulterior. Los fundamentos de la cohabitacion humana postulados por 
Aristoteles conservan su actualidad porque hasta el momento han permane- 
cido incumplidos, por resolve r, noch nicbt geworden. Bien podria describirse- 
los como filosos punales apoyados contra la garganta del futuro; o como puas 
en la carne de todos los regimenes, formas del Estado o jerarqufas de poder 
existentes. Es ese permanente incumplimiento lo que ha hecho a esos funda- 
mentos, si se los mide con la vara de la historia humana, eternos; y asimismo, 
les ha asegurado la supervivencia. 

"^Por que es el hombre un animal politico, mas que cualquier abeja u otra 
criatura gregaria?", se pregunto Aristoteles, y respondio: 



2 Aristoreles, Politics, oh. cic, p. 8. 



LA GRAN SEPARAClON, SEGUNDA TASE 



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[E]l hombre es el unico animal dotado de lenguaje [...] [E]l poder del len- 
guaje se encuenrra en la intencion de expresar que es ventajoso y que danino, 
que es justo y que es in justo. Es precisamente en esto en lo que el hombre se 
difercncia de los otros animales: solo el tiene nocion del bien y el mal, de la 
justicia y de la injusticia; y es en asociacion con otros seres vjvientes que po- 
seen de este don como constituye una casa y un Esrado. 

^Por que? Porque podemos, acertadamente o no, imaginar la virtud como 
una propiedad individual con la que el individuo carga incluso solo y sin ayu- 
da, cosa que no podemos hacer del mismo modo con respecto a la justicia. 
La justicia, segun Arisroteles insiste, "estd ligada al Estado: su administracion, 
que consiste en determinar que es justo, es el principio ordenador de la so- 
ciedad polfticaV 

Hay, propone Aristoteles, un sequitur irrtbatiblc que conecta la nocion del 
bien y del mal (y los seres humanos, sujetos a la bendicion/maldicion del len- 
guaje, no pueden sino tener tal nocion) con el hecho de juntarse bajo un sis- 
tema de go bier no. Despues de todo, es solo en el Estado y a traves del Estado 
que la noeion del bien y el m^/puede encontrar su cumplimiento en el orden 
justo de la vida comun. El deseo de volcar la nocion del bien y el mal en un 
regimen de justicia, y luego de ello la necesidad de admin istrar ese regimen, 
son las mismas razones por las que "solo un animal o un dios" pueden pres- 
cindir de la sociedad. La busqueda de la justicia es lo que hace a la necesidad 
de una vida en comun evidente en si misma, y a la vida en comun bajo un 
sistema de gobierno la esencia de la condicion humana; lo que trasciende, po- 
dna decirse, todas las for mas, historicamente determinadas y siempre provi- 
sionales, de la cohabitacion humana. 

La "justicia", sin embargo, es un concepto "discutible por definicion" y, 
por esa misma razon, destinado a permanecer siempre abierto. Ninguna de 
las formas "realm en te existentes" del Estado (ni el mismo Aris to teles, a pesar 
de haber repasado todas las que conocia y podia conocer) se ha sustraido (ni 
podia sustraerse) a las cnticas; ninguna podia ser inmune a la erosion. Dada 
la naturaleza intrinsecamente discutible de todas y cada una de las articula- 
ciones del ideal, ninguna de sus encarnaciones genuinas o supuestas podia pa- 
sar la prueba sin ser salpicada. Esto no esta en Aristoteles, pero puede decir- 
se que la huella mas notable de la presion que el anhelo de justicia ejerce 

3 Aristoteles, Politics, ob. cit., pp. 7-8. 



74 



POLiTICA GLOBAL 



sobre las sociedades humanas es precisamente esa circunstancia: el hecho de 
que ninguna sociedad pueda decirse "cumplidamente justa", y que todas las 
sociedades piensen de sf mismas, u otras se lo muestren, que no son lo sufi- 
cientemen te justas. El anhelo de justicia impide que el cuerpo politico perma- 
nezca estatico. Una sociedad es justa en tanto y en cuanto nunca deje de cri- 
ticar el nivel de justicia que ha alcanzado y busque, cada vez, mas y niejor 
justicia. 

Por lo tanto, un sistema de gobierno, el Estado, no es cualquier concu- 
rrencia de personas. Para formar un sistema de gobierno no alcanza con que 
cierta cantidad de gente habite el mismo territorio. Tampoco alcanza, como 
insiste Aristo teles, con que toda esa gente "tenga el derecho a presentar una 
demanda en la corte, y a que le presenten una". La concesion del derecho a 
entablar demandas esta lejos de ser suficiente para satisfacer las duras exigen- 
cias de la justicia. No hace mas que otorgar a los sujetos la proteccion del Es- 
tado, y el derecho a exigir resarcimiento, en caso de que se sientan danados u 
ofendidos por otros sujetos y en caso de que las leyes del Estado prohiban o 
desautoricen ese dano u ofensa. Nada dice, sin embargo, acerca de la natura- 
leza de esas leyes. En particular, guarda silencio en cuanto a si las leyes del Es- 
tado coinciden o no, y hasta que punto, con lo que la gente que integra ese 
sistema de gobierno considera "justicia*. Nada dice acerca del deber de los le- 
gisl adores de prestarle ofdos a la idea de justicia que tiene la gente. Puede vis- 
lumbrarse una alusion a la idea aristotelica de ciudadania en las observacio- 
nes cnticas del suspicaz comentarista politico Joe Klein en el New Yorker del 
4 de junio de 2001: "El gobierno se ha convertido en una forma de consu- 
mismo, y no de ciudadania: uno compra el partido que aparentemente le 
ofrece un mejor negocio o mejores servicios". Utilizando el vocabulario de es- 
tos tiempos, podriamos decir que ser ciudadano no alcanza para ser consumi- 
dor de los servicios estatales. 

Los seres humanos, conocedores de la diferencia entre el bien y el mal, no 
estanan satisfechos con ningiin acuerdo, por mas acomodado y agradable que 
este pudiera ser, que les quitara toda participacion a la hora de decidir entre 
lo justo y lo injusto. Ser miembro de un sistema de gobierno no se reduce a 
utilizar las leyes para la propia proteccion o el ascenso personal. Necesaria- 
mente, debe comprender la participacion en la formacion de las leyes y el 
cuidado de que las leyes, una vez formadas, sean armonicas con la idea de 
justicia. Solo un sujeto del Estado que reuna esas condiciones puede ser 11a- 
mado "ciudadano". "La caractenstica particular" del ciudadano, segiin Aris- 



LA GRAN SEPARACION, SEGUNDA FASE 



75 



toteles, es 'que tiene participacion tanto en la administracion de justicia co- 
mo en el ejercicio de cargos publicos", que "tiene derecho a participar en la 
administracion judicial o deliberativa de un Estado en particular". Por esa ra- 
zon, es correcto decir que esa definicion de "ciudadano" es "particularmente 
adecuada para el ciudadano de la democracia". No hay ciudadano que sea 
digno de ser llamado asi en un Estado sin "asamblea popular" en la que se 
pongan a consideracion, se evaluen criticamente, se discutan y se modifiquen 
las leyes del pais. 4 Y, podriamos agregar, no puede haber un sis tenia de go- 
bierno digno de ese nombre sin la mencionada "asamblea popular". 



La politico, como criticay proyecto 

El Oxford English Dictionary (OED) informa que, en el momento de ser 
registrada por primera vez (en 1449), la palabra "politico" expresaba el sen- 
tido de "constitucional", en tanto distinto de (y opuesto a) despotico o ti- 
ranico. Sin embargo, este uso, como comenta inmediatamente el OED, 
"hoy en dfa ha sido superado". Parece como si el legado de Aristoteles hu- 
biera sido desempolvado y reapropiado en el umbral de la modernidad en 
su pristina esencia original de lo ideal enfrentado con la realidad recalci- 
trante; o como un parametro para medir las formas actuales de comunion 
humana, exponer sus puntos flacos, condenarlas, y repararlas o reemplazar- 
las. Sin embargo, parece que en lo que concierne a esa labor no ha resisti- 
do bien el paso del tiempo. 

Cuando se lo introdujo por primera vez en el ingles vernaculo, el concepto 
de lo "politico" era un grito de guerra y un llamamiento a las armas. Hoy en 
dfa, ese significado se ha perdido porque, como tantos otros conceptos/pro- 
gramas (por ejemplo, el de cultura o civil izacion), si bien se lo habia acuna- 
do originariamente como una crftica de la realidad, luego se transformo en 
una "descripcion objetiva" de aquella cuando sus heraldos y misioneros se 
convirtieron en los administradores de esa realidad. 

Desde entonces, los analistas y teoricos politicos han identificado a la 
"politica" con las practicas correspondientes a las formaciones polfticas "real- 
mente existentes" que usurparon el nombre de "proceso politico" para adju- 



4 Aristoteles, Politics, oh. cit., pp. 67-68. 



76 



POLITICA GLOBAL 



dicarselo a sus propias acciones a la vez que censuraban y vilipendiaban, al 
tratar de innoble -precienti'fica, anticientifica- a la costumbre dc deliberar 
acerca de como deberia ser, y no es, la politica. Esta ha sido, por lo menos, la 
postura mas comunmente adoptada por los analistas y teoricos de la politica, 
el discurso politico comme il faut [como debe ser]. 

La paradoja, sin embargo, consiste en que cuando se les exige concent rar- 
se en una "descripcion objetiva" de la "politica realmente existente", los estu- 
dios cientificos parten de la practica actual de la vida politica que hoy, como 
hace dos milenios, es muy cercana a la concepcion de Aristoteteles de un pro- 
ceso abierto, autocritico y autotrascendente, activado, puesto en marcha y 
mantenido en funcionamiento por el anhelo de justicia. Es la descripcion de 
la politica como una persecution perpetua (y siempre inacabada) de aquel es- 
quivo ideal que merece el nombre de objetividad. 

La politica es la crhica continua de la realidad. La politica es un mecanis- 
mo de cambio, no de preservation o conservation. La politica encaja con la 
metafora de Musil en El hombre sin atributor. el tren de los acontecimientos 
que despliega sus propias vias delante de si mismo, o el rio del tiempo que 
arrastra consigo sus propias orillas^ Su curso recuerda tambien la conducta 
del Angel de la Historia de Walter Benjamin, que corre "hacia adelante" con 
la espalda vuelta hacia el futuro que es incapaz de ver, movido/repelido por 
el horror de la injusticia pasada que no puede sino con templar. 

Despues de todo, el modelo de justicia que toda forma de politica persi- 
gue no es gegeben sino mas bien aufgegeben, siempre un paso adelante del sta- 
tu quo. La justicia es una tarea que se cierne sobre el futuro aiin desconoci- 
do, una tarea que por definicion exige siempre un nuevo planteamiento y un 
nuevo accionar, impulsada por el sufrimiento presente cuya injusticia se 
condena. 

No todo sufrimiento humano es condenado de ese modo. Para que se lo 
considere in jus to, y para que por esa razon se lo con dene y se pretenda rec- 
tificarlo, debe considerarselo pasible de cambio, De manera mas especifica, 
quienes sufren deben creer que hallar alivio a su mal esta dentro de las posi- 
bilidades humanas. Tan to aquellos como quienes son testigos de sus mise- 

s Musil, Der Mann ohne Eigenscbaften. Aqiri se cita de k traduccic'm de Eithne Wilkins y 
Ernst Kaiser, The Man without Qualities, Capricorn Books, 1965, vol. 2., p. 174 ( u enrrollt 
der Zug der Ereignisse seine Gleise vor sich her, und der Flufi der Zeit reftt seine Ufer mir 
sich") [trad, esp.: El hombre sin atributos, Barcelona, Seix Barral, 1998J. 



LA GRAN SEPARACION, SEGUNDA FASE 



77 



rias deben confiar en que las cosas pueden cambiar, y que es el accionar hu- 
mano lo que puede motivar el cambio. Deben ser capaces de creer en la ap- 
titud practica de los ciudadanos para cambiar el statu quo si no lo encuen- 
tran de su agrado. 

En resumen: si el Estado es capaz o no de llevar a cabo el proposito (an- 
helo, esperanza, expectativa, premisa) fundamental en la conception de Aris- 
toteles, eso es algo que depende en ultimo termino de la implementation del 
modelo aristotelico de ciudadama. En el lexico de Cornelius Castoriadis, la 
autonomia de la sociedad (la capacidad de cambiar las cosas) y la autonomia 
de sus miembros (la capacidad de elegir que se debe cambiar) son condicion 
indispensable la una de la otra. Solo puede alcanzarselas conjuntamente; y 
conjuntamente pierden intensidad y se apagan. Solo conjuntamente puede 
reconocerselas y perseguirselas; y ninguna de las dos sobreviviria si se renega- 
ra de la otra o se la abandonara. 

El Estado moderno como critica institucionalizada 

El Estado premoderno no conocia la ciudadam'a ni la practicaba. Eso no im- 
pedi'a que se produjeran rebeliones contra la injusticia, o que se promovieran 
modelos de supuesta justicia a traves de la critica y el rechazo del estado de 
cosas que se considerara injusto. Pero solo en algunos casos, como lo descu- 
brio Barrington Moore Jr., el sufrimiento se censuraba por "injusto", y por 
ende era pasible de suscitar rebeldia. De hecho, solo el "sufrimiento adicio- 
naP\ mas doloroso que el dolor mas reciente y aiin vfvidamente recordado, 
tendta a ser tachado de "injusto". Los siervos feudales se rebelaron en nom- 
bre de un regreso al statu quo ante, en nombre de la restauracion del Rechts- 
gewobnenheiteriy de la carga acostumbrada de exigencias sobre su trabajo y 
produccion, por mas duras que pudieran haber sido aquellas, y por mas do- 
lor que les hubieran causado. La medida acostumbrada de sufrimiento no era 
una causa para la rebeldia. Habia que sufrirla con placidez y mansedumbre, 
porque no se la consideraba una obra humana; y por esta ultima razon, se la 
veia mas alia de la voluntad de los hombres. 

Al atribuir a la especie humana la capacidad de concebir inmaculadamen- 
te, siempre desde cero, su propia condicion, y de ser la linica duena de su pro- 
pia existencia, la modernidad abrio de par en par las puertas al disenso y a la 
resistencia contra todo tipo de situacion que se considerara desagradable y re- 



78 



POLlTICA GLOBAL 



sultara dolorosa. En principio, ningun ripo de sufrimiento podia escapar a la 
condena solo por su supuesto origen o fundamcnto inhumano o suprahuma- 
no. De all! en mas, ninguna de las situaciones que se consideraban tolerables 
estaria a salvo de la posibilidad Qla certeza?) de una futura redefinicion que la 
tildara de sufrimiento injustificado (y nada habia que pudiera imped ir que se 
reclamara esa redefinicion), Poner en marcha la rectificacion/compensacion 
dependia de que hubiera un reclamo lo suficientemente convincente como pa- 
ra arraer los recursos necesarios. A medida que cada vez mas variedades de su- 
frimiento humano fueron "desencantadas" (eso es, reclasificadas como de fac- 
tum humana), el umbral de tolerancia al malestar rue disminuyendo. Despues 
de todo, la modern id ad era una promesa de felicidad universal y de elimina- 
cion de todo sufrimiento innecesario. Era, asimismo, la determinacion de.re- 
clasificar todo sufrimiento como innecesario. 

Cuando hace setenta anos, en El malestar en la cultura, Sigmund ¥ reud es- 
bozo el retrato de una modernidad que se Uamaba a si misma civilizacion (eso 
es, un modo de vivir en comunion que daba un barniz mas humano al des- 
tino de los horn b res), tomo la libertad con respecto al dolor y a otras formas 
de infelicidad como el miedo o la fealdad como el rasgo mas saliente de la 
existencia civil izada. Se esperaba que la libertad con respecto al sufrimiento y 
al miedo de sufrir favoreciera la voluntad de experimentar y de hacer frente a 
los riesgos que la autodeterminacion requiere, y que de ese modo se facilita- 
n'a y se salvaguardaria la libertad de la constitucion de los individuos por si 
mismos. El autogobierno de la especie humana debia hacer de cada uno de 
los miembros de la especie el gobernador de su propio destino. Debido a que 
la soberania de accion era una prerrogativa del Estado, el cumplimiento de 
esa empresa recaia sobre el poder del Estado para legislar e imponer su vo- 
luntad. En terminos de Jacques EIlul: "^Quien, en opinion del hombre mo- 
derno promedio, debia reorganizar la sociedad para que finalmente esta pa- 
sara a ser lo que debia ser? El Estado, siempre el Estado". 6 Desde sus inicios, 
el Estado moderno se cargo con una responsabilidad enorme, y ciertamente 
abrumadora. No habia otra fuerza a la vista, humana o inhumana, a la que 
pudiera responsabilizarse por el sufrimiento humano o por la indecision y la 
excesiva lentitud de la cura: "Ultimamente, todos los problemas son politi- 
cos, y solo pueden resolverse por vias political. En palabras de Ernst Cassi- 

6 Jacques Elull, Uillusion politique, 1 965; sc cita aqui de la traduction de Konrad Kellcn, The 
Political Illusion, Random House, 1972, pp. 186, 185. 



LA GRAN SEPARACION, SEGUNDA FASE 



79 



rer, se les asigno a los Hderes pohticos modernos el papel del "curandero que 
prometia curar todo los males de la sociedad". 7 

El precio de la emancipation 

El inconveniente era que si la tarea que el Estado -en tanto agencia soberana 
y encarnacion final de una humanidad que se sostem'a y gobernaba a si mis- 
ma— habia encontrado un dia junto a su puerta era una carga quizas dema- 
siado pesada, la independencia y la responsabilidad para con uno mismo que 
implicaba haberse emancipado de toda coaccion era aun mas abrumadora. 
Ese ultimo descubrimiento llevo a los observadores mas lucidos a la conclu- 
sion de que "si el hombre simplemente*siguiera sus propios instintos, no bus- 
caria la libertad; mas bien optaria por la dependencia. . . [L]a libertad suele 
considerarse mas una carga que un privilegio" 8 ; o que ya que la creciente so- 
ledad acompana inevitablemente a toda individuacion, la liberacion indivi- 
dual suele acompanarse de 'una sensacion de impotencia y nerviosismo", y 
de ese modo "suele suscitarse el impulso de renunciar a la propia individua- 
lidad, y de deshacerse de esa sensacion de soledad e.indefension sumergien- 
dose completamente en el mundo exterior". 9 

A lo largo de la mayor parte del siglo XX, recorrio Euro pa el espectro del 
Estado todopoderoso, que estaba listo para aprovechar la oportunidad que le 
ofreda la masiva "huida de la libertad", y que ofrecia gustosamente ese "su- 
mergirse en el mundo exterior", que era un sueno tranquil izador mas que una 
pesadilla para los individuos solitarios, miedosos y abandonados. Para obser- 
vadores como Hannah Arendt, la reflexion politica acerca del rumbo que es- 
taban siguiendo los Estados-nacion, que quizas habfan ido mas alia de un 
punto sin retorno, estaba plagada de sombrias premoniciones de la "tenden- 
cia total itaria" que se vislumbraba nuevamente con cada sucesiva respuesta 
del Estado a los nuevos problemas que se le suscitaban. Los "nuevos proble- 
mas" no escaseaban nunca, y se esperaba que surgieran mas en el mundo tur- 
bulento de las guerras interestatales y de las batallas sociales en el seno del Es- 
tado. Como observo Cassirer, "en lo que respecta a la politica, siempre se esta 

Ernst Cassirer, The Myth of the State, Doubleday, 1955, pp. 362-363. 

8 Idem. 

9 Erich Fromm, The Fear of Freedom, Roudedge y Kcgan Paul, J 960, p. 23 [trad, esp.: Elmie- 
do a la Itbertady Barcelona, Planeta-Dc Agostini, 1994]. 



80 



POLITIC A GLOBAL 



sobre suelo volcanico. Debemos estar preparados para las convulsiones y 
erupciones abruptas". 10 Otros, como Otto Schmitt le dieron la bienvenida al 
Tot ale Staat como un acontecimiento que podia ser cualquier cosa menos mi- 
len arista, el Segundo Advenimiento del sagrado orden que habi'a sido perdi- 
do u abandonado con imprudencia no solo del cuidado y la solidaridad, si- 
no asimismo de la comunidad que todo lo absorbia, regulaba y devoraba. 

Puede que los pronosticos hayan abarcado todo el espectro, desde la alegria 
sin mancha a la desesperanza mas sombria, pero las expectativas eran sorpren- 
dentemente similares. Las representaciones distopicas del futuro de George 
Orwell y Aldous Huxley, por lo general consideradas diametral men te opues- 
tas, diferian de hecho en todos los aspectos, menos en uno: en ambas habia 
un organo que detentaba el poder supremo, que a pesar de estar para siem- 
pre y firmemente ubicado mas alia del alcance de sus sujetos, penetraba has- 
ta el ultimo rincon de las vidas de estos* Supervisaba cada paso que los suje- 
tos daban o podian dar y castigaba despiadadamente a cualquiera que se 
pasara de la raya (esto es, si el adiestramiento previo no cortaba de raiz la mis- 
ma posibilidad de un comportamiento tan imprudente). Una vez que acabo 
de absorberse y digerirse el impacto de los totalitarismos nazi y bolchevique, 
el Panoptico de Jeremy Bentham (con su vigilancia ubicua y minuciosa, y su 
tajante division entre vigilantes y vigilados), redescubierto y reciclado por 
Michel Foucault, me recibido por aquellos cuya opinion debfa escucharse co- 
mo el modelo tan buscado, y eminentemente preciso, del Estado con tempo- 
raneo y de la tendencia inherente a todo poder moderno. 

El Estado omnisciente, omnipresente y omnipotente del que habna de ve- 
nir la esclavitud final (o, para algunos pensadores, la liberacion) del indivi- 
duo se consideraba sobredeterminado. La causa de la sobredeterminacion era 
la convergencia de dos tendencias distintas aunque complementarias: el ma- 
lestar de los individuos ante la necesidad de elegir, y el celo de los politicos 
sedientos de poder para reducir la posibilidad de election a un minimo, o pa- 
ra prohibirla del todo. Theodor W. Adorno, a tono con el espfritu de la epo- 
ca, trabajo copiosamente a partir de ambas tendencias y su encuentro final. 11 

10 E. Cassircr, The Myth of the State, ob. cit., p. 351. 

" Theodor W. Adorno, Eingriffe. Neun kntische Modelle, Suhrkamp Verlag, 1963, y Sichwor- 
te. Kritische Modelle 2, Suhrkamp Verlag, 1969. Se cica aqui la traduccion de Henry W. 
Pickford, Critical Models: Interventions and Catchwords, Columbia University Press, 1998, 
pp. 118, 139. 



LA GRAN SEPARACJON, SEGUNDA FASE 



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Al ver simultineamente estimulado y frustrado su "narcisismo individual", los 
individuos desilusionados buscan compensacion, y la encuentran, en el "narci- 
sismo colectivo que les restituye como individuos algo de la autoestima que la 
misma colectividad les quita y que esperan recuperar por completo por medio 
de su engariosa identificacion con aquella". Por otra parte, sin embargo, "el te- 
nia religioso de la corrupcion de la humanidad a parti r de la caida de Adan 
adopta un nuevo disfraz, ya radicalmente secularizado en Hobbes, distorsiona- 
do al servicio del mal en si mismo. Debido a que es supuestamente imposible 
que la gente establezca un orden justo, se les encomienda el existente orden in- 
jus to. Lo que Thomas Mann, al criticar a Spengler, llamo el *derrotismo de la 
humanidad' se ha expandido universalmente A los individuos les sentaban 
mal unas responsabilidades que se les antojaban practicamente imposibles de 
manejar; y los gobernantes del Estado estaban ansiosos de aliviarlos de sus res- 
ponsabilidades individuals, quitandoles con ello la liber tad a sus sujetos. 

Pocos pensadores del siglo pasado (y su numero me disminuyendo a me- 
dida que pasaba el siglo) dieron demasiado credito a las posibilidades de la 
democracia postulada por Aristoteles como la union de un sistema de go- 
bierno autonomo con sus ciudadanos tambien autonomos. Algunos se la- 
mentaron al esfumarse los suenos de la Ilustracion; otros vertieron unas po- 
cas lagrimas en el funeral de algo que desde un principio consideraban una 
ilusion abortiva y condenada al fracaso, el hijo bastardo de unas esperanzas 
insensatas. Pero casi ninguno predijo para la democracia un futuro largo, y 
menos aiin apacible. Las opiniones mas disimiles dejaban traslucir un funda- 
mento comiin: acordaban firmemente en que el poder del Estado creceria en 
proporcion inversa con el de sus sujetos. Los observadores estaban de acuer- 
do en que era posible que el colapso de las ilusiones democraticas hubiera es- 
tado determinado desde un principio por la endemica incapacidad de los in- 
dividuos para la autodeterminacion (en particular, para la autodeterminacion 
autonoma y la independencia de criterio que la democracia exige), pero que 
de todos modos, serian el Estado y sus gobernantes avidos de poder quienes 
en ultimo termino le damn el coup de grace final. 



La nueva encarnacion del Gran Hermano 



Para medir la distancia que separa a la generacion actual y a sus temores de 
los temores que articularon Adorno, Arendt, Cassirer, Fromm, Huxley u Or- 



82 



POLITICA GLOBAL 



well, hariamos bien en examinar mas al detalle cl espectaculo publico liama- 
do Gran Hermano que cautivo a las cadenas de television y a sus televidentes. 
De la noche a la manana, era el tema del momento. Uno podria permitirse 
pensar que su meteorico exito no habna sido tal si el estilo de vida que mos- 
traba Gran Hermano (o el programa frances Loft Story, o el angloamericano 
de preguntas y respuestas The Weakest Link) no hubiera sido ya la unica acti- 
vidad del momento? la mas absorbente, y quizas la unica. 

En aigiin momento de 1 999, observando a un grupo de personas que 
habi'an sido encerradas por un mes en una cupula de vidrio en el desierto 
de Arizona, John de Mol, oriundo de Hilversum, tuvo, segun sus propias 
palabras, "un mayusculo destello" de inspiracion. 12 Inicialmente, su crea- 
cion fue puesta en el aire en el pequeno canal privado "Veronica"; fue un 
exito instantaneo, y las principales cadenas de television le arrancaron la 
idea de las manos; desde entonces se la reprodujo en veintisiete paises (y el 
numero sigue creciendo, rapidamente por cierto), haciendo de su inventor 
el segundo hombre mas rico de Holanda. El exito de Gran Hermano fue fe- 
nomenal incluso para los estandares televisivos acostumbrados a inflar los 
ratings por motivos publicitarios. Acerca de la version francesa de Gran 
Hermano (llamada Loft Story) , lgnazio Ramonet escribio que "nunca antes 
en la historia de los medios franceses" se habia producido un acontecimien- 
to que "inflamara, fascinara, conmoviera, agitara, perturbara, sobreestimu- 
lara e irritara por igual al pais", 13 haciendo sombra a eventos contempora- 
neos que normalmente son extremadamente populares como el festival de 
Cannes y la final de la Copa de Francia de fiitboL En Gran Bretana, se es- 
tima que alrededor de 10 millones de jovenes de 1 8 a 25 arios votaron a fa- 
vor o en contra de los participantes de Gran Hermano. Habrfa que compa- 
rar esa cifra con el millon y medio de personas en esa misma franja etaria 
que se espera que voten en las elecciones generales. 14 

* La locucion the only game in town, que significa literal menu: "el unico juego (que hay] en 
la ciudad", se suele utilizar en ingle's para dar a en tender que aquella dc la que se habla es 
"la unica actividad" o el "unico negocio" del lugar. Aqui traducimos "la unica actividad del 
momento", para respetar el juego de repeticion y referenda mutua con "cl tema del mo- 
mcnto". (/V. de T) 

12 Vcase L'Express, 5 de mayo de 2001, p. 64. 

13 lgnazio Ramonet, "Big Brother", en: Le Monde Diplomatique, junio de 2001, pp. 1 y 24-25. 
lt Vcase "The Editor', cn: Guardian, 2 dc junio de 2001. 



LA GRAN SEPARACION, S EG UN DA EASE 



83 



La perspicacia de John de Mol fue ciertamente notable: descubrio una de~ 
man da aiin sin explotar, algo que cientos de millo nes de mujeres y hombres de 
veintisiete paises, pegados a las pan talks de sus televisores, deben haber nece- 
sitado desesperadamente, y esperado con impaciencia. Algo a lo que, tambien 
con un destello, recibirian con los brazos abiertos porque daba sentido a la 
experiencia de sus vidas; pero fundamental mente porque legitimaba un es- 
tilo de vida que los inquietaba, y porque lavaba el estigma de una forma de 
vivir de la que, segun sospechaban, debian avetgonzatse. Los 5.400 millones 
de dolares por los que fue vendida fmalmente Entertainment, la compania de 
De Mol, a Telefonica de Espana dio la medida de cuanto estaban dispuestos 
a pagar esos millones de televidentes por la ansiada absolucion. . . 

No resulta asombroso: el espectaculo de Gran Hermano guarda un increible 
parecido con la experiencia mas familiar de los espectadores. En ese program a, 
doce hombres y mujeres, duenos de un pasado desconocido y de un futuro 
divergente, pasan algunas semanas juntos, enfrentados a la tarea de construir 
a parti r de la nada una forma de vida comun sin promesa alguna de durabi- 
lidad. Saben desde el primer momento que desapareceran de la compania, 
uno por uno, y que su tarea es precisamente hacer que los otros desaparezcan 
primero... Si fallan, esas mismas personas a las que no habi'an querido o po- 
dido expulsar los expulsaran a ellos. 

Mientras se desarrolla esa competencia de vida o muerte "como se ve en 
la tele", el resto del mundo permanece invisible; ni los participantes ni los es- 
pectadores saben a ciencia cierta de donde vienen la comida y los juguetes, ni 
quien ha decidido cual sera la proxima prueba. "Gran Hermano" es el nom- 
bre generico de ese resto del mundo; y se demuestra una y otra vez cuan ca- 
prichoso e impredecible es ese mundo, que pasa rapidamente de una sorpre- 
sa a otra, y se guarda siempre un as en la manga. Esto es -puede que sea esto 
lo que sienten los espectadores- lo que han estado percibiendo o sospechan- 
do desde un primer momento, pero que no habian sabido como articular con 
claridad. Ahora lo saben. Y les sirve de consuelo: ahora saben (o al menos, lo 
han visto de manera vivida) que lo que pensaban que se debia a sus propias 
faltas, personates y unicas, o a la mala suerte, responde en realidad a la forma 
y al funcionamiento del mundo. 

Tras los pasos de Gran Hermano Uego The Weakest Link otro exito televi- 
sivo de fin de siglo, en este caso, inventado en Gran Bretana e importado po- 
co despues, a cambio de una enorme suma de dinero, por los Estados Uni- 
dos. The Weakest Linkrephe el mensaje de Gran Hermano, pero ademas dice 



84 



POLlTICA GLOBAL 



a viva voz lo que Gran Hermano susurraba: se forman equipos cuyo unico ob- 
jetivo es el ascenso de sus miembros mas astutos, sin ningiin otro valor o uti- 
lidad. Al comienzo de The Weakest Link hay seis personas, pero todos saben 
que solo una llegara al final, recolectando todo el dinero que habian ganado 
los "miembros del equipo" que debieron dejar el programa, uno por uno, con 
las manos varias. Despues de cada ronda de preguntas que deben contestar 
individualmente, los "miembros del equipo" desechan a uno de sus compa- 
re eros, al que llaman, precisamente, "the weakest link", es decir, "el eslabon 
mas debil", con el fundamento de que agrego poco dinero a la cuenta que 
luego sera la ganancia privada del ultimo (y aiin desconocido) sobreviviente. 
Quienes reciben los votos negativos, y a quienes por ende se excluye del pro- 
grama, son puestos ante las camaras, y se les pide que confiesen publicamen- 
te las (ntimas debilidades a las que deben el fracaso. Abierta o implicitamen- 
te, se confirma lo justo y apropiado de la historia que se desarrolla ante los 
ojos de los televidentes: es un mundo duro, en el que los derrotados sufren la 
derrota porque se la han buscado, y donde los fracasados no pueden culpar- 
se mas que a si mismos, privados del derecho a reclamar compensacion, o 
aunque fuere compasion, por su infortunio, 

Mas que ninguna otra cosa, los dos programas de television mas popula- 
res son ensayos publicos de la desechabilidad Ac los seres humanos. Ofrecen, 
por el mismo precio, indulgencia y advertencia. Nadie es indispensable, na- 
die tiene derecho a cosechar su parte del esfuerzo comiin solo porque en al- 
gun momento ha contribuido con el cultivo de aquel, y menos aun porque 
simplemente formo parte del equipo. La vida es una dura competencia para 
gente dura. Cada juego comienza desde cero, los meritos pasados no cuentan 
para nada, uno vale tan to como los resultados de su duelo mas reciente. Ca- 
da jugador, a cada momento, juega para si mismo; y para progresar, y mas 
aun para alcanzar la cima, uno debe primero cooperar para excluir a los que 
obstruyen el camino, y final me nte burlar a aquellos con los que habfa coope- 
rado. Si uno no es tan duro como los otros, y menos escrupuloso aun, seran 
los otros quienes lo apartaran del camino, rapidamente y sin miramientos. 
Los mas aptos (es decir, los menos escrupulosos) son quienes sobreviven. 

La familia de los juegos que capturan la imaginacion de millones de per- 
sonas y los mantienen pegados a la pantalla de sus televisores (no dejan de 
aparecer versiones "nuevas y mejoradas" de estos juegos, buscando un exito 
comparable al astronomico del original; la ultima adicion, en el momento en 
que escribo, es el juego estadounidense Survivor, "Sobreviviente", que I leva el 



LA GRAN SEPARACION, SEGUNDA EASE 



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apropiado subtftulo "No confies en nadie") ha llegado a ser conocida con el 
nombre generico de "Gran Hermano". Este nombre solia ser muy conocido 
para las generaciones que habi'an crecido a la sombra de las torres de vigilan- 
cia del "Siglo de los Campos", y por cierto, les era dolorosamente familiar. 
Inmortaiizado por Orwell, era sinonimo de un poder despiadado e inescru- 
puloso que marcaba el camino a seguir, prescribia la manera en que debia se- 
guirse, y destrui'a a cualquiera que osara negarse a seguir las ordenes que ese 
poder expedfa, o que no fuera capaz de satisfacer por completo las exigencias 
de este. El Gran Hermano de Orwell deseaba que todos se comportaran se- 
giin su deseo. Sabia que era exactamente lo que queria que hicieran, y no era 
indulgente ante la desobediencia, por minima que fuera. El Gran Hermano 
de Orwell admin istraba las vidas de sus sujetos, de la cuna al ataud. Asi mis- 
mo, el Gran Hermano era conocido por exigir a sus vi'ctimas amor y gratitud; 
el Gran Hermano reinaba sobre un reino de ambigiiedad y doble discurso. 
En ese reino, la esclavitud significaba libertad; el dolor, cura; y !a opresion, 
emancipation. 

Si era eso lo que se entendia por Gran Hermano cuando George Orwell 
lo retrato, llamar "Gran Hermano" a la mencionada familia de programas de 
television es poco apropiado (habria sido mejor llamarla u Nuevo Gran Her- 
mano", como al "Nuevo Laborismo" de Tony Blair). Si no se lo ve de ese mo- 
do, es por el hecho de que la generation actual se ha olvidado por completo 
del viejo significado del termino, por lo cual este se ha convertido en un ca- 
parazon verbal vatio que puede ser llenado con otro contenido experiential. 
Ese caparazon se uso alguna vez para reunir y distribuir los temores que aque- 
jaban a los contemporaneos de Orwell, y el recuerdo de esa funcion determi- 
na sus actuales usos. Se lo sigue utilizando para recolectar y conservar temo- 
res. Solo que, hoy en dta, los temores son otros. 

El Gran Hermano de los programas de television no tiene rostro. De co- 
das maneras, no necesita uno, porque ahora, a diferencia de su anterior en- 
carnacion, ya no exige amor, ni a tal efecto devotion o leal tad. Este Gran 
Hermano es un tipo eminentemente litil (es, despues de todo, "el resto del 
mundo", y no habria mundo sin ese resto), y I leva a cabo su tarea con la so- 
la condition de que sus pupilos se abstengan por completo de interferir con 
el y acepten sus designios sin manifestar curiosidad, y menos aiin mostrarse 
inquisitivos, por sus motivaciones. Bajo esa condition facil de aceptar, y no 
particularmente engorrosa, Gran Hermano provee a sus pupilos de todo lo 
que necesitan para hacer su juego: un set completamente equipado, camas y 



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POLfTICA GLOBAL 



ropa de cama, comida y utensilios de cocina; incluso juguetes e ideas para 
nuevos juegos que alejen el aburrimiento y mantengan a los reclusos entrete- 
nidos y contentos. Proporciona el terreno de juego y se ocupa de que este 
equipado con los artilugios que se necesitan para jugar. Pero el res to depende 
de iino. El Gran Hermano es de los que acostumbran decir "no nos llame, 
nosotros nos comunicaremos con usted". No tiene sentido ciiestionar o pro- 
testar por sus decisiones. Las apelaciones quedarian sin respuesta. Sin embar- 
go, y fundamentalmente, al Gran Hermano no le importa lo que uno haga 
con los juguetes y artilugios que le dio, como los use o para que. Tampoco le 
importa si uno gana o pierde, ni cual de los participants terminara el juego 
mejor posicionado y cual peor. Gran Hermano es impartial No se lo puede 
llamar cruel, por lo que no hay razones para combatirlo. Pero si se lo llama 
"jus to", eso solo puede ser en cuanto a que es indiferente. De modo que no 
hay motivos para reclamarle una justicia errada o deficiente. 

El res to, perrrutaseme repetirlo, depende de uno. Ese resto es un juego de 
suma cero. Uno gana tan to como los otros pierden, ni un centavo mas. Y las 
ganancias de los otros seran las perdidas propias. Por ende, no tiene mucho 
sentido aunar fuerzas y actuar concertadamente; a menos que lo que uno 
tenga en mente sea una alianza manifiestamente temporal, un peldano de la 
escalera que uno trepa, que ya no necesitara cuando haya alcanzado el si- 
guiente. Las alianzas son beneficiosas mientras ayuden a avanzar. Una vez que 
dejan de servir a tal efecto, se vuelven instantaneamente superfluas o directa- 
mente daninas. De ser un recurso pasan a ser una carga, y pobres de quienes 
dejen de advertir el momento en que eso sucede. 

Gran Hermano es un juego de exclusion. Excluir a los otros sin ser exclui- 
do (es decir, excluir a los otros antes de que lo excluyan a uno) es lo que ga- 
rantiza el exito. Cuando el juego comienza, todos los competidores son igua- 
les. Lo que uno haya hecho en el pasado no tiene importancia. No deja 
huellas; no arruina las chances de triunfo, pero tampoco proporciona una 
ventaja de entrada. Cada juego es, completa y verdaderamente, un nuevo co- 
mienzo. Cualesquiera sean las capacidades que uno tenga y el potencial sin 
descubrir que yazca dentro de uno, hay que sacarlos a relucir y usarlos aqm y 
ahora; caso contrario, no servirian de nada. Por un primer momento, todos 
son extranos alii, el uno para el otro, y a partir de ese momento, uno debe 
hacer uso de toda su astucia para ganarse amigos e influir sobre los demas (so- 
lo para abandonar a esa gente una vez que la amistad y la influencia hayan 
perdido su utilidad). Todos alii saben tan bien que al final solo uno (o una 



LA GRAN SEPARAClON, SEGUNDA FASE 



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pareja, como en el program a Frances Loft Story) permanecera en el campo de 
batalla y se alzara con todos los despojos. De modo que todos son conscien- 
tes de que una alianza, si se la establece, sera solo "hasta nuevo aviso", y no 
sobrevivira a la utilidad que le habfa dado sentido. 

Y luego, esti el ritual diario de la confesion publica (en estos programas, 
el confesionario se reduce a una silla en la que el penitence se sienta antes del 
final del dia, con la camara de television reemplazando al confesor ausente). 
Los que ese dia han salido victoriosos o al menos ilesos de la batalla se con- 
fiesan junto a los humillados, los intimidados y los vencidos. Todos ellos re- 
latan lo que sintieron durante la batalla, y como se sienten despues del asalto. 
Las historias que cuentan son distintas, pero los mensajes son monotonamen- 
te simi lares: no hay a quien agradecer mas que a uno mismo (a la propia per- 
spicacia, astucia, ingenio, riqueza de emociones) por el exito, ni nada a que 
culpar por el fracaso, mas que a la ausencia o deficiencia de alguno o de to- 
dos estos recursos. 

Y hay otro mensaje, igualmente esclarecedor; un mensaje aleccionador, 
podria decirse. Ese Gran Hermano que prepara el escenario de todos los jue- 
gos de la vida es una criatura misteriosa que a veces, cuando le parece perri- 
nente, le habla a uno, Pero uno no puede responder; ^que sentido tendria in- 
tentar hacerlo, de todos modos? Gran Hermano es como el Dios de los 
filosofos nominalistas de la Edad Media tardi'a. Como El, es "caprichoso, te- 
rn ible en cuanto a Su poder, impredecible, libre de toda atadura proven iente 
de la naturaleza y la razon, e indiferente al bien y al mar. 15 Es, completa y 
verdaderamente, un Gran Hermano absconditus. Uno sabe (todos lo saben) 
que "esta ahf, pero en la prdctica no se obtiene nada de ese saber. A la hora 
de atacar el centro de las preocupaciones cotidianas, uno sigue estando solo. 

Del otro lado del telefono del Nuevo Gran Hermano 

Es por esto que millones de personas se pegan, como hechizados, a la trama 
enmaranada de la saga. No tiene sentido, por cierto, mandar a averiguar por 
quien dobla esta campana en particular. Dobla por ellos; por cualquiera de 

15 Esta caracterizacion provienc de Michael Allen Gillespie, " The theological origins of mo- 
dernity", en: Critical Review, 13: E2, 1999, pp. 1-30. 



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POLfTICA GLOBAL 



ellos. Quienes compiten en Gran Hermano o en The Weakest Link reprodu- 
cen una y otra vez la historia de quienes estan mirandolos. Asi es como los te- 
levidentes percibfan que eran sus vidas desde un primer momento, pero aho- 
ra lo ven vivid a y claramente, reducido a sus elementos minimos, mostrado 
con una pureza de laboratorio que no deja lugar a la imaginacion y menos 
aiin a la duda, Estos programas articulan la logica que subyace a sus penurias 
y alegrias, por mas logica -o lo contrario— que aquella pueda ser. Sob re todo, 
estos programas ponen en palabras y en imagenes graficas los temores que los 
aquejaban, pero cuya naturaleza no habian sabido precisar. Estos programas 
no solo explican todo aquello; ademas, explican que es lo que debe ser expli- 
cado... Les dicen a sus televidentes acerca de que deben pensar, y como pen- 
sar acerca de ello. 

Por supuesto, el cuento llega a los televidentes ya empaquetado, con su 
respectiva interpretacion, a pesar de que es mas dificil advertir y discernir la 
interpretacion en las imagenes que en los textos escritos, leidos u oidos. Ade- 
mas, incluso si la interpretacion hubiera sido advertida y debidamente sepa- 
rada del espectaculo en si mismo, dificilmente habna frustrado o provocado 
desacuerdo. Despues de todo, puede que la explicacion que ofrecen los pro- 
gramas como Gran Hermano sea mas clara, pero no es nueva. Es la tipica ex- 
plicacion de los consabidos altibajos de la vida de la gente que uno escucha 
una y otra vez en casi todas partes. Este mundo ruidoso y cacofonico esti re- 
pleto de mensajes, diferentes y a veces contradictorios, pero hay un motivo 
recurrente, incesantemente repetitivo, que se abre camino fuerte y claro. Pe- 
ter E Drucker, el guru de las nuevas clases politicas y empresarias neolibera- 
les> rue el primero (en 1989) en articular nitidamente ese motivo: 16 "El ulti- 
mo politico occidental que creyo en la salvacion por la sociedad fue Willy 
Brandt"; "Ya nadie cree, a excepcion quizas de los teologos de la liberacion' 
de Sudamerica, en el poder de la accion social para crear una sociedad per- 
fects o incluso para acercar a la sociedad a ese ideal [...] [A] cualquiera que 
promulgara ahora la 'Gran Sociedad', como lo hizo Lyndon Baines Johnson 
hace solo veinte anos, se le reinan en la cara". En resumen, "la creencia en la 
salvacion por la sociedad ha muerto", a ambos lados de la barricada ideologi- 
ca ahora desmantelada, en los palacios y las covachas, en los "barrios priva- 
dos" y los guetos urban os. El Gran Hermano de los 'reality shows" (asi han 

u ' Peter E Dmckcr, The New Realities, Mandarin, 1990, pp. 9-15. 



LA GRAN SEPARAClON, SEGUNDA FASE 



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llamado los productores a los especticulos del tipo de Gran Hermano, Loft 
Story y Survivor, con la aprobacion unanime de los espectadores) es la "Nue- 
va Realidad" de Drucker, adaptada para la television. Gran Hermano abscon- 
dituses si 116 ni mo de societas abscondita. 

El mundo que habitamos y recreamos a diario no es, por supucsto, una 
emision de Gran Hermano proyectada en la gran pantalla de la sociedad. 
Gran Hermano no es una fotografia, copia o replica de la realidad social de 
estos di'as. E s , mas bien, un modelo condensado, destilado, purificado; po- 
dria decirse que es un laboratorio en el que se experimenta con ciertas ten- 
dencias de esa realidad social, que de otro modo habrian permanecido ocul- 
tas, diluidas o reprimidas, y se las pone a prueba para hacer visible todo su 
potencial. 

Hannah Arendt senalo que los campos de concentracion de los regmienes 
totalitarios 

no cstaban pensados solo para exterminar gente y degradar a los seres humanos, 
sino que ademas eran parte de un horroroso experimento que consistia en cli- 
minar, bajo condiciones cientificamente controladas, la espontaneidad misma 
como expresion del comportamiento humano, yen rransformar la personalidad 
humana en una mera cosa [...] En circunstancias normales, esto es imposible 
de lograr, porque la espontaneidad nunca puede ser eliminada por compieto 
f. ..] Solo en los campos de concentracion sc hace posible ese experimento. p 

Buena parte de estos argumentos valen para la familia de los programas tele- 
visivos del tipo de Gran Hermano, Si los campos de concentracion oficiaban 
como laboratorios en los cuales se poman a prueba los h'mites de la endemi- 
ca tendencia totalitaria de la sociedad moderna, que "en circunstancias nor- 
males aparece controlada y atenuada, los programas como Gran Hermano 
juegan el mismo papel en la "nueva modernidad", nuestra modern idad. Sin 
embargo, en contraste con lo que ocurria en esos experimentos, aqui' las ten- 
dencias son sometidas ptiblicamente a examen> bajo los reflectores, frente a 
millones de espectadores. Despues de todo, lo que ahora se pone a prueba son 
los h'mites de la espontaneidad desregulada, privatizada e individualizada; la 
tendencia inherente a un mundo completamente privatizado. 

1 Hannah Arendt, The Origins of Totalitarianism, Andre Deutsch, 1951, p. 438 [trad, csp.: 
Los origenes del totalitarismv, Madrid, Alianza, 1999]. 



90 



POLI'TTCA GLOBAL 



Podemos estar seguros de que los gobiernos estatales ni han empacado sus 
pertenencias ni tienen in tendon de cerrar sus oficinas. Bien lejos estan de eso. 
Hoy en dia, los gobiernos no estan menos ocupados que en ningun otro mo- 
men to de la historia moderna, si no lo estan aun mas. Pero estan ocupados al 
estilo del Gran Hermano de la television: dejan que los sujetos hagan su juego 
y que despues se culpen a si mismos si los resultados no estan a la medida de 
lo que sonaban. Los gobiernos estan ocupados repitiendo en todos los hogares 
los mensajes de que "no hay alternativa', de que u la seguridad es dependencia", 
que "la protection del Estado les resta poder a los ciudadanos" e instando a los 
sujetos a ser mas flexibles y a abrazar los riesgos de los que ese en tor no vital fle- 
xible (lease: erratico e impredecible) esta plagado. Como lo expreso Pierre 
Bourdieu, "cualquier intervencion directa y deliberada, al menos cualquiera que 
provenga del Estado, por cualquier razon que esta se produzca, es desacredita- 
da de entrada [...]".' 8 Los ministros que contemplan la posibilidad de interve- 
nir, y se atreven a manifestar publicamente sus intenciones, se arriesgan a ser 
menospreciados y condenados (jen el mejor de los casos!) por la falta imperdo- 
nable de ignorar las "leyes del mercado" y los "intereses economicos". Los mi- 
nistros a los que a menudo se alaba por su percepcion, su sagacidad, y por el 
buen servicio que le prestan a los intereses nacionales, son aquellos (mucho mas 
numerosos) que estan entre los que -mediante la regularizacion del Estado de 
desregulacion- colaboran con la "tnstitucionalizacion de la inseguridad", ha- 
ciendo "de la inseguridad social el principio positivo de la organizacion colec- 
tiva". iy En nuestros tiempos, esta surgiendo una nueva forma de dominacion 
que rompe con el metodo agonistico ortodoxo y utiliza la desregulacion como 
su principal vehfculo: "un modo de dominacion que se funda en la institution 
de la inseguridad. la dominacion por la precariedad de la existencia". 20 

Esta es la "realidad" caracterizada, como lo muestra Ulrich Beck en sus su- 
cesivas investigaciones, por la "subjetivizacion e individualizacion de los ries- 
gos y contradicciones producidos por las instituciones y la sociedadV 1 En 

18 Pierre Bourdieu, Contre-feux. Propos pour servir a la resistance contre Vinvasion neo-liberale, 
Raisons d'Agir, 1998, p- 117 [trad, esp.: Contrafuegos. Propositos para la resistencia contra la 
invasion neo liberal, Barcelona, Anagrama, 2001]. 

1 y> Pierre Bourdieu, Contre-feux 2, Pour un movement social europeen, Raisons d'Agir, 200 1 > p. 
30 [trad, esp.: Contrafuegos 2: Por un movimiento social euro peo y Barcelona, Anagrama, 2002]. 

20 Ibid., p. 46. 

21 Ulrich Beck, Risikogesellschaft. Auf dem Weg in eine andere Moderne, 1986. A qui se cira la 
rraduccion de Mark Ritrer, Risk Society: Towards a New Modernity, Sage, 1992, pp. 135-137. 



LA GRAN SEPARACION, SEGUNDA FASE 



91 



una realidad asf, "la historia se reduce al (eterno) presente, y todo gira alrede- 
dor del eje del propio ego personal de cada uno y de la propia vida". Puede 
que mas que nunca el individuo dependa del juego de las fuerzas del merca- 
do —del que dificilmente alcance a ser consciente, y menos aiin a compren- 
derlo o anticiparlo-, pero tendra que pagar individualmente por cada deci- 
sion que tome o deje de tomar. "El modo en que uno vive se vuelve la solution 
biogrdfica a contradicciones sistemicas \ o mas bien, eso es lo que se les ensena 
a los desventurados individuos y lo que estos acaban por creer (de hecho, una 
"solucion biografica a contradicciones sistemicas" es un oxfmoron: puede 
buscarsela, pero no encontrarsela). Pero no son solo los politicos que se lavan 
las manos quienes echan las contradicciones sistemicas sobre los hombros de 
sus sujetos. Los consultores especialistas comparten la responsabilidad: "arro- 
jan sus contradicciones y conflictos ante los individuos, dejandoles una invi- 
tacion bienintencionada a juzgar crfticamente eso que ha sido arrojado segun 
su propio criterio 

La razon principal por la que las recomendaciones de los expertos no ayu- 
dan demasiado a sus clientes, y de cualquier manera nunca lo suficiente, no 
son ni la escasez del conocimiento absorbido individualmente ni alguna cla- 
se de debilidad en las facultades racionales de los individuos. Incluso si se su- 
pone (en muchos casos, si no en la mayorfa, contra toda evidencia) que la re- 
comendacion de los expertos a los individuos de que "tomen las riendas del 
asunto" es sensata, y que si se la pone en practica puede conferirle a los indi- 
viduos un mayor control sobre sus vidas, queda todavia el gran problema de 
los recursos sin los cuales no puede atenderse esa recomendacion, y mucho 
menos hacer buen uso de ella. 

Los sujetos de los Estados contemporaneos son individuos porque estan 
destinados a serlo: los factores que constituyen su individualidad -confina- 
miento a recursos individuals y responsabilidad individual sobre los resulta- 
dos de sus elecciones de vida- no estan sujetos a opcion. Hoy en dia, todos 
somos "individuos dejure\ Esto no significa, sin embargo, que todos seamos 
individuos de facto. Muy a menudo, el control sobre la propia vida es mas un 
modo de contarla que la manera en que efectivamente se la vive. 

Paradojicamente, el llamamiento a tomar las riendas de la propia vida de 
manera individual, y la presion que exige hacerlo, quiza den como resultado 
un control aun menos individual sobre su curso. Ese llamamiento y esas pre- 
siones distraen la atencion y la voluntad de los individuos de las condiciones 
fijadas colectivamente que son las que determinan la agenda y las perspecti- 



92 



POLITICA GLOBAL 



vas de sus elecciones y esfuerzos individuales. Esos llamamientos y esas pre- 
siones minimizan la imporrancia de las causas comunes y las iniciativas soli- 
darias y separan a los factores considerados importantes para el planeamien- 
to de una vida de la categoria de sociedad entendida como un todo. Ese 
llamamiento y esas presiones insinuan que nada puede obtenerse con el he- 
cho de aunar esfuerzos y de actuar en concierto; mas aun, que mientras que 
las dificultades individuales pueden ser moldeadas y trabajadas a voluntad, el 
funcionamiento de la sociedad ha sido decidido de una vez y para siempre y 
ya no esta sujeto a una reforma consciente, Una vida individual es un puna- 
do de alternativas, pero no hay una aiternativa para la forma de la sociedad 
en la que se vive esa vida, Sobre todo, "lo privado" y "lo publico" han sido 
dispuestos en diferentes esferas, y permanecen incomunicados y ambas esfe- 
ras estan sujetas a logicas diferentes y virtual mente intraducibles. 

Esa impresion se basa y se sostiene, por un lado, en la individualizacion 
forzosa de los intereses, proyectos y actividades, y por el otro, en el debilita- 
miento del poder del Estado-nacion. La actual soberania politica de los Es- 
tados no es mas que una sombra de la multifacetica autonomi'a politica, eco- 
nomica, militar y cultural de los Estados de antano, modelada segiin el 
patron del Totale Staat, Hay poco que los Estados soberanos de hoy puedan 
hacer, y menos aun que sus gobiernos se atrevan a llevar a cabo, para conte- 
ner las presiones del capital, las finanzas y el comercio (incluido el comercio 
cultural) de caracter global izado. Si se vieran instados por sus sujetos a reafir- 
mar sus propias norm as de justicia y propiedad, los gobiernos en su mayor 
parte replicanan que nada pueden hacer al respecto sin "ahuyentar a los in- 
versores" y por ende atentar contra el PBN y el bienestar de la nacion y todos 
sus miembros. Dirfan que las reglas del juego que estan obligados a jugar han 
sido di spues tas (y pueden ser revisadas a vol un tad) por fuerzas sobre las que 
tienen una influencia minima, si es que tienen alguna. ^Cuales fuerzas? Unas 
tan anonimas como los nombres tras los que se esconden: competencia, con- 
diciones de comercio, mercados mundiales, inversores globales. Fuerzas sin 
residencia fija; ex traterri tori ales, a diferencia de los poderes eminentemente 
territoriales del Estado; y capaces de moverse libremente al reded or del plane- 
ta, en con tras te con las agendas del Estado que, o bien para peor o bien pa- 
ra mejor, se man tienen irrevocablemente sujetas al suelo. Fuerzas cam bi antes 
y huidizas, esquivas, dificiles de localizar e imposibles de atrapar. 

De modo que, por un lado, hay un interes menguante por parte de los in- 
dividuos con respecto a sus temas comunes o compartidos. Este marchita- 



LA GRAN SEPARAClON, SEGUNDA EASE 



93 



miento del interes es apoyado y secundado por un Estado que se muestra gus- 
toso de ceder tantas de sus antiguas responsabilidades como le sea posible a 
intereses y preocupaciones privadas. Por otro lado, existe una creciente impo- 
tencia del Estado para mantener el equilibrio de sus cuentas dentro de las 
prop i as fronteras o para imponer sus norm as en cuanto a la proteccion, la se- 
guridad colectiva, los principios eticos y los modelos de justicia que mitiga- 
rian la insegurldad y aliviarian la incertidumbre que socava la confianza de 
los individuos en si mismos, condicion necesaria de roda participacion soste- 
nida en los asuntos publico*. El resultado con junto de estos dos procesos es 
el crecimiento de la brecha entre "lo publico" y "lo privado", y la lenta pero 
inexorable desaparicion del arte de la traduccion redproca entre los proble- 
mas privados y los asuntos publicos, la savia vital de toda polftica. Contra 
Aristoteles, pareciera que la nocion del bien y el mal en su forma privatizada 
actual ya no suscita la idea de la "buena sociedad" (o del mal social, para el 
caso); y cualquiera sea la esperanza de una bondad supraindividual que se 
conjure, diffcilmente se le conferina al Estado. 



Incertidumbre: 
la ratz principal de la inhibicion politica 

La capacidad de aprender es un arma poderosa, quizas la mas poderosa del 
arsenal humano; sin embargo, eso vale solamente para un entorno predeci- 
ble, en el que> como regla general, siempre o casi siempre se premian ciertas 
conductas y se castigan otras. La capacidad humana de aprender, memorizar 
y adoptar como habito un tipo de conducta que en el pasado demostro ser 
exitosa (es decir, que resulto gratificante) puede ser sin embargo suicida si las 
relaciones entre los actos y sus consecuencias son aleatorias y efimeras y cam- 
bian sin previo aviso. 

Hace poco, Richard Sennett volvio a visitar a los empleados de una pana- 
deria de Nueva York que habia estudiado treinta anos atras. 22 Descubrio, con 
el beneficio de la retrospectiva, que el "tiempo rutinario" del que los panade- 
ros neoyorquinos se habian quejado en el pasado y que en ese entonces ha- 
bian afirmado detestar creaba a pesar de todo un "ambito en el que los tra- 

22 Richard Sennett, The Corrosion of Character..., ob. cit., pp. 43, 31, 25. 



94 



POLlTICA GLOBAL 



bajadores podian hacer valer sus reivindicaciones, un ambito que les confer fa 
poder". Segun la conclusion de Sennett, la rutina "puede degradar, pero tam- 
bien proteger; puede descomponer el trabajo, pero tambien componer una 
vida". Pero la rutina es lo ultimo que esperariamos encontrar en el actual re- 
gimen de dominacion que (para citar a Beck) prepara el terreno para la btis- 
queda de soluciones biograficas a contradicciones sistemicas. En la actual!- 
dad, las condiciones cambian abruptamente y desafian toda prediccion 
razonable, ya que no siguen una misma logica o un patron discernible. Eso 
da como resultado la experiencia de una temporalidad deshilvanada, que se 
tambalea de un episodio inesperado a otro, y pone en jaque "la formacion de 
la personalidad como un relato continuo". Puede que los trabajadores de mas 
edad recuerden que en su juventud los proyectos de vida soh'an ser a largo 
plazo, como lo eran tambien los compromisos y las solidaridades, pero se pre- 
guntan si la idea de "largo plazo" tiene aiin algo de real. Se encuentran en 
problemas a la hora de explicar el significado de esa idea a los mas jovenes, 
quienes logicamente no comparten sus recuerdos, y extraen su saber del mun- 
do de lo que ven a su alrededor. Como uno de los entrevistados por Sennett 
confeso: "No puede imaginarse lo estiipido que me siento cuando les hablo 
a mis hijos del compromiso. Para ellos, es una virtud abstracta; no la ven en 
ningun lado". 

En el antiguo regimen de dominacion, las dos partes de la relacion de po- 
der sabian perfectamente que estaban destinados a permanecer por mucho 
tiempo en mutua compama, porque no podian "arreglarselas solos". El com- 
promiso era reciproco. En la "fabrica fordista" arquetipica, el tipo ideal hacia el 
que todas las instituciones de la "modernidad solida" tendian, Henry Ford de- 
pendfa de sus trabajadores para conservar su poder y sus riquezas tanto como 
estos lo necesitaban a el para ganarse el sustento. Ambas partes sabian perfec- 
tamente que volverian a encontrarse al dfa siguiente y en los meses y anos por 
venir. Esta perspectiva temporal les permitia percibir sus relaciones como un 
"conflicto de intereses" (podia haber desagrado, pero no conflicto, entre me- 
ros transeiintes), y los llevaba a empenarse en mitigarlo, hacerlo tolerable, e in- 
cluso en intentar resolverlo para satisfaccion mutua. Por mas antagonica, de- 
sagradable e irritante que pudiera ser la convivencia, las partes estaban 
dispuestas a negociar un modus vivendi acep table para ambas una vez que se 
les hacia patente que esa convivencia seria duradera. Tras negociar esa moda- 
lidad de union, creerian en su longevidad. De ese modo, ganarian un marco 
solido y confiable en el que inscribir y sostener sus planes y expectativas para 



LA GRAN SEPARACIOM SEC UN DA FASE 



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el futuro. Esta ganancia es el principal motivo para comprometerse en una ne- 
gociacion. La perspectiva de esa ganancia es lo que hace que las partes se mues- 
rren interesadas en sentarse a discutir, polemizar, comprometerse y llegar a un 
acuerdo; de hecho, es la condicion de posibilidad del proceso en si mismo. 

Hoy en dia, sin embargo, a la gente le resulta cada vez mas dificil creer en 
la premisa de que "volveremos a encontrarnos". Los person ajes que partici- 
pan en el juego de la vida vienen y se van, y estan destinados a desaparecer y 
a ser reemplazados muchas veces a medida que el juego avanza. El escenario 
en el que se desarrolla la accion cambia constantemente, a una velocidad que 
hace dificil o imposible percibir o retener lo percibido. Las tramas, los esce- 
narios y los personajes cambian mucho antes de que los actores- jugadores* 
hayan podido terminar de decir sus parlamentos. 

No queda claro cuales son las reglas del juego que se esta jugando. A ve- 
ces, los jugadores hacen bien en dudar que verdaderamente haya reglas, o que 
si las hay, sean las mismas para todos los jugadores. Alain Pey refute es table- 
cio el origen del espectacular estallido de energia creativa de la epoca moder- 
na en la extendida confianza en uno mismo y los demas, que descansaba en 
la longevtdad y autoridad indiscutible de las instituciones sociales. "Pour 
croltre, il faut croire: mais en quoi?" ["Para crear, hace falta creer: <pero en 
que?"]. 23 A Pey refute le preocupa que la confianza se marchite una vez que el 
suelo en el que ha sido plantada se vuelve, como las instituciones sociales de 
nuestra epoca, endeble. Cuando la confianza no tiene un terreno firme para 
echar rakes, el coraje necesario para correr riesgos, asumir responsabilidades 
y contraer compromisos a largo plazo, se desvanece. 

En mis arios de estudiante, uno de los personajes mas populares de la cien- 
cia que estudiaba el comportamiento animal era un pez llamado "espinoso". 
El macho del pez espinoso construye un nido para que la hembra desove y al- 
macene sus huevas, y protege el nido hasta que las crias emergen de las hue- 
vas. Una linea divisoria imaginaria separa el "territorio propio" alrededor del 

Bauman utiliza cl term i no "player", que significa ran to "jugador" como "actor" (mas bien 
en el scntido teatral). Aqm resulta importanre manrener los scntidos de ambos terminos, de 
modo que nos arricsgamos a emplear un sustamivo complies to, tan incomodo e innarural 
en espanol. (N. de T) 

1S Alain Peyrefirte, la societe de confiance. Essai sur les origines de developpement, Odile Jacob, 
1998, pp. 514-517, 539 [trad, esp.: La sociedad de la confianza, Barcelona, Andres Bello, 
19961. 



96 



POLfTICA GLOBAL 



nido (es decir, el espacio que el macho defiende contra los intrusos, atacan- 
do a todo espinoso macho que ose penetrar en el penmetro) del "territorio 
ajeno" (es decir, todo el restante espacio, del que el macho huye si se topa ac- 
cidentalmente con otro miembro de la especie). Como experimento de labo- 
ratorio, se coloco a dos espinosos machos, durante la epoca de desove, en un 
mismo tanque de agua, demasiado pequeno como para mantener sus respec- 
tivos "territorios propios" separados. Los machos, confundidos al recibir sena- 
les contradictorias e irreconciliables, y por ende incapaces de elegir cabal men- 
te entre el combate y la huida, asumian una postura vertical de "ni una cosa 
ni la otra" y enterraban la cabeza en la arena: una postura, como es obvio, 
completamente irrelevante para enfrentarse al dilema ante el que se encontra- 
ban, y menos aiin para resolverlo. Desde mis arios de estudiante, el estudio 
comparativo del comportamiento animal ha avanzado considerablemente. 
Puede que los espinosos hayan caido en el olvido, pero su conducta idiosin- 
crasica ha sido reconocida como la manifestation de una regularidad mucho 
mas general, probablemente universal. Cuando se los enfrenta a senales con- 
tradictorias, ambivalentes, ilegibles, inconstantes y labiles, los animales tien- 
den a desarrollar una inhibition, una suerte de paralisis del comportamiento. 
Los modos de comportamiento aprendidos y asumidos como habito se sus- 
penden. Lo que sigue luego es o bien una depresion del comportamiento que 
se manifiesta en la inaction, o bien el recurso a la "conducta irracional", es 
decir, que el comportamiento se relaciona vagamente, si es que se relaciona 
de algun modo> con la situacion que produjo el conflicto. Si se elige la segun- 
da opcion, la tension tiende a liberarse temporalmente mediante una agresion 
absurda que deja intactas las causas del conflicto. Se han observado alternati- 
vas de conducta si mil ares en el caso de senales que son maniflestamente cla- 
ras pero que conllevan un peligro que no puede evitarse, haga lo que haga el 
animal amenazado (huir o combatir es indistinto). 

Ambas situaciones dominan la vida humana en el "estadio liquido" 24 de la 
modernidad. Por lo general, las senales indicadoras y los puntos de orienta- 
tion, lejos de mantenerse en su lugar, parecen tener sus propias rueditas; cam- 
bian de position antes de que se pueda llegar a los lugares a los que apuntan, 
y rara vez se quedan en sus puestos el tiempo necesario para que los viajeros 
memoricen el trayecto. Por lo general, lo que hay sobre todo son senales en 
los cruces de caminos, que indican una ruta distinta para el destino que se 

?A Vcasc mi libro Liquid Modernity, ob. cit. 



LA GRAN SEPARACION, S EG UN DA FASE 



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busca, o apuntan a destinos diferentes, insolitos y nunca visitados, y por esa 
razon tentadores. En cada uno dc estos casos, el resultado es una ambivalen- 
cia que genera angustia. Para hacer la situacion mas engariosa e irrirante aun> 
las pocas senales que son desacostumbradamente claras, indiscutibles y por lo 
tan to consideradas confiables, llevan por caminos que muchos viajeros no 
podrian emprender, por faltarles los recursos necesarios o porque se les impe- 
diria el paso. La imposibilidad de alcanzar el destino considerado digno por 
ranta gente es una experiencia dolorosa. Ser excluido de los intentos que tan- 
tos hacen por llegar a ese destino tan atractivo, o carecer de los recursos ne- 
cesarios para intentarlo, trae aparejada la conciencia de que el dolor es in mi- 
nente y que, sin embargo, no hay nada que quien se dispone a sufrir pueda 
hacer para evitarlo o escapar de eh Precisamente, este es el tipo de situacion 
que se espera excluya tod a posibilidad de accionar racional y active en su lu- 
gar la inhibicion o la agresion aleatoria e inconduccnte. 

No resulta extrano que abunden los smtomas de las dos reacciones carac- 
tensticas a la ambigtiedad y la incertidumbre, y que ganen cada vez mayor 
notoriedad y reconocimiento publico. 

Por un lado, el in teres en la "Politica" con "P" mayiiscula (es decir, en los 
movi mien tos exphcitamente politicos, en los partidos politicos y en la com- 
posicion de los programas de gobierno) y la intensidad y el vigor de las creen- 
cias polfticas, sin con tar la participacion activa y diaria en las actividades tra- 
dicionalmente consideradas polfticas, se estan evaporando aceleradamente. A 
tono con el espiritu de la epoca, se espera que los "ciudadanos" no miren mas 
alia del proximo recorte impositivo o aumento jubilatorio, y que no tengan 
mas intereses que filas mas cortas en los hospitales, menos mendigos en las 
calles, mas criminales en la carcel o un descubrimiento mas rapido del poten- 
cial toxico de los alimentos. Pocos, si es que alguno entre los politicos consu- 
mados fuera capaz de reunir el coraje necesario para proponer el proyecto de 
una "buena sociedad" a los votantes, quienes habiendose quemado mas de 
una vez las manos por ponerlas en el fuego prefieren un presente diferentea un 
futuro mejor. Figuras politicas eminentes como Laurent Fabius, 25 en los esca- 
sos momentos en los que se atreven a proponer "una idea" (en el caso de Fa- 
bius, una idea mas bien banal de "ecodesarrollo", es decir, de un desarrollo 
compatible con un enfoque ecologico; de todos modos, es una maniobra ne- 
cesaria, debida mas a las fricciones de la "izquierda plural" francesa que al 

:s Laurent Fabius> "Le temps des projets", en: Le Monde, 1° de junio de 2001, pp. 1, 16. 



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POLfTICA GLOBAL 



aperito de los h'deres de grandes proyectos), se sienten obligadas a disculpar- 
se inmcdiatamente al publico por hablar de algo cuya implementacion demo- 
rara mas que unos pocos dias: "J'entend deja certains commentaires: pour- 
quoi, diable, le ministre francais de l'economie et des finances reflechit-il au 
longe terme? Ne devrait-il pas se concentrer plutot sur la gestion inmedia- 
te... ?". 26 

No parece haber mercado para los proyectos de una "buena sociedad" a lar- 
go plazo. La oferta es muy reducida, y la demanda proyectada noes mayor. El 
in teres en el gobierno del pais y sus tareas, si es que queda alguno, tiende a ser 
tan a corto plazo como las campanas de gestion de crisis de los ministros. La 
idea de cambtar un futuro mas lejano no suscita demasiado entusiasmo por- 
que no se ve que haya una conexion entre el accionar p resent e de los ciudada- 
nos (o mas bien, su apatia) y la forma que adoptara el porvenir. Luc Boltans- 
ki y Eve Chiapello descubrieron que en la actual idad, en los lugares de trabajo 
los empleados "ya no hacen carrera, si no que pasan de un proyecto a otro; el 
exito en un proyecto les franquea el acceso al siguiente". 27 Es bien sabido que 
para Tony Blair el interes de ganar una eleccion es ganar la siguiente. 

La otra reaccion comun a la impotencia, la agresion, es menos una alter- 
nativa que un complemento de la inhibicion. Por lo general, ambas respues- 
tas son activadas simultaneamente. La retirada del agora, por la que la lucha 
politica se deja en manos de pequehas unidades profesionales de alta tecno- 
logia debido a que sus resultados no parecen depender del coraje individual 
de los soldados, se acompaha del despliegue del restante espiritu de combate 
en sitios mas a la mano y aparentemente mas faciles de conquistan Los "cin- 
co minutos de odio" de Orwell ya no son orquestados por los gobernantes de 
un pais: como la mayona de las cosas sujetas al principio de "subsidiariedad", 
han sido desregulados, privatizados y abandonados a la iniciativa local, o me- 
jor aun, personal. 

Unay otra vez la prensa sensacionalista llena la vacante, haciendo lo me- 
jor que puede por condensar, canalizar y enfocar las frustraciones difusas y 
dispersas de los inhibidos politicamente: se muestra gustosa de poder ayu- 
dar seleccionando objetivos sobre los cuales descargar la energi'a aun sin ex- 

26 "Comienzo a oir ciertos comcnrarios: ,;por que diablos ci ministro de cconomia y finanzas 
de Francia piensa cn el largo plazo? ^No deberia mas bien concentrarse en la gestion in me- 
diata...?". 

2T Luc Boltanski y Eve Chiapello, Le nouvel esprit du capitalume, ob. cit., p. 144. 



LA GRAN SEPARAClON, SEGUNDA FASE 



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plotar que reside en las preocupaciones de las "causas comuncs". Nunca hay 
escasez de figuras para encarnar el miedo y el odio, como los pedofilos que 
vuelven a casa tras una temporada en prision, las "invasiones de mendigos", 
los "atracadores", los "vandalos", los "vagos", los "falsos buscadores de asilo" 
o los inmigrantes "que usurpan nuestros empleos". Ya que por mas que se 
combata a estas figuras la incertidumbre sigue siendo tan desalentadora, y 
que dificilmente se pueda aliviar el lacerante dolor de la impotencia por mas 
tiempo del que dura cada sucesivo estallido de agresion, se necesitan cons- 
tan temence nuevos objetos de odio y blancos de agresion. La prensa sensa- 
cionalista, muy atentamente, los descubre o los inventa, y se los suministra 
precocidos y listos para consumir a sus ansiosos leccores. Pero todos los es- 
fuerzos de la prensa sensacionalista, por mas ingeniosos que estos puedan 
ser, serian en vano si no existiese ya una profunda y abundance angustia, des- 
viada de su causa genuina, y en la busqueda desesperada de valvulas de es- 
cape alter nativas. 

La orquestacion de la agresion rara vez libera por completo la energia 
agresiva que genera la constante incertidumbre sumada a la impotencia per- 
sistence. Queda suficiente para derramarse sobre los sectores privados de la 
red de lazos sociales -asodaciones, familias, vecindarios, grupos de compane- 
ros de trabajo- y saturarlos. Todos estos tienden hoy en dia a convertirse en 
lugares de violencia, a menudo denominada "gratuita" por quienes no parti- 
cipan en ella, por no tener razon aparente, y mucho menos un proposito ra- 
cional. Los hogares fami Hares se vuelven campos de batalla sustitutos para el 
juego de la autodeterminacion que ha sido desalojado de la escena publica. 
Lo mismo ocurre con los vecindarios rigurosamente vigilados desde los cua- 
les uno esperaria poder dictar las reglas del juego de la exclusion mas que ser 
su desafortunado bianco. Lo mismo ocurre con los lugares de trabajo, que fa- 
cilmente dejan de ser refugios para la solidaridad y la coope radon, y se con- 
vierten en un ambito de competencia salvaje en la que cada uno se las arre- 
gla como puede. 

Todos esos medios para combatir al fantasma de la impotencia son irra- 
cionales en tanto son totalmente inconducentes. Ni siquiera se acercan a las 
verdaderas causas del dolor, y las dejan intactas. Sin embargo, en esas circuns- 
tancias, y mientras la raiz del problema permanezca obstinadamente inalcan- 
zable, o al menos se la considere asi, los medios mencionados pueden ser con- 
siderados "racionales" en el sentido de una racionalizacion psicologica de un 
anhelo insatisfecho de autodeterminacion y autoestima. Cualquiera sea el ve- 



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POLITICA GLOBAL 



redicto, es indiscutible que los canales de escape sustitutos para la angustia 
generada por la combination de incertidumbre e impotencia profundizan e 
intensifican, mas de lo que aplacan, la angustia que debian combatir o disol- 
ver. Tienden a erosionar o a destruir los lazos de los compromisos mutuos, 
condition sine qua non del accionar solidario, sin el cual no pueden alcan- 
zarse las verdaderas fuentes de la angustia ni atacarlas. 

Sin embargo, proteger la ley y el orden es una de las funciones ortodoxas 
que, igual que en el pasado, el Estado esta deseoso de cumplir, de modo que 
la agresion autopropulsada y autodirigida no suele tolerarse. El Estado no es- 
ta dispuesto a quedarse observando con pasividad mientras sus sujetos "to- 
man la ley en sus propias manos". La violencia en la familia, el vecindario, la 
callc o el estadio tiende a ser contrarrestada con coercion y represion por par- 
te de los organismos del Estado; sin ser conscientes de ello, quienes la perpe- 
tran se buscan nuevas pruebas de su propia impotencia. El riesgo resulta al- 
go menor si la agresion se redirige hacia uno mismo; hacia el propio cuerpo 
y la propia psiquis. Como las vias de escape alternativas estan bloqueadas o 
plagadas de peligros, seria h'cito suponer que la actual obsesion con el aspec- 
to del cuerpo y el estado flsico (que se manifiesta en las dietas, las pesas, el 
ejercicio aerobico, las rutinas de los "centros de salud" y otros ejercicios ago- 
tadores, y a menudo dolorosos, que recuerdan la tortura autoinfligida del ti- 
po "hagalo usted mismo"), mas alia de sus otras funciones, sirve a la tarea de 
redireccionar esa angustia excedente. Es todavia mas probable que una dis- 
traction similar de energias explique al menos en parte la propagation epide- 
mica de los desordenes bulimicos y anorexicos, el uso adictivo de drogas, los 
problemas alergicos y otras enfermedades psicosomaticas, asf como las mu- 
ch as formas existentes y nuevas de depresion psiquica. 

Todos estos son efectos co late rales de la incertidumbre, que suelen con- 
fundirse con su remedio. La principal victima de esta confusion es el com- 
promiso politico, ese rasgo constitutivo de la ciudadama y, en consecuencia, 
de la politica, en el pnstino sentido aristotelico. 

La segunda secesion 

La crisis de la ciudadama y el desencantamiento respecto del potential del 
compromiso politico que se experimentan en la actualidad se originan en ul- 
tima instancia en la impresion no del todo descabellada de que las agencias 



LA GRAN SEPARACION, SEGUNDA FASE 



101 



de accion efectiva, particularmente de accion colectiva efectiva, y especial men- 
te de accion colectiva efectiva a largo plazo, se encuentran ausentes, y de que 
no aparecen modos evidentes de resucitarlas o concebirlas de nuevo. Como 
podria esperarse de la situacion de discordancia cognitiva resultante, tiende 
a aliviarse el malestar que aquella impresion genera con la creencia adicional 
de que no debe lamentarse el deceso de la accion colectiva debido a que esta 
habia sido, y sera siempre, en el mejor de los casos irrelevant^, y en el peor, 
desfavorable para el avance del bienestar y la felicidad individuates . Puede 
sostenerse, sin embargo, que la aparente credibilidad de esta idea se debe, en 
buena medida, a que "las uvas estan verdes \ 

For mas que asi sea, pareceria que la clave de los problemas que afectan la 
vida polftica con tern poranea e inquietan a quienes la investigan debe buscar- 
se, y con toda probabilidad puede encontrarsela, en los cambios que causaron 
la creciente impotencia de las agencias existentes de accion polftica colectiva. 

Resumiendo las transformaciones fundamentales de los siglos XVIII y XIX, 
Max Weber concluyo que el capitalismo moderno "nacio" con la separacion del 
hogar y el negocio. Muchos aftos despues, Karl Polanyi propondria que esta se- 
paracion, junto con la separacion entre los productores y los medios de produc- 
tion que ya habia advertido Karl Marx, ponia en march a la "Gran Transforma- 
tion" que solemos condensar en nuestra idea de la sociedad moderna. 

Por "casa\ Weber entendia algo mas que la simple cocina compartida, los 
dormitorios, el hogar alrededor del cual la familia se reunia durante las comi- 
das y la gran j a o el taller en los que la misma familia trabajaba. En tiempos 
precapitalistas, el hogar designaba a la compleja red de instituciones interco- 
nectadas -vecindarios, aldeas, municipios, parroquias, corporaciones profesio- 
nales- en la que el hogar familiar estaba firmemente entramado. En ese com- 
plejo, la mayor parte de los cabos sueltos de la human idad se entrelazaban. Ese 
complejo comportaba todo lo necesario para reproducir rutinariamente el pa- 
tron de la vida comun y el orden de las relaciones humanas. Asimismo, ese 
complejo era el efectivo custodio colectivo de las nor mas eticas de respeto obli- 
gatorio para todos, de los derechos, los deberes y las obligaciones que toda la 
comun idad debi'a observar: su unico custodio, y por la mayor parte de su his- 
torian un custodio suficiente. 

Al cortar sus ataduras con el complejo centrado en el hogar familiar, la ini- 
ciativa comercial encontro una fibertad verdaderamente sin precedentes. Se 
libero de las trabas de las obligaciones eticas y los compromises a largo plazo. 
Se convirtio, en un grado hasta el momento desconocido, en un terreno libre 



102 



POLlTICA GLOBAL 



de normas y reglas. O, mas bien, fue libre de establecer sus propias normas 
y reglas, y de pasar por alto las normas y reglas que otros hubieran abrazado y 
considerado inapelables. Pudo subordinar su propio accionar -desde la con- 
cepcion hasta la puesta en practica- a la biisqueda del beneficio y al calculo 
racional de ganancias y perdidas, y prestar poca o ninguna atencion a los efec- 
tos que ese accionar podria tener sobre la vida de la genre directamente invo- 
lucrada o afectada de modo indirecto. 

Las consecuencias inmediatas de ese cambio fundamental son bien cono- 
cidas. El perfodo de "despegue" del capitalismo moderno paso a la historia 
como una epoca de flagrante codicia y crueldad desenfrenada para con los se- 
res humanos mas simples y menos afortunados, la epoca de las "fabricas os- 
curas y satanicas", atestadas, mugrientas y malolientes, del hedor y la miseria 
de los barrios pobres cada vez mas populosos, de la cada vez mayor polariza- 
tion entre quienes tenian y quienes no, y de la creciente pobreza, miseria y 
penuria de la vida de las masas. 

Las inescrupulosas hazanas de los primeros empresarios, embriagados con 
el vasto espacio vacio que les habian quitado a las tierras trabajadas de los ta- 
Ueres familiares, las corporaciones profesionales y las parroquias, suscitaron 
un clamor moral masivo, casi universal. Pero las que j as de los desheredados y 
desarraigados y los lamentos de los predicadores eticos habrian sido solo gri- 
tos en la espesura de no ser por los Estados-nacion emergentes que invadte- 
ron la "tierra de nadie" con una deter mi nacion cada vez mayor de hacerse con 
el dominio de esta disputandoselo a quienes hasta el momento la habian ex- 
plotado sin encontrar resistencias. 

El siglo XIX se convirtio en una epoca de restricciones, impuestas una por 
una sobre la inescrupulosa y desbocada busqueda de mayores ganancias. Si- 
guieron a la prohibicion del trabajo infantil la reduccion de la jornada de tra- 
bajo, las regulaciones sobre la seguridad e higiene laboral y una infinita serie 
de medidas que protegian a los mas debiles de la omnipotencia de los pode- 
rosos. Sobre todo, la legalizacion de los sindicatos y de sus estrategias de lu- 
cha les dio, tan to a las victimas efectivas del progreso capitalista como a sus 
victimas futuras, el derecho a defenderse legitimamente. Por ultimo, pero no 
por eso de menor importancia, la constante expansion de los derechos polf- 
ticos, a pesar de que fue arduamente combatida, eventualmente dio como re- 
sultado un consenso "mas alia de la derecha y la izquierda" en la necesidad de 
asegurarse colectivamente contra la desgracia individual, que se expreso en el 
establecimiento del Estado de bienestar. 



LA GRAN SEPARAClON, SEGUNDA FASE 



103 



Hoy en dia, estamos viviendo el proceso de la u Gran Separacion, Segunda 
Fase". El capital ha logrado escapar del marco etico-legal cada vez mas restric- 
tive), prominente y enojoso que el Estado-nacion le impoma, para refugiarse 
en una nueva "tierra de nadie", en la que pocas reglas limitan, restringen o di- 
ficultan la libertad de la iniciativa economica, si es que alguna efectivamente 
lo hace. El nuevo espacio en el que se mueven los nuevos negocios (global es) 
es, para los parametros de los dos ultimos siglos, completa y verdaderamente 
extraterritorial. A los fines practicos, se ha convertido en una especie de "espa- 
cio exterior ' desde el cual es posible planear ataques y golpes relampago que 
ningiin poder de base territorial puede resistir. Ese espacio global esta mas alia 
del alcance de todas las instituciones que velan por las normas de decencia y 
responsabilidad etica existentes. La historia, podrfamos decir, se repite; aunque 
esta vez, a una escala mucho mayor. Y lo mismo ocurre con la miseria y las pe- 
nurias humanas que tienden a ser incubadas y a crecer a medida que la activi- 
dad economica se emancipa del control e'tico y politico. 

Sabemos por el estudio de Alexis de Tocqueville de los anos de decaden- 
cia del ancien regime que los actores de la separacion original podian escapar 
de la red tan facilmente porque la mayoria de las fibras de ese entramado es- 
taban rafdas y endebles y la propia red se encontraba ya en un estado de avan- 
zado deterioro. La actividad economica no queria permanecer atrapada en la 
red; de todos modos, esa red ya no podia sujetarla. De modo que la instau- 
racion pionera por parte de los revolucionarios franceses de una nueva clase 
de autoridad estatal entrometida e indiscreta podia ser vista como un deriva- 
do de la acuciante necesidad de reparar el dano perpetrado por la debilidad 
demasiado evidente de las viejas instituciones que luchaban contra la corrien- 
te, o aun en vano, por detener o al menos demorar la implacable desintegra- 
cion del orden social. Tambien este aspecto de la historia parece repetirse en 
tiempos de la Gran Separacion, Segunda Fase. Una vez mas la actividad eco- 
nomica se ha emancipado de sus ataduras locales: esta vez no del hogar, sino 
del Estado-nacion. Una vez mas ha dispuesto para si un "territorio extraterri- 
torial" en el cual es virtualmente libre de establecer sus propias reglas. Pare- 
cena que el actual "ancien regime' \ en tan to lo representan una multitud de 
Estados-nacion soberanos, se ve cada vez mas incapacitado para demorar, y 
menos aun para detener, la huida de las fuerzas economicas de un control de- 
mocrat ico que hoy, igual que ayer, esta ligado al suelo. Para peor, pareceria 
tambien que cada nuevo acto de escapismo profundiza aun mas la impoten- 
cia del "ancien regime, segunda fase'\ 



104 



POLfTICA GLOBAL 



Hasta su casi completa division en dos bloques dc poder que miraban con 
desaprobacion cualquier negativa a unfrseles (incluso los pocos paises "no ali- 
neados" dispersos buscaban desesperadamente conformar un "bloque sin bio- 
que" propio), la super ficie de la Tierra soli a dividirse en los distintos territo- 
rios mutuamente independientes de los Estados soberanos. Se afirmaba que la 
soberama del Estado era completa e indivisible, y este se esforzaba por cum- 
plir con ese ideal; asimismo, todo Estado soberano estaba dispuesto a asistir 
prontamente a sus pares en defensa de ese principio compartido. 

Tal aspiracion de soberama polftica era ciertamente demandante. Exigfa la 
capacidad de equilibrar las cuentas, defender las propias fronteras y mantener 
a raya a los vecinos potencialmente peligrosos, asi como el poder para ensam- 
blar y ocuparse de un modelo cultural completo que asegurara cada aspecto de 
la vida en comunidad. Por eso, solo una cantidad relativamente escasa de po- 
blaciones pudieron pasar la prueba de la conformacion del Estado. Puede que 
la independencia sea un trofeo codiciado por doquier y avidamente persegui- 
do, pero rue accesible solo para unos pocos elegidos. La Liga de las Naciones, 
a diferencia de las actual es Naciones Unidas, tenia solo unos pocos miembros. 

Todo cambio, sin embargo, una vez que las tres patas (economica, militar 
y cultural) del tnpode de poderes en el que, segiin se suponfa, debi'a descansar 
la soberama polftica comenzaron a sacudirse, desgastarse y caer hechas peda- 
zos, incluso en el caso de los Estados mas antiguos> relativamente ricos y soli- 
dame nte afianzados. Hoy en dia, de pocos Estados-nacion puede decirse, si es 
que puede decirse de alguno, que sean autonomos, y menos aiin que puedan 
mantenerse con sus propios recursos o que sean autosuficientes, economica, 
militar y culturalmente. Pocos Estados podrfan pasar, si es que hay alguno que 
pueda, las pruebas ortodoxas, rigurosas y estrictas que les permitinan arrogar- 
se esa categona. La autarquta economica, militar y cultural ya no es un requi- 
sito para exigir y conceder la independencia poh'tica. El resultado global de to- 
dos estos cambios es la progresiva fragmentacion polftica {balcanizacion, segun 
sugieren algunos observadores) del planeta. Los edificios de las Naciones Uni- 
das, al no estar preparados para tamana explosion, se ven desbordados. 

Sin embargo, la proliferacion de Estados-nacion va de la mano con su 
propio debilitamiento. Pequenos en cuanto a su tamano, a su volumen de re- 
cursos, o en cuanto a ambas cosas, economica y militarmente dependientes y 
culturalmente cortos de miras, tienen un peso mmimo, y una capacidad de 
negociacion y presion demasiado reducida como para alcanzar la categona 
de actores respetados y tenidos en cuenta a un mismo nivel que los principa- 



LA GRAN SEPARAClON, SEGUNDA FASE 



105 



les protagonistas de la escena global. Muchos asientos, quizas la mayoria, del 
salon de actos de las Naciones Unidas —una organization creada para estable- 
cer, hacer cumplir y vigilar las reglas del juego global— estan ocupados por los 
represent antes de las numerosas variedades de "republicas bananeras"; por 
huespedes de la corte de la economfa global mas que por quienes, con inde- 
pendencia de criterio, ingenio y rigurosidad, vayan a fijarle reglas al capital 
"extranjero", o, para mayor correction, al capital nomada. 

Las perspectivas de la polttica global 

,;C6mo explicar este rompecabezas en el que los dos procesos mencionados 
apuntan hacia direcciones opuestas? <Acaso la actual proliferation de unida- 
des politicas nominalmente soberanas se debe a un desfasaje temporal, un 
desperfecto momentaneo que tarde o temprano sera recti ficado? ^Se debe 
acaso a que las instituciones economicas se mueven mas rapido que las estruc- 
turas politicas, menos flexibles y mas reacias a "modernizarse", y se les ade- 
lantan y las dejan atras, al menos en las primeras etapas de la maraton? Con 
respecto a esas estructuras, ^seran capaces de alcanzar, si bien mas lentamen- 
te, la escala de pensamiento y accion que ya ha alcanzado la economia global, 
para asi reinstaurar lo que segun el criterio ortodoxo estariamos dispuestos a 
reconocer como un balance sistemico? Quizas sea esto lo que nos deparara el 
futuro. Sin embargo, hay una serie de hechos que deberian disuadirnos de 
arribar a una conclusion tan apresurada. 

Por estos di'as, no solo se exige soberania polttica mas ruidosa y audazmen- 
te que nunca; y no solo la demandan poblaciones que en el pasado dificil- 
mente la habrian demandado. Ademas, hoy mas que nunca la demanda goza 
del respaldo de la "opinion publica mundial", y mas que nunca la otorgan los 
poderes vigentes (excepto cuando un vecino de mas recursos y potencialmen- 
te nocivo se cruza en el cam i no). Cuando Eslovenia se nego a compart ir su 
recaudacion impositiva con Belgrado, Helmut Kohl afirmo que debia conce- 
dersele la independencia en terminos de su homogeneidad etnica; en esa 
oportunidad, no se hizo referenda alguna a la autosuficiencia economica, po- 
litica o cultural. Eso marco un cambio fundamental en el criterio de indepen- 
dencia politica del nuevo mundo globalizado. 

Para dominar un territorio en un mundo asi (a diferencia de lo que ocu- 
rria en el imperialismo durante la modernidad soli da), no se necesita una in- 



106 



POLITICA GLOBAL 



vasion territorial, ni el envio de tropas para ocupar y patrullar el territorio 
conquistado ni el establecimiento de destacamentos permanentes y oficinas 
administrativas. Por estos dias, todas esas estrategias parecerian, en compara- 
cion con los nuevos medios disponibles, insoportablemente inmanejables, 
engorrosas, problematicas y, sobre todo, costosas. Hoy en dia, el verdadero 
poder se maniflesta en la capacidad de evitar esas estrategias tan anticuadas. 
Una calamidad que se debe evitar mas que ninguna otra, y que los poderosos 
rehiiyen con mayor empeho que nadie, es la necesidad de "atarse al suelo" y 
de asumir la responsabilidad de la administracion diaria de la ley y el orden 
a nivel local, velando por la supervivencia de los residentes locales. Despues 
de todo, ahora es posible conquistar, subordinar y sojuzgar territorios a un 
precio mucho menor. La "independencia" estatal que se le concede a unida- 
des territoriales cada vez mas pequenas y mas debiles ofrece un modo mas ba- 
rato, y por ende "mas racionar, de extender y afianzar la dominacion global. 
La imposition del libre comercio y la abolition de aranceles aduaneros e im- 
puestos de consumo alcanzan hoy para ejercer el tipo de dominio para el que 
en una epoca eran necesarias la conquista militar, la adquisicion y absorcion 
de empresas y la apropiacion del territorio. 

Asi es que la soberama estatal se hace mas facil de obtener, a la vez que su 
alcance y contenidos se empobrecen progresivamente. A medida que la auto- 
norma economica, militar y cultural se vuelve rapidamente cosa del pasado, y 
su supervivencia toma cada vez mas la forma de una fiction o una premisa va- 
da ("conceptos zombi", para emplear el ingenioso termino de Ulrich Beck), el 
Estado tiende a ser reducido a la categona de un precinto policial ampliado y 
enaltecido. Se espera de el que mantenga la ley y el orden en el suelo nacional, 
evitando asi que el territorio bajo su dominio se convierta en una "zona pro- 
hibida" para los capitales nomadas. Parte crucial de la responsabilidad sobre 
"la ley y el orden" que se espera que el Estado al que se le ha concedido la in- 
dependencia cargue sobre sus espaldas es la custodia de la selectividad osmo- 
tica: separar las cosas y personas que pueden entrar de aquellas que es mejor 
detener en la frontera. 

Otra de sus funciones consiste en ocuparse de que el pais ofrezca a aque- 
llos a los que ha permitido entrar, a los representantes itinerantes de los capi- 
tales nomadas, un ambito hospitalario y ventajoso en el que con gusto, si bien 
solo hasta nuevo aviso, monten su campamento. Ese efecto puede conseguir- 
se si los impuestos se recortan una y otra vez, si la regulacion de las condicio- 
nes laborales se reduce a un mmimo, si se pacifica o amordaza a las organiza- 



LA GRAN SEPARAClON, SEGUNDA FASE 



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ciones defensoras de los trabajadores, y sobre todo si no se establecen restric- 
ciones sobre la libre entrada y salida de ese capital. Despues de todo, la con- 
dicion sine qua non para mantener contentos a los "inversores globales" y pa- 
ra inducirlos a buscar ganancias en el propio pais y no en otros es hacer la 
situacion de los productores y consumidores nativos lo mas precaria posible. 
La precarite [precariedad], como ha afirmado repetidamente Pierre Bour- 
dieu, 28 es el seguro mas confiable contra la resistencia efectiva o la rebelion 
contra los poderes que sean; y asimismo, en nuestra epoca, contra aquellos 
que se enfrenten a las presiones globalizadoras. 

Para resumir: la global izacion en su forma actual exige que la soberania es- 
tatal ortodoxa se vea gravemente restringida. Por el contrario, el vaciamiento 
de las prerrogativas ortodoxas de la soberania estatal es, para los actores del ca- 
pital global, la codiciada garantia infalible de su indiscutida dominacion glo- 
bal. En vista de esta interdependencia, uno se pregunta si la actual fragmenta- 
tion politica —que ha vuelto inviable e inverosimil, si no inconcebible, toda 
accion politica (y menos aun democraticamente supervisada) que se pretenda 
en igualdad de condiciones con el alcance global de las fuerzas economicas- 
es de hecho consecuencia de un "retraso temporal" (un desperfecto momenta- 
neo de un sistema instant an eamente dislocado, una aberration que sera inde- 
fectiblemente remediada en el largo plazo), como se ha sugerido. <No sera mas 
bien, acaso, un rasgo endemico y duradero de un sistema global emergente di- 
fe rente de todos los sistemas sociales que hemos conocido hasta el mo men to? 
<;No seran las mutuas dislocaciones de elementos, los constantes desequili- 
brios, la infinita serie de perturbaciones y disrupciones que dan como resulta- 
do la produccion masiva de incertidumbre en todos los niveles de la organ iza- 
cion social las mismas cualidades que hacen del "nuevo desorden mundial" 
(para emplear la oportuna frase de Kenneth jowitt) un sistema?. El interrogan- 
te queda abierto y sin respuesta inmediata, y ha de permanecer asi en tan to y 
en cuanto no sea mas que un interrogante teorico. La respuesta, cualquiera re- 
sulte ser, solo puede proporcionarla la prdctica politica. 

Debido a que bajo un regimen de interdependencia global las posibilida- 
des de que las acciones sean efectivas y de que sus resultados sean satisfacto- 
rtos son inconstantes y erraticas y, sobre todas las cosas, se resisten a cualquier 
determinacion, la movilidad se vuelve uno de los recursos mas preciosos y 
buscados. Si las posibilidades no pueden ser "sujetadas en su sitio" y hechas 

2S Vease, por ejemplo, su libro Contre-feux y ob. cit. 



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POLfTICA GLOBAL 



durar, uno debe ir alii donde las posibilidades se presentan cuando estas se 
presentan, sin verse obstaculizado por compromise* locales, libre de cortar 
las ataduras que lo fijan al suelo, levantar campamento sin previo aviso y via- 
jar sin equipaje. La capacidad de moverse se ha vuelto el principal factor, 
quizas el primordial, de la estratificacion de la jerarquia global emergente. 
No resulta extrano que esta capacidad tienda a distribuirse de manera aha- 
mente desigual, y que se haya convertidoen un foco de conflicto y un objeti- 
vo principal en la lucha competitiva. El principal ractor de estratificacion 
juega un papel decisivo en la nueva polar izacion de oportunidades y estan- 
dares de vida, en los espacios para la autodeterminacion y en la medida de 
la libertad individual. 

A pesar de las apariencias (que insinuan y hacen creibles las estadisticas de 
trafico aereo, las ventas de automotores, o la saturacion de las redes de tele- 
foma movil, que tienden como regla a informar los "totales" o los 4 pro me- 
dios", con lo que se ocultan mas de lo que se revelan los efectos sociales del 
"crecimiento")> la movilidad sigue siendo un recurso escaso. Como informan 
cifras recientes, 29 los viajes de larga distancia son mayormente el privilegio de 
los residentes de Europa occidental y del sur y de los Estados Unidos, a la vez 
que el 20% mas rico de el los viaja aproximadamente 3,5 veces mas lejos que 
el 20% mas pobre. Despues de todo, el 98% de la poblacion mundial nunca 
se desplaza de un lugar a otro para establecerse, a la vez que en la prospera 
Gran Bretana el 50% de la poblacion aun vive a 8 kilometros del lugar en el 
que nacio. 

La evidente desigualdad en el acceso a la movilidad no es solo el efecto es- 
perable, otrora "natural ', de la diferencia entre los ingresos. La diferenciacion 
de las posibilidades de movilidad es una de las pocas estrategias que los go- 
biernos de las areas mas prosperas emplean con avidez y constancia a la hora 
de negociar con la poblacion de las que lo son menos. Esa diferenciacion se 
implementa meticulosamente y se defiende con laboriosidad. El desmantela- 
miento de todas las barreras que obstaculizan el libre movimiento del capital 
y sus portadores se complementa con la ereccion de nuevas barreras, mas al- 
tas e infranqueables, contra la multitud deseosa de actuar del mismo modo e 
ir donde las oportunidades llaman. Se alienta a viajar para obtener beneficios, 
mientras que se condena a quienes viajan para sobrevivir -para alegria de los 

■ 9 Vease Judith Doyle y Max Nathan, "The hypermobile must not be allowed to rule roost 1 ', 
en: Guardian, 23 de ahril de 2001, p. 23. 



LA GRAN SEPARAClON, SEGUNDA FASE 



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traficantes de "inmigrantes ilegales" y a pesar de los ocasionales arrestos de 
horror e indignacion causados por el espectaculo de "inmigrantes economic 
cos" ahogados o asfixiados en su vano intento de alcanzar la tierra del pan y 
el agua potable-. El mundo globalizado es un sitio agradable y hospitalario 
para los turistas, pero es hostil e inhospito para los vagabundos. A estos ulti- 
mos se les impide seguir el patron que los primeros ban establecido. Pero, 
desde el primer momento, ese patron no rue pensado para ellos. Ademas, si 
hubiera si do disenado para la adopcion masiva y no para el privilegio exclu- 
sivo y bien salvaguardado de unos pocos, no les traena los beneficios por los 
cuales sus impulsores y beneficiarios lo habian celebrado. 

No resulta extrano, entonces, que la conrinuada globalizacion de la de- 
pendencia humana suscite reacciones ambiguas y a veces contradictorias. La 
globalizacion no carece de predicadores entusiastas, profetas epicos o poetas 
liricos. Cuenta, tarn bien, con sus propios Jeremfas. Si bien las reacciones son 
muchas y diversas, puede agruparselas a todas en dos categories. 

La primera categona coincide aproximadamente con el rapido crecimien- 
to de las tendencias comunitarias. Uno podria pensar que, ya que el Estado- 
nacion evidentemente no ha podido proteger a sus sujetos de la creciente 
oleada de incertidumbre, quizas pueda encontrarse algun tipo de salvacion en 
la reduccion de gastos. O bien que ya que la diversidad y la pluralidad se acer- 
can tan ostensiblemente a la terrible amenaza de la precarite, quizas la unifor- 
midad de identidades sea un mejor vehfculo para la seguridad que tan urgen- 
temente se necesita. Que quizas la hermandad de la nacion devuelva la 
confianza perdida, y proporcione la seguridad que la republica de los ciuda- 
danos es tan abominablemente incapaz de proporcionar. Que si la solidari- 
dad entre los diferentes es tan diflcil de lograr (y tampoco es buscada con par- 
ticulates ansias), a lo mejor uno podria retirarse a la solidaridad de los 
vinculos primordiales, y preceder al proceso politico antes que seguirse los pa- 
sos en su diflcil negociacion, sus compromisos y sus resultados inciertos. E 
incluso, que uno podria saltearse por completo el proceso politico y desha- 
cerse del problema cada vez mas desconcertante de la responsabilidad colec- 
tiva y la produccion social de justicia, en lugar de resolverlo. 

El comunitarismo Qacaso no debieramos llamarlo, para ser mas ajustados, 
"tribalismo"?) es esencialmente el sueno de una Salem que ha conseguido ii- 
brarse tanto de sus brujas como del temor a aquellas. No puede evitar ser di- 
rigido contra los infieles, los herejes y los mas tibios entre las propias filas> 
tanto o mas aun que contra el enemigo exterior. Una li'nea perturbadoramente 



110 



POLITICA GLOBAL 



delgada y facil de borrar separa la noble imagen de una felicidad comunitaria 
de la practica de la limpieza racial y del establecimiento de guetos. El comu- 
nitarismo es eminentemente capaz de causar nuevos dolores en su intento de 
curar los viejos. 

Pero, ademas, es diflcil que el comunitarismo pueda mitigar, y menos aun 
erradicar, los dolores que promete curar, a pesar de que acumula su capital 
emocional y se hace con s us reditos polrticos aprovechandose del atractivo de 
esa promesa. Una profunda falla del comunitarismo reside en su inadecua- 
cion endemica a la tarea para cuya resolution se lo habia pensado, en cuanto 
a que esa tarea consiste en erradicar las causas de la miseria que habfa llevado 
inicialmente a sus adeptos a buscar una cura, y que asimismo les habia hecho 
desear "hacer algo con respecto a la globalization". Mas que ponerle un coto 
a las fuerzas globalizadoras y evitar las nefastas consecuencias de su libre ac- 
cionar, la fragmentation politica, la proliferation de las hostilidades y el co- 
lapso de la solidaridad que el comunitarismo es capaz de generar (y quizas es- 
ta destinado a hacerlo) solo le allanarian el camino a una domination mas 
absoluta e indiscutida por parte de las fuerzas que debia controlar y mante- 
ner a distancia prudencial. 

Las reacciones comprendidas en la segunda categoria se reducen a plan- 
tear la tarea de sujetar nuevamente las fuerzas economicas al control demo- 
cratico (etico, politico y cultural) del que habfan logrado evadirse, escin- 
diendose y desbaratando la solidaridad humana como resultado. De esa 
tarea pueden decirse muchas cosas, pero ciertamente no que vaya a ser fa- 
cil de realizar. 

Permitaseme repetir que una respuesta efectiva a la globalization no puede 
ser sino global Y el destino de esa respuesta global depende del surgimiento 
y el arraigo de una escena politica global (en tanto distinta a la "internacio- 
nal", o para ser mas precisos» interestatal). Hoy en dia, la falta de esa escena 
es notable. Los actores glob ales existentes son, por razones obvias, particu- 
larmente reacios a la posibilidad de construirla. Sus pretendidos adversarios, 
quienes buscan valerse del arte de la diplomacia interestatal, historicamente 
laureado pero crecientemente inefectivo, parecen carecer de la habilidad ne- 
cesaria y de los recursos indispensables. Se necesitan fuerzas realmente nue- 
vas para restablecer y vigorizar un foro de discusion que sea en verdad glo- 
bal, que se adecue a la era de la globalizacion; y esas fuerzas podran ejercerse 
solamente pasando por sobre ambas clases de participantes. Esta parece ser 
la linica certeza; todo el resto dependeria de nuestra comun inventiva, de 



LA GRAN SEPARACION, SEGUNDA FASE 



111 



nuestra practica politica basada en el ensayo y el error, y de la determinacion 
de llegar al meollo de las cosas. Puede parecer un programa de accion abo- 
minablemente abstracto e inespecifico, pero ayuda a recordar que, en medio 
de la primera secesion, fueron muy pocos los pensadores, si es que alguno 
fue capaz de hacerlo, que pudieron vislumbrar la forma que habria de adop- 
rar en ultimo termino la operacion de reparacion de los danos. De lo que si 
estaban seguros era de que el imperativo primordial de su epoca se cifraba 
en una operacion de ese tenon 

Y tampoco quedan dudas de que podemos divertirnos. Por cierto, ^que 
hay en juego? Woody Allen, con su raro talento para serialar con toda preci- 
sion los padecimientos y tribulaciones y las manias y debilidades que ator- 
mentan e inutilizan a sus contemporaneos, ofrecio una respuesta verosi.mil a 
esta pregunta (en forma del folleto de un "curso de verano para adultos" ima- 
ginario en el que sus compatriotas estadounidenses estarian mas que felices 
de inscribirse). 30 Woody Allen, en su descripcion del curso de astronomia nos 
informa que "el Sol, que esta hecho de gas, podria explotar en cualquier mo- 
mento, precipitando al planeta hacia su destruccion; se informa a los estu- 
diantes lo que el ciudadano promedio podria hacer en ese caso". Sin su con- 
trapeso politico, el proceso de globalizacion probablemente se parezca cada 
vez mas al sol de Woody Allen,* a la vez que las posibilidades de evitar que el 
planeta "se precipite hacia su destruccion" no parecen mucho mayo res que las 
opciones del ciudadano promedio en caso de la explosion del Sol... Sin un 
contrapeso politico efectivo, el proceso de globalizacion parece plantear uni- 
camente la clase de dilema que el mismo Woody Allen, tambien magistral- 
mente, a pesar de la iroma, senalo: "Mas que en ningun otro momento de 
la historia, la humanidad se encuentra ante una encrucijada. Un camino 
conduce a la desesperacion y a una mayor desesperanza. El otro, a la extin- 
cion total. Recemos por que se nos conceda la sabiduria para elegir correc- 
tamente. 

Permitaseme notar que la desesperacion y la desesperanza son reflejos de 
la dureza y resistencia del objeto que se desearia transformar; pero tambien 
de la debilidad de las herramientas que pueden utilizarse para transformarlo. 
EI objeto seguira ejerciendo resistencia mientras las herramientas sigan siendo 
debiles y tan completamente inadecuadas para la tarea. Hasta aqui, se sigue de 
nuestro razonamiento que la accion efectiva parece obstinarse en permanecer 

M) Vea.se The Complete Prose of Woody Allen, Picador, 1980. 



112 



POLITICA GLOBAL 



mas alia de lo que la capacidad humana permite debido a la aguda incertidunv 
bre que imprcgna nuestra condicion individual y comun. El avance incontro- 
lado del proceso de globalizacion y la incertidumbre existencial se alimentan 
y refuerzan mutuamente. Forman un verdadero ctrculo vicioso, una nueva 
version del nudo gordiano que es apremiante cortar. El siglo que acaba de ce- 
rrarse fue quien lo anudo. EI siglo que acaba de empezar debera ocuparse de 
buscar la manera de cortarlo. 



3. Vivir y morir en la frontera planetaria* 



Muchos son los significados de los acontecimientos del 1 1 de septiembre de 
2001. Habra muchos discursos que se los apropiaran para reprocesarlos, y 
mas de una secuencia historica vera en ellos un punto de inflexion. Sin em- 
bargo, uno estana tentado de afirmar que en ultimo termino se comprobara 
que la importancia verdaderamente fundamental y duradera de esos aconte- 
cimientos habra si do senalar un final simbolico de la era del espacio. 

Un final simbolico, mas que un final propiamente historico, ya que lo que 
ocurrio el 1 1 de septiembre de 2001 no hizo sino traer a la superficie, exhi- 
bir dramaticamente y catapultar a la esfera publica desarrollos subterraneos 
que estaban incubandose desde hacfa mucho tiempo, y cuya maduracion de- 
moro algunas decadas. Los aviones secuestrados en camino a Boston, como 
una piedrita a la que se introduce en un recipiente lleno de una solucion so- 
bresaturada, provocaron que las sustancias que, sin que se lo advirtiera, ha- 
bian alterado radicalmente la supuesta composicion qufmica del compuesto 
cristalizaran abruptamente y se hicieran de subito visibles para el ojo desnu- 
do. Y los acontecimientos del 1 1 de septiembre fueron tambien simbolicos en 
otro sentido: el ataque terrorista a los edificios mas emblematicos de la ciu- 
dad mas emblematica a nivel global, perpetrado frente al mayor numero de 
camaras que los medios modernos son capaces de reunir en un mismo lugar, 
alcanzo con facilidad una dimension -la de significante globalmente legible— 
que otros acontecimientos, por mas dramaticos y sangrientos que hubieran 
sido, no habian podido siquiera sonar. Mostrd, una vez mas de manera dra- 
matica y espectacular, cuan globules en verdad pueden ser los acontecimien- 
tos. Le dio entidad a la idea, hasta el momento abstracta, de la interdepen- 
dencia global y de la unicidad del planeta. Por todas estas razones, se ajusta 
al papel de final simbolico de la era del espacio mas que cualquier otro acon- 
tecimiento del que se tenga memoria en los ultimos tiempos. 

* Parte de este eapi'tulo fue publicado previamence en Tikkun (marzo-abril de 2002). 



113 



114 



POLfTICA GLOBAL 



La era del espacio comenzo con la Muralla China y el Muro de Adriano 
de los antiguos imperios, continuo con los fosos, los puentes levadizos y las 
tor ret as de las ciudades medievales, y alcanzo su pun to mas alto con las lineas 
Maginot y Siegfried de los Estados modernos, para acabar en el Muro de Ber- 
lin y el Muro Atlantico, los muros de los bloques militares supranacionales. 
A lo largo de toda esa epoca, el territorio fue siempre el recurso mas precia- 
do, el premio mayor de toda lucha por el poder, la marca que distinguia a los 
vencedores de los vencidos. Uno podia determinar quien era el vencedor de 
una contienda segiin cual era el bando que permaneda (vivo) en el campo 
de batalla una vez finalizado el combate. Pero, sobre todo, el territorio fue, 
durante toda la epoca, la principal garantia de seguridad: las medidas de segu- 
ridad se pensaban e implementaban en rerminos de la extension y las particu- 
laridades del territorio control ado. La era del espacio fue la epoca de la "pro- 
funda tierra interior", de los Lebemraum* y los cordons sanitaires [cordones 
sanitarios], y de la privacidad del hogar, dulce hogar. El poder era territorial; 
e igualmente territorial era la privacidad que liberaba de toda interferencia de 
ese poder. El espacio propio era un espacio con fronteras que era posible ajus- 
tar e impermeabilizar; se podia, en efecto, impedir la intrusion, y regular y 
controiar estrictamente la entrada. El territorio era tanto refugio como gua- 
rida: un si.no al que se podia huir, un interior en el que uno podia encerrar- 
se, "pasar a la clandestinidad" y sentirse seguro. Cualesquiera fue ran los po- 
deres de los que uno quisiera huir y ocultarse, estos no osarian trasponer los 
limites territoriales establecidos. 

Todo eso se acabo; de hecho, se ha acabado hace bastante, y no es que hu- 
biera escasez de signos (ya se ve cuan anticuada suena la pequena historia del 
ultimo parrafo); pero se ha hecho evidente de manera efectiva y definitiva que 
se acabo solo a parti r del 1 1 de septiembre. Los hechos del 1 1 de septiembre 
dejaron en claro que ya nadie, por mas rico en recursos, distante e indepen- 
diente que sea, puede cortar amarras con el resto del mundo. 

Tambien se ha vuelto evidente que la aniquilacion de la capacidad protec- 
tora del espacio es un arma de doble filo: nadie puede ocultarse de los ata- 
ques, y nadie esta lo suficientemente lejos como para impedir que aquellos 
sean planeados y dirigidos alii a distancia. Los lugares ya no protegen, no im- 
porta cuan fuertemente armados y fortificados esten. La fuerza y la debilidad, 

* El rennino akman sigmfica, literal men tc, 'espacio vital". Adolf Hitler la utili/aba para 
describir la necesidad que tenia el III Reich de expandirse hacia nuevos territorios. (N. de T.) 



VIVIR Y MORIR EN LA FRONTERA PLANETARIA 



115 



la amenaza y la seguridad se han convertido, esencialmente, en problemas ex- 
traterritoriales (y difusos) que eluden toda solucion territorial {y nitida). 

Las fuentes de la actual inseguridad global se encuentran en lo que Ma- 
nuel Castells denomino el "espacio de flujos", y no sera posible acceder a 
ellas, y mucho menos enfrentarlas efectivamente, mientras las medidas que se 
implementan para curar o mitigar esa inseguridad se reduzcan a uno o a unos 
pocos sitios afectados. Sin embargo, hasta el 1 1 de septiembre, la busqueda 
de soluciones a las amenazas de origen global tendfa a ser reemplazada por 
(inutiles e ineficaces) intentos de encontrar soluciones localizadas y persona- 
lizadas que eximieran del peligro (piensese, por ejemplo, en la enorme de- 
manda de refugios antinucleares familiares en la epoca de la estrategia de 
* mutua destruccion asegurada" de la Guerra Frfa, o del inconrrolable creci- 
miento de los "barrios privados ' en una epoca de creciente violencia y crimen 
urbanos). La inaccesibilidad de las rakes globales de la inseguridad, mientras 
se ha intentado atacarlas desde el interior de un territorio, y utilizando sola- 
mente los medios disponibles en el ambito local, ha provocado ya hace tiem- 
po una "sobrecarga de seguridad": una desviacion de los problemas y preocu- 
paciones derivados de la inseguridad hacia el terreno de la seguridad activa. 
La seguridad es el unico elemento de la triada certidumbre/seguridad/protec- 
cion sobre el que se puede actuar (si de manera eficaz o no, ese es otro pro- 
blema) acotadamente en un lugar en particular. Sobre todo, las medidas ac- 
tivas de seguridad son lo unico que puede verse como prueba de que se esta 
haciendo algo. 

La posibilidad de un ataque terrorista como el del 1 1 de septiembre no re- 
sultaba inverosfmil, y hacia mucho que se veia venir, debido a la inseguridad 
global que se generaba masivamente en el interior del "espacio de flujos" ex- 
traterritorial completamente desregulado y libre de toda bandera o control 
politico, pero siguio siendo una amenaza abstracta solo considerada por los 
academicos aficionados a tener una vision panoramica de los asuntos globa- 
les. La materializacion de esa amenaza, en la forma que finalmente asumio, 
convirtio de la noche a la manana los malos presentimientos de los academi- 
cos en verdades de sentido comiin, al poner al alcance de la mano lo into ca- 
ble, y hacer visible lo invisible y cercano lo lejano. De ese modo, permitio que 
la amenaza se tradujera del lenguaje de la inseguridad global^ dificil de domi- 
nar y complicado de usar -un lenguaje semanticamente empobrecido, con 
pocas reglas sintacticas o ninguna-, al lenguaje demasiado familiar, utilizado 
a diario y de facil comprension de la seguridad personal. En el largo plazo, esa 



116 



POUTICA GLOBAL 



traduccion podria ser util para la comprension del nexo entre los dos termi- 
nos, demasiado a menudo considerados por separado, e incluso podria per- 
mitir la traduccion inversa (de los problemas locales de seguridad a los del 
ambito global). Por el momento, sin embargo, una cosa en particular que pa- 
rece haberse establecido en la doxa actual es la nueva condicion de la mutua 
vulnerabilidad asegurada de todas las secciones del planeta polfticamente se- 
paradas. 

Lo que se ha hecho mas patente que nunca es que el grado de vulnerabi- 
lidad ya no puede medirse segiin el tamario del arsenal concebido con tecno- 
logia de punta para las (hoy pasadas de moda) guerras territoriales. Como Eric 
le Boucher resumio aquello que los acontecimientos del 1 1 de septiembre nos 
ensenaron por la fuerza: "El mundo no puede dividirse en dos partes distin- 
tas, una rica y segura detras de su sistema antimisiles, y la otra librada [...] a 
sus guerras y arcaismos'". 1 Despues del 1 1 de septiembre se ha hecho eviden- 
te que "ya no puede dejarse a los pafses lejanos librados a su anarqufa", por lo 
menos no si los pafses ricos y presumiblemente seguros quieren seguir siendo 
ricos y efectivamente seguros. 



La frontera global 

Lo que mejor resume la nueva experiencia es la siguiente tesis: el espacio glo- 
bal ha asumido el cardcter de un espacio de frontera. 

En un espacio de frontera, la agilidad y la astucia valen mas que una pila 
de armamento. En los espacios de frontera, los cercos y empalizadas, mas que 
dar cuenta de una realidad, son una declaracion de intenciones. En un espa- 
cio de frontera, ningiin intento de dar a los conflictos una dimension territo- 
rial, de adjudicarle una demarcacion al terreno, suele dar resultado. De todos 
modos, como se preve desde un primer momento que seran inutiles, esos in- 
tentos suelen ser poco fervorosos: las empalizadas de madera dan cuenta de 
una falta de seguridad en si mismo que los muros de piedra encarnan y ma- 
nifiestan. En la guerra de fronteras, rara vez se cavan trincheras. Se sabe que 
los adversarios se mueven constantemente: su poder y su capacidad de dano 
reside en la velocidad, el sigilo y el secreto de sus movimientos. Para todo pro- 

1 Eric L>e Boucher, "Le 1 1 September, tournant dans 1c mondalisation", err. Le Monde, 25 de 
octubre de 200 1 , p. 17. 



V1VIR Y MORIR EN LA FRONTERA PLANETARIA 



1 17 



posito, los adversaries son extraterritoriales. Capturar el territorio que estos 
ocupaban ayer no asegura la victoria de hoy, y menos aiin un "cese de las hos- 
tilidades". Por supuesto, tampoco garantiza la seguridad del mafiana. 

En un espacio de frontera, las alianzas y los frentes de combate que las se- 
paran del enemigo son fluidos, como los adversarios. Las tropas siempre es- 
ran dispuestas a cambiar de leal tad, a la vez que la h'nea que separa a quienes 
participan activamente del combate de aquellos que se mantienen al margen 
es muy delgada y se tuerce con facilidad. En cuanto a las coaliciones, no hay 
matrimonios estables, solo convivencias temporales que responden abierta- 
mente a la conveniencia. La confianza es lo ultimo que se ofrecena, y la leal- 
tad lo ultimo que se puede esperar. Parafraseando el memorable concepto de 
Anthony Giddens, podria hablarse aqui de "alianza confluente" y de "rivali- 
dad confluenre". La primera se origina en la expectativa de obtener benefit 
cios o una mayor conveniencia, y se deshace o se la quiebra una vez que esos 
intereses se desvanecen. La segunda, a pesar de soportar la carga de una larga 
historia de animosidades, tiende igualmente a suspenderse de buen grado y 
con toda diligencia (al menos, por un tiempo) siempre que la cooperation con 
el enemigo prometa mas beneficios que la confrontation. 

Al declarar la guerra contra los talibanes, Donald H. Rumsfeld, el Secre- 
tario de Defensa de los Estados Unidos, advirtio que la guerra "no seria librada 
por una gran alianza formada para derrotar a un eje de poderes hostiles. Mas 
bien, participanan coaliciones flotantes de paises, sujetas al cambio y a la evo- 
lution V Su segundo a cargo, Paul Wolfowitz, apoyo esa estrategia reivindi- 
cando un regreso a las condiciones de frontera (o mas bien, ayudando a re- 
formular el espacio global segiin el patron del espacio de frontera) al anticipar 
que habria "coaliciones cambiantes" y prediciendo que en la guerra que empe- 
zaba "algunas naciones podrfan ayudar en ciertas operaciones, mientras que 
otras podrfan ser convocadas para otras segiin su capacidad", Como lo resu- 
mio en un nuevo apotegma militar, "para ser efectivos, debemos ser flexibles. 
Debemos ser adap tables". 3 Y vaya si fue flexible la operation que siguio, a pe- 
sar de que la flexibilidad es, inevitablemente, un arma de doble filo, y con su- 
ma rapidez se demostro que tenia un significado mucho menos lineal que el 
que pudieran pretender adjudicarle Rumsfeld o Wolfowitz. 

1 Donald H. Rumsfeld, "Creative coalition-building for a new kind of war", International 

Herald Tribune, 28 de septiembre dc 2001, p. 6. 
} Vcase "US keeps NATO outside", en: International Herald Tribune, 27 dc septiembre dc 200 1 . 



118 



POL1T1CA GLOBAL 



La oiensiva aerea estadounidense contra los talibanes comenzo utilizando 
el eslogan "con los paquis tames contra el terror ismo" y a un remozado Pakis- 
tan en el papel de aliado crucial. Pero en la medida en que los ataques aereos 
comenzaron a sucederse sin mostrar demasiado a cambio del dinero y el es- 
fuerzo invertidos en arrasar con todo a su paso, la alternativa de allanarle el 
cam i no a un ataque por tierra de los uzbecos y tadjiks de la "Alianza del Nor- 
te" se tor no cada vez mas atractiva. La tentacion demos tro ser irresistible, y la 
aplicacion de una estrategia sustituta termino con los nuevos amos de un Af- 
ganistan limpio de talibanes declarando la guerra "contra los t error is tas y con- 
tra los paquistames"... Preparandose para la guerra, el Secretario de Estado 
de los Estados Unidos, con la ayuda del Primer Ministro britanico, cortejo a 
los gobiernos arabes amigos, y tambien a los que no lo eran tanto, para que 
formaran parte de la coalicion de guerra. La primera fase de la guerra acabo 
con una masacre perpetrada por las pandillas victoriosas de la antigua "Alian- 
za del Norte" contra los voluntarios arabes en Afganistan, y con la exigencia 
de limpiar el pais de "extranjeros", fueran amistosos u hostiles en sus inten- 
ciones declaradas o supuestas. 

En el momento en que escribo, la saga de las coaliciones cambiantes esta 
lejos de alcanzar un desenlace. Los nuevos gobernantes provisorios del pais 
devastado por varias decadas de guerras intestinas y varias semanas de bom- 
bardeos por saturacion no son la coalicion que se esperaba que surgiera al cul- 
minar la campana contra los talibanes. Unidos momentaneamente por la per- 
spectiva de beneficiarse ampliamente de los cargos publicos y por el vivido 
recuerdo del enorme poder con que el Pentagono castiga la desobediencia> 
permanecen de todos modos como antes, como companeros de alcoba que di- 
ficilmente vayan a compartir la misma cama por demasiado tiempo. Proba- 
blemente esten marcando el paso a la espera de que los blancos mi li tares es- 
tadounidenses cambien, como ciertamente cambiaran, y que se desplacen 
hacia otro lado, como con toda probabilidad ocurrira mas temprano que tar- 
de. Una vez que una institucion burocratica adquiere la capacidad de llevar a 
cabo exitosamente un cierto tipo de tarea, esta atada a buscar activamente nue- 
vas oportunidades para llevar la a cabo otra vez. Cuando se opera en un espa- 
cio de frontera, es probable que esa institucion encuentre muchos mas blan- 
cos para una fuerza aerea de espectacular eficacia, que le permitiran repetir el 
proceso. Y como observo Gary Younge, el perspicaz columnista del Guardian, 
"definir a un terrorista [...] depende enteramente del equilibrio de fuerzas en 
un momento dado. Ahora los Estados Unidos buscan la cabeza de aquellos a 



VIVIR Y MORIR EN LA FRONTERA PLANETARIA 



119 



quienes alguna vez financiaron". 4 Posiblemente, la consecucncia general de la 
guerra afgana sera menos seguridad y mas derramamiento de sangre en la 
frontera planetaria. 

En condiciones de frontera, toda guerra contra los terroristas puede ganar- 
se si se posee suficiente armamento aereo, y suficiente dinero para incitar y/o 
sobornar a los aliados "flotantes" o "flexibles" para que hagan de infanteria. Pe- 
ro la guerra contra el terrorismo es imposible de ganar (imposible de ganar de 
manera concluyente) mientras el espacio global conserve su caracter "fronteri- 
zo'\ El hecho de establecer coaliciones "flotantes" o "cambiantes" es uno de los 
factores principales que ayuda a perpetuar esta naturaleza fronteriza del espa- 
cio global. La estrategia de las coaliciones temporales de intereses transitorios, 
el rechazo concomitante de estructuras firmemente institucionalizadas con el 
poder suficiente para granjearse la sumision permanente a reglas universales, 
la resistencia contra la asuncion de compromisos mutuamente vinculantes a 
largo plazo sujetos a estricta supervision: todo eso separa el actual espacio de 
frontera de cualquier posibilidad de reemplazarlo por un orden global, sujeto 
a supervision y control politico. Simplemente no habra perspective de obte- 
ner beneficios en base a la construction y el afianzamiento de estructuras le- 
gates y politicas globales si, gracias al armamento superior y a los recursos apa- 
rentemente inago tables de los que se dispone, los sucesivos objetivos pueden 
alcanzarse sin aquellas con mayor rapidez y a un costo mucho mas bajo. Las 
"guerras parlamentarias" son, en comparacion, mucho mas dificiles de iniciar, 
y su conduction es poco practica. Y las autoridades globales, una vez consoli- 
dadas, tarde o temprano acumularan obstaculos contra la determination uni- 
lateral de blancos y contra la election de los modos mas expeditivos de alcan- 
zarlos; coartaran la libertad de los agresores, o al menos haran que sus opciones 
les sean mas costosas que hasta el momento. Una vez mas, la democracia y el 
Estado de derecho funcionan como una carga odiosa y superflua. 

Por cierto, es facil comprender por que la estrategia de las "coaliciones fle- 
xibles", junto con el rechazo categorico de toda estructura duradera y univer- 
salmente vinculante, puede resultar tentadora para los poderes que, confian- 
do en su superioridad competitiva, esperan beneficiarse de la incertidumbre 
resultante, y que no estan dispuestos a compartir la ganancia anticipada con 
los de menos recursos y menor fortuna> Sin embargo, el punto es que la es- 
trategia puede servir a mas de un amo, y una vez que se la aplica, sienta las 

j Gary Youngc, "Lots of wars on terror", en: Guardian, 10 de dickmbre dc 2001, p. 17- 



120 



POLfTICA GLOBAL 



bases para que todo tipo de actores imprevistos e indeseables hagan un uso 
indiscriminado de ella. Las "alianzas cambiantes" de la vieja frontera eran 
igualmente utiles a los magnates ganaderos y a los pistoleros a cuyas cabezas 
se les habia puesto precio. 

En efecto, corresponde al proposito de los terroristas que el desorden 
mundial se perpetue tanto como resulta util a la domi nacion mundial de 
quienes le hacen la guerra. Una de las principales razones por las que la gue- 
rra contra el terrorismo es imposible de ganar reside en el hecho de que am- 
bas partes tienen intereses creados en la conservaci6n de las condiciones de 
frontera. En este aspecto en particular, am bas partes comparten un mismo 
pun to de vista, aun a pesar de que hablan una lengua diferente. Hay, podria- 
mos decir, un pacto de (poco) caballeros que ninguno de los dos bandos que 
disputan la "guerra contra el terrorismo" se muestra en absoluto interesado 
en quebrar. Ambos bandos militan contra la imposicion de restricciones a la 
recientemente adquirida ext rater rito rial idad de los cielos o a la libertad de ig- 
norar o hacer a un lado las "leyes nacionales" cuando estas se consideran un 
inconveniente para el proposito en curso. Esta coalicion -la coalicion contra 
un orden global democraticamente controlado y universal men te vinculante— 
parece ser la unica que resiste incondicionalmente toda "flexibilidad" y que 
no muestra tendencia alguna a "flotar \ 

Hace mas o menos dos siglos, cuando el ancien regime premoderno (con- 
formado por sociedades divididas en localidades precariamente coordinadas, 
y a menudo separatistas, regidas por una ley que, hecha anicos, no consistia 
mas que en una serie de privilegios y privaciones) se derrumbo, marcando el 
camino para el terrorismo dirigido tanto por el Estado como contra el, y ha- 
ciendo de la sociedad un lugar peligroso, surgio el ideal de un nuevo mode- 
lo de integracion social supralocal al nivel del Estado- nacion. Esa idea dio ori- 
gen y continuidad a los esfuerzos abocados a las tareas de construccion de la 
nacion y del Estado. Si las consecuencias practicas de esos esfuerzos estuvie- 
ron a la altura del ideal o no, ese es otro problema. Lo importante, para el lar- 
go plazo, era el hecho de que habia un ideal, y que ese ideal exigia que urgen- 
temente se invadiera y conquistara el espacio fronterizo emergente, con el 
proposito de apaciguarlo, domesticarlo, y aparte de eso, acondicionarlo para 
la vida humana (ese esfuerzo tan arduo, y en absoluto uniforme, habna de ser 
retrospectivamente llamado el "proceso civilizador"). Podria decirse que la 
politica del Estado-nacion precedio y condujo el establecimiento del Estado- 
nacion: en cierto sentido, la politica se creo su propio objeto. 



VTVIR Y MORIR EN LA FRONTERA PLANETARIA 



121 



Ningiin ideal comparable ha surgido hasta ahora en nuestros tiempos, en 
los que la version fluido-moderna del ancien regime (bajo la forma del plane- 
ta dividido en Estados- nation soberanos sin una ley universal que los sujete 
a todos) se esta derrumbando, y le abre asi el camino a los terrorismos globa- 
les, estatales o no. No hay una "politica del orden mundial" a la vista que pue- 
da presumir de un panorama mas amplio que el del precinto policial prome- 
dio. En ausencia de esa vision mas amplia, la linica estrategia para imponer 
el imperio de la ley y el orden consiste en detener, encarcelar y privar de sus 
prerrogativas a los agentes cuyas pretensiones de explotar las ventajas que 
ofrecen las condiciones de frontera han sido declaradas ilegitimas por quie- 
nes ejercen un criterio independiente. Por supuesto, hasta ahora se le ha de- 
dicado poca consideration y menos vol un tad politica a ia forma posible del 
control democratic^ sobre las fuerzas actualmente emancipadas de las insti- 
tuciones existentes de control legal y etico que son libres de atacar segun pre- 
fieran los blancos que prefieran.., 

Como afirmo Clausewitz, la guerra no es mas que la continuation, por 
otros medios, de la politica. Jean Baudrillard dijo, acerca de la guerra decla- 
rada al terrorismo por los Estados Unidos y Gran Bretana, que no era mas 
que una continuation, por otros medios, de la ausencia de politica? En ausen- 
cia de una politica global y de autoridades politicas globales, solo pueden es- 
perarse violentos conflictos. Y siempre habra alguien ansioso de condenar al 
ejercicio de la violencia como un acto de terrorismo, es decir, como un acto 
criminal que debe ser castigado. Las expresiones "terrorismo' 1 y "guerra con- 
tra el terrorismo" seguiran siendo conceptos discutibles por definition, y las 
actio nes que originan seguiran siendo poco concluyentes, en la misma medi- 
da que continuaran perpetuandose y realimentandose a si mismas. 



Batallas de reconocimiento 

En un medio fluido, en el que las viejas rutinas se diluyen con celeridad y en 
el que a las nuevas dificilmente se les concede suficiente tiempo para que ad- 
quieran forma (y menos aun para que solidifiquen), andar a tientas en una 
oscuridad solo interrumpida por unos pocos chispazos luminosos de frecuen- 
cia aleatoria (una situation que la elegancia a la moda de la retorica sociolo- 

s Jean Baudrillard, "Lesprit du terrorisme", en: Le Monde, 3 de noviembrc de 2001, p. 1 1. 



122 



POLiTICA GLOBAL 



gica actual ennoblece bajo la denomination de "reflexividad") es la ilnica ma- 
nera factible dc actuar. Todo acto solo pucde ser experimental: no en el sen- 
tido ortodoxo del "experimento" (esto es, el de un procedimiento cuidadosa- 
mente disenado para comprobar o descartar la existencia de una regularidad 
predicha/hipotetica/supuesta), sino mas bien como la biisqueda aleatoria de 
una jugada afortunada entre otras muchas equivocas o erradas. Las acciones 
se suceden por pruebas, errores, nuevas pruebas y nuevos errores, hasta que 
uno de los incentos arroja un resultado que en esas condiciones podria con- 
siderate satisfactorio. 

En ausencia de recetas cot idi anas para el exito comprobado, basadas en 
una logica incontrovertible o en la opinion autorizada, los actos deb en nece- 
sariamente ser, y tienden a serlo, abundantes en exceso. La mayoria de las ju- 
gadas resultan previsibles y potencialmente infructuosas; lo unico que se es- 
pera de el las es poder eliminarlas, en calculos futuros, de la abrumadora 
multitud de las posibilidades. Una gran cantidad de intentos no garantiza el 
exito, pero alimenta la esperanza de que entre los muchos dilapidados y falli- 
dos haya al menos uno que de en el bianco. Se sabe que George Bernard Shaw, 
un exquisite profesional del teatro, pero un voluntarioso aficionado en lo con- 
cerniente a la fotografia, solia repetir que, al igual que el bacalao que necesita 
producir miles de huevas para que un solo pez pueda alcanzar la madurez, el 
fotografo debe tomar miles de fotograflas si desea obtener una satisfactoria. 
Muchas, y quizas todas las medidas que se aplican en la frontera global, insu- 
ficientemente delimitada, condicionada y regulada, tienden a seguir, delibera- 
damente o por o mis ion, el consejo que Shaw legara a los fotografos. De esas 
medidas, un ejemplo conspicuo son las batallas de reconocimiento, podna de- 
cirse, la categona belica mas comun (y de violencia en general) en nuestra 
frontera global. 

En la practica militar, las "batallas de reconocimiento" (o el reconoci- 
miento por medio de la batalla) tiene un solo proposito: separar el trigo de lo 
esperable de la paja de lo imposible. Las batallas de reconocimiento preceden 
el establecimiento de los objetivos de guerra y el diseno de la estrategia beli- 
ca. Deben suministrar los hechos concretos que se necesitan para determinar 
los objetivos viables y el espectro de decision razonable del que surgiran las 
acciones militares futuras. 

En el caso de las batallas de reconocimiento, no se envian unidades para 
que capturen el territorio en poder del enemigo, sino para que investiguen 
la resolution y la capacidad de resistencia de aquel, sus recursos y la veloci- 



V1VIR Y MORIR EN LA FRONTERA PLANETARIA 



123 



dad con que seria capaz de volcar esos recursos en el campo de batalla. Se les 
ordena poner al descubierto las fortalezas y las debilidades del enemigo, asi 
como los aciertos y los errores de calculo de su cupula militan Al analizar las 
alternativas de una batalla de reconocimiento, el Estado Mayor espera ha- 
cerse una idea cabal de la resistencia que es capaz de oponer el enemigo y de 
su capacidad para contraatacar, con el fin de proponer un plan de guerra ra- 
zonable. 

Las batallas de reconocimiento guardan un parecido asombroso con los 
* grupos de enfoque", el medio favorito de los polfticos modernos para reco- 
lectar informacion antes de decidir la implementacion de una medida: se 
examinan las posibles reacciones del electorado a medidas que se tienen en 
consideracion pero que aun no han sido aplicadas, antes de que la imple- 
mentacion produzca un dano irreparable si resultan resistidas e impopulares. 
De hecho, buena parte del pensamiento militar actual y de las polfticas ar- 
mamentisticas inspiradas por ese pensamiento toman la forma de "batallas 
de reconocimiento simuladas" libradas en el interior de una sala de reunio- 
nes o durante ejercicios militares sobre blancos experimentales. 

Las batallas de reconocimiento son la principal categoria de violencia en 
un entorno desregulado. La actual si tuac ion de "subregulacion" es el resulta- 
do del derrumbe progresivo de las estructuras de autoridad, a las que hasta 
hace poco tiempo atras se consideraba intransigentes, por lo que habia que 
soportarlas con mansedumbre sin importar cuan opresivas resultaran; o el re- 
sultado de la aparicion de nuevos ambitos de accion en los que la pregunta 
por la autoridad legi'tima nunca se ha planteado, y menos aiin se ha formu- 
lado una respuesta. El derrumbe de las viejas estructuras de autoridad afecta 
a todos los niveles de la integracion social, pero es particularmente conspicuo 
y trascendente en dos niveles: el global y el de la politica de vida. Ambos ni- 
veles han adquirido una importancia sin precedentes entre la totalidad de fac- 
tores que modelan las condiciones bajo las cuales la vida se desarrolla hoy en 
dia, y ambos carecen de tradiciones a las que puedan acudir para apoyarse a 
la hora de buscar patrones de accion nuevos y aiin inexplorados que seria de 
esperar fueran cor rectos y exitosos. 

Buena parte de la violencia vecinal y familiar resulta de aplicar la estrate- 
gia de las batallas de reconocimiento a la politica de vida. Las formas de coer- 
cion practicadas a diario en la vida familiar, que en una epoca se considera- 
ban inevitables y se sufrian en silencio> han perdido legitimidad (a menudo 
disfrazada en las sentencias "es natural" o "no hay otra alternativa") o esta les 



124 



POLITICA GLOBAL 



ha si do negada una vez que los poderes dispuestos a responder por ellas se re- 
tiraron, de modo que el engano de la supuesta intransigencia del statu quo pu- 
do ser (y rapidamente fue) puesto en evidencia. Las nuevas formas de "relacio- 
nes puras 1 ' (de convivencia y compama, Hbres de un conjunto establecido de 
derechos y obligaciones y desligadas de todo compromiso a largo plazo) exis- 
ten solamente en base a una experimentation continua y endemicamente in- 
concluyente, de ia cual la sucesion de batallas de reconocimiento es un ingre- 
diente indispensable. Al renunciar los poderes que los sostenfan a sus anhelos 
de construction national, al caer en desgracia del principio cuius regio, eius re- 
ligio, y al abandonarse o caer en bancarrota las cruzadas culturales y toda for- 
ma de estrategia antropofagica (de deglucion) o antropoemica (de regurgita- 
tion) adoptada en favor de ese proposito y otros similares, las interfaces etnica 
y religiosa se convirtieron en un nuevo terreno para las batallas de reconoci- 
miento. En el transcurso del desman telami en to del modelo panoptico del or- 
den social, en el que las familias patriarcales eran las celulas basicas del tejido 
social y los varones "cabezas de familia" desempenaban una funcion discipli- 
naria analoga a la del capataz en el espacio de la fabrica o el sargento en el cuar- 
tel, las relaciones entre los generos se convirtieron ellas tambien en otro terri- 
torio en el que se libran a diario batallas de reconocimiento. 

En el orden planetario, el vacio politico que ha reemplazado a un mundo 
rigurosamente estructurado (segiin el patron de las catedrales goticas mas que 
el de los palacios clasicos) por las tensiones que surgen de la mutua conten- 
cion y el equilibrio reciproco de dos grandes b toques de poder provee actual- 
mente otra area natural para las batallas de reconocimiento. Un vaci'o politi- 
co es una invitacion constante a la negociacion por la fuerza. Ni las reglas ni 
los resultados del juego global estan predeterminados, y no hay instituciones 
politicas globales que sean capaces de acotar sistematicamente el espectro de 
opcion de los jugadores y de persuadirlos de respetar los H mites o forzarlos a 
hacerlo. Las respuestas al ataque terrorista del 1 1 de septiembre han puesto 
aun mas en evidencia la anarquia esencial de la frontera planetaria y el irre- 
sistible poder de seduccion de la estrategia del salvese quien pueda. 

Para citar el resumen que hizo la periodista del Guardian, Madeleine Bun- 
ting, de la experiencia belica afgana: 

Lo que los acontecimientos de los ultimos dias han puesto en total eviden- 
cia cs que los Estados Umdos ten (an un solo interes en esta guerra de Afga- 
n is tan: capturar a Bin Laden y destruir Al Qaeda; ese imperativo paso por 



VIVIR Y MORIR EN LA FRONTERA PLANETARIA 



125 



sobre toda consideracion acerca del fururo de Afganistan. De modo que la 
fecha y las circunstancias del ataque se decidieron de acuerdo con la prepa- 
racion milirar de los Estados Unidos mas que a una estratcgia polkica cohe- 
rente para la region, y los objetivos belicos de los Estados Unidos determi- 
naron el giro tactico fundamental del 4 de noviembre, cuando los Estados 
Unidos decidieron apoyar a la desagradable Alianza del Norte, al bombar- 
dear el frente de combate taliban. 6 

William Pfaff, del International Herald Tribune, se vio venir un viraje tan su- 
bito como consecuencia inevitable de la actitud de los Estados Unidos con 
respecto a los problemas mundiales: en primer lugar, "se ha igualado a Afga- 
nistan con el terrorismo, porque Afganistan es accesible a las fuerzas milita- 
res, y el terrorismo no"; y luego, de manera inevitable, 

Washington comenzo a perder rapidamemc el in teres en las sol u clones poll- 
ticas. Hay una cada vez mayor predisposition al uso de la fuerza bruta y a la 
utilization de los aliados al alcancc de la mano cualesquiera fueran estos, in- 
cluso si cso amenaza con dejar a Afganistan sum id o en el caos, y dejar a la 
guerra contra el terrorismo abandonada a su suerte. 7 

George F. Will, aunque desde un pun to de vista opuesto, sentencio con el 
mismo veredicto a la logica de la estrategia estadounidense: "A pesar del feti- 
chismo de las coaliciones del secretario de Estado, la administration com- 
prende el papel del unilateralismo saludable. Y ni los abogados, al citar el 'de- 
recho international', ni los diplomaticos, al invocar a la opinion publica 
mundial', le impediran a los Estados Unidos actuar [...] de manera preven- 
tiva en defensa propia". 8 Notese que tanto el "derecho international" como 
la "opinion publica mundial" aparecen entre comillas. 

Se ha dicho que los talibanes, el bianco de la ultima guerra contra el terro- 
rismo, fueron inventados por los britanicos, dirigidos por los estadounidenses, 
financiados por los saudi'es e instalados por los paqu is tames. El problema de 
esa conclusion es que solo puede sostenersela retrospectivamente. En el mo- 

6 Madeleine Bunting, u The raging colossus", en: Guardian, 19 de noviembre de 2001. 

William Pfaff, u Thc war on terror turns into war on Afghanistan \ en: International Herald 

Tribune, 3-4 de noviembre de 200 1. 
s George F. Will, "A lesson for America from an Israeli attack on Saddam", en: International 

Herald Tribune, 3-4 de diciembrc de 2001. 



126 



POLITICA GLOBAL 



men to en que escribo, se ha bombardeado a los talibanes hast a hacerlos desa- 
parecer, y el puesto vacante en el gobierno nominal de Afganistan ha sido He- 
nado por lideres tribales ungidos y patrocinados por Occidente. Sin embatgo, 
es posible que mas adelante se diga de ellos lo mismo que hoy se dice de los 
talibanes, con algunas diferencias menores, una vez que hayan llenado el lugar 
dejado vacante por los terroristas varios que resultaron derrotados. 

La situacion de anarquia, avidamente explotada en todas las batallas de re- 
conocimiento, se perpetiia a si misma con cada intento sucesivo, por parte de 
cualquiera de los bandos, de hacer de ella una ventaja para si, Cada acto de 
violencia conduce a represalias que llaman a su vez a una respuesta similar. 
Como el equilibrio de poderes y el espectro de oportunidades oscilan, las ani- 
mosidades de ayer se descartan o suspenden hoy para ocuparse de los nuevos 
frentes de batalla que van surgiendo. De la noche a la manana, los enemigos 
se convierten en aliados y estos en enemigos, a la vez que nuevas coaliciones 
ad hoc trascienden a las viejas del mismo caracter y a la vez que se espera ob- 
tener los mayores beneficios de un oportuno cambio de bando. De modo que 
librar batallas de reconocimiento con la esperanza de hacer un relevamiento 
de las posibilidades que ofrece la continua inestabilidad es una estrategia que 
tesulta cada vez mas tentadora, y a la que gustosamente apelan, con afan y 
perspicacia similares, tanto quienes buscan conservar sus privilegios como 
aquellos empenados en obtenerlos. Las "cadenas cismogenicas" de Gregory 
Bateson no requieren de estimulos exteriores para perpetuarse: se expanden y 
se autorreproducen tomando la energia que necesitan para la procreacion de 
su propia logica. A medida que se desarrolla el ciclo de agresiones para ven- 
gar agresiones para vengar agresiones, ambos bandos (empleando la term i no- 
logia de Knud Logstrup) pierden su capacidad de accion soberana y autoge- 
nerada y se ven cada vez mas restringidos en su accionar subsiguiente. Las 
agresiones que claman por ser vengadas se propagan solas: "No hay relacion 
de proporcionalidad entre lo que ocasiono la afrenta y la reaccion a aquella", 
porque los bandos "se tienen en demasiada consideracion [a si mismos] co- 
mo para permitirse pensar que [...] han actuado equivocadamente, de modo 
que se emplea la agresion para distraer la atencion de los [propios] errores". 9 

Este nudo gordiano no puede deshacerse; solo puede cortarselo, del mis- 
mo modo en que el interminable ciclo de venganzas en la Helade de Euripi- 

q Knud Lagstrup, Opger med Kierkegaard. Aqui se cita de la traduccion de Susan Dew y Kees 
van Kooten Niekerk: Opposing Kierkegaard. 



ViVIR Y MOR1R EN LA FRONTERA PLANETARIA 



127 



des fue cortado por el imperio de la ley de Sofocles. El ciclo de violentas ba- 
tallas de reconocimiento solo podra detenerse una vez que no haya nada mas 
que reconocer: cuando se sancionen reglas de conducta universal mente vin- 
culantes y pasibles de aplicacion efectiva que no permitan decisiones unilate- 
rales y que eliminen las comillas a la hora de invocar el derecho internacio- 
nal y la opinion publica mundial. Cuando la protesta contra la violacion de 
los derechos humanos deje de ser asunto de (efi'meros) intereses politicos y 
militares. Cuando, por ejemplo, el principio de igualdad de la mujer que se 
exploto para agregarle esplendor etico al ataque a Afganistan se aplique a la 
discrimination contra la mujer en Kuwait o Arabia Saudita. 

Guerras asimetricas 

El termino "guerra asimetrica" ingreso al lexico corriente junto con otras no- 
vedades lingih'sticas: el concepto de las "guerras sin Estado", y la notion mas 
vaga de las "guerras de cuarta generation". 10 Las actuales guerras asimetricas 
tambien son sin Estado. Ocurre que en una guerra asimetrica un bando o el 
otro es constituido y dirigido formalmente por un gobierno estatal, pero se 
considera que esa circunstancia es de importancia secundaria por el hecho 
de que los "enemigos asimetricos ' aiinan sus fuerzas y cooperan en pos de 
un mayor debilitamiento de los poderes soberanos de los Estados- nation. 
Algunos combatientes lo haran por decision propia, y algunos otros por 
omision, pero todos promueven la supremada de las fuerzas extraterritoria- 
les globales. A juzgar por los efectos de sus actos y su impacto en la polftica 
planetaria, todos los participantes de las "guerras asimetricas" son en ultimo 
termino "transnacionales'\ Son asimismo transnacionales en su comporta- 
miento: son moviles, no estan sujetos territorialmente, cambian facilmente 
de blancos y no reconocen frontera alguna, ni la santidad de ninguna ley 
promulgada a nivel local. 

Son muchos los puntos en comun entre los adversarios de las guerras asi- 
metricas, y los atributos que comparten son rasgos fundamentales, y de nin- 
giin modo de caracter accidental. En vista de la analogia de sus actitudes, de 

,Lt Veasc Marwan Bishara, "L'ere des conflits asymmetriques", en: Le Monde Diplomatique, 
octubre de 2001, pp. 20-21. 



128 



POLiTICA GLOBAL 



la similitud de su con due ta y de la converge ncia de las consecuencias, ^en que 
sentido pueden Uamarse "asimetricas" sus hostilidades? 

Uno de los posibles significados de esa "asimetria" puede guardar relacion 
con el hecho de que las armas y el potencial destructivo de los enemigos en- 
frentados en una guerra asimetrica son, por regla general, desproporciona- 
dos; si los adversarios tuvieran que encontrarse cara a cara en el campo de 
batalla para combatir de manera ortodoxa, el enfrentamiento se resolveria en 
un santiamen, lo cual habria sido un desenlace previsible desde el primer 
momento. Esta es una de las razones por las que, como regla, uno de los ad- 
versarios suele empenarse en evitar una confrontacion directa con las fuer- 
zas enemigas, y se inclina por las tacticas relampago de la guerra de guerri- 
llas, guardando la esperanza de que por una vez la escasez de armamento 
resulte una ventaja: la falta de equipamiento pesado, con la consiguiente fa- 
cilidad para desaparecer, esconderse y escapar efectivamente, podria oficiar 
como compensacion por la aplastante inferioridad de las armas. Paradojica- 
mente, ocurre que la renuencia del bando mas debil a ponerse frente a fren- 
te con el otro para una comprobacion de fuerzas resulta ser una circunstan- 
cia particularmente conveniente para su adversario, debido al profundo -y 
por completo esperable en las condiciones liquido-modernas que alteran ra~ 
dicalmente la pragmatica de la dominacion- rechazo de los vencedores a car- 
gar con las consecuencias de la victoria asumiendo la responsabilidad de la 
administracion diaria del territorio conquistado (el Pentagono se nego ter- 
minantemente a permitir la intervencion de fuerzas terrestres en Afganistan 
a menos que se tuviera preparado un "escenario de salida" antes de enviar las 
unidades del ejercito), Asi es que en ambos lados del frente de batalla, difu- 
so y movil, se resiste el "comb ate" ortodoxo y se lo evita a toda costa, aun- 
que por motivos diferentes. A pesar de las marcadas diferencias de potencia 
de sus respectivos armamentos y las distimas tacticas empleadas, ambos 
bandos muestran una preferencia unanime por los ataques "relampago", y 
especialmente por aquellos imprevistos; pero en todos los casos esos ataques 
pueden ejecutarse rapidamente, como de hecho se ejecutan, sin que sea ne- 
cesario que quienes los llevan a cabo permanezcan en el campo de batalla 
una vez que el golpe ha sido asestado. Para el atacante que opera desde fue- 
ra de su propio territorio, una de las caractensticas mas tentadoras del "ata- 
que relampago" es la posibilidad de desentenderse de las consecuencias y de 
endosarle la tarea de reparar los danos al enemigo que ha sufrido el ataque, 
o a los antiguos aliados de una "coalicion flexible". 



VIVIR Y MORIR EN LA FRONTERA PLANETARIA 



129 



Sin embargo, la verdadera asimetria de las "guerras contra el terrorismo" se 
deriva de la influencia -diferente si no opuesta- que las condiciones de globa- 
lizacion ejercen sobre la situation y sobre el espectro de opciones disponibles 
para los adversarios. En la era de la globalization, la movilidad y su velocidad 
se convirtieron en los principals factores de la nueva estratificacion (global). 
La velocidad de transmision a distancia (de la information y de la action) es 

10 que ubica a la elite global (extraterritorial, gracias a la velocidad de sus mo- 
vimientos que desafia toda distancia) en la cima de la jerarqui'a de poder. Por 
otra parte, la condicion de la glebae adscripti -"atada a la tierra"— y las restric- 
ciones impuestas sobre el desplazamiento, sumadas a la impotencia para dete- 
ner o al menos reducir la movilidad de la elite que detenta el poder, son lo que 
sepulta al desvalido global al fondo de esa jerarqui'a. Esta radical diferencia de 
condicion es lo que lleva a los terroristas y a aquellos que les hacen la guerra a 
actuar de man era asimetrica. Quizas sea este el dnico rasgo que ofrece un fun- 
damento empi'rico al uso del concepto de "terrorismo", de lo contrario indis- 
criminado y "discutible por definition", y permite establecer una distincion 
entre los actos terroristas sensu stricto y los ataques punitivos a cargo de fuer- 
zas dirigidas por un Estado, que se ajustan igualmente bien a la definition de 
terrorismo como el "uso premeditado de la violencia, la amenaza, la intimida- 
tion, la coercion o el miedo por motivos poh'ticos o religiosos'V 1 

Los terroristas (es decif, los terroristas sensu stricto) son Uamados a demos- 
trar la incompletud de su propia inmovilizacion para asi probar la vulnerabi- 
lidad de la elite a pesar de la superior movilidad de aquella. Uno de los pro- 
positos de los actos terroristas es mostrar que la sentencia de confinamiento 
tiene sus agujeros legales, que el confinamiento es ineficaz como instrumen- 
ts para quitarle poder a los sujetos, que es posible perpetrar ataques mas alia 
de los limites del confinamiento, y que mas alia de las ventajas que obtienen 
de la velocidad a su disposition y de la tibertad para flotar, los poderosos ad- 
versarios (quienes aiin necesitan tocar el suelo de vez en cuando, aunque sea 
para recargar combustible, asi como necesitan de oficinas para llevar adelan- 
te sus negocios y de hogares en los que disfrutar de sus ganancias) tienen tam- 
bien un talon de Aquiles en el que es posible golpearlos e infligirles heridas; 
quiza no mortales, pero dolorosas (y humillantes) de todos modos. No pue- 
de demorarse, y menos aun inmovilizar, a la elite global; pero al menos pue- 

11 Como lo dcfincn los manuales militares estadounidenses (vease Noam Chomsky, "Terrorisme, 
Panne des puksants", en: Le Monde Diplomatique, diciembre de 2001, pp. 10-11). 



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POLIT1CA GLOBAL 



de ponerse en evidencia el engafio de la inmunidad que supuestamente le 
otorgaban su velocidad y su movilidad, o puede ingeniarse una farsa lo sufi- 
cientemente ingeniosa como para mellar la confianza en si mismos de sus in- 
tegrantes, de modo que ya no puedan confiar en su invulnerabilidad. 

En su respuesta a los terroristas, la elite apunta, de manera asimetrica res- 
pecto de las intenciones de los terroristas, a restablecer y reforzar la inmovili- 
zacion de su adversario. Por lo tanto, en su estrategia tiende a hacer hincapie 
en la territorialidad de su enemigo, reflotando la cuestion del terrorismo 
mundial como un problema de "Estados transgresores" y reduciendo la lucha 
contra el terrorismo al mero encarcelamiento de los terroristas perseguidos 
como cuerpos fisicos y espaciales. 

De esa asimetna se sigue otra: la asimetna del armamento. El armamento 
de cada bando esta subordinado a sus aspiraciones belicas; y ya que esas aspi- 
raciones son contradictorias, seria de esperar que los respect ivos armamentos 
se evitaran mutuamente en vez de enfrentarse cara a cara. A diferencia de las 
armas que conocemos de la era de la "mutua destruccion asegurada", que ad- 
judicaba una suprema importancia a la conquista y la defensa del territorio, 
la clase de equipamiento desarrollado para las guerras del tipo de la "mutua 
inseguridad asegurada" y efectivamente utilizado en ellas -por cierto un tipo 
de guerra que favorece el empleo de "estrategias relampago" y evita el comba- 
te frente a frente- debe ser tan asimetrico como lo son las condiciones de sus 
usuarios y las aspiraciones de las campanas a las que se lanzan. Hoy en dfa, 
las armas se fabrican para ajustarse a las breves operaciones de reconocimien- 
to, dirigidas al azar y manifiestamente no definitorias. En efecto, por mas do- 
lorosos y espeluznantes que sean los ataques perpetrados por los terroristas, 
difkilmente puedan minar los cimientos de la dominacion global de sus ad- 
versarios. De modo opuesto, dificilmente pueda arrancarse de cuajo al terro- 
rismo por medio de la fuerza de las armas empleadas en los contraataques. 
Demasiado a menudo, las intenciones "relampago" tienen como consecuen- 
cia practica una punteria poco iluminada. 

Las guerras territoriales ortodoxas, que apuntaban a acrecentar la propia 
posesion de tierras a expensas de la de los vecinos, no se han extinguido en 
modo alguno; en cualquier caso, son mas probables que en el pasado debido 
a la competencia por los nuevos intereses que el proceso de globalizacitfn 
ofrece. Es cierto: los premios que se ofrecen, se prometen o se esperan en el 
mundo insuficientemente definido e institucionalizado de la modernidad K- 
quida hacen tentadora la idea de librar batallas de reconocimiento al estilo de 



VIVIR Y MORIR EN LA FRONTERA PLANETARIA 



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los terroristas con la esperanza de ascgurarse una portion mayor de los des- 
pojos. Sin embargo, si el territorio esta en juego, la comprobacion de la resis- 
tencia y la capacidad defensiva de los vecinos no es mas que una considera- 
tion secundaria, mientras que la mayor preocupacion reside en atraer hacia 
la causa la atencion de los principales actores del juego global, de modo que 
se sientan mas dispuesros (u obligados, mas bien) a ayudar al bando atacan- 
te a so meter al adversario (como han logrado espectacularmente, por ejem- 
plo, los albaneses de Kosovo, y como se han empenado en intent ar los pales- 
tinos, vascos y kurdos, aunque hasta el momento sin exito). Debido a ciertas 
caracteristicas superficiales similares, las guerras territoriales pueden ser facil- 
mente confundidas con otros esperimenes de la categona de las "batallas de 
reconocimiento". De todos modos, el hecho de que se empleen los metodos 
terroristas y de que se libren batallas con todas las marcas de las de "recono- 
cimiento" en el transcurso de las guerras ortodoxas (territoriales) no las ubi- 
ca en la categona de las guerras asimetricas. A la hora de disputarse un terri- 
torio, ambas partes estan obligadas, sea como sea y con los recursos de cada 
uno, a acudir a estrategias y armamentos similares. 

Las guerras propiamente asimetricas son un fenomeno concomitante del 
proceso de globalization. Estan hechas a la medida del espacio global, libra- 
das en la escena global, y descartan de piano cualquier ambition territorial. 
No es el territorio lo que esta en juego, sino el principio mismo de territoria- 
lidad y su abolition, a pesar de que, por propia voluntad o por omision, to- 
das las partes ayudan a consolidar la nueva extraterritorialidad de la condi- 
tion humana. 

La guerra como vocation 

La decade ncia de las guerras territoriales coincidio con la de los ejercitos de 
conscription masiva. A su vez, estos dos cambios faridicos tuvieron una estre- 
cha relation con el pasaje del estadio solido de la modernidad a su fase liqui- 
da y con el desmantelamiento del modelo de domination panoptica; y para ir 
mas alia en la cadena de consecuencias, con la finalizacion de la "era del espa- 
cio" y el advenimiento de la "era de la velocidad", signada por la devaluation 
del espacio y (para hacer eco de lo propuesto por Paul Virilio) con la multipli- 
cation de la velocidad de la tele-vision y la tele-action en el "espacio-veloci- 
dad" hasta su h'mite ultimo, el de la velocidad de la luz. 



132 



POL1TICA GLOBAL 



Los ejercitos de co n scrip to s han sido reemplazados por unidades mil i tares 
profesionales altamente especializadas, cuya funcion principal (al menos en 
teoria) es destruir y poner fuera de combate a blancos que estan del mismo 
modo espacialmente confmados: las unidades del ejercito profesional del ene- 
migo y los nuevos "nervios belicos" de la modernidad liquida, esto es, los cen- 
tros de recoleccion y procesamiento de la informacion, las estaciones trans- 
misoras o los depositos de combustible y armamento. Los ejercitos se vuelven 
mas reducidos, mas diesrros y mas agiles. Tien den a estar preparados para ac- 
tuar dispersos, en pequenos grupos o de manera individual, de forma mas si- 
milar a la de las multitudes que a la de las viejas columnas de marcha. El co- 
ciente enrre equipamiento tecnico empleado y personal humano requerido 
para operarlo y mantenerlo en condiciones esta cambiando radicalmente en 
favor de la tecnica, y una gran parte de las capacidades que en el pasado se 
alojaban en la memoria y en el habito entrenado de los soldados se esta trans- 
firiendo a los dispositivos electronicos que estos se ocupan de apuntar, y ca- 
da vez mas de las decisiones tacticas y estrategicas. Estas perspectivas hacen 
rememorar aquella broma acerca de la fabrica automatica del futuro que em- 
plearia solo dos seres vivos, un hombre y un perro. La funcion del hombre se- 
ria alimentar y acariciar al perro, y la del perro, evitar que el hombre tocara 
alguna de las maquinas. En lo que concierne a los ejercitos profesionales, un 
futuro como ese no parece muy lejano. 

La nueva manera de llevar adelante las acciones militares apunta a excluir, 
quizas por completo, el enfrentamiento cara a cara con el enemigo. Se espe- 
ra que las tacticas relampago, entre otras cosas, acaben con las amenazas con 
las que tradicionalmente se enfrentan las fuerzas invasoras, como la fraterni- 
zacion con los nativos y el gradual debilitamiento de la moral de los reclutas 
del ejercito conquistador, que en una epoca habia sido combat ido con la ayu- 
da de una intensa vigilancia y un continuo adocrrinamiento ideologico de las 
tropas. Las nuevas tacticas de ataque y muerte a distancia, junto con el hecho 
de que la tarea de seleccion de blancos ha sido dejada a cargo de los compo- 
nentes inhumanos (insensibles y moralmente ciegos) de la maquina de gue- 
rra, han llevado hasta limites insospechados la tecnica de "adiaforizacion" del 
accionar militar, al desvincular la actuacion bajo mando de toda evaluacion 
etica e inhibicion moral. 

La tarea del soldado, como la de cualquier otro profesional, no es mas que 
u su trabajo". La correccion de su desempeno se mide, como en el res to de las 
profesiones, en terminos libres de implicancias morales. Las unicas reglas eti- 



V1VIR Y MORIR EN LA FRONTERA PLANETARIA 



133 



cas cuya intervencion en la evaluacion del desempeno profesional se permite 
son las de seguir la logica de la cadena de mando y la de llevar a cabo el ob- 
jetivo de accion que se ha fijado con el menor costo posible y de un modo lo 
mas ajustado posible a las instrucciones del alto comando. Las tacticas relam- 
pago y la mediacion electronica entre los actores humanos y sus blancos hu- 
manos han conseguido de manera conjunta lo que para las burocracias de la 
epoca de Max Weber se obstinaba, de manera irritante, en permanecer inac- 
cesible como horizon te "ideal". 

La nueva obsolescencia de la ocupacion territorial, la inutilidad de los 
ejercitos de conscripcion masiva y la profesionalizacion de las fuerzas arma- 
das del ultimo escalafon hasta el primero han permitido a las guerras amol- 
darse a las condiciones li'quido-modernas en general y al funcionamiento 
que corresponde a la naturaleza del "espacio-velocidad" en particular, lr a la 
guerra en epoca de los ejercitos de conscriptos exigfa un prolongado perio- 
do de laboriosa preparacion ideologica. Las emociones patrioticas y la sen- 
sacion de amenaza debian ser elevadas a un registro en el que el instinto de 
supervivencia personal menguara o se suspendiera, o bien se disolviera en la 
causa de la salvacion colectiva. En primer lugar, habia que preparar a aque- 
llos que serian Uamados a las armas para morir por la patria. Recientemen- 
te, se ha demostrado de manera concluyente cuan lejos hemos ido mas alia 
de esas necesidades angustiosas, como lo refleja la puntualidad con la que se 
ha condenado la disposicion a sacrificar vidas por la causa, y con la que ha 
sido clasificada como sintoma de fanatismo religioso, retraso cultural o bar- 
barie por los paises que por el espacio de siglos habian presentado el marti- 
rio por una causa como prueba de santidad y requisito de beatificacion; pai- 
ses que hace menos de un siglo adornaban sus cap i tales con cenotafios 
alrededor de los cuales se congregaban anualmente para rendir homenaje a 
los heroes que habian cai'do por la patria, y que a lo largo de su historia uti- 
lizaron el culto al soldado caido para construir y defender sus identidades 
colectivas. 

El advenimiento de los ejercitos profesionales le resto utilidad al fervor 
patriotico. El frenesi colectivo, hoy superfluo para los propositos militares, 
puede liberarse y descargarse sin riesgo alguno en los partidos de fritbol, los 
certamenes musicales de Eurovision y los Juegos Olfmpicos; ha sido pun- 
tualmente reconducido at servicio (y en beneficio) de la industria del espec- 
taculo. Sea lo que sea lo que quede de el, una y otra vez se lo recicla ( u repro- 
cesa") para fortalecer el apoyo a uno u otro partido politico en competencia; 



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POLlTICA GLOBAL 



a veces se ape la a el (con magros resultados) para impulsar la demanda de 
productos alimenticios o filmes locales, pero rara vez se lo utiliza, o es nece- 
sario utilizarlo, para hacer viable la guerra. Esto permite que las acciones be- 
licas sean emprendidas rapidamente, de la noche a la manana si es necesa- 
rio, cada vez que el comandante en jefe de las fuerzas armadas las considere 
convenientes y de exito factible; como consecuencia, antes que reducir la 
proliferacion de guerras, la potencia. La guerra de Vietnam rue quizas la ul- 
tima en ser librada por conscriptos estadounidenses. El envio de cuerpos 
expedicionarios compuestos nada mas que por profesionales no implica 
riesgos politicos comparables a los asumidos por Johnson y Nixon, y diflcil- 
mente suscite el malestar popular que provoco el prolongado trauma 
posVietnam. Ademas, ese trauma se debio en gran parte a la derrota militar, 
y no a la deslealtad e inmoralidad del bombardeo por saturacion de las al- 
deas y a los ataques con napalm a los aldeanos; y los nuevos misiles inteli- 
gentes y los bombarderos stealth, sumados a la eliminacion del comb ate di- 
recto, garantizan que la guerra puede ser ineficaz, pero es a prueba de 
derrota. Hoy en dia, el presidente Bush puede declarar, en una misma frase, 
que el pais "esta en guerra", y que en el pais "los negocios se desarrollan nor- 
malmente". 

Sujetos a las condiciones del servicio profesional, los soldados han adqui- 
rido la categoria de empleados, con todas las garantias de las condiciones la- 
borales y el derecho a compensacion en caso de que los contratos no sean 
honrados de la manera cotrespondiente. Gracias al elevado nivel de aptitud y 
pericia que exige el manejo de equipo de alta tecnologfa, y al intenso desgas- 
te mental y emocional que provocan los riesgos en juego, los soldados perte- 
necen al sector relativamente privilegiado del mercado laboral que oftece una 
estabilidad laboral y un nivel de gratificacion superiores al promedio. Sin em- 
bargo, es probable que la consecuencia mas sorprendente del nuevo modelo 
de guerra sea que durante el conflicto son los soldados quienes gozan de una 
mayor seguridad personal. El riesgo que corren sus vidas y sus cuerpos se re- 
duce al mmimo. "En una guerra que se gana por control remoto el coraje no 
cuenta", comentaron ciertos periodistas del Observer, 12 y, permitaseme agre- 
gar, ni se lo necesita ni se lo exige. Durante la campana en Afganistan, siete 
soldados perdieron sus vidas, solo uno como resultado de acciones enemigas: 
los otros cayeron victimas de "accidentes de trabajo", el riesgo tipico de las 

12 Vcase "Unfinished business", en: Observer, 9 de diciembre de 2001, pp. 15-18. 



VIVIR Y MORIR EN LA FRONTERA PLANETARIA 



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profesiones mas pacificas (est a cifra se compara con los seis periodistas que 
fueron asesinados por el enemigo a causa de que, a diferencia de los soldados, 
debian estar donde la accion se desarrollaba y no donde se la manejaba por 
control remoto). 

Los profesionales mili tares con tempo raneos ya no son bravos matadores* 
de capa y espada; mas bien, se asemejan mas a un operario frio, profesional y 
practico de un matadero con tecnologi'a de punta. En este tipo de guerra, las 
bajas del personal militar son las unicas que verdaderamente cuentan, y en 
efecto, las unicas que se contabilizan. Cuando los comandantes militares afir- 
man que "salvar vidas" es su ocupacion principal y la de sus jefes poli'ticos, se 
trata del bienestar de los soldados. Las otras bajas de la guerra son "circuns- 
tanciales". Se dice que ante la incisiva pregunta de Leslie Stahl de la CBS acer- 
ca del medio millon de ninos que murieron a rafz del ininterrumpido bio- 
queo militar de los Estados Unidos a Irak, Madeleine Albright, en ese 
entonces embajadora en las Naciones Unidas, respondio que "fue una deci- 
sion dificil de tomar", pero que "pensamos que fue un precio que valio la pe- 
na pagarV 3 <;Que dignatario estadounidense se atreveria a decir lo mismo de 
medio millon de soldados estadounidenses muertos? Las bajas civiles de la 
guerra se contabilizan a reganadientes, y por lo general son imposibles de 
contar: despues de todo, las personas abatidas por disparos directos, destrui- 
das por las "daisy-cutters", o en el transcurso de un "bombardeo por satura- 
tion", no son mas que una pequena fraction de las victimas to tales. Las ciu- 
dades son barridas y las aldeas borradas, se siembra el panico, se incendian los 
cultivos y los talleres, y miles de millones de personas son transformadas de 
la noche a la manana en refugiados sin hogar. 

En los calculos militares predigeridos que presentan al publico los relacio- 
nistas publicos o los voceros oficiales (suele set diflcil distinguirlos), todo eso 
no es mas que un efecto secundario desagradable, pero de todos modos ine- 
vitable, de la accion dirigida contra cualquier "fuerza enemiga", y no contra 
"civiles inocentes". En tiempos de la conquista territorial y los ejercitos de 
conscriptos, cuando el grueso de la "nation enemiga" estaba conformado por 
soldados enemigos efectivos o potenciales, se vefa a la poblacion completa del 
"pais enemigo" (con buenos motivos logicos, si no morales) como "bianco le- 

* En cspanol en el original. (TV. de T.) 

n Cimdo de Arundhan Roy, "Ben Laden, secret de famille de i'Amerique", cn: Le Monde, 14- 
15 de ocrubrede 200 L 



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POLfTICA GLOBAL 



gi'timo". Una vez que la guerra se vuelve asunto de profesionales, los blancos 
que dejan de ser leg/timos pasan a ser "circunstanciales", diffciles de justificar, 
y mucho menos de defender en terminos moralmente aceptabies. 

La devastacion etica provocada por ese cam bio de clasificacion es enorme, 
y no es facil captarla por completo. Las "bajas indirectas" se parecen a los mo- 
les tos efectos secundarios de un medicamento potente; es diffcil evitarlos, y 
es necesario sobrellevarlos por el bien del tratamiento terapeutico. Las "bajas 
circunstanciales" pierden sus vidas porque el dano que se les inflige cuenta 
menos en el balance total de las consecuencias de la accion militar. Son des- 
cartables, "un precio que vale la pena pagar"; y no por lo que han hecho o se 
esperaba que hicieran, sino porque por casualidad se pusieron en ei camino 
de los bombarderos, o porque vivian, iban de compras o cam i nab an, de ma- 
nera imprudente, en las cercamas del terreno de juego de los ejercitos profe- 
sionales. Alii donde es posible impedir el acceso de las camaras de television 
a ese campo de juego, los "danos colaterales" pueden ser dejados por comple- 
to fuera de los ca leu los (y de los informes de camp ana). 

La expulsion de la guerra y de la "industria de la muerte" del foco de de~ 
bate etico en el que habian permanecido durante la mayor parte de la histo- 
ria humana, y aiin mas significativamente, la separacion de las consecuen- 
cias asesinas de la guerra del control que ejercian las limitaciones morales y 
las convicciones eticas de los actores son quizas el atributo mas fundamen- 
tal del nuevo ejercito professional. Preparan el escenario para nuevas clases de 
atrocidades, bien distintas de aquellas que habian nacido en el campo de ba- 
talla. Hasta aqui, no hay indicios de una nueva Convencion de Ginebra que 
apunte a restringir o limitar la devastacion humana que los nuevos horrores 
comportan. 

La vida en comun en un mundo agotado 

Habent sua fata libelli... los libros tienen su propio destino. El destino del pe- 
quefio libro de Kant que ya citamos, Ideen zu einer allgemeine Geschichte in 
weltburgerlicher Absicbt, permite reflexionar y esclarece de manera tan notable 
como peculiar la historia de su concepcion y vida. Concebido en la tranquila 
reclusion de Kant en Konigsberg en 1784, acumulo polvo en silencio, durante 
dos siglas, en bibliotecas academicas, leido solamente, la mayor parte de las ve- 
ces como una curiosidad historica, y sin demasiado enrusiasmo, por unos po- 



VIVIR Y MORIR EN LA FRONTERA PLANETARIA 



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cos y dcdicados archivistas de las ideas. Y tras dos sigios de exilio en las notas al 
pie y las bibliografias de las monografias academicas, irrumpio de repente en el 
centro mismo de la "historia con tempo ran ea". En estos dias, es dificil encon- 
trar un estudio erudito de nuestra historia mas reciente que no cite la Historia 
Universal de Kant como una suprema autoridad y fuente de inspiration para 
todo debate posible acerca de la ciudadama mundial, en si mismo un proble- 
ma que se ha hall ado de repente en el foco de la atencion publica. 

El fatum [destino] de este particular libellae [librito] puede parecer extra- 
no y desconcertante, pero encierra de hecho poco misterio. Su secreto es 
sencillo: le llevo al mundo doscientos anos alcanzar los limites de una ten- 
dencia que lo habia conducido desde comienzos de la epoca moderna, pero 
Kant, habiendola sometido a comprobacion filosofica, la hallo con antela- 
cion como contraria a "was die Natur zur hochsten Absicht hat", "el supre- 
mo designio de la naturaleza". Kant observo que el planeta que habitamos 
es una esfera, y dirigio su pensamiento hacia las implicancias de ese hecho 
considerado tan banal. Y las implicancias que investigo fueron que todos de- 
bemos permanecer y movernos en la superficie de esa esfera sin tener nin- 
gun otro lugar adonde ir, y que por ende estamos destinados a vivir para 
siempre en mutua vecindad y compama. De modo que "die volkommene 
bugerliche Vereinigung in der Menchengattung", "la perfecta unification de 
la especie humana a partir de la ciudadania comun \ es el destino que la Na- 
turaleza ha elegido para nosotros, el ultimo horizonte de nuestra historia 
universal que, originado y conducido por la razon y el instinto de conserva- 
cion, estamos destinados a perseguir y con el tiempo alcanzar. Esto es lo 
Kant descubrio, pero le llevo al mundo dos sigios mas descubrir cuan acer- 
tado est aba. 

Tarde o temprano, advirtio Kant, no habra mas espacio vacio en el que 
aquellos de nosotros que encuentran los lugares ya poblados demasiado ates- 
tados o poco acogedores puedan aventurarse. De modo que la Naturaleza nos 
ordena considerar a la hospitalidad (reciproca) como el precepto supremo 
que debemos abrazar, y eventualmente abrazaremos, para buscar un fin a la 
larga cadena de ensayos y errores, a las catastrofes que los errores causaron y 
a las ruinas que esas catastrofes dejaron. Como observaria Jacques Derrida 
dos sigios despues, las propuestas de Kant desenmascaran el caracter mera- 
mente tautologico de terminos de moda en los ultimos tiempos, como la 
' cultura de la hospitalidad" o la "etica de la hospitalidad": "Uhospitalite, c est 
la culture meme et ce n est pas une ethique parmi d autres... L'ethique est bos- 



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POLlTICA GLOBAL 



pitaliteV 4 En efecto, si la etica, como queria Kant, es obra de la razon, en- 
ton ces la hospitalidad es, debe ser o sera tarde o temprano la primera regla de 
conducta de una humanidad guiada por la etica. 

Sin embargo, el mundo poco se percato de ello; al parecer, el mundo pre- 
fiere honrar a sus filosofos con placas conmemorativas mas que escuchando- 
los, y menos aun siguiendo su consejo. Puede que los filosofos hayan sido los 
escribas principales del drama Hrico de la Ilustracion, pero la tragedia epica 
postiluminista renego por completo de los guiones de su autoria. Ocupado 
en la igualacion de la nacion con el Estado, del Estado con la soberania y de 
la soberania con las fronteras vigiladas estrechamente, el mundo parecio per- 
seguir un horizon te por cierto diferente del que Kant habia esbozado. Por 
doscientos anos, el mundo se afano haciendo del control de toda actividad 
humana la prerrogativa de los poderes estatales, erigiendo barreras para aque- 
Has actividades que no habia podido controlar, y guarneciendo esas barreras 
con guardianes vigilantes y fuertemente armados. Los pasaportes, las visas y 
los controles aduaneros e inmigratorios fueron algunas de las principales in- 
venciones del moderno arte de gobernar. 

El advenimiento del Estado moderno coincidi6 con la aparicion del "apa- 
trida", del sans papiers [sin papeles] y de la idea del unwertes Leben* la actual 
reencarnacion de la antigua institution del homo sacer, que es la ultima en- 
carnation 15 del derecho soberano a eximir y excluir a esos seres humanos en 
tan to han sido arrojados mas alia de las leyes humanas y divinas; a convertir- 
los en seres que pueden ser destruidos sin que ello ocasione castigo, y cuya 
destruction esti libre de toda signification etica o religiosa. 

Durante la fase inicial de la historia moderna, la pesada carga del afan de 
clasificacion, inclusion y exclusion de la modernidad fue algo menos irritan- 
te, al ser en parte aliviada por otra de las empresas modernas: la apertura de 
un extension sin precedentes de "tierras vfrgenes" que pudieran utilizarse co- 
mo basural para arrojar a los indeseables, a la vez que oficiara como tierra pro- 

14 Jacques Derrick, Cosmopolites de tons les pays, encore un effort!, Galilee, 1997> p. 42: *La 
hospitalidad es la cultura misma, y no solamente una etica entre otras [...] la etica es hos- 
pitalidad" [trad, esp.: Cosmopolitas de todos los paises: un esfuerzo mds, Valladolid, Cuatro 
ediciones, 1996]. 

* Literalmente, "vida que no merece ser vivida". La expresion fue utilizada durante el Til Reich 
para referirse a los judfos y justificar asi la "necesidad" de la muerte. (N. de T.) 

15 Como lo descubrio Giorgio Agamben; vease su libro Homo Sacer: Sovereign Power and Bare 
Life, ob. cit. 



VIVIR Y MORIR EN LA FRONTERA PLANETARIA 



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metida para quienes cai'an por la borda del barco del progreso. Ninguna tic- 
rra, por supuesto, era realmente "virgen" para la epoca en que los Allgemeine 
Geschichte de Kant fueron enviados a la imp rent a; pero muchas habian sido 
hechas virgenes y muchas mas habrian de entrar en esa clasificacion en las de- 
cad as subsiguientes gracias al enorme y todavia muy credente diferencial de 
poder entre el centro en rapido proceso de industrializacion y la periferia que 
se aislaba. El poder de la metropoli era tan abrumador que podia permitirse 
declarar la nulidad de la poblacion de las tierras "primitivas", ' atrasadas" y 
"salvajes" en su totalidad, y sumariamente recatalogar a la poblacion de esas 
tierras como un "homo sacer" colectivo de la metropoli, y otorgarle asi a la 
poblacion restante permiso para matar. Algo despues, la tecnica de exclusion 
sumaria de la raza humana, desarrollada durante la conquista de territories 
lejanos, seria lanzada en Europa; como senalo Aime Cesaire en 1955, 16 lo que 
la burguesia cristiana (de Europa y sus apendices) no pudo perdonarle a Hi- 
tier no fue el crimen de genocidio, si no haberle aplicado a Europa las accio- 
nes colonialistas que hasta el momento habian soportado los arabes, los culis 
de la India y los negros... 

La colonizacion permitio que las premoniciones de Kant acumularan poL 
vo. Sin embargo, tambien las hizo parecer, cuando fueron finalmente desem- 
polvadas, la profecia de un Apocalipsis mas que la alentadora Utopia que Kant 
pretendia que const ituyeran. Ahora, las ideas de Kant son vistas de ese modo 
porque, debido a una equivoca abundancia de "tierras de nadie\ en aquel 
momento no era necesario que se hiciera nada, por lo tanto no se hizo nada 
en esos dos siglos para preparar a la humanidad para la revelacion del agota- 
miento final del mundo. 

Para deshacerse de los homini sacri europeos domesticos, las tierras decre- 
tadas virgenes proporcionaron las Islas del Diablo, las Bahias Botany y otros 
basurales similares a los gobiemos europeos, que envidiaban el control del Im- 
perio Ruso sob re las infinitas extensiones heladas de Siberia. Para los europeos 
que temian correr la suerte del paria, las "tierras virginizadas" ofrecian una al- 
ternativa promisoria, un escondite y la posibilidad de "empezar de nuevo". Los 
aldeanos irlandeses buscaron alii la salvacion de la hambruna ocasionada en su 
tierra natal por la plaga de las papas; los campesinos alemanes, suecos y pola- 
cos huyeron hacia ellas proven ientes de aldeas superpobladas y ciudades deca- 
dentes en las que no habia trabajo ni perspectivas de obtenerlo; y los judios 

U: Citado en Marc Ferro, Histoire des colonisations, Scuil, 1994. 



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POLIT1CA GLOBAL 



buscaron refugiarse alii de los pogromos rusos. La prole sin titulos de nobleza 
de familias que si los detentaban viajo a las "fronteras de la civilizacion" con la 
esperanza de recobrar su poder y su riqueza al servir en el ejercito, en la admi- 
nistracion colonial, o al dedicarse a emprendimientos comerciales, al construir 
un nuevo mundo, un mundo que necesitaba reemplazar a la nobleza nativa, 
indolente y somnolienta, por nuevas elites, y por lo cual era capaz de brindar- 
les a los recien llegados nuevas posibilidades de desarrollo profesional. Por mu- 
chos anos, la modernidad, esa civilizacion intrinsecamente expansiva y trans- 
gresora, no tuvo razon alguna para preocuparse: la civilizacion construida en 
base a la necesidad de expansion y transgresion tenia a su disposition un espa- 
cio aparentemente infinito en el que expandirse, y podia prever la aparicion de 
nuevas e interminables barreras que esperaban ser transgredidas. En el mapa 
del mundo moderno abundaban los espacios en bianco marcados (provisio- 
nalmente, por supuesto) con la frase "ubi leones", "donde hay leones", espe- 
rando que los salpicaran con nuevas ciudades y los entrecruzaran con nuevas 
redes camineras. Esos dis tan tes espacios en bianco eran valvulas de seguridad 
que liberaban la presion de la metropoli y evitaban que se sobrecalentara. Ha- 
bi'a un monton de sitios para que los aventureros buscaran aventuras, para que 
los jugadores probaran for tuna y para que los derrotados intentaran cambiar 
de suerte. No podia decirse en modo alguno que el mundo estuviera agotado. 

Pues bien, ahora lo esta. Ya no habra mas estatuas de la libertad que pro- 
metan cobijar a las masas abandonadas y oprimidas. No mas vias de escape y 
escondites para nadie mas que para algunos criminates e inadaptados. Pero (y 
esta es, podria decirse, la consecuencia mas asombrosa del agotamiento del 
mundo recientemente develado) tampoco podra haber ya un chez soi [la casa 
de uno] seguro y confortable, como lo han demostrado de manera dramati- 
ca y mas alia de toda duda los acontecimientos del 1 1 de septiembre. 

Esa manifestacion de la nueva condicion existencial nos tomo por sorpre- 
sa, mientras que el cambio en si mismo nos encontro desprevenidos. La sa- 
crosanta division entre dedans y dehors, adentro y afuera, que trazaba el ma- 
pa del reino de la seguridad existencial y determinaba el itinerario de la 
trascendencia futura, habfa sido borrada por completo. liny a pas de "dehors " 
no, ya no... Todos estamos "dentro sin que nada haya quedado u fuera\ O, 
mas bien, lo que solia estar "afuera" se col 6 "adentro", sin golpear, y se esta- 
blecio alii sin pedir permiso. El engano de las soluciones locales a los proble- 
mas planetarios ha sido puesto en evidencia y la estafa del aislamiento terri- 
torial ha sido expuesta. 



VIViR Y MORIR FN LA FRONTERA PLANFTAR1A 



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Las fronteras de todos los tiempos eran conocidas simuitineamente como 
fabricas de desplazamiento y plantas de reciclaje para los desplazados. No 
puede esperarse otra cosa de su nueva variedad global, a exception por su- 
puesto de la nueva escala planetaria de los problemas de production y red- 
clado. Permitaseme repetirlo: no hay soluciones locales a problemas globales; 
sin embargo, lo que buscan, avidamente y en vano, las instituciones polfticas 
existences -las unicas instituciones polfticas que hemos inventado colectiva- 
mente hasta aqui, y las unicas que tenemos— son soluciones locales. Y no es 
de extranar, ya que todas las instituciones son locales, y su poder para actuar 
soberanamente de forma viable (o para el caso, legi'timamente) esta circuns- 
crito al ambito local. 



Refugiados en un mundo agotado 

Durante los doscientos anos de la historia moderna, se dio naturalmente por 
supuesto que los refugiados, los inmigrantes voluntarios e involuntarios, los 
"desplazados" tout court const itm'an un problema del pais que los alojaba, de 
modo que recibfan un tratamiento consecuenre con eso. 

Pocos, si es que alguno, de los Estados-nacion que cubrian el mapa del 
mundo moderno eran tan locales como sus prerrogativas soberanas. A veces 
de buen grado, a veces a reganadi en tes, todos ellos deb fan aceptar la presen- 
cia de extranjeros en el territorio que habian hecho propio; todos debieron 
permitir la entrada a las sucesivas oleadas de inmigrantes que escapaban o 
eran expulsados del dominio del poder soberano de otros Estados-nacion. 
Una vez dentro, los extranjeros, insolentes o recatados, debian someterse a la 
jurisdiccion exclusiva e indivisa del pais que los hospedaba. Dicho pais era li- 
bre de emplear las versiones actualizadas y modernizadas de las dos estrate- 
gias que Claude Levi-Strauss describio en Tristes tropicos como vias alternati- 
vas para lidiar con la presencia de extranos. 

Las opciones disponibles para el problema de los extranjeros eran la solu- 
tion antropofagica y la antropoemica. La primera option se reducfa a u co- 
merse a los forasteros", literalmente, segiin las practicas canibales que se su- 
pone tenian ciertas tribus de la antigiiedad, o en un sentido mas espiritual, 
en una version mas moderna, sublime y metaforica, mediante la asimilacion 
por la fuerza practicada casi universalmente por los Estados-nacion de modo 
que los extranjeros fueran ingeridos y al ingresar al cuerpo de la nation per- 



142 



POLITICA GLOBAL 



die ran la categoria de tales. La segunda solucion implicaba "regurgitar a los 
extranos" en vez de devorarlos: capturarlos y expulsarlos (tal como Oriana Fa- 
llacci propuso que deber/amos hacer con la gente que adora a otros dioses y 
hace gala de habitos higienicos desconcertantes), o bien de la jurisdiction del 
poder estatal, o bien del mundo de los vivos. 

Tengamos en cuenta, sin embargo, que el empleo de cualquiera de estas 
soluciones tenia sentido en base a dos supuestos complementarios: que exis- 
tia una clara division territorial entre el "afuera y el adentro", y que dentro de 
sus fronteras el poder soberano era completo e indivisible y podia seleccionar 
sus estrategias a voluntad. Ninguno de estos dos supuestos conserva demasia- 
da credibilidad hoy en dia, en nuestro mundo global h'quido-moderno, de 
modo que las posibilidades de aplicar cualquiera de las dos estrategias orto- 
doxas son, como mini mo, escuetas. 

Al parecer, como las vias de accion comprobadas ya no estan disponibles, 
nos hemos quedado sin una buena estrategia para ocuparnos de los recien lie- 
gados. En una epoca en la que ningun modelo cultural puede arrogarse, con 
autoridad y de manera efectiva, superioridad sobre sus competidores, y en la 
que la construccion de la nacion y la movilizacion patriotica han dejado de 
ser los instrumentos principales de la integracion social y la autodetermina- 
cion del Estado, la asimilacion cultural ya no constituye una option. Debido 
a que la politica de deportation y expulsion es una usina de imagenes drama- 
ticas ideales para la television que con toda probabilidad suscitaria p rot estas 
generalizadas y manchana las credenciales internacionales del pais que la apli- 
co y los gobiernos prefieren evitarse el problema cerrandole las puertas a cual- 
quiera que golpee en busca de refugio. 

La tendencia actual a reducir de manera drastica el derecho al asilo poli- 
tico, acompanada por la obstinada negativa a permitir la entrada de u inmi- 
grantes economicos", no marca en absoluto una nueva estrategia con respec- 
to al fenomeno de los refugiados, sino mas bien la ausencia de toda estrategia 
y el deseo de evitar una situacion de la cual avergonzarse politicamente. En 
esas circunstancias, el ataque terrorista del 1 1 de septiembre fue un regalo pa- 
ra los poh'ticos. Ademas de las usuales acusaciones de que viven a costillas del 
bienestar de la nacion y de que usurpan puestos de trabajo, 17 se acusa ahora 

17 Una acusacion de la que se valen avidamente, y de la que obrienen grand es beneficios, un 
arco cada vez mayor de policicos contemporaneous a lo largo del espectro politico, desde Le 
Pen cn Francia, Pia Kjersgaard en Dinamarca o Vlaam Bloc en Belgica -cn la cxtrema 



VIVIR Y MORIR EN LA FRONTERA PLANETARIA 



143 



a los refugiados de desempenar un papel de "quirt ta columna" en favor de la 
red global del terrorisms A fin de cuentas, existe un motivo "racional" y mo- 
ralmente inobjetable para capturar, encarcelar y deportar a la gente cuando 
uno ya no sabe como ocuparse de ella, y no quiere tomarse el trabajo de ave- 
riguarlo. En los Estados Unidos, y poco tiempo despues en Gran Bretana, 
con la excusa de la "campana contra el terrorismo", se ha privado puntual- 
mente a los extranjeros de los derechos humanos esenciales que hasta el mo- 
mento habian resistido todas las vicisitudes de la historia desde la Carta Mag- 
na y el habeas corpus. Ahora es posible detener a los extranjeros de manera 
indefinida, bajo cargos de los que no pueden defenderse, esto ultimo por la 
sencilla razon de que nunca se les dice de que se los acusa, Como apunta con 
acidez Martin Thomas, 18 de aqui en adelante, en una inversion dramatica del 
principio basico de la ley civilizada, "la prueba del delito es una complicacion 
innecesaria", al menos en lo que respecta a los refugiados extranjeros. 

Puede que las puertas esten cerradas, pero el problema no desaparecera, 
por mas firmes que sean los cerrojos. Los cerrojos no hacen nada por contro- 
lar o debilitar las fuerzas que causan el desplazamiento; pueden ayudar a 
mantener el problema alejado, invisible, lejos de la conciencia, pero no pue- 
den hacerlo desaparecer. 

Asi es que, cada vez mas, los refugiados se encuentran atrapados entre 
dos fuegos; mas exactamente, en una paradoja. Si bien se los expulsa por 
la fuerza de su pais de origen, o se los atemoriza para que huyan, no se les 
permite la entrada a ningun otro. No cambian de lugar; pierden su lugar 
en la tierra, son catapultados hacia la nada, a los "non-lieux* de Auge o las 
" nowhereville? de Garreau, a los " Narrenschiffe" de Michel Foucault, a la 
deriva hacia "un lugar sin lugar, que existe por si mismo, que esta cerrado 
sobre sf y a la vez entregado a la vastedad del oceano'V 9 o (como Michel 
Agier propone en un articulo de proxima aparicion en Ethnography) hacia un 
desierto, esa tierra dWiabitada por definicion, una tierra hostil a los huma- 
nos y rara vez visitada. 

Los refugiados se han convertido, en una semblanza caricaturesca de la 
nueva elite del mundo globalizado, en el epitome de la extraterritorialidad en 



derecha- hasta un numero cada ver mayor de policicos que se definen como de "cen- 
troizquierda". 

18 Guardian, 26 de noviembre de 2001. 

19 Wase Michel Foucault, "Of other spaces", en: Diacritics^ 1, 1986, p. 26. 



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POLITICA GLOBAL 



la que se asientan las raices de la actual precarite de la condicion human a, la 
principal fuente de temores y angustias de la humanidad actual. 

Esos temores y angustias se vuelcan, al no encontrar un desahogo, hacia 
el resentimiento popular y el miedo a los refugiados, Esos temores y angus- 
tias no pueden ser desactivados o dispersados mediante una confrontacion 
directa con la otra encarnacion de la extraterritorialidad, la elite global que 
fluye mas alia de todo control humano, demasiado poderosa para ser enfren- 
tada. Por otra parte, los refugiados son un bianco facil para esa angustia ex- 
cedente. 

Segiin el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados 
(ACNUR), hay entre 13 y 18 millones de 'Victimas de desplazamiento forza- 
do" luchando por sobrevivir allende las fronteras de sus paises de origen (sin 
contar los millones de refugiados "internos" en Burundi y Sri Lanka, Co- 
lombia y Angola, Sudan y Afganistan, condenados a una vida errante por las 
interminables guerras tribales). De estos, mas de 6 millones se encuentran 
en Asia y 7 u 8 millones en Africa; hay 3 millones de refugiados palestinos 
en Medio Oriente. Con toda seguridad, se trata de un calculo por lo bajo. 
No todos los refugiados han sido reconocidos como tales (o exigido serlo); 
solo un cierto numero de desplazados han tenido la suerte de hallarse en el 
regis tro del ACNUR y bajo su cuidado. De aquellos regis trados por el ACNUR, 
el 83,2% de los de Africa se encuentra en campamentos de refugiados y el 
95,9% de los de Asia (en Europa, hasta el momento, solo se ha encerrado en 
campamentos al 14,3% de los refugiados). 

Los campamentos son artificios que se hacen permanentes al bloquearse 
las salidas. Los reclusos no pueden regresar "al lugar del que provienen": los 
paises que han abandonado no los quieren de vuelta, sus formas de vida han 
sido destruidas y sus hogares han sido quemados o saqueados. Pero tampoco 
hay un camino hacia adelante: ningiin gobierno recibirfa gustosamente la 
afluencia de miles de desposefdos. De modo que con respecto a su ubicacion 
"permanentemente temporal", los refugiados "estan en ella, pero no pertene- 
cen a ella". No pertenecen verdaderamente al pais en cuyo territorio levantan 
sus chozas y acampan. Estan separados del res to del pais que los recibe por el 
velo invisible, pero grueso e impenetrable, de la sospecha y el resentimiento. 
Se encuentran suspendidos en un vacio espacial en el que el tiempo perma- 
nece detenido. No estan establecidos alii, ni se encuentran de paso; no son ni 
sedentarios ni nomadas. En los terminos en que se narra la humanidad de los 
seres humanos, son inefables. Son la encarnacion de los indecidibles de Jac- 



VIVIR Y MORIR EN LA FRONTERA PLANETARIA 



145 



ques Derrida. Para genre como nosotros, alabados por los demas por nuestra 
capacidad de auror reflexion, y orguilosos de ella, no solo son intocables, sino 
impensables. En nuestro mundo de comunidades imaginadas, son inimagina- 
bles. Y la manera que tienen las otras comunidades -genuinas o con esperan- 
zas de serlo- para que se ororgue credibilidad a sus propias tareas de imagi- 
nacion es negarles el derecho a ser imaginados. Solo una comunidad que 
aparece con frecuencia en el discurso politico pero que no tiene un correiato 
en la vida y el tiempo reales, la comunidad global, una comunidad inclusiva 
pero no con ello exclusiva, una comunidad que coincida con la idea kantia- 
na de la "Vereinigung in der Menschengattung \ una unificacion de la espe- 
cie humana, podria apartar a los actuales refugiados del "no lugar" al que han 
sido arrojados. 

La proliferacion de campos de refugiados es un producto o manirestacion 
tan integral de la global izacion como lo es el denso archipielago de nowhere- 
villes en el que se mueven, de una escala a la otra, los trotamundos de la nue- 
va elite global. Lo que tienen en comun es su ext rater ritorialid ad, su no per- 
tenecer realmente a un sitio, su "estar" en el espacio que ocupan fisicamente 
sin "pertenecer" a el. Por lo que sabemos, podrian ser la punta de lanza de 
una extraterritorial idad en avance, o (a un plazo mas largo) los laboratorios 
en los que se experimenta con la desemantizacion del lugar, la desechabilidad 
de los significados y la nueva permanencia de lo transitorio en condiciones 
extremas (todas ellas tendencias constitutivas de la fase "liquida" de la moder- 
nidad), para poner esos factores a prueba de una manera similar a la que se 
utilizaba para hacerlo con los limites de la maleabilidad y la sumision de los 
seres humanos, y con los modos de alcanzar esos limites, en los campos de 
concentracion del estadio "solido" de la historia moderna. 

Los campos de refugiados y las nowherevilles comparten el mismo carac- 
ter transitorio inherente con el que fueron deliberadamente disenados. Am- 
bas instalaciones estan pensadas y planeadas para ser un hueco tan to en el es- 
pacio como en el tiempo, una suspension provisoria de la adscripcion 
territorial y de la secuencia temporal. Pero los rostros que exhiben a sus res- 
pect ivos usuarios o intern os difieren diametralmente. Los dos tipos de extra- 
territorialidad estan sedimentados, para decirlo de algun modo, en los polos 
opuestos de la globalizacion. El primero ofrece la transitoriedad como un ser- 
vicio del que es posible disponer a voluntad, el segundo la hace permanente 
e irrevocable, un destino ineludible; es una diferencia similar a la que separa 
a las dos modalidades de permanencia segura; los barrios privados de quie nes 



146 



POLIT1CA GLOBAL 



ejercen la discriminacion en su lugar de ricos, y los guetos de quienes son dis- 
criminados por su pobreza. Y las causas de la diferencia son asimismo simila- 
res: entradas vigiladas y salidas abiertas de par en par, por un lado, y entrada 
indiscriminada y salida sellada al vacio del otro. En particular, es el bloqueo 
de las vias de salida lo que perpetua el estado de trans i to riedad sin sustituir- 
lo por el de permanencia. En los campos de refugiados, el tiempo se suspen- 
de; hay tiempo, si, pero no historia. 

Los campos de refugiados os ten tan una nueva propiedad: una "transito- 
riedad congelada", un Estado duradero de provisionalidad, una duracion he- 
cha con momentos pegados el uno con el otro, ninguno de los cuales es vivi- 
do como un elemento de la perpetuidad o una contribution a ella. Para los 
reclusos de un campo de refugiados, la perspectiva de secuelas o consecuen- 
cias a largo plazo no forma parte de su experiencia. Los reclusos de los cam- 
pos de refugiados viven, literal men te, un dia por vez, y los contenidos de sus 
vidas no son afectados por la conciencia de que los dfas se combinan en me- 
ses y los meses en anos. Como en las prisiones e "hiperguetos ' estudiados por 
Loic Wacquant, en los campamentos los refugiados "aprenden a vivir, o mas 
bien a sobrevivir [(surjvivre] una dia por vez, en la inmediatez del momento, 
nadando en la desesperanza que hace infusion en el interior de sus muros". 20 

La cuerda que ata a los refugiados a su campamento esta llena de nudos 
por los continuos tironeos y presiones. 

Los poderes que ejercen el control sob re la tierra alrededor del campamen- 
to hacen todo lo que esta a su alcance para evitar que los reclusos se escurran 
y se desparramen por el territorio adyacente. El exterior del campamento es, 
esencialmente, una zona prohibida para los internos. Como mucho, es tierra 
poco hospitalaria, poblada por gente recelosa y desconfiada, siempre dispues- 
ta a hacer notar y a usar en contra de los reclusos cualquier error efectivo o 
sospechado que los reclusos puedan cometer, esto con toda facilidad debido 
a que han sido expulsados de su elemento natural. En la tierra en la que han 
instalados sus tiendas provisorio-permanentes, los refugiados conservan os- 
tensiblemente la categoria de "los de afuera", una amenaza para la seguridad 
que los "establecidos" obtienen de su hasta aqui nunca cuestionada rutina 
diaria, un desaffo para la cosmovision hasta el momento compartida por to- 
dos y una fuente de peligros que aun no han sido enftentados, que no termi- 

20 Vease Loic Wacquant, "Symbole fatale. Quand ghetto et prison se ressemblent et sassem- 
blent", en: Actes de La Recherche en Sciences Sociales, septiembre de 2001, p. 43. 



VIVIR Y MORIR EN LA FRONTERA PLANETARIA 



147 



nan de encajar del modo acostumbrado, y que se resisten a someterse a las 
maneras habituales de soiucionar problemas. 21 

Los "establecidos", utilizando su poder para definir la situacion e imponer 
la definicion de todos los involucrados, tienden a encerrar a los recien llega- 
dos en la jaula de hierro del estereotipo, "una representation altamente sim~ 
plificada de las realidades sociales". Estereotipar da como resultado "un dise- 
no en bianco y negro" que "no deja lugar a las diversidades". Los de afuera 
son considerados culpables hasta probar su inocencia, pero como los estable- 
cidos desemperian simultaneamente los papeles de fiscal y juez, de modo que 
a la vez que acusan expiden su veredicto, las chances de absolucion son ma- 
gras, si no nulas. Como Elias y Scotson descubrieron, cuando mas amenaza- 
da se siente la poblacion establecida, mas tienden a inclinarse sus creencias 
"hacia extremos de ilusion y rigidez doctrinaria \ Y al toparse con una afluen- 
cia de refugiados, la poblacion establecida tiene toda la razon en sentirse ame- 
nazada. Ademas de representar la "gran incognita" que todos los extranos en- 
carnan, los refugiados traen consigo los lejanos ruidos de la guerra y el hedor 
de los hogares miserables y las ciudades derruidas que no pueden sino recor- 
darles a los establecidos cuan facilmente el cascaron de la rutina segura y fa- 
miliar (segura por lo familiar) podria ser horadado o aplastado. 

Al aventurarse desde el campamento a una ciudad cercana, los refugiados 
se exponen a un tipo de incertidumbre dificil de soportar luego de la expe- 
riencia de la vida detenida del campamento, vivida de manera estatica, un dia 
a la vez. Sin embargo, unos pasos mas alia del perfmetro del campo, se en- 
cuentran en un entorno hostil. El derecho de entrada al "exterior" es como 
muy poco claro y puede ser contravenido por cualquier transeunte. En com- 
paracion, el interior del campo parece un puerto seguro. Solo los mas aven- 
tureros desearian abandonarlo por un tiempo considerable, y todavia muchos 
menos se atreverian a actuar en funcion de sus deseos. 

Si utilizamos los terminos que se derivan de los analisis de Loic Wac- 
quant, 22 podriamos decir que los campos de refugiados mezclan, condensan 

21 Vease Norbcrt Elias y John L. Scotson, The Established and the Outsiders: A Sociological 
Inquiry into Community Problems, Frank Cass> 1965, especialmente pp. 81 y 95- 

22 Vease Loic Wacquant, "The new urban color iine: the state and fate of the ghetto in post- 
fordist America", en: Craig J. Calhoun (comp.), Social Theory and the Politics of Identity 
Biackwell, 1994; vease tambien "Elias in the dark ghetto", Amsterdams Sociologist Tidjschrift, 
diciembre de 1997. 



148 



POLlTICA GLOBAL 



y unifican los distintos rasgos del "gueto comunitario" de la era fordista-key- 
nesiana y los del "hipergueto" de nuestros tiempos posfordistas. Si los "gue- 
tos comunitarios" eran totalidades sociales autosuficientes de reproduccion 
endogena, que inclui'an replicas en miniatura de la estratificacion, las divisio- 
nes funcionales y las instituciones necesarias para satisfacer las necesidades de 
la vida comunitaria de la sociedad en su sentido amplio, los "hiperguetos" son 
conglomerados truncos, artificiales y ostensiblemente incompletes, incapaces 
de sobrevivir por su cuenta. Una vez que las elites abandonaron el gueto y de- 
jaron de alimentar la red economica que sostenfa (por mas precariamente que 
lo hiciera) la vida de la poblacion del gueto, las agendas estatales de asisten- 
cia y control (por regla general, dos funciones estrechamente imbricadas) se 
introdujeron en el. El "hipergueto" pende de unos hilos que tienen su origen 
mas alia de sus fronteras y ciertamente mas alia de su control. 

En los campos de refugiados, Michel Agier hallo los rasgos de los "guetos 
comunitarios' imbricados en una densa red de dependencia mutua con los 
atributos de un "hipergueto". 23 Podriamos conjeturar que esa combinacion 
anuda aiin mas firmemente los lazos que atan a los reclusos al campamento. 
Los tironeos del "gueto comunitario" y las presiones del "hipergueto", por 
mas poderosos que puedan ser, se superponen y se refuerzan mutuamente. Al 
enfrentarse con la hostilidad del entorno exterior, generan en conjuncion una 
fuerza centripeta abrumadora, dificil de resistir, que hace completamente 
inutiles las tecnicas de encierro y aislamiento desarrolladas por los adminis- 
tradores y supervisores de Auschwitz o el Gulag. Mas que cualquier otro mi- 
cromundo artificial, los campos de refugiados se acercan a la "institucion to- 
tal", el tipo ideal de Erving Goffman: ofrecen, por voluntad propia o por 
omision, una "vida total" de la que no hay escapatoria. 

Al haber abandonado su medio anterior, o al haber sido expulsados de el, 
los refugiados tienden a ser despojados de las identidades que ese medio de- 
finia, sostenia y reproducia. En terminos sociales, son "zombis": sus viejas 
identidades sobreviven principalmente en calidad de fantasmas, rondando el 
campamento por las noches de man era aiin mas dolorosa por ser totalmente 
invisibles a la luz del dia. Incluso las viejas identidades que habian sido mas 
comodas, mas prestigiosas y mas buscadas se vuelven una carga: entorpecen 
la busqueda de nuevas identidades mas apropiadas al nuevo ambito, impiden 

2i Michel Agier, "Entre guerre et ville. Pour une anthropologic urbaine des camps de refugies", 
en: Ethnography, 1 , 2002. 



VIVTR Y MORIR EN LA FRONTERA PLANETARIA 



149 



la aceptacion de la nueva realidad y retrasan el reconocimiento del caracter 
permanente de la nueva condicion. A los fines practicos, los refugiados han 
sido arrojados al estadio intermedio del pasaje en tres etapas de Van Gennep 
y Victor Turner, 2 ' 1 sin que, sin embargo, el hecho de haber sido arrojados se 
reconozca por lo que es, sin que se fije un periodo de duracion, y sobre todo, 
sin la conciencia de que el regreso a la condicion que precedio a la actual es 
completamente imposible y que no existe el menor presentimiento de que es lo 
que el futuro podria deparar. 

Toda comunidad es una comunidad imaginada. La comunidad global postula- 
da no constituye una excepcion a la regla. Pero la imaginacion se convierte en 
una fuerza tangible, potente c integradora cuando la sostienen las institucio- 
nes de autoidentification y autogobierno producidas y mantenidas socialmen- 
te, como era el caso de las naciones modernas unidas en matrimonio, para 
bien o para mal, hasta que la muerte los separara, con los Estados sober anos 
modernos. En lo que respecta a la comunidad global imaginada, sigue faltan- 
do en su mayor parte una red institucional similar (tejida a partir de unas 
agencias de control democratico, un sistema legal globalmente vinculante y 
unos principios eticos globalmente sostenidos). Y esta, asf lo creo yo, es la cau- 
sa principal de lo que ha sido llamado, con un eufemismo, "el problema de los 
refugiados", asi como el principal obstaculo para su resolution. 

La unidad de la especie humana que postulo Kant podria ser, como el 
mismo afirmo, afin al plan de la Naturaleza, pero ciertamente no parece " his- 
toricamente determinada". La continuada imposibilidad de controlar la red 
ya globalizada de dependencia mutua y "mutua vulnerabilidad asegurada" no 
incrementa, por cierto, las posibilidades de alcanzar esa unidad. Sin embar- 
go, esto solo significa que en ninguna otra epoca la biisqueda activa de la hu- 
manidad comun, junto con la practica que ello implica, ha sido tan urgente 
e imperiosa como lo es ahora. En la era de la globalizacion, la causa y la po- 
litica de la humanidad comun se encuentran ante la posibilidad de dar un pa- 
so que habra sido el mas importante de su dilatada historia. 



?A En cl que el primer estadio consisting en cl desmanteiamiento de la vieja identidad, y cl ter- 
cero y ultimo en el ensamblaje de la nueva: veasc Arnold van Gennep, The Right of Passage, 
Routledge y Kegan Paul, 1 960; Victor W. Turner, The Ritual Process: The Structure and Ant i- 
Structure, University of Chicago Press, 1969. 



Segunda parte 
Politicas de vida 



4, La (in)felicidad de los placeres inciertos 



En general, todos sabemos como usar la palabra "felicidad", y su antonimo, 
"infelicidad". Tambien sabemos cuando estamos felices y cuando no. Pero a 
muchos nos pondrian en un aprieto si nos pidieran que enunciaramos la re- 
gla que nos llevo a aplicar una palabra de! par "felicidad-infelicidad" a un ca- 
so particular. No nos seria facil articular de forma clara y sin ambiguedades 
que queremos decir cuando decimos "Estoy feliz" o "Estoy infeliz". Como re- 
gla, tender iatnos a dar una explication mas que la definition: diriamos que fue 
lo que, desde nuestro punto de vista, nos hizo (o puede hacernos) felices o in- 
felices, mas que de que tipo fue esa experiencia que tuvimos y que nos gus- 
taria detallar y comunicar usando una de esas palabras. 

En este aspecto, la experiencia de estar feliz o infeliz es semejante a la ex- 
periencia de un color. Sabemos como usar la palabra "rojo", pero no sabemos 
como describir la experiencia del "rojo". Como mucho, en una vena poetica, 
podriamos emplear metaforas sensoriales de otro tipo, pero ese truco no ser- 
vina mas que para reemplazar un inefable por otro. Las palabras "felicidad" e 
"infelicidad", como "rojo" o Verde", sirven en la interaccion, pero son inca- 
paces de comunicar de forma acabada, y menos aiin de "transplantar" la ex- 
periencia que el hablante pretende captar y transmitir a los demas para com- 
parti rla con ellos. Ponerle a una experiencia subjetiva un nombre que tenga 
un significado que otros, a su vez, puedan asociar con alguna de sus propias 
sensaciones no haria que esa experiencia fuera menos "inefable". Cuando le 
pido a alguien que me de un lapiz rojo, puedo esperar de manera razonable 
que el lapiz que reciba sea del color que querria definir como "rojo". Pero no 
puedo decir si yo, que formule ese pedido, y la persona que actuo en conse- 
cuencia, vemos "el rojo" "de !a misma manera" (y ademas, <que "manera" se- 
na esa?). Como mucho, puedo suponer que tanto el como yo vemos el "ro- 
jo" diferente del "verde", del "azul" y otros colores. De manera analoga, 
podemos dar por sentado que todo el mundo conoce la diferentia entre "es- 
tar feliz" y "estar infeliz". 



153 



154 



POLlTICAS DE VIDA 



Es sabido que, recientemente, la bioquimica y la neurologia han hecho 
avances en la exploracion de los cambios organicos asociados a los cambios de 
experiencia. Los cienu'ficos son capaces de dar la composicion quimica exacta 
de las susrancias que el cerebro (el mio o el de cualquiera) secreta cuando las 
sensaciones lo llevan (a cualquiera o a mi) a hablar de "felicidad" o de "rojo". 
Al referirse a esa information, los cientificos emitiran un juicio objetivo: los 
procesos que ocurren en el sistema nervioso (el mio y el de cualquiera) son, 
cuando se reporta el "estado de felicidad", similares en un sentido amplio. Pue- 
de que este descubrimiento satisfaga nuestra curios idad intelectual, pero in- 
cluso el conocimiento mas exacto de la composicion y la circulation de las sus- 
rancias quimicas no nos serviria de mucho a la hora de describir las sensaciones 
que es tamos experimentando. Esa "opacidad" de las palabras, la falta de corres- 
pondencia uno a uno emre los sentimientos y las palabras que sirven para 
trans mi tirlos, desentona con los parametros de precision lingtustica. No es ex- 
trano que en todas las epocas esa pregunta haya movido a los filosofos, y que 
haya dado lugar a controversias arduas y dilatadas, aunque dificilmente con- 
cluyentes. 

Y sin embargo, por mas satisfactorios o decepcionantes que puedan ser los 
resultados de esas controversias, y mas alia de que podamos o no poner en pa- 
labras la experiencia que vivimos para nuestra propia satisfaction y la de 
aquellos con quienes deseamos comunicarnos, sabemos muy bien (para ser 
mas precisos, cada uno de nosotros sabe para si) cuando estamos felices o in- 
felices, y sabemos bien que es lo que los hablantes (otra vez, cada uno sabe) 
queremos decir cuando decimos que lo estamos. No obstante esto, existe una 
dificultad mas seria, una que puede llevar a una verdadera confusion comu- 
nicativa. Esa dificultad surge de lo equivoco del termino "felicidad". Esta pa- 
lab ra estuvo, esta y seguira estando, tanto en el habla corriente como en la 
jerga especializada, ligada a numerosos y variopintos estados de cosas. No re- 
sulta claro de manera inmediata a cual de sus referentes se refiere la palabra 
"felicidad" cuando se hace alusion a ella. 

Wladyslaw Tatarkiewicz, un prominente filosofo polaco del siglo XX, autor 
de una exhaust iva investigacion sobre la idea de felicidad, distingue cuatro 
sentidos bastante diferentes en los que se usa la palabra "felicidad". 1 Su apo- 
logia servira como punto de partida para nuestra discusion, que, sin embargo, 
se apartara en varios puntos de las propuestas de Tatarkiewicz. 

1 Wladyskw Tatarkiewicz, O szczesciu, PWN, [ 1 939] 1 965. 



LA (IN)FELICIDAD DE LOS PLACERES INCIERTOS 



155 



En primer lugar, tcnemos el sentido "objetivo". Acudimos a el mas que 
nada cuando hablamos de la condicion en que se encuentra otra persona. 
Cuando decimos que alguien esta feliz, no nos referimos directamente a su 
estado mental o a sus emociones (ese estado es, como ya ha sido senalado, 
inaccesible a nuestra observacion inmediata). Basamos nuestro juicio en la re- 
gla general (que creiamos correcta) de que todo el mundo, o la mayoria de la 
gente, tiende a experimentar el estado que uno tiende a describir como "de 
felicidad" cuando se sienten de "equis" manera o les ocurren "equis" cosas. 
Cuando digo que alguien esta feliz, me refiero de manera ostensible a la ex- 
periencia subjetiva de esa otra persona; pero, a la vez, lo que hago es formu- 
lar una idea preconcebida que se deriva de cierta teoria que conecta el estado 
del mundo con el estado del espiritu. Se que es lo que ocurrio "en el mundo" 
(a alguien lo ascendieron, aprobo un examen dificil, gano la loteria, se hizo 
famoso), y supongo que el hecho de que eso ocurriera ha actuado sobre su ex- 
periencia convirtiendola en felicidad. 

Este primer sentido en el que se usa el termino "felicidad" presupone otro 
sentido de la idea de "felicidad": la felicidad como experiencia subjetiva (£r- 
lebnis en aleman, diferente de otro termino en la misma lengua, Erfahrung, 
que tambien se traduce como "experiencia", pero que sugiere algo que "le ha 
ocurrido" a alguien, mas que algo que "ha vivido"). En ese segundo sentido, 
aunque probablemente principal, la idea de "felicidad" se refiere a afectos, 
emociones, sentimientos, estados mentales. Hablamos de felicidad en este 
sentido en momentos de gran deleite, dicha, arrobamiento, de intensa ale- 
gria. En momentos*. la felicidad "objetiva" puede durar, pero las emociones son 
consabidamente volatiles y efimeras: no duran demasiado y tienden a desva- 
necerse tan velozmente como aparecieron. 

Tatarkiewicz desempolva un tercer significado de "felicidad' 1 , al que los fi- 
losofos antiguos y medievales le dedicaron casi toda su atencion. Segun este 
uso, alguien "feliz" es alguien que esta libre tanto del deseo como del exceso; 
alguien que "encontro el camino", que "la sabe hacer": alguien que tiene to- 
do lo que necesita y nada mas, o mas bien, todo lo que vale la pena tener, y 
nada excesivo que lo convierta en una carga. Los griegos llamaban a esa feli- 
cidad Ei)5ai|iovia; los romanos, beatitudo. Es facil advertir que en ese uso del 
termino subyace una teoria parcial y discutible por definicion: la suposicion 
de que una vida feliz (al menos en el sentido negativo de ausencia de infeli- 
cidad) es una vida bien equilibrada, una vida que se aparte de la Escila del 
empobrecimiento y del Caribdis de la intemperancia, una vida de armonia, 



156 



POLfTTCAS DF.VIDA 



dedicada al cuidado de posesiones que sean dignas de deseo y de esfuerzo. Es- 
ras ultimas caractensticas dejaron esa concepcion de la "vida feliz' por asi de- 
cirlo, abierta: aquello que resulta digno de atencion y lo que no en la brisque- 
da de la felicidad y aquello que es indispensable o que es redundante para una 
vida feliz es cuestion de opiniones. Y siempre esta la posibilidad del pleonas- 
mo; uno riene derecho a sospechar que las cosas cuya posesion se ensalza por 
hacer feliz la vida son "dignas" no gracias a su propio potencial intrinseco de 
generar felicidad, sino por que han sido convertidas en objetos de deseo por 
medio de adiestramiento mental, adoctrinamiento ideologico, propaganda o 
por una camparia publicitaria. 

La ultima de las nociones de "felicidad" que Tatarkiewicz distingue tam- 
bien evidencia una conexion filosofica, y esta tambien teoricamente carga- 
da. Como el sentido anterior, no suele hallarsela en el uso contemporaneo; 
y como aquel, si aparece es siempre para provocar co n t rovers i as. Tatarkie- 
wicz cita a Goethe, que a los 81 anos declaro que era feliz y que le gustaria 
vivir su vida por segunda vez. Goethe se refirio a la totalidad de la vida, la 
vida como totalidad. Esa totalidad habfa comprendido momentos de inten- 
sa alegrfa, pero seguramente no habfa sido escasa en sufrimientos y frustra- 
ciones; de hecho, seis anos antes el mismo Goethe habfa admitido que si mi- 
raba hacia atras, no era capaz de encontrar, a lo largo de su larga vida, el 
mero lapso de un mes de felicidad completa y continua. Obviamente, la sen- 
tencia de Goethe se refena al balance de su vida, y por eso no contradecfa lo 
que seis anos antes habia admitido. No habia contradiction entre las dos 
proposiciones, insiste Tatarkiewicz, porque la sentencia pronunciada sobre 
el valor de la vida como un todo no se basa ni puede basarse en el calculo 
del total de la suma de momentos de felicidad. Solo puede hacer referenda 
al justo equilibrio entre alegrias y pesares, ambas cosas indispensables para 
una vida "bien temperada". 

Ocurre que tan to en el habia corriente como en la jerga especializada, el 
termino "felicidad" se emplea en los cuatro sentidos descritos. Valiendonos de 
sinonimos que sabemos cercanos, podriamos decir que se trata de sentidos 
transmitidos respectivamente por los conceptos de buena fortuna, placer, sa- 
tisfaccion y buena vida. Cada uno de los cuatro significados carece de la pre- 
cision que exigen los parametros fijados para las definiciones cientificas. Lo 
que es mas, solo se los podria separar tajantemente mediante una refinada ar- 
gumentacion filosofica, pero dificilmente en el ambito de la experiencia bu- 
mana y en el de la comunicacion que se entabla para compartir esa experien- 



LA (IN) FELT CI DAD DE LOS PLACERES INCIERTOS 157 



cia. Muy a menudo, en la practica de la comunicacion humana, los cuatro 
campos semanticos se superponen, total o parcialmente. Ademas, los h'mites 
que los separan rara vez se trazan firmemente y sin ambiguedades. Por ulti- 
mo, segiin parece, se los usa comunmente de manera intercambiable. A me- 
nudo, la "felicidad" cambia su significado en el marco de un mismo relato, e 
incluso de una sola frase, sin que ni el hablante ni el oyente se den cuenta de 
ello. Por mucho que los filosofos hayan logrado y puedan aun lograr con sus 
ordenados razonamientos y sus argumentaciones pedantes, difkilmente pue- 
dan ufanarse de haber logrado clarificar el pensamienro comiin, vernaculo y 
humano sobre la felicidad. La idea de felicidad parece estar condenada a la 
ambiguedad. Podna compararsela con un recipiente preparado para alojar 
sustancias de muchos colores y sabores distintos, y de los mis variados grados 
de perennidad y fugacidad. 

De todos modos, la misma imprecision y ambigiiedad de la idea de feli- 
cidad que preocupa e irrita a los filosofos es lo que asegura que siga siendo 
util para la vida. Eso ocurre precisamente porque el recipiente verbal es tan 
espacioso y hospitalario para con los diversos contenidos, que puede funcio- 
nar como punto de encuentro para las imagenes humanas de una buena vi- 
da: es decir, de una vida mejor que la que vivimos, una vida preferible a aque- 
11a que hemos vivido hasta el momento. Gracias a su vaguedad, la idea de 
felicidad es capaz de proporcionar un suelo comiin en e! que tienden a pro- 
ducirse iuchas y negociaciones entre los defensores y detractores de las distin- 
tas maneras en que puede entenderse la vida individual, y un suelo en el que 
tienden a discutirse y negociarse las modal idades de vida en comiin. Se yux- 
taponen y comparan distintos modelos para una vida deseable, a partir de lo 
cual se construyen alternativas. Se crea y expande un espectro de opciones, 
una plataforma desde la cual, de forma diaria, se lanza una critica de la 'Vida 
realmente existente". 

Este es, podna decirse, el papel principal que la idea de felicidad juega en 
esa forma de existencia unica que se llama a si misma "humana", y que, al ba- 
sarse en la autoridad de esa autodefinicion, se aparta y se distingue de todas 
las otras variantes de la existencia. La forma humana de ser-en-el-mundo es una 
forma que contiene la idea de felicidad Gracias a la presencia de esta idea, se 
logran cuatro cosas a la vez. 

Primero, esa presencia hace evidente que la realidad no tiene por que ser co- 
mo es, y que no es la unica realidad posible. Hace que cualquier realidad en 
que uno piense "se quede corta", "no este a la altura". La idea de felicidad es, 



158 



POLlTICAS DE VIDA 



inherente e incurablemente, una critica continua de la realidad. La felicidad 
es, de la misma manera, un llamado a la accion, y el recordatorio de que la 
accion, al igual que la inaccion, tiene su importancia. 

Segundo, esa presencia hace que el sufrimiento sea imperdonable, que el 
dolor sea una ofensa y que la humilladon sea un crimen contra la humani- 
dad. Al hacerse cada vez mas ambiciosa y demandante, la imagen de la felici- 
dad re-presenta cada vez mas aspectos de la condicion humana, tanto de ayer 
como de hoy, bajo la forma de infelicidad, y los somete asf a la cntica. La idea 
de felicidad es lo que hace de la experiencia de la infelicidad algo insufrible, que 
exige a gritos una reparacion. Y gracias a esta capacidad de incluirlo todo, es- 
ta idea es una libre invitacion a la queja, al disenso, a la oposicion y a la re- 
belion contra el statu quo; y a la exigencia de que este sea corregido. 

Tercero, la presencia de la idea de felicidad transporta causas de accion del 
pasado ya determinado al futuro aun por decidir. El estado de felicidad que 
mueve a la accion es algo siempre pendiente, mds alia del mundo tal como es 
hoy. Y asi es que, gracias a la idea de felicidad, la manera "genuinamente hu- 
mana" de ser-en-eLmundo nunca se pone a prueba por completo, siempre es- 
ta aiin por descubrir; y siempre se la esta buscando y se pelea por ella. Esta 
causa de accion tan peculiar, en tanto no determina (es incapaz de hacerlo) el 
resultado, hace que el futuro sea lo que todos sabemos que es: algo indeter- 
minado, abierto a la experimentacion, impredecible. 

Cuarto, une a la humanidad mas alia de su diversidad> o mas bien por me- 
dio de esta. La felicidad es lo que todos los seres humanos quieren, incluso 
aunque busquen lo que quieren en lugares distintos y sigan diferentes cami- 
nos en sus viajes de descubrimiento. Despues de todo, no se sabe, ni se pue- 
de saber, quien tiene el secreto de la felicidad. Esto hace que otras for mas de 
vida, otras variantes de humanidad, sean "interesantes": dignas de ser escu- 
chadas, y de entablar dialogo con ellas. Hace que la conversacion sea poten- 
cialmente enriquecedora ("podemos ap render uno del otro"), y que el eterno 
intento de reunirse siga estando cargado de esperanzas. Enciende el deseo, y 
lo mantiene vivo, de hacer familiar lo extrano, cercano lo lejano, propio lo 
ajeno. Hace que el limite que nos separa a 4 nosotros" de "ellos", la mas celo- 
samente vigilada de todas las fronteras, sea a la vez el sitio mas concurrido, 
condenado/bendecido por el trafico mas abigarrado. 

La felicidad (uno querria decir mas bien "el sueno de la felicidad"; pero la 
felicidad es siempre un sueno, y no podna ser de otra manera) es el suelo en 
el cual las semillas de la humanidad comun se siembran, germinan y florecen. 



LA (IN)FELICIDAD DE LOS PLACERES INClERTOS 



159 



Las meditaciones de Seneca, 
o la felicidad como vida eterna 

El dialogo de Lucio Anneo Seneca, De Vita Beata (Acerca de la vida feliz) es 
una cadena de permutaciones de un mismo tenia recurrente: la distincion en- 
tre la felicidad verdadera y una felicidad falsa, putativa o enganosa. La falsa 
felicidad es el enemigo mas traicionero de la verdadera. De haberla conocido, 
Seneca habria citado la Ley de Gresham, y habria dicho que la felicidad pre- 
sunt a es como las monedas falsas o de escaso valor que sacan de circulacion a 
las valiosas. Sin embargo, la relacion en tre felicidad y placer no es asi de sim- 
ple. La felicidad verdadera siempre le proporciona placer al hombre feliz, pe- 
ro no todos los place res hacen feliz a un hombre. Sin embargo, para poder 
distinguir, para saber que placeres lo alejan a uno de su objetivo en vez de 
acercarlo, se requiere sabiduria. Esa sabiduria no es un don de la naturaleza. 
No se le da a cualquiera, y no puede obtenersela sin esfuerzo. Seneca compu- 
so su dialogo con el objeto de impartirles esa sabiduria a sus lectores. 

Todos los seres humanos desean la felicidad, y todos se embarcan por la ru- 
ta hacia la felicidad; o mas bien, todos nos embarcamos en una ruta que espe- 
ramos nos lleve a la felicidad (es a causa de esa esperanza que hemos elegido y 
seguido la ruta que elegimos). Pero, segiin advierte Seneca, caminar por el ca- 
mino hacia la felicidad es bastante diferente de caminar por el camino que 11 e- 
va a una ciudad, a un templo o a cualquier otro sitio popular que deseemos 
visitar. Cuando se trata de alcanzar la felicidad, uno no puede guiarse por el 
consejo de gente que se encuentra por el camino, ya que, entre ellos, los que 
pueden distinguir el bien del mal se cuentan con los dedos de una mano. Mas 
aun, uno deberia contradecir su inclinacion natural o sus habitos adquiridos, 
y mantenerse al margen de los senderos mas transitados (si uno tuviera como 
destino la ciudad, y no la felicidad, cuanto mas transitada es tuviera la ruta, 
mas seguro estaria uno de estar yendo en la direccion cor recta). Dado que tan- 
tos yerran, seguir el ejemplo de los otros podria conducirlo a uno a la ruin a. 
En lo tocante a la felicidad, los numeros no tienen ninguna autoridad. Uno 
no puede guiarse por la opinion de la mayor ia. Lo mas probable es que escu- 
char lo que esta dice lo apart e a uno de su objetivo. La manada es el ultimo 
lugar en el que podria encontrarse el modelo de la vida feliz. 

Pero aun asi, uno necesita ayuda, y la pregunta es, entonces, de donde 
puede esperarse esa ayuda. quien consultar? Afortunadamente, la natu- 



160 



POLITICAS DE VIDA 



raleza nos ha dotado a todos de razon, a pesar de que no sean muchos los 
que saben como blandir tal arma, y aiin menos los que estan dispuestos a 
usarla. La mayoria preferiria esconderse en el tumulto de la multitud, don- 
de empunar la espada de la razon no es algo necesario, sino mas bien algo 
que podria ser prohibido y castigado con presteza; asf que los mas perezo- 
sos debenan esforzarse por ap render el dificil arte de la esgrima. Si escucha- 
ramos la voz de la razon en vez de ahogarnos en el barullo, o en la estam- 
pida de la multitud, escuchariamos que, en cuanto a los objetos comunes 
de deseo, "no hay nada que el paso del tiempo no destruya o haga desapa- 
recer \ pero que el tiempo "no puede danar las obras que la filosofia ha con- 
sagrado; ninguna edad podra borrarlas, ninguna edad podra disminuirlas". 
La vida "es muy corta, e impaciente con aquellos que olvidan el pasado, re- 
niegan del presente y temen el futuro. Cuando llegan al final de sus vidas, 
los pobres desgraciados se dan cuenta demasiado tarde de todo el tiempo 
que han perdido sin hacer nada". No tienen nada que exhibir a cambio de 
todas las tribulaciones y padecimientos de sus vidas. Incluso si su agitada 
vida encontro la aprobacion y el aplauso de la multitud, los "honores, mo- 
numentos, cualquier cosa que los ambiciosos hayan ordenado por decreto 
o erigido en edificios piiblicos, son prontamente destruidos". Para aquellos 
que se precipitaron tras placeres momentaneos, "el tiempo que dura el pla- 
cer es por naturaleza breve y fugaz, y ellos lo vuelven aiin mucho mas bre- 
ve a causa de sus propias faltas. Porque saltan de un placer a otro, y no pue- 
den mantenerse firmes en un deseo". 2 

Los placeres tienen corta vida. No podria ser de otra man era. Esta en la 
naturaleza del placer el ser volatil, imposible de atrapar por mucho tiempo. 
Como se lee en De Vita Beata, los placeres empiezan a enfriarse en su mo- 
rn en to mas ardiente. La capacidad de disfrute de los human os es pequena, se 
llena inmediatamente, y luego el entusiasmo le cede su lugar a la apatia y el 
desgano. La felicidad, por el contrario, solo puede encontrarse en la duracion. 
No podria ser de otra manera, ya que la causa ultima de la miseria humana 
es la incurable brevedad de la vida, la inminencia del fin y el horror del vaci'o 
que vendra luego. Lo que la gente conjura en sus suenos de felicidad es el 
tiempo detenido: un ser que es inmune al paso del tiempo, que ya no es vul- 
nerable a su poder de erosion que todo lo afecta y lo destruye. Los placeres 

u On the shortness oflife", en: De Brevitate Vitae, vease Seneca, Dialogues and Letters, Pen- 
guin, 1977, pp. 77-7$. Traduccion de C. D. N. Costa. [Hay varias ediciones en cspanol.] 



LA (IN)FELICIDAD DE LOS PLACERES INCIERTOS 



161 



cooperan con la muerte: reducen el tiempo. A diferencia de los placeres, la fe- 
licidad le opone resistencia a la muerte: priva al tiempo de su poder de des- 
truccion y repara la devastacion que este deja tras de si. 

Y asi es que, en ultimo termino, todo se trata del tiempo. O, para ser mas 
precisos, se trata de la muerte, esa instancia terriblemente dolorosa, aunque 
comun a todos, inevitable y horripilantemente persistente en la que el tiem- 
po se revela por primera vez a los humanos. Como lo dijo Schopenhauer, "El 
tiempo y el cardcter perecedero de todo lo que existe en el tiempo que el mis- 
mo tiempo asegura es simplemente la forma en que la voluntad de vivir [...] 
se revela a si misma lo vano de su intento. El tiempo es aquello por virtud de 
lo que todo se vuelve nada en nuestras manos y pierde todo su valor real". 3 Y 
todos sabemos, y no podemos dejar de reconocer que es asi. "La razon por la 
que la vida del hombre esta mas llena de sufrimiento que la del animal es su 
mayor capacidad para el conocimiento". ' El conocimiento de la muerte, de 
que es inevitable, contribuye mas que ningun otro factor a la plenitud del su- 
frimiento humano. El conocimiento de la mortalidad humana alcanzaria pa- 
ra abortar todo interes por vivir si no fuera por la capacidad humana de in- 
sertar en la vida una significacion de la que de otro modo careceria: "la 
existencia no nos proporciona placer alguno, excepto cuando nos esforzamos 
por algo, en cuyo caso la distancia y las dificultades hacen que nuestro obje- 
tivo parezca capaz de satisfacemos'V La biisqueda del placer y la lucha por la 
felicidad son dos formas alternativas de "esforzarse por algo". Una estrategia 
que esta fuera de toda discusion es no hacer nada.,. 

Ninguna estrategia podna abolir la inminencia de la mortalidad, la cau- 
sa principal de su propia urgencia. Como Pascal admitina un milenio y me- 
dio despues de que Seneca registrara sus pensamientos para esclarecimiento 
de la posteridad, "cuando pienso el breve lapso de mi vida absorbido en la 
eternidad que viene antes y despues... me da terror"/' Ese terror permanece 
emboscado pacientemente, siempre listo para atacar, desarmar y tomar pri- 
sioneros a aquellos lo suficientemente temerarios como para rumiar como 

Arthur Schopenhauer, "On the vanity of existence", en Essays and Aphorisms, traduccion de 

R. J. HoIHngdale, Penguin, 1978, p. 51. 
4 Arthur Schopenhauer, "On the suffering of the world", cn: ihld., p. 46, 
s Schopenhauer, "On the vanity of existence", oh. cit., p. 54. 

6 Pascal, Pensees, Penguin, 1966, p. 48. Traduccion de A. J, Krailsheimer (trad, esp.: Pensa- 
mientos, Barcelona, Altaya, 1994], 



162 



POLfTICAS DE VI DA 



Pascal. La razon no les brindaria la protection que necesitan desesperada- 
mente. La biisqueda del placer y la lucha por la felicidad se fijan, por consi- 
guiente, un objetivo mas humilde y realista: hacer que la vida, contaminada 
dcsde el principio por el conocimiento de la mortalidad, sea de todos mo- 
dos soportable. En lo que respecta a la consecution de ese objetivo ambas 
son, y con mucho, exitosas. 

Ese terror dificil mente pueda ser sofocado, y menos aiin desterrado. Ocu- 
rra lo que ocurra, no puede derrotarselo de una vez para siempre. Asf que, de 
algun modo, uno debe arreglarselas para lidiar con su obstinada presencia, 
tratando de que esta sea menos molesta y limitante. Y solamente hay dos ma- 
tt eras de lograrlo. 

El modo que, segiin Pascal, la mayoria de la gente elige es detener o sus- 
pender el pensamiento: "distraerse de pensar que son, ya sea con alguna ocu- 
pacion, que les mantenga las mentes lejos de eso, o a causa de alguna pasion 
novedosa y agradable que los mantenga ocupados, como el juego, la caza, al- 
gun espectaculo absorbente; en resumen, por aquello que recibe el nombre 
de diversion". 7 

La otra manera, que Seneca les aconsejaria adoptar a sus lectores, es en- 
frentarse cara a cara con el destino. Pensar, pensar intensamente, pero no en 
la brevedad de la propia vida corporea, sino en dos tipos de cosas que segu- 
ramente habran de vivir y durar mas que aquella, y en lo que uno puede ha- 
cer para ir en esa direction. Una de esas cosas es la virtud: magmfica, noble, 
majestuosa, invencible, infatigable. La otra es la sabiduria: la linica poses ion 
que no disminuye sino que crece cuanto mas se la use. Ambas son portado- 
ras de valores supremos porque son inmortales. Son inmunes a la tendencia 
a la desaparicion que corrompe a todas las demas. Por esa razon, vale la pena 
reflexionar acerca de ellas. Mas importante aiin, vale la pena perseguirlas y 
practicarlas. En ellas, la eternidad, de otra manera negada a los mortales, en- 
cucntra finalmente su realization. 

Esto es lo que Pascal y Seneca les dicen a sus lectores. Ambos se 1 amen tan 
del habito cobarde, pero tambien enganoso, de darle la espalda a la verdad del 
destino humano, escapando a sus em bates. Pascal senala el estado de corrup- 
tion, lo ridiculiza y lo condena, pero guarda magras expectativas de rectifica- 
tion. Seneca sugiere una alternativa en dos pasos: tomar el cam i no de la vita 
contemplativa que lleva a la vita activa. Solo a traves de ese camino se puede 



Ibid., pp. 67-68. 



LA (IN)FELICIDAD DE LOS PLACERES INCILRTOS 



163 



alcanzar la vita activa: no existen atajos que lleven del terror existencial a una 
existencia digna y significativa. 

En el momento en que escribieron, ni Seneca ni Pascal podian pretender 
con tar con muchos lectores. Pocos sab fan leer, y menos aiin ten fan con que 
pagar lo que costaban los libros; y muy pocos por cierto estaban dispuestos a 
gastar dinero en comprarlos y tiempo en leerlos. Aun no habian surgido ni la 
idea del tutelaje intelectual ni el concepto de que el filosofo naturalmente de- 
bfa hacerse cargo de la tutela del "pueblo". Tuvo que pasar un siglo y medio 
tras la muerte de Pascal para que naciera un misionero intelectual, destinado 
a llevar la antorcha del aprendizaje a traves de los oscuros rin cones del habi- 
tat human o. Se necesitaron muchos anos mas para que al recien nacido se le 
expidiera un certificado de nacimiento y se le estableciera domicilio legal. Se- 
neca y Pascal participaron de una discusion de la que poca gente habia esta- 
do dispuesta a formar parte, o a la que pocos habian sido invitados. Y dificil- 
mente pudieran imaginarse que los registros escritos de sus cavilaciones serian 
vendidos en las librerias de las estaciones de tren y los aeropuertos. 

Seneca les dio a sus solitarias reflexiones el nombre de "dialogos". Lo que 
este (y Pascal tambien) penso y la manera en lo penso, lo que escribio y co- 
mo lo escribio, lo penso a la medida de una pequena compama, muy selecti- 
va, de probables companeros de dialogo. Su pensamiento se desarrollo a tra- 
ves de la conversacion con esos pocos elegidos que podian aspirar a la 
bendicion del tipo de mente cuyo cultivo, segun la descripcion de Montaig- 
ne, "consiste en asombro, caceria e incertidumbre, como Apolo nos hizo sa- 
ber con suficiente claridad al hablar [...] ambiguamente, de manera oblicua 
y oscura, sin hartarnos, sino manteniendonos pensativos y ocupados". 8 

Segiin las recetas de Seneca y Pascal, la felicidad no era un programa al que 
debian apuntar, o que debian abrazar, los hoi polloi. Seneca llamo a sus lecto- 
res a vivir de acuerdo a la naturaleza, haciendo a un lado todo io superficial, 
innecesario, excesivo, ajeno y hostil a lo que esta ofrecia. Y, sin embargo, el ti- 
po de vida que esperaba que se adoptara una vez que se destilaran, filtraran y 
eliniinaran los contaminantes era en si misma altamente antinatural. Los no 
iniciados en los arcanos y abstrusos secretos de la filosofia seguian en sus vidas 
costumbres muy distintas. La "naturaleza" a la que hacfa referencia Seneca no 
aparecfa por ninguna parte. La naturaleza profundamente antinatural de Se- 

H Michel de Montaigne, The Complete Essays, traduction de M. A. Screech, Penguin, 1991, 
pp. 1211-1212 [trad, esp.: Ensayos, Barcelona, Altaya, 1994]. 



164 



POLlTlCAS DE VIDA 



neca debia ser laboriosamente analizada, dia a dia, en un esfuerzo inclaudica- 
ble que pocos podrian permitirse, y que menos aun disfrutarian y llevarian a 
cabo voluntariamente. La adopcion del programa de Seneca exigfa rechazar las 
ordinarias cos turn bres de la mayor fa. Exigi'a que uno se apartara del "comun 
de la genre". Trai'a aparejado un "esplendido aislamiento al colocarse uno 
mismo sobre el resto: la constitution de si, en oposicion a la "enloquecedora 
multitud". El programa de Seneca estaba llamado a ser, simultaneamente, una 
declaration de independencia unilateral, y un puesto fronterizo. 

La felicidad de Seneca, permltaseme recordarlo, equivalia a la libertad del 
temor a la muerte. Pcro el modo mas seguro de derrotar ese tern or es anular 
la final idad de la muerte y revocar su sentencia a un eterno no-ser. No habria 
por que temer la muerte si el ser no terminara con la vida corporea. La muer- 
te no serfa mas que un cambio de vestimenta si en el lapso de la vida corpo- 
rea existieran cosas que fueran a sobrevivir despues de la muerte, que tras la 
desaparicion del cuerpo fisico permanecieran intactas y sin merma. Esas co- 
sas son la virtud y el pensamiento, y es por eso que Seneca las trata a las dos. 

La vita contemplativay la virtus son imperecederas. Los pensamientos son 
inmortales, asf como la virtud: ambos viven para siempre en la memoria y en 
las obras de quienes por propia voluntad los adoptan. 

Estas son las moradas de los mas nobles intelectos: escoge aquella en la que 
querrias ser adoptado, y no solo heredaras su nombre, sino tambien su pose- 
sidn. No necesitaras guardarla ni con saria ni con celo: cuanro mas la compar- 
tas, mas grande habra de hacersc. Ellas to ofreceran un camino hacia la inmor- 
talidad, y te llevaran a una altura de la que nadie puede ser precipitado. Esta 
es la unica manera de prolongar la mortal idad, incluso de convertirla en in- 
mortalidad. 9 

Vincular la felicidad con la inmortalidad y la inmortalidad con la vida del 
pensamiento y la virtud hace de k felicidad un privilegio. Un privilegio ga- 
nado con mucho esfuerzo, que solo unos pocos puede n in ten tar obtener, y 
que solo los mas talentosos, elevados y devotos, pueden alcanzar. Si de eso se 
trata la felicidad, entonces "el resto" de los seres humanos, la gran mayoria, 
esta condenada a la vida de placer, a una vida dedicada al panem et circe rises, 
a Uenarse la barriga y a divertirse. El placer no es felicidad, tanto como que 

r) Seneca, "On the shortness of life", ob. cit., p. 77. 



LA (IN)FFLICIDAD DE LOS PLACERES INCIERTOS 



165 



las delicias del cuerpo no son inmortales. La muerte es el fin ultimo e irrevo- 
cable de la vida de placer. Pero la muerte es solamente un cambio de vesti- 
menta en la eternidad de la virtud y el pensamiento, y particularmente de 
aquella virtud que reside en las "moradas de los mas nobles intelectos": la vir- 
tud de la filosofia. 

La formula de Seneca careda especialmente de atractivo para las masas y 
era inadecuada para la aplicacion masiva. Pero no se buscaba nada de eso. El 
proselitismo orientado a la conversion masiva no era su objctivo. La felicidad 
de Seneca estaba pensada para diferenciar, no para congregar y unir: para es- 
tablecer una base fuerte para el gesto aristocratico que consistia en excluirse 
y apartarse de la multitud. Le quedo al cristianismo, esa filosofia abierta y 
conscientemente proselitista, la tarea de abolir todos los controles fronterizos 
y las visas para entrar en la felicidad definida como vida e tenia. 

La felicidad como option de todos 

En el cristianismo, a diferencia del estoicismo de Seneca, la eternidad no es 
el privilegio de unos pocos, si no el destino de todos; no es el premio que se ga- 
na la selecta minoria de los mas habiles y meritorios, pero que se le niega a la 
multitud inepta que no esta a la altura, si no que es un destino no negociable 
tanto para los que son dignos como para los que no. Como en otros casos de 
disenos de aha costura que pasaron a ser producidos en serie y puestos en 
oferta en los comercios del ramo a disposicion del gran publico, la alta cali- 
dad (en este caso, la capacidad de generar felicidad) de la version industrial 
de ia eternidad no era algo total men te previsible, y ciertamente no traia ga- 
rantia. Es cierto, uno no tenia que ganarse la eternidad y merecersela; pero si 
habia que ganarse la calidad de eternidad que recibirfa. La eternidad no era 
sinonimo de felicidad. La eternidad era para todo el mundo, pero la felicidad, 
como antes, era solo para los elegidos. Como antes, la felicidad era algo que 
quedaba reservado a los que eran superiores. ;Que habia de nuevo, entonces? 
Que las capacidades intelectuales ya no eran lo que abria la entrada a esa ex- 
clusiva reserva. Y que la felicidad eterna ya no se oponia a la breve y efimera 
vida de placer, si no a una condena eterna y a calderos con azufre hirviendo 
por toda la eternidad. 

Para un cristiano, la eternidad podia ser, como para Seneca, una bendi- 
cion pura; pero pace Seneca, podia ser tambien la mas temida de las maldi- 



166 



POLlTICAS DE VI DA 



ciones. Como senala Piero Camporesi, "para los cristianos, el viaje a la mora- 
da de la eternidad representaba la preocupacion entre las preocupaciones". 10 
Habia buenas razones para preocuparse, para que una formidable dosis de 
horror contaminara la certeza, de otra manera tranquilizadora, de la vida eter- 
na. La erernidad cristiana era "de colosal incertidumbre, suspendida entre la 
atraccion ineludible del abismo y el cielo supremo"; lo que es peor, era inmu- 
table, no negociable e inalterable. Como San Bernardo de Chiaravelle les re- 
cordo a los fieles, mas alia de la vida corporea, "no va a haber tiempo para la 
compasion, no va a haber tiempo para juzgar. Tampoco debenamos creer que 
vaya a haber piedad alguna para con los impfos, en un sitio en el que ni si- 
quiera hay esperanzas de corregirlos". 1 1 Por mas breve que fuera, la vida cor- 
porea era el linico momento en que uno podia ganarse la felicidad (los nirios 
no bautizados que morian en el parto, antes de que pudieran arrepentirse y 
expiar y reparar el pecado original -hereditario- iban al infierno por toda la 
eternidad). La eleccion entre una vida dedicada a (trabajar en pos de) la feli- 
cidad y una vida malgastada en los placeres adquirio, por lo tanto, una gra- 
vedad sin precedentes, eterna. Para Seneca, la fascinacion por los placeres sen- 
suales socavaba las posibilidades de una eternidad que era la felicidad. Para 
un cristiano, conducia a una eternidad de miseria y dolor. 

La modernidad "desmitifico" y "desencanto" la vida eterna. Trajo el Cie- 
lo y el Infierno a la tierra y confino las preocupaciones escatologicas al mun- 
do de la vida encarnada, el unico territorio en el que la humanidad moderna 
(lease: autonorna, condenada a su propia independencia, librada a sus propias 
fuerzas y recursos) podia esperar controlar de manera razonable. Una vez he- 
cho esto, la modernidad se rehuso, sin embargo, a hacerse cargo de la garan- 
tia de inmortalidad. La duracion eterna se convirtio, una vez mas, en una ta- 
red mas que en un don de la naturaleza. Habia que ganarsela, como en la 
epoca de Seneca. Pero habia que poner la posibilidad de ganarsela al alcance 
de todos, algo para lo que el camino hacia la eternidad de Seneca era parti- 
cularmente inadecuado. El metodo de Seneca para ganarse la eternidad siguio 
siendo, en la epoca moderna, la misma antigiiedad que habia sido, solamen- 
re accesible a una minor la selecta. Solo unos pocos mortales podi'an contar 

1(1 Piero Camporesi, The Fear of Hell: Images of Damnation and Salvation in Early Modern Eu- 
rope, Pennsylvania State University Press, 199L p. 36, traduccion de Lucinda Byatt, citan- 
do a Carl Ambrogio Cattaneo. 

I] Ibid., p. 53. 



LA (IN)FELICIDAD DE LOS PLACERES INCIERTOS 



167 



con ser promovidos a la categoria de inmortales, por ejemplo, al ser elegidos 
para integrar la Academia Francesa... Dejar las cosas donde estaban en tiem- 
pos de Seneca habria equivalido a quitarle a todo el mundo, con la exception 
de unos pocos, su derecho a la eternidad, con la consecuencia virtualmente 
inevitable de una vida dedicada al panem et circenses. 

Emile Durkheim era muy consciente de ese peligro, que resultaba parti- 
cularmente notorio en esos tiempos de divorcio entre la Iglesia y el Estado y 
de "secularization" forzosa de las ideas de "hombre y ciudadano" (lease: horn- 
bre frances y ciudadano frances). "Si, al ratio nalizar la moralidad en la edu- 
cation moral, nos limitamos a eliminar de la disciplina moral todo lo religio- 
se sin reemplazarlo, corremos de manera casi inevitable el peligro de eliminar 
a la vez todos los elementos que son propiamente morales". 12 Para mantener 
a raya esa amenaza, "debemos descubrir los sustitutos racionales para esas no- 
ciones religiosas que, por tan to tiempo, han servido de vehiculo para las ideas 
morales mas esenciales". 

La obra de Durkheim podria leerse como un constante esfuerzo a largo 
plazo por articular y explicar esos "sustitutos racionales". Primero fue la "ra- 
tionalization" del agape cristiano: "El individuo se somete a la sociedad y la 
sumision es la condition de su liberation". El individuo no sera libre sin "la 
enorme fuerza inteligente de la sociedad, bajo cuya protection se refugia. Al 
ponerse bajo el ala de la sociedad, se hace asimismo dependiente de ella. Pe- 
ro esta es una dependencia liberadora". 15 (Estas palabras podrian ser citas de 
cualquier catecismo o coleccion de homilias, si solo se cambiara el termino 
"sociedad" por la forma linguistica de "Dios" que esta vino a reemplazar). 
Despues vino la resurrection de la ecuacion entre valor y eternidad, la co- 
rrespondencia uno a uno entre la vida feliz y la duration: la conexion que 
tanto habia argumentado Seneca, pero que el cristianismo se habfa ocupado 
de disolver. "Si tus esfuerzos no dan como resultado algo duradero, son va- 
nos, <y por que debenamos esforzarnos por algo fiitil?... <:Que valor tienen 
nuestros placeres individuals, que son tan efimeros y vanos?". Afortunada- 
mente, esta la sociedad, que, al ser "infinitamente mas duradera que los in- 
dividuos", puede "permitirnos gozar de satisfacciones que no son meramente 

12 Vcase Emiie Durkheim, VEducation morale, citado aqu» de Emile Durkheim: Selected Wri- 
tings, ob. cit., p. 1 10 [trad, esp.: La education moral, Madrid, Trotra, 2002]. 

13 Vcase fimile Durkheim, Sociologie et Philosophic citado de Selected Writings, ob. cit., p. 1 15 
[trad, esp.: Sociologiay Filosofia, Madrid, Mino y Davila, 2000J. 



168 



PC LI TI CAS DE VIDA 



eflmeras". 11 (Estas palabras, para variar, podrian pasar por citas de los dialo- 
gos de Seneca, si -en vez de la "sociedad"- se pusiera a la "sabiduna" como 
fuente de la verdadera felicidad, de esas sarisfacciones que u no son meramen- 
te efimeras".) 

Esre ultimo reemplazo -la sustitucion de una sociedad imperecedera por la 
eterna sabiduna de los filosofos como centro de los esflierzos orientados a la 
felicidad- les abrio a los hoi polloi un nuevo camino a la inmortalidad, am- 
plio y preparado para el transito masivo. En su nueva version, les ofrecia a to- 
dos, por mas magros que pudieran ser sus recursos, una existencia mas larga 
que la de la vida: la supervivencia despues de la muerte. La oferta de inmorta- 
lidad moderna, al no ser ya el privilegio de unos pocos afortunados, no esta- 
blecio condiciones preliminares para quien quisiera acogerse a ella. Se abolie- 
roll los examenes de acceso al camino a la inmortalidad. Sin embargo, esta 
nueva igualdad tenia su precio, y el precio era la rendicion de la individuali- 
dad. La sociedad, como no se canso de repetir Durkheim, era una totalidad 
mas grande que la suma de sus partes. Era asimismo una totalidad que se ase- 
guraba su duracion cuidando que cada una de sus partes f tier a reemplazable y 
descar table. La sociedad sobrevivio gracias a que sus miembros estaban dis- 
puestos a renunciar a sus posibilidades de supervivencia personal en beneficio 
de la perpetuacion del todo. En la duracion eterna de la sociedad que compo- 
nfan, los miembros individuales solo podian participar de forma anonima. 

Las guerras modern as fueron convertidas en truculentos espectaculos me- 
diante los cuales se escenifico publicamente, para ilustracion y entretenimien- 
to del publico, la tragedia moderna de la biisqueda de la felicidad (individual) 
mediante el sacrificio en beneficio de la inmortalidad (colectiva). La guerra 
moderna se ha convertido, como dijo George Mosse, en "una guerra santa a 
favor de una nacion santa", por lo que de esta manera, "se trascendio la mis- 
ma muerte". ls Mientras lloraban a sus hermanos o maridos cai'dos (y gracias 
a la conscripcion masiva, el duelo era de la nacion como un todo, o casi), se 
les dijo a los despojados que la ganancia comiin com pens aba muchas veces 
las perdidas individuates. Ninguna felicidad era mayor que regodearse en la 
gloria de la nacion rescatada de la perdicion por el sacrificio de sus defenso- 

1-1 Vease Emile Durkheim, "La science positive de la morale en Allemagne", citado de Selected 
Writings, ob. cit., p. 94. 

1 ' George L. Mosse, The Fallen Soldiers: Reshaping the Memory of the World Wars, Oxford Uni- 
versity Press, 1991, pp. 35 y ss. 



LA (IN)FFLICIDAD DE LOS PLACE RES INCIERTOS 



169 



res. "Los modern os monumentos a los cafdos", observo Mosse, "no se centra- 
ron tanro en un hombre como en figuras simbolicas de la nacion, en el sacri- 
ficio de codos sus hombres". El soldado comiin a fue tratado en calidad de 
parte de una colecrividad anonima'. Mosse describe en detalle las extraordi- 
narias precauciones que los Estados-nacion modernos tomaron para escoger 
los cadaveres a presentar en los funerales de los Soldados Desconocidos, con 
un proposito en mente: asegurarse la anonimia de los elegidos, a la vez que 
enfatizar que el rango militar del caido carecia de importancia y que la posi- 
biiidad de inmortalidad por medio del sacrificio estaba abierta para todos por 
igual, por mas humildes que hubieran sido en vida. 

El culto de los soldados cai'dos era una forma extrema de la version moder- 
na de la antigua oposicion entre la felicidad y el w mero placer", y del vinculo 
entre las inquietudes concernientes a la felicidad y a lo eterno, por un I ado, y la 
urgencia por disipar la maldicion de la mortalidad por el otro. Se lo podria ver 
como el patron final que todas las otras soluciones modernas a ese doble pro- 
blema se esforzaron por imitar, aunque ninguna con total exito. En todas sus 
versiones, la solucion moderna incluia la dedicacion a una causa comiin que ha- 
bria de sobrevivir a quienes combatieran por el la, y lo haria gracias al sacrificio 
del propio bienestar y la satisfaccion personal de aquellos combatientes. 

La felicidad por medio del sacrificio conservo la marca caractenstica de 
sus aristocraticos antepasados. Es cierto, ahora era una posibilidad que todos 
podian materializar, pero aun asi no era de esperar que todos lo hicieran. Los 
soldados caidos, en cierto aspecto indistinguibles del resto de la nacion (;la 
diferencia de rango no importaba!), eran notablemente distintos de los otros. 
Era mdrtires (por lo que se les habfa hecho), a la vez que heroes (gracias a lo 
que habian hecho). El camino hacia la (por cierto, oblicua) inmortalidad que 
habia sido abierto para todos seguia siendo, aun, el privilegio de unos pocos. 
Pero ahora era responsabilidad de cada uno de aquellos para quienes se habia 
abierto ese camino el ponerse en marcha y avanzar hasta donde sus fuerzas y 
su resolucion fueran capaces de llevarlos. 

Felicidad: de la recompensa al derecho 

Si por estos dias se nos pidiera que explicaramos el comportamiento de otra 
gente, la mayor parte de nosotros respondent, sin dudarlo o casi, que la mo- 
tivacion es la busqueda de la felicidad. Esa respuesta nos viene a la cabeza de 



170 



POLfTICAS DE VIDA 



inmediato: no sentimos la necesidad de hacer una pausa, reflexionar, buscar 
pruebas, argumentar. La biisqueda de la felicidad nos parece una predilection 
natural y una preocupacion permanente de los seres humanos. Parece ser si- 
multaneamente la causa necesaria y suficiente de que los seres humanos se 
nieguen a quedarse quietos, y el principal estimulo para esforzarse y afrontar 
los riesgos que com porta toda biisqueda, experimentation, descubrimiento e 
invention de nuevas maneras de ser. Para nosotros, y quiza para todos nues- 
tros contemporaneos, es evidente que todo individuo hace lo que hace por- 
que quiere ser feliz, o mas feliz de lo que ha sido hasta el momento. Si no fue- 
ra por ese deseo, no harian lo que escan haciendo; ciertamente, no lo harian 
por propia voluntad y por iniciativa propia. De hecho, la misma idea de 
"coercion", como muchos la entendemos, represents todo aquello que evita 
que la gente haga lo que habrfa hecho si se le hubiera permitido buscar libre- 
mente su felicidad. 

Esta conviction folclorica solia repetirse una y otra vez de forma acritica, 
y por ende los estudios cientfficos mas populares y celebrados (cuyas conclu- 
sions predisenadas habia inspirado) no hacian mas que reconfirmarla y refor- 
zarla. Los conocidos experimentos del conductismo hicieron de la biisqueda 
de la felicidad su pun to de parti da axiomatico, para el que no requerian nin- 
guna prueba. Antes que deducirla o inducirla a partir de los hallazgos de los 
estudios, se "demostro" que la biisqueda de la felicidad era un motivo de ac- 
tion en todos y cada uno de los proyectos de laboratorio, median te el simple 
recurso de definir con antelacion la perspectiva y el deseo de felicidad como 
1 algo" que estimula y gufa (y por ende explica) las elecciones de los objetos. Si 
los objetos de estudio han elegido esta opcion y no la otra, debe haber sido (y 
as i fue) porque la opcion que escogieron les daba o les promeua una mayor fe- 
licidad (llamesela "gratification"). La felicidad es aquello que los objetos de es- 
tudio eligen voluntariamente. La eleccion y el deseo de felicidad se definian 
mutuamente. No necesitaban (ni podia darseles) ninguna otra definition. 

Puede que nuestra inclination a leer la biisqueda de la felicidad en toda 
action humana este tan arraigada que no sea necesario argumentar ya nada 
para orientar nuestra perception de las motivaciones manifiestas o latentes de 
la action. El hecho de que haya alcanzado el estatuto de doxa (una idea con la 
que pensamos, sin pensar acerca de ella) llama, sin embargo, a la reflexion. 
Senalar la biisqueda de la felicidad como el primer motor de todo esfuerzo 
humano (de hecho, como el significado de la vida humana) no siempre ha- 
bria sido asumido tan lisa y llanamente como se lo asume ahora. De hecho, 



LA (IN)FELICIDAD DE LOS PI .ACE RES 1NCIERTOS 



171 



hay motivos para suponer que la eleccion de la penitencia (y, mas general- 
mente, del sufrimiento), antes que de la felicidad como el supremo proposito 
de la vida y el destino de los seres humanos mortales, marca de la manera mas 
conspicua y seminal la "tradicion occidental" a lo largo de la mayor parte de 
su historia. Que el verdadero e includible destino humano sea el sufrimiento 
y no el disfrute es algo que soh'a darse por sentado. Lo que planteaba un pro- 
blema, muy serio por cierto, era la reconciliacion con el sufrimiento, no su 
evitacion y mucho menos su eliminacion. 

John Bowker, quien estudio la significacion del sufrimiento en las gran- 
des religiones del mundo, llego a la conclusion de que "la comprension del 
modo en que el sufrimiento puede volverse provechoso ha echado profundas 
ratces en la tradicion occidental [...].* 16 Bowker considera que "la suprema 
contribucion de Israel" a esa tradicion es la idea de que "el sufrimiento pue- 
de redimir, que puede convertirse en la base de cosas mejores, de manera co- 
lectiva, si no individual". En el desarrollo rabinico de la reflexion original so- 
bre el poder redentor del sufrimiento, se llego a "alentar a los hombres a 
buscar el sufrimiento, casi como una especie de oportunidad para el progre- 
so", Es celebre la definicion del rabino Akiba del sufrimiento como una con- 
dicion "que hay que amar de todo corazon", a la vez que el Talmud Babilo- 
nico afirmaba que "aquel que soporta gustosamente los sufrimientos que 
recaen sobre si trae la salvacion al mundo", y por ende sirve al mejor propo- 
sito al que pueda dedicarse la vida humana. A lo largo de toda la historia del 
cristianismo, la reflexion sobre la mision y el martirio de Cristo sento las ba- 
ses para la conviccion de que "el sufrimiento puede ser aceptado, como lo 
acepto el, como algo demoledoramente real [...]", pero tambien como un 
muy necesario instrumento de "arrepentimiento y salvacion de aquel los a los 
que les habia sido infligido el sufrimiento". La pasion de Cristo, y su insupe- 
rable sacrificio (de insuperable redencion) se convirtio, por los siglos de los 
siglos, en el patron por el cual se media la virtud de la vida mortal. 

La idea de que el sufrimiento obedecia a un proposito mas elevado (la sal- 
vacion eterna, o el bienestar colectivo), y por ende la creencia en la capacidad 
del sufrimiento de ennoblecer y de elevar, no fueron el linico tema recurren- 
te en los dilatados esfuerzos de Occidente por domesticar el dolor y reconci- 
liar al afligido con la ubicuidad de este. El otro hilo conductor se extendia 

16 Vcasc John Bowker, Problems of Suffering in Religions of the World, Cambridge University 
Press, 1970, pp. 16, 21, 35-37 y 94. 



172 



POLfTICAS DEVI DA 



virtualmente sin interrupciones desde el "vanidad, vanidad, todo es vanidad" 
del Eclesiastis y las reflexiones de los estoicos acerca de la tendencia autodes- 
tructiva de los placeres, pasando por el categorico veredicto de Bias Pascal de 
que "la grandeza del hombre le viene de saber que es desgraciado" 1 hasta la 
rotunda afirmacion de Arthur Schopenhauer de "la negatividad del bienestar 
y la felicidad, en antitesis con respecto a la positividad del dolor". Puede que 
haya sido demasiado pedir amar y abrazar la desgracia. Pero al ser la norma 
de la condicion humana, tampoco era posible oponerseie y resistirsele sensa- 
tamente. Por ende, la aceptacion del dolor se presentaba como la actitud mas 
racional que podia asumir "la mas grand e de las criaturas" bendecida por, y 
armada de, la razon, la mas grande de las armas. 

No es que los humanos fueran a dejar de sufrir el dolor y de escapar de el. 
Su conducta, como sugeriria Schopenhauer, "se parece al trayecto de un hom- 
bre corriendo cuesta abajo por una montafta, que caena de bruces si tratara 
de detenerse, y cuya unica manera de tenerse en pie fuera seguir corriendo; o 
acaso se parece tambien a una vara sostenida sobre la yema de un dedo". Los 
seres humanos no se atreven a dejar de correr, y dificilmente tengan exito en 
caso que lo intenten. Sin embargo, incluso esa imposibilidad no es necesaria- 
mente algo malo, dado que la satisfaction de las necesidades que los seres hu- 
manos desean tan ardientemente quizas "les proporcione nada mas que una 
condicion indolora en la cual acaban entregandose al aburrimiento": "el an- 
helo y el aburrimiento son, por cierto, los dos polos de la vida humana". Peor 
aun, el aburrimiento no es la unica calamidad que se cierne sobre aquellos 
que tienen la esperanza de alcanzar el cumplimiento de sus suenos y se esfuer- 
zan por ello. Si se llegara a alcanzar alguna vez un estado en el que "para que 
algo suceda baste con desearlo, y los pavos vuelen por ahi ya as ados, donde 
los amantes se encuentren el uno al otro sin perdida de tiempo, y se manten- 
gan juntos sin sopor tar dificultades", "algunos hombres moririan de aburri- 
miento o se ahorcarian", pero otros "se combatirian y ma tar tan el uno al otro, 
por lo que se crearian mayo res sufrimientos que los que la naturaleza tal co- 
mo es les inflinge". 1 * 

1 u Cuando pienso ei breve lapso de mi vida absorbido en la ecernidad que viene antes y dus- 
pues [. . .| ei pequeno espacio que ocupa y que veo sorbido por la infmira inmensidad de los 
espacios de los que nada se y que nada saben de mi, me da terror''; Pascal, Pemees, ob. cit., 
p. 48. 

IH Vease Schopenhauer, Essays and Aphorisms, ob. cit., pp. 41, 52, 53, 45 y 43. 



LA (IN) FELICIDAD DE LOS PLACERES INCIERTOS 



173 



Para ir directamente al grano: durante la mayor parte de la historia huma- 
na, la felicidad no fue el proposito manifiesto de la vida. A lo sumo, la con- 
ception opuesta fue la que prevaiecio. El sufrimiento y el dolor eran vistos 
como una compania inseparable de la vida. Pretender desentenderse de ellos 
seria en vano, e intentar desalojarlos, un acto de presuncion, contraproducen- 
te ademas de peligroso. La felicidad puede surgir unicamente como la conse- 
cuencia indirecta de una vida llena de sufrimiento. Puede solamente llegar 
como una salvation, la suprema y mas huscada de las recompensas, a aque- 
Uos seres humanos que han aceptado lo doloroso de la vida, y que se han 
mostrado dispuestos a cargar con ello. 

Si se lo mide con la escala de la historia de la humanidad, el concepto de 
felicidad como supremo fin ultimo de la vida con el que ningun otro fin po- 
dria permitirse competir tiene un origen bastante reciente. Todavia mas re- 
ciente es la entronizacion de la felicidad, que paso de ser el lugar de escaso be- 
neficio digno de los mas probos al derecho universal de todos los individuos. 

Una vez escudrinadas las dilatadas extensiones de la portion registrada del 
pasado humano, y su mucho mas dilatada section no registrada aun pero si 
reinterpretada de manera fiable, Jacques Ellul saco la conclusion de que "en 
el transcurso de su historia la genre se fija un gran niimero de objetivos que 
no surgen del deseo de felicidad y no exigen acetones orientadas a la felici- 
dad; cuando se trata del problema de la supervivencia, de componer grupos 
sociales, de operaciones tecnicas y de interaction, o de la ideologia, la preo- 
cupacion por la felicidad apenas se suscita'V 9 Habria que esperar al siglo XVIII 
para que la meteorica carrera de la felicidad como fin ultimo de la vida co- 
menzara a despegar seriamente. La Declaration de la Independencia de los 
Estados Unidos proclamo que la felicidad era un derecho universal de todo 
ser humano. El hecho de que dejara de ser un privilegio para convertirse en un 
derecho fue un verdadero hi to en la historia de la felicidad. 

Mas que una recompensa por la virtud o las buenas acciones y el resulta- 
do de mucho trabajo y sacrificio, la coronation de una vida de piedad y sa- 
crificio (o, alternativamente, un don de la divina providencia o un golpe de 
buena fortuna), la felicidad se convirtio en una condition que todo ser hu- 
mano podia exigir como derecho de nacimiento. Los seres humanos podian, 
ademas, quejarse en caso de que sus demandas no fueran escuchadas o se las 

V) Vcasc Jacques Ellul, Metamorphose du bourgeois, La Table Rondc, 1998 [primera edicion en 
Caiman-Levy 1967], pp. 81, 90, 97-98, 102-103- 



174 



POLITICAS DE VIDA 



ignorara, y rebelarsesx estas no les eran otorgadas, o si la prometida felicidad 
se demoraba en Ilcgar. De la misma manera, se ha convertido en deber de la 
sociedad hacer feliz a cada uno de sus miembros. Para Ellul, el derecho a la 
felicidad era, por ende, un verdadero "caballo de Troya" en el seno de la so- 
ciedad libera), dispuesto a promover la libertad de eleccion individual, inclui- 
da la eleccion de la identidad. 

Seria, quiza, mas pertinente decir que por muchas decadas la salvaguar- 
da del derecho a la felicidad por parte del Estado moderno como plenipo- 
tenciario de la sociedad autoconstituida y autonoma ato a ese Estado a una 
contradiccion que se veia obligado a resolven Intento resolverla con ahinco, 
pero en vano. 

La espera de la felicidad 

La pro mesa de felicidad universal, y de cada vez mas felicidad con el tiempo, 
llevo al Estado moderno a una especie de pacto social. El Estado se compro- 
metia a distribuir los bienes, y los ciudadanos esperaban recibirlos. A cambio 
de los beneficios, los ciudadanos comprometian su lealtad al Estado; a cam- 
bio de sus servicios, el Estado esperaba que los ciudadanos se disciplinaran a 
sus 6rdenes. La expectativa de felicidad y cada vez mas felicidad llego a ser la- 
formula principal de legitimacion de la integracion social y la motivacion 
principal de la participacion de los individuos en cualquier esfuerzo colecti- 
vo o causa comun. Y ahora le tocaba al Estado demostrar que esa participa- 
cion valia la pena. 

La industria iba a ser el principal vehiculo para conducir a la humanidad 
hacia la felicidad. Se esperaba que pusiera fin a los anhelos, el hambre, la mi- 
seria, la pobreza. Apoyada por la ciencia y la tecnologia, iba a hacer mas facil 
la vida, menos ago t ado r a y mas segura. Siempre estaba por hacerlo, pero al fi- 
nal siempre alegaba que todavia no le era posible... Ahora que se hab/an de- 
clarado la independencia y la autonomia de la humanidad, y que se habia 
postulado su autosufi ciencia, su destino, en vez de estar determinado de una 
vez y para siempre por los antiguos hechos de la creacion divina o del peca- 
do original de Adan y Eva, descansaba en el futuro. Una vez transportada al 
futuro, habria de quedarse ahf forzosamente. La felicidad estaba condenada a 
ser siempre un postulado y una expectativa: su realizacion seria siempre una 
promesa, siempre a cierta distancia de la realidad. De hecho, ese lugar que 



LA (IN)FELICIDAD DE LOS PLACE RES INCIERTOS 



175 



ocupaba la felicidad era precisamente lo que le daba sentido a la disrincion, 
exquisitamente moderna, entre <c hacia adelante" y "hacia atras", y legitimaba 
la censura de las cosas "de ahora" y hacia mas intense* el interes por las "de 
mas adelante". 

Ese lugar ocupado por la felicidad era lo que le daba sentido al sacrificio 
que se recomendaba, conocido como "aplazamiento de la satisfaccion". El es- 
piritu moderno, instigado y secundado por las instituciones modernas, elev6 
las reflexiones de los anriguos sabios al estatuto de preceptos de validez uni- 
versal: uno deberia guardarse de sacrificar satisfacciones futuras a cambio de 
placeres del presente, dado que las satisfacciones futuras fbrzosamente serian 
mas satisfactorias y placenteras que cualquier cosa que pudiera ofrecer el pre- 
senter Asf, en la nueva era del calculo racional, la renuncia a las satisfacciones 
del momento tomo la imagen de una inversion segura, y se la acepto como 
tal. Las entradas de las libretas de ahorro, y no el contenido de los carritos de 
las compras, eran los verdaderos indices de rac ion alidad y buena vida. Permi- 
tasenos senalar y subrayar que, no obstante esto, ese tipo de inversion aparen- 
taba ser "segura" solo gracias a la confianza generalizada en el futuro; y que 
esa confianza, a su turno, se debia a que el futuro era percibido como un lu- 
gar para la felicidad. 

Aceptar el aplazamiento de la satisfaccion comportaba ciertos riesgos. El 
futuro, despues de todo, era tan inescrutable en ese entonces como lo es aho- 
ra; y asi habna de quedar. Una vez que se hubiera sacrificado lo conocido en 
nombre de algo aun desconocido, porfiadamente opaco, impermeable y por 
completo resistente a ser conocido, el riesgo se volvena enorme e imposible 
de estimar cabal mente. Su magnitud suscitaba una demanda infinita de adi- 
vinos y prestidigitadores; y exigia que los aspirantes a lideres politicos alega- 
ran poseer un conocimiento infalible de las leyes de la historia, y en conse- 
cuencia, la capacidad de controlar el futuro. 

Mientras la "felicidad" y el "futuro" siempre indeterminado se fueron 
mezclando y fusionando, la incertidumbre (aguda incertidumbre, incurable- 
mente aguda incertidumbre) rue el mas arerrador de los fantasmas que acosa- 
ban al tipo de sociedad que el derecho a la felicidad habia forjado y que se 
mantenia unida por medio de el, que se organ izaba en torno a la reivindica- 
cion de ese derecho y que fundamentaba su exigencia de lealtad para con sus 
miembros en la promesa del progreso hacia su realizacion. Esto hacia de la 
busqueda de la felicidad una tarea desconcertante, a veces frustrante, y a me- 
nudo muy angustiosa. Exigia asumir constantes riesgos: hipotecar el futuro, 



176 



POLf PICAS DE VI DA 



contraer compromise* de plazo indeterminado y dimensiones imposibles de 
prever y enfrentarse a la perspectiva de tener que hacerse cargo de las perdi- 
das en una moneda que uno no tenia, y que tenia un valor en el mercado aiin 
deseo noci do. 

Para satisfacer las expectativas, las promesas de felicidad de los gobiernos 
modernos venian acompanadas, por regla general, de la perspectiva de una re- 
duccion radical de los riesgos y del alivio del tormento de tener que elegir 
constantemente. Ironicamente, la felicidad llego a ser asociada con la cman- 
cipacion de la incertidumbre que su misma busqueda habia causado. La om- 
nipotencia de la humanidad autonoma llego a identificarse con la capacidad 
de utilizar la libertad de eleccion para hacer innecesaria, fuera de lugar, o di- 
rectamente indeseable toda eleccion futura (Leon Battista Alberti definio la 
"perfeccion" como un Estado en el que todo cambio no puede ser sino para 
peor). Habia un vinculo bien disimulado, aunque firme e imposible de desa- 
tar, entre la elevacion de la busqueda de la felicidad al estatuto de proposito 
fundamental de la union humana y la tendencia total itaria que era inherente 
al Estado moderno. Ambas cosas nacieron juntas, y juntas maduraron, enve- 
jecieron y empezaron a declinar. Quizas me esta desagradable conjuncion a la 
que Ellul se refirio al observar que "parece como si los humanos obedecieran 
de manera soterrada alguna especie de deseo de muerte, un deseo de abando- 
narse a si mismos, un instinto suicida". 20 

Sin embargo, la ecuacion entre futuro y felicidad no fue un simple y pu- 
ro fracaso. La prueba de que no lo fue es el tiempo que soporto las pruebas 
en su contra, y el tiempo que se tardo tan to en admitir que era un fracaso y 
que se la proclamara abiertamente como taL Bacon, Descartes y una larga li- 
nea de les philosophes podian proclamar convencidos que el dolor y el sufri- 
miento que perseguia a sus contemporaneos serian efectivamente curados, 
que la tazon humana proporcionana la terapia adecuada y que, por consi- 
guiente, la felicidad universal, la meta y el destino de la humanidad, sena "fi- 
nal men te" alcanzada. 

Ten fan todo el derecho a estar convencidos. Despues de todo, basaban su 
optimismo en la experiencia de una sociedad en la que la principal razon, 
quizas la linica, para rebelarse y condenar el sufrimiento como injustificable, 
y por ende insoportable e intolerable, era la violacion de los usos y costum- 
bres. La medida habitual de indecencia era lo que sentaba la norma por la 



20 Ibid., p. 275. 



LA (IN)FELICIDAD DE LOS PLACCRES INCIERTOS 



177 



cual se media la decencia de la vida. Los prof etas de las maravillas, que el co- 
nocimiento y el saber con su progreso im parable habn'an de depararnos even- 
tualmente, estuvieron totalmente de acuerdo con la opinion instruida de su 
tiempo. Esa opinion, a su vez, no era mas que una version sofisticada del sen- 
tido comiin. Si la felicidad equivaliera a la liberrad respecto del deseo y el de- 
seo a la falta de sarisfaccion de las necesidades, y si se conoctera la suma de las 
necesidades humanas de una vez y para siempre, entonces ni bien supieramos 
como procurarnos la canridad de bienes necesaria para satisfacer las necesida- 
des y nos reunieramos para acruar en fund on de ese saber, ergo, la felicidad se 
haria realidad. De modo que la implementacion del derecho a la felicidad no 
era mas que una cuestion de tiempo... 

En pocas palabras: uno podia crcer en el progreso siempre y cuando se lo 
entendiera como el camino hacia una meta conocida previamente; un trayec- 
to con una lfnea de llegada, en funcion de la cual uno podria planificar, kilo- 
metro a kilometro, los pasos sucesivos a seguir. Uno podia creer en el progre- 
so y confiar en su inminencia siempre y cuando pudiera verlo como un 
movimiento con un telos. Y era mas facil que uno creyera gracias al caracter 
tangiblemente concreto de un telos identificado con la felicidad universal, 
identificada con el total de la suma de las necesidades humanas, identificada 
con la suma de las penurias aiin por venir. Era mucho mis facil creer en el 
progreso gracias a la conviccion de que el progreso tenia un objetivo y que ese 
objetivo era "acabar con la tarea", Ilegar a un pun to en el que ya no se necesi- 
tara mas progreso. Esa conviccion, de manera alentadora y tranquilizadora, 
modelo al progreso a la medida de una tarea, y de una capacidad, humana, 
demasiado humana. 



La satisfaccion en busqueda de necesidades 

No era esta, sin embargo, la manera en que fracasana el apasionado y emoti- 
vo, aunque breve, romance con el progreso. 

Por cierto, como se habia predicho, nos ilusiona cada vez me nos la felici- 
dad que el futuro pueda depararle a la raza humana y el progreso que habra 
de llevarnos hacia ella. No solemos pensar el futuro como un deposito de di- 
chas sin precedentes que harian de nuestros placeres actuales motivo de risa. 
Ya no es tamos tan seguros de que el cambio sea una bendicion incontrover- 
tible y de que "futuro" y a mejor" sean sinonimos. De hecho, mas bien pare- 



178 



POLITICAS DE VIDA 



ce que, como se habia predicho, el progreso "acabo con su tarea". Si ocurrio 
todo eso, sin embargo, ocurrio por motivos bastante diferentes de los que se 
habia previsto. 

<C6mo se piensa hoy el "progreso"? Mas que nada, como la necesidad de 
deshacerse de algunas herramientas y juguetes viejos y de reemplazarlos por 
unos nuevos que se puedan ap render a usar mas rapido, cuya capacidad de sa- 
tisfaction sea mas inmediata, y que preferentemente tengan funciones que los 
aparatos anteriores no ten fan, o puedan cumplir las funciones que los viejos 
aparatos podian desempenar, pero mas laboriosamente, o con menor eficacia. 
"El progreso", como senalo recientemente Luc Ferry, "ya no esta subordinado, 
como si lo estaba en el siglo XVIII, con todo su optimismo, a fines trascenden- 
tes y superiores, la libertad y el bienestar humanos. Mas bien, se ha converti- 
do en un movimiento sin causa', que escapa a todo control, que actua por su 
cuenta sin meta o proposito alguno; igual que un giroscopio o una bicicleta, 
que no tienen otra alternativa que seguir moviendose, si no quieren caerse". 21 

La globalization parece ser responsable, al menos en parte, de que el pro- 
greso cayera en desgracia y perdiera gran parte de su prestigio. Despues de to- 
do, la "globalization" implica cambios y desplazamientos que son en esencia 
impredecibles; aquello que nos sucede, no lo que hacemos suceder. Las "fuerzas 
globales" operan en un "espacio extraterritorial", libres de toda atadura, im- 
posibles de alcanzar o de afectar por las herramientas ortodoxas, que hasta el 
mo memo nunca fueron reemplazadas, de la action concertada y la adminis- 
tration rational (en particular por el Estado-nacion, la mas poderosa de esas 
herramientas). Asi que el "progreso" ya no aparece como una manifestation 
del dominio de la humanidad sob re su propio destino, el mayor ejemplo de 
la capacidad humana de conducir su historia en una direction seleccionada 
racionalmente, y de determinar la meta final. Con el espectacular "progreso" 
en la velocidad y el volumen de las comunicaciones humanas, y las herra- 
mientas para la "action a distancia", los medios de control parecen haber si- 
do incapaces de igualar los poderes que era necesario controlar, y mas insufi- 
cientes que nunca en la tarea. La esperanza de la limitation progresiva de los 
riesgos hasta su elimination definitiva, y la de la reduction de las variables 
desconocidas en las ecuaciones humanas, no encuentran mucho, o ningun 
apoyo, en la experiencia actual. Dificilmente el futuro vaya a ser alguna vez 

21 Luc Ferry, u Unc menace pour I'Humanisrne?", en: Le Monde des Debats y junio de 2001, 
p. 27. 



LA (IN)FEMCIDAD DE LOS PLACERES INCIERTOS 



179 



el reino de la certidumbre. El futuro esta, total y verdaderamente, fuera de 
control, y lo mas probable es que siga siendo asi; bueno, al menos cn un... fu- 
turo previsible. 

La operator ia de la tecnologia tiene el mismo efecto que la de la global i- 
zacion: magnifica la condicion de incertidumbre en la que actiia la gente, y a 
toda iniciativa a largo plazo le quita la seguridad en la que se habia cifrado su 
atractivo. 

Ya no parece que seamos, o que vayamos a ser, los hechiceros en los que nue- 
stros predecesores modernos esperaban convert! rse, y en los que intentaron 
convertirnos. Somos, mas bien, los desafortunados aprendices que vemos con 
horror y desesperacion como las escobas vuelan fuera de control. Las escobas, a 
las que alguna vez les ordenabamos barrer el piso y mantener limpia la habita- 
cion, ya no aceptan mas estimulos que la embriaguez de su propio frenesf. No 
tienen otra limitacion que la de quedarse sin combustible. En vez de hacer lo 
que necesi tamos nosotros, siguen haciendo lo que ellas saben hacer mejor. 

El saber popular, lento a la hora de ponerse al d(a con las novedades, pero 
depositario de una gran memoria, probablemente siga pensando que la nece- 
sidad es la madre de la imaginacion, y que cuando hay voluntad, hay camino 
(primero la voluntad, luego el camino). La tecnologfa, alguna vez, parecio es- 
tar hecha a medida de ese refran, pero por cierto no lo parece ahora. Hoy en 
dia, la sucesion parece haberse invertido, y al parecer, ahora, la imaginacion es 
la madre de las necesidades; y cuando se descubre un nuevo camino, la volun- 
tad no tarda en aparecer... Las respuestas tecnologicas preceden a las preguntas 
en vez de ser su resultado. El grueso de la voluntad se orienta a buscar pregun- 
tas para las que ya hay respuestas disponibles, y a hacer que la mayor cantidad 
posible de genre se haga esas preguntas, para predisponerlos a pagar por las res- 
puestas. Son las novedades tecnologicas las que buscan desesperadamente su 
aplicacion; desean convertirse en soluciones, pero se encuentran perdidas a la 
hora de buscar los problemas a los que esas soluciones vendnan a adecuarse. 
Sus productores saben demasiado bien que la gran dificultad que enfrentan sus 
productos (lease; sus promotores de ventas) va a ser congraciarse con sus po- 
tenciales usuarios, libres de toda necesidad o deseo de poseer o hacer uso de 
ellos. Hoy en dta, los manuales de instrucciones necesi tan largos y muy con- 
vincentes preambulos que expliquen para que se puede usar el producto. 

Para citar una vez mas a Jacques Ellul, "La tecnica no acepta ningiin jui- 
cio que le venga desde afuera, ni acepta limitacion alguna [...] La tecnica, al 
juzgarse a si misma, se libera de manera manifiesta del principal obstaculo 



180 



POIJTICAS OH VI DA 



para la accion humana". "El tecnico no necesita justificarse". 22 Como regla, 
la justificacion viene (si es que viene) despues de que la accion ha sido con- 
sumada. A la tecnologia no la arrastran hacia adelante las necesidades insa- 
tisfechas, sino que la empujan desde atras activos que reclaman que se los 
emplee de manera provechosa, y que protestan porque hay recursos que no 
estan siendo aprovechados como deberian. La tecnologia avanza porque 
avanza: toda otra explicacion se acerca peligrosamente al adorno ideologico 
o a la ingenuidad. 

Por ende, parece a duras penas concebible que la tecnologia sea un proce- 
so con alguna final idad; es decir, que en algiin punto vaya a llegar a su objeti- 
vo y se ponga a descansar, una vcz satisfecho el total de las necesidades huma- 
nas y hallada la solucion a "todos los problemas". Como resultado del progreso 
tecnologico, el total de los problemas que necesitan solucion, en lugar de dis- 
minuir, crece. Imaginar nuevos problemas, que hasta el mom en to nadie habia 
imaginado, es el vcrdadero metier Ac la tecnologia y es lo que, gradual pero im- 
placablemente, se esta convirtiendo en su mision. No parece probable que en 
el futuro las cosas vayan a funcionar mejor que hasta el momento, que vayan 
a equilibrarse la oterta y la demanda, y que el niimero de problemas sin solu- 
cion y el volumen total de incertidumbre vayan a disminuir con el tiempo. 

Todo esto coloca a la busqueda de la felicidad en un contexto totalmente 
novedoso. La esperanza de que en algun momento todas las necesidades hu- 
manas estarian satisfechas, de modo que no quedaria lugar para la in felicidad, 
puede haber sido siempre una ilusion, pero en nuestra epoca parece mas in- 
genua y mas lejana de la real idad que nunca. Todos -tan to los consumidores 
como los proveedores de productos destinados a la "satis face ion de necesida- 
des"- esperariamos, mas bien, que las necesidades humanas fueran creciendo 
de manera incontenible, y que crecieran mas rapido de lo que son satisfechas. 
El 1 unite, alguna vez sacrosanto, entre las necesidades "verdaderas" o legitimas 
y las necesidades falsas o censurables, "pseudo-necesidades" (es decir, de cosas 
sin las que uno podria arreglarselas perfecramente, si no fuera por vanidad, por 
el morbido afan del lucro y por lujo y ostentacion), ha sido borrado por com- 
pleto. Todas las necesidades, las actuales que conocemos y las futuras que to- 
davi'a no podemos siquiera imaginamos, son genuinas; y las inimaginables lo 
son tanto como las que tan hondamente sentimos en el presente. 

- Jacques Ellul, La tecnicjue on Venjeu tin Steele, aqui cttado de la traduccion de John Wilkin- 
son, The Technological Society, Vintage Books, 1964, pp. 134, 390. 



LA (IN)FELICIDAD DE LOS PLACERES INCIFRTOS 



181 



Las "necesidades" aumentan, instigadas por las oportunidades para el con- 
sumo. Las "necesidades" son deseos provocados por la exposicion a esas opor- 
tunidades. La autoproclamada tarea de la publicidad es informar a los poten- 
ciales clientes acerca de nuevos productos -que no podrian haber deseado 
antes porque no estaban todavi'a al tanto de su existencia, y que no deseanan 
ahora si no los rentaran y los sedujeran— . La mayor parte del dinero que se 
destina a la publicidad se gasta en informacion acerca de productos que pro- 
meten satisfacer necesidades que, de otro modo, los consumidores no sab nan 
que tienem El proposito de la publicidad es crear nuevos deseos y modificar 
y reorientar los ya existences; pero el efecto inmediato de la exposicion a los 
avisos comerciales es hacer que ese deseo — de cosas aiin no poseidas y de sen- 
saciones aun no experimentadas— no decaiga y no se enfn'e nunca. 

No se espera que el deseo por un producto especifico cualquiera dure 
demasiado, y mantenerlo vivo por demasiado tiempo seria un insensato de- 
rroche de dinero. Nada estimula el deseo de manera mas infalible e inme- 
diata que formulas como "nuevo", "mejorado"; y ni hablar de "nuevo y me- 
jorado". Los disenadores, productores y pro mo to res de ventas de bienes de 
consumo, como descubrio Nigel Thrift, "viven hoy en dia en un estado de 
emergencia permanente, siempre al filo del caos [...] en un mundo cada vez 
mas rapido e incierto, en el que toda ventaja es temporaria". 23 Los emplea- 
dos "son presionados de manera despiadada a ser creativos". Se les hace sa- 
ber (aqui Thrift cita el sensato consejo de A. Muoio) que son "tan buenos 
como su ultima gran idea", y que la recompensa por su ultima serie de in- 
novaciones exitosas es "todavia mas presion por volver al exito, y lanzar otra 
serie de innovacionesV 4 

Tan crucial como los informes acerca de las maravillosas propiedades de 
los nuevos productos y el cultivo de nuevos deseos es la informacion acerca 
de cuales son los productos que definitivamente han "pasado de moda'\ y 
cuales de los que hasta hace poco se habian considerado a la moda habria que 
empezar a considerarlos "out", para asi allanarle el camino a nuevas ten ta clo- 
nes y a nuevas respuestas del tipo "jlo necesito ahora, ahora, ahora!". 

A veces se debe prevenir que los deseos persistentemente inoculados echen 
raices demasiados profundas (y que, por lo tanto, se mantengan vivos por de- 

23 Nigel Thrift, "Performing cultures in the new economy", en: Annals of the Association of 
American Geographers, 4, 2000, pp. 674-692. 

A. Muoio, "Idea summit", en: Fast Company, 31, 2000, pp. 150-194. 



182 



POLITICAS DE VIDA 



masiado tiempo), mediante la simple tarea de discontinuar la produccion y 
eliminar del mercado los bienes que habian suscitado y sostenido esos deseos. 
Los "bienes perdurables", como los automoviles, las computadoras, las cama- 
ras fctograficas o de video, las radios, los reproductores de discos, casetes, CDs 
y videos, los televisores o los aparatos de telefonia pasan de moda (o se los 
fuerza a pasar) simplemente porque los bienes asociados, repuestos, servicios 
de reparation y demas dejan de estar disponibles. Otras veces, el deseo por 
cierto producto desaparece (se lo induce a desaparecer, se lo mata) incluso an- 
tes de que ese mismo producto se haya vuelto obsoleto, haya concluido su vi- 
da litil, o se le escatimen los medios necesarios para mantenerlo en funciona- 
miento. La aparicion de productos alternativos, con mas funciones, con un 
diseno diferente, mas coloridos o con mas musiquitas, hace parecer a sus pre- 
decesores vergonzosamente obsoletos, si no directamente inservibles y frus- 
trantes. Los negocios crecen y se multiplican en sin to ma con el cam bio de los 
deseos, dedicados a acelerar el rirmo con el que estos se suceden (las compa- 
nies que ofrecen a sus usuarios una melodi'a distinta todos los dias para sus 
telefonos celulares son uno de los ejemplos mas recientes). 

Hay otros productos con los que no se puede usar ninguna de est as estra- 
tegias, como por ejemplo, modulos para guardar discos o videos, baratijas pa- 
ra adornar la sala de estar, utensilios de cocina, muebles minimalistas o extra- 
vagances, pintura brillante o apagada, o papel tapiz. En esos casos, se intenta 
por medios alternativos hacer que esos productos parezcan ya no inadecua- 
dos para las necesidades que venfan a cubrir, sino directamente desagradables 
y de mal gusto. Se lanzan campanas de difamacion que apuntan a avergonzar 
a los usuarios de productos que ya no se promocionan para hacer que dejen 
de usarlos y de mostrarse usandolos, a la vez que se glorifican nuevos estan- 
dares de que cosa es comme-iUfaut [como se debe] y que cosa no, como si se 
tratara de una cuestion de orgullo y amor propio. Como regla, la informa- 
cion acerca de lo que "esta de moda" viene acompanada de un anuncio de lo 
que esta Tuera de moda". 



Deseos que rehuyen la satisfaction 

El mercado de consumo esta constantemente en guerra con la tradicion y los 
deseos son las principales armas de esa guerra. Se toman precauciones para 
evitar que los habitos, incluso aquellos promovidos mas vigorosamente, soli- 



LA (IN)FELICIDAD DE LOS PLACERES INCIERTOS 



183 



difiquen y se vuclvan tradiciones. La inestabilidad dc los deseos, instigada y 
secundada por la volatilidad de la atencion, funciona como el mas efectivo de 
los medicamentos preventives. 

Como advirtio Max Weber, "el tipo de actitud y reaccidn ante nuevas si- 
tuaciones que podriamos llamar tradicionalismo" era "el adversario mas im- 
portante con el que el espiritu del capitalismo [...] tendna que haberselas". 2 ^ 
El "trabajador tradicional" no deseaba "ganar cada vez mas dinero, si no sim- 
plemente vivir tal como estaba acostumbrado a vivir, y ganar lo necesario pa- 
ra hacerlo". Para un "trabajador tradicional", la "oportunidad de ganar mas 
era menos atractiva que la de trabajar menos". Cada vez que los incipientes 
capitalistas intentaban incrementar la productividad del trabajo intensifican- 
do la labor de los trabajadores, se "encontraban con una resistencia abruma- 
dora \ Los trabajadores actuaban como si sus necesidades fueran efectivamen- 
te estables y resistentes al cambio; como si las necesidades tuvieran un 1 unite 
superior ademas del evidente piso de lo "minimo necesario para la supervi- 
vend a". La "felicidad" significaba alcanzar los estandares que conocian, aque- 
Uos a los que estaban acostumbrados y que consideraban normales y decen- 
tes. <;Por que deberian esforzarse y trabajar mas duro si ya "tenfan todo lo que 
necesitaban"? 

Alcanzar los estandares acostumbrados era toda la "perfeccion" que los 
"trabajadores tradicionales" buscaban, y podian decir, con Alberti, que la per- 
feccion es un estado en el que todo cambio, cualquiera sea, solo puedc ser pa- 
ra peor. Esto no es, sin embargo, lo que la logica del empresariado y del mer- 
cado competitivo requerian: la capacidad productiva de una planta industrial 
deb fa emplearse al maximo, y la capacidad que se desaprovechara de una ma- 
quina era un desperdicio imperdonable. Habia que regular el trabajo por me- 
dio de la capacidad productiva de la tecnologia disponible, y eso excedia las 
motivaciones tradicionales, y por ende, limitadas. Para igualar la capacidad 
autonoma de la tecnologia productiva, el trabajo debfa "llevarse a cabo como 
si fuera un fin absoluto en si mismo, una vocacion". 

Podriamos decir que "el adversario mas importante" con el que debe ha- 
berselas el capitalismo contempordneo es el "consumidor tradicional": alguien 
que actiia como si los bienes que se ofrecen en el mercado sirvieran para lo 
que se publicita que sirven: satisfacer necesidades. El "adversario mas im- 

2S Max Weber, The Protestant Ethic and the Spirit of Capitalism, George Allen and Unwin, 
1976, pp. 58-61 . Traduction dc Talcott Parsons. [Hay varias ediciones en espanol.] 



184 



POLITICAL DE VIDA 



portante" del mercado de consumo es la gente que se guia por la definicion 
ortodoxa de necesidades de consumo, la gente que experimenta "la necesi- 
dad" como un estado de tension desagradable, y que identifica la felicidad 
con la eliminacion de esa tension, con el restablecimiento del equilibrio, la 
vuelta al estado de equilibrio y tranquilidad que se alcanza cuando se ob- 
tiene aquello, cualquiera sea, que se necesitaba para satisfacer esa necesidad. 
El "encmigo publico numero uno" del mercado de consumo es la gente pa- 
ra la cual el consumo no es "un fin absoluto en si mismo" ni una "vocacion". 
Gente para la cual la meta de la carrera hacia la felicidad es poder llegar a 
decir: "Tengo todo lo que necesito, basta de tanto escandalo, me quedo 
tranquilo". 

Cuando el "adversario mas importante" del capitalismo era el trabajador 
tradicional, habia que transformar el trabajo en una actividad "autotelica", un 
"fin en si mismo", una actividad sin otro proposito que perpetuarse e intensi- 
ficarse, en funcion de si misma como unico objetivo. Por supuesto, los traba- 
jadores tambicn tenian que consumir para recuperar su capacidad de trabajo. 
Sin embargo, la necesidad de consumir de los trabaj adores era un estorbo: un 
precio que los duenos de las fabricas tenian que pagar, a reganadientes, para 
asegurarse lo verdaderamente im portante: mantener la fabrica en funcion a- 
miento, la maquinaria operando al maximo y la productividad en alza. Aim- 
que no pudiera evitarselo por completo, habia que mantener ese precio, co- 
mo tod os los demas gastos, al mini mo posible. El trabajador ideal, para sus 
jefes, debia ver la tarea productiva como una vocacion y el consumo como 
una triste e inevitable necesidad. Debia detestar cualquier exceso, cualquier 
capricho personal, cualquier derroche. Debia considerar vergonzosa y/o pe- 
caminosa, detestable, indigna y contraria a la moral cualquier cosa que estu- 
viera sobre el nivel de lo absolutamente imprescindible para la supervivencia. 
Si sentia y actuaba de este modo, entonces, a la vez que la intensidad de su 
labor seguiria incrementandose, sus "necesidades genuinas" (en tanto distin- 
tas de aquellas no relacionadas con la minima supervivencia, y por ende "fal- 
sas") no. El unico consumo eticamente aceptable serfa el necesario para vehi- 
culizar la vocacion del hombre de trabajo, que consistia en trabajo y mas 
trabajo, y todavia mas trabajo, y que habia que obedecer todos los dias a ra- 
jatabla. 

En nuestros tiempos, en los que el "adversario mas im portante" es el con- 
sumidor tradicional, ahora le tocaria al consumo transrormarse en una activi- 
dad "autotelica", un "fin en sf mismo", que no tenga otro proposito que per- 



LA (IN)FELICIDAD DE LOS PLACERFS INC1ERTOS 



185 



petuarse e intensificarse, y que no este en funcion de otro objetivo mas alia de 
si mismo. El consumo ya no seria un medio para lograr un fin. Ya no ten- 
dria que justificarse con otro argumento que no fuera el acto de consumo en 
si mismo, y menos aun probar su utilidad para mantener a los trabajadores 
listos para el trabajo. El consumo debe ser "un fin absolute en si mismo" y 
una "vocacion" (una "vocation" es, de todos modos, una necesidad imperio- 
sa, compulsiva y adictiva que no necesita ni permite una explication rational). 
Debe ser, ademas, la linica vocacion, una vocacion sin competencia, autonoma 
y absolutamente abarcadora, la vocacion frente a la cual, de ahora en adelan- 
te, se deben medir y explicar la correction y la incorrcccion, las victorias y las 
derrotas, los exitos y los fracasos, y la felicidad y la in felicidad de la vida. 

Ahora le toca al trabajo productivovolverse instrumental. Ya no sera una vo- 
cacion: solo estara al servicio de lo verdaderamente importante; sera neutral en 
si mismo, sin nada de lo cual sentirse orgulloso o avergonzado, un intermezzo 
recurrence de una larga, interminable, opera wagneriana de la vida. En pala- 
bras de Harvie Ferguson, "se ha despojado a la production de todo en canto. 
Su unico privilegio es ser, entre las retaciones sociales, la mas esencial; es im- 
portante, pero desprovista de in teres". 26 Para suscitar dedication, el trabajo de- 
be disfrazarse de consumo y emular los entretenimientos de este, llenar el 
tiempo de trabajo de sorpresa y aventura, equipar el lugar de trabajo con ju- 
guetes faciles de usar. Mejor aiin, podria abolirse por completo el lugar de tra- 
bajo, o mas bien disolverlo en la vida misma, es decir en una vida dedicada al 
consumo; podria realizar un acto de desaparicion, a la vez que invadir/a el es- 
pacio dedicado al ocio, borrando a su paso las distinciones entre trabajo y ocio, 
y entre produccion y consumo. El valor y el glamour del trabajo se miden hoy 
en dfa con parametros establecidos para la experiencia del consumidor. 



Ni tener ni ser 

El discurso moderno sobre la felicidad solia girar alrededor de la oposicion 
entre sery tener. La election de "tener", o bien, de u ser" era lo que separaba 
los modelos competitivos de felicidad y todos los ideal es relacionados -la 
buena vida, la vida virtuosa, la vida significativa- La posesion, y mas preci- 

,? " Harvic Ferguson, The Sciencie of Pleasure: Cosmos and Psyche in the Bourgeois World-View, 
Routledge, 1990, p. 47. 



186 



POLITICAS DE VIDA 



samente la posesion de bienes materiales, tendfa a considerarse adversa a la 
plenitud del ser. El "tener" no debfa aspirar a dominar al "ser". El "tener" es, 
y deberia seguir siendo, el humilde servidor del "ser", dado que todo su sig- 
nificado se deriva de ese servicio, y que no tiene ningun significado propio. 
El "tener" debia justificarse en terminos del servicio que le prestaba al "ser", 
y no al reves. El ser- para- tener, un ser dedicado a la adquisicion, a la acumu- 
lacion de posesiones, no seria mas que otro ejemplo de la perversa tendencia 
de los medios a convertirse en fines, u otro caso en el que, por falta de cuida- 
do, se acaba permitiendo que el genio maligno saiga de la botella. 

Seria tentador decir que la emergencia de la sociedad de consumo senala 
el intercambio de los roles tradicionalmente asignados al "tener" y al "ser", y 
la inversion de la relacion ideal entre el "tener" y el "ser" a la que los filosofos 
eticos pretendian que la realidad social obedeciera. Tambien seria tentador 
decir que finalmente resolvio la larga disputa de manera contraria a las inten- 
ciones, expectativas y esperanzas de los filosofos eticos. Seria tentador, pero 
equivocado, rendirse ante esa tentacion. 

Puede que el "tener" y el "ser" se hayan opuesto tenazmente, pero esto no 
habria sido asi si no hubieran compartido un terreno comun delimitado por 
suposiciones aceptadas por ambas partes. Puede que el "tener" y el "ser" ha- 
yan seguido diferentes filosofias de vida, pero ambas filosoffas ofrerian mati- 
ces de una concepcion similar de la condicion humana. El "tener" hac/a en- 
fasis en las cosas con las que uno podia estar; el "ser" enfatizaba los seres 
humanos con los que uno podia estar. Ambas partes, sin embargo, veian ese 
"estar con" como un estado a largo plazo, quizas permanente, que habfa que 
preservar y cuidar a diario y por un largo tiempo. 

Richard Sennett recuerda un dibujo que vio cuando era nino: John D. 
Rockefeller retratado "como un elefante aplastando a indefensos trabajadores 
bajo sus grandes patas, agar ran do locomotoras y tor res de extraccion de pe- 
trol eo con la trompa". 27 Puede que Rockefeller haya sentido poco amor o 
compasion por sus trabajadores (su relacion, como Carlyle ya lo habia adver- 
tido cien anos antes, se habia reducido a un "nexo de dinero"), pero "queria 
poseer pozos petrol iferos, edificios, maquinaria y ferrocarriles por el largo pla- 
zo". Esa actitud por parte de Rockefeller llama particularmente la atencion si 
se la compara con la conducta de Bill Gates, el nuevo campeon de la primera 

27 Richard Sennett, The (Corrosion of Character: The Personal Consequences of Work in the New 
Capitalism, ob. cit., pp. 61-62. 



LA (IN)FELICIDAD DF LOS PLACERES INCIERTOS 



187 



division de la liga dc los ricos y poderosos, quien "parece libre de la obsesion 
por aferrarse a las cosas", se muestra "dispuesto a destruir lo que ha hecho" y 
tiene "la capacidad de dejar ir, si no de dar". Rockefeller estaba claramente 
del lado del "tener". 

En que consistiria la otra alternativa, estar del lado del "ser' \ lo podemos 
leer en Max Scheler. Consistiria, asi se nos informa, en "unirse al otro" para 
tender a la perfection, esforzandose por "asistirlo, potenciarlo, bendecirlo", 
abandonandose "para compartir y formar parre de otro ser como un ens in- 
tentionaU \ 28 No se trata aquf de aplastar a los otros bajos los propios pies, si- 
no de ayudarlos, a cualquier precio, en la biisqueda comiin de la perfeccion, 
una biisqueda que impide que cualquiera de los compafieros se vuelva "parte 
del otro". 

Aparentemente, seria diflcii concebir dos formulas para la vida mas en- 
frentadas la una con la otra. La oposicion entre "tener" y "ser" no podria ser 
mas rajante y absoluta. Y sin embargo, habia un elemento comiin presence 
en ambas estrategias que, tras haberlas enfrentado como alternativas enemi- 
gas, les permiria competir. Ese elemento era el compromi$o\ el compromiso y 
la obligacion de hacerlo durar. Se esperaba que cualquier compromiso que 
se asumiera a largo plazo, por un tiempo indefinido, se mantuviera firme 
tanto en la salud como en la enfermedad, para bien o para mal, "hasta que 
la muerte los separe". Y ese mis mo elemento es el que hoy en dfa, mayorita- 
riamente, y de manera mas notoria aiin, falta. El compromiso, particular- 
men te el compromiso a largo plazo, y mas especialmente el compromiso in- 
condicional, es visto cada vez mas como la antitesis de una buena (posible, 
feliz, placentera) vida. 

De modo que el suelo en el que descansaba la oposicion ortodoxa entre 
"tener" y "ser" se ha derrumbado. Ninguna de las dos opciones parece ser es- 
pecialmente atractiva; ambas producen rechazo, y tienden a ser evitadas. Am- 
bas implican una dependencia: la primera en posesiones, la segunda en otra 
gente; y la dependencia es un estado del que hay que escapar a toda costa, ya 
que para sobrevivir en un mundo incierto, y ni que hablar de prosperar, uno 
tiene que estar consrantcmente preparado para el cambio, un cambio espon- 
taneo, sin aviso previo. Uno tiene que estar listo para viajar, en el espacio fi- 

28 Max Scheler, "Ordo amoris", en: Schriften aus dem Nachlass. Zut Ethik and Erkentnisslehre; 
aq iii c i ta d o d e Selected Ph iloso phical Essays, Northwestern University Press, 1973, p- 110. 
Traduction de David R. Lachterman [trad, esp.; Ordo Amoris, Madrid, Caparros, 19961. 



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POLITICAS DE VIDA 



sico o en el social; y aquel que viaja con poco equipaje viaja mas rapido y mas 
comodamente. Los compromisos a largo plazo y los lazos duraderos aran de 
pies y manos, como la mis ma palabra lo sugiere. Por lo tan to, ni "tener" ni 
"ser" parecen seguir si en do una o prion razonable... 

Es un lugar comiin describir las condiciones bajo las que vivimos como 
las de una "sociedad de consumo 1 '. Lo que es mucho menos comiin es el he- 
cho de reconocer que la nuestra es una sociedad de consumo muy extrana si 
se la juzga por las actitudes y los patrones de conducta que alguna vez se es- 
peraban de los consumidores, y por los cuales, tradicionalmence, soh'a defi- 
nirse el "consumismo". Quizas lo mas desconcertante sea la desaparicion del 
impulso, alguna vez supremo, que conducia a la acumulacion de poses iones. 

Uno ya no se apropia de un objeto (humano o no, es lo mismo) para con- 
servarlo por un largo tiempo, quizas para siempre. Uno se apropia del objeto 
para usarlo, probablemente en ese mismo momento; para tenerlo durante el 
tiempo en el que se lo usa, y no mas. La definicion de utilidad, de "adecua- 
cion a un uso", tambien ha cambiado. Ya no hace referenda a la capacidaddt\ 
objeto de prestar el servicio para el que se lo habia adquirido, sino al deseo<\\xt 
quien lo adquirio siente por sus servicios. Puede que el objeto este en per fee- 
tas condiciones de funcionamiento, pero si sus usos ban perdido el valor agre- 
gado de la novedad o si otros objetos ofrecen servicios mas tentadores (quiza 
solo porque aun no se los probo), "no sirve mas". Usurpa un valioso espacio 
que deb en an ocupar otros objetos, nuevos y mejorados, de modo que se con- 
vierte en basura, cuyo lugar natural debe ser el basurero. 

Al parecer, la economia de consumo encuentra su mejor funcionamiento 
al reducir el tiempo que separa el uso de un objeto de su envfo al cesto de la 
basura, y sus principales (y mas cuantiosamente distribuidos) productos no 
son, mas alia de las apariencias, objetos utilizables, sino objetos que ya no sir- 
ven para el uso: basura, al fin y al cabo. Podria argumentarse que la costunv 
bre de medir el "crecimiento economico" por el volumen de nuevos produc- 
tos antes que por el de los desechos se debe mas que nada a una convencion 
contable largamente perimida pero nunca reformada. De hecho, de lo que 
uno puede estar seguro es que cuanto mas alto sea el puesto de un pais en la 
jerarquia de "desarrollo economico", mayor sera la masa de desechos que pro- 
duzca, incluso aunque otros indices de bienestar no hayan podido alcanzar 
un nivel respetable. El "desecho" es un invento esencialmente moderno, pe- 
ro la economia de consumo ha llevado la inventiva en esa area a alturas sin 
precedentes. 



LA (IN)FELICIDAD DE LOS PLACERES INCIERTOS 



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La felicidad de los vtnculos (descartables) 

"Surfear"* es una palabra que se ha vuelto popular recientemente, y que cap- 
tura de manera cabal la nueva mentalidad del nuevo mundo de la incerti- 
dumbre. Se surfea mas rapido de lo que se nada, y ademas no es necesario su- 
mergirse en la sustancia iluida por la cual (o sobre la cual, si uno es un habil 
navegante) uno se mueve. Cuando se surfea, el contacco con la sustancia nun- 
ca va mas alia del nivel de la piel, y basta con una toalla para quitarse del cuer- 
po la potencial humedad. Al parecer, hemos Ilevado todavia mas alia los pe- 
ligros y las precauciones descriros por Jean- Paul Sartre en sus famosas 
reflexiones acerca de la naturaleza de "lo cenagoso". 29 

Permftaseme recordar que el agua era para Sartre el elemento natural de 
la libertad; no conipromena la autonomic del nadador. "Si me arrojo al agua, 
si me zambullo, si dejo que mi cuerpo se hunda en ella, no experimento in- 
comodidad alguna, porque no tengo en absoluto ningiin miedo de disolver- 
me en ella; permanezco solido en su liquidez". Es lo cenagoso, lo pegajoso, lo 
que tememos: "Si me sumerjo en lo cenagoso, tengo la impresion de que voy 
a hundirme en ello". La posesion de lo cenagoso es venenosa: "en el instante 
en el que creo poseerlo, he aquf una inversion curios a, ello me posee". "Ya no 
tengo la facultad de detenerd proceso de apropiacion". "Quiero salir de lo ce- 
nagoso, pero se me pega, me atrae hacia sj, me chupa". Algo debe haber pa- 
sado con nuestra tolerancia a los elementos para que nadar en el agua se nos 
hiciera una experiencia tan proxima a la de ser chupados por algo viscoso que 
(para permanecer del lado mas seguro) ahora preferimos navegar a nadar. Pe- 
ro las superficies tienden a ser d em as i ado I eves como para descansar sobre 
ellas, o demasiado fragiles para caminarles encima sin que se rompan. Como 
observo Ralph Waldo Emerson hace mucho riempo, "cuando se patina sobre 
hielo delgado, la seguridad esta en la velocidad". Por otra parte, cuando uno 
tiene que moverse rapido, patinar sobre hielo, grueso o delgado, no es una 
mala opcion. 

* Ei verbo to surf es el equivalents en ingles al esparioi * navegar" cuando se hace referenda a 
la exploracion por Internet. Para no aiterar el sentido de la argumentacion de Bauman, so- 
bre todo en capitulos posreriores, se elige preservar el tcrmino original. (TV. de T.) 

2lJ Jean-Paul Sartre, VP.tre et le NeanU 1943. Se cita aquf la traduction de Hii/el E. Barnes, 
Being and Nothingness: An Essay on Phenome no logical Ontology, Methuen, 1969, pp. 608- 
611 [trad, csp.: El ser y la nada, Madrid, Alianza, 1989]. 



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POLITICAS DE VIDA 



Hoy en di'a, toda profundi dad (y considerense avisados: lo profundo co- 
mienza justo debajo de la superficie) tiene una apariencia traicionera. La su- 
perficie es el unico espacio que promete una relativa seguridad; no la ausen- 
cia del peligro, claro esta, pero al menos la esperanza de que se podra huir 
antes de que este nos golpee. Moverse por debajo de la superficie, asf como 
atarse o ser atado al suelo, es buscarse problemas. Para describir la nueva va- 
riedad de relaciones "a flor de piel", algunos sociologos hablan de "socialidad 
en red". Este termino parece equivoco, una metafora que oscurece mas de lo 
que clarifica el caracter de esta nueva modalidad de "estar con los demas". La 
"red" hace pensar, primero y principal, en un entramado de conexiones\ pero, 
en realidad, lo que distingue a esta nueva variedad de relaciones interperso- 
nal es, y lo que define sus rasgos mas prominentes, es la facilidad para la des- 
conexion. Con "socialidad" se quiere decir que el objeto de conectarse es con- 
struir vinculos sociales; pero hoy en dia el verdadero enfasis se pone en la 
facilidad para desmantelar los vinculos, en vinculos que son tan faciles de 
romper como de for jar. 

La noticia de que, tras un aumento espectacular pero finalmente efimero, 
la popularidad de la comunicacion por e-mail esta bajando (segiin la ultima 
encuesta, solo el 5% de los entrevistados lo prefieren por sobre los otros me- 
dios, contra el 14% del ano pasado), a la vez que el amor por los telefonos 
celulares se esta haciendo cada vez mas fuerte, tomo por sorpresa a algunos 
observadores. Esto podna haberse previsto, sin embargo, si se hubiera com- 
prendido cabalmente la naturaleza de las tendencias actuates. 

Comunicarse por e-mail y hablar por telefono celular tienen la misma fun- 
cion manifiesta (establecer contacto), pero tambien muy diferentes funciones 
latcntes. La funcion latente de los celulares, que al e-mail le falta irremediable- 
mente, es que le permiten a quien habla desentenderse del lugar en el que es- 
tan corporalmente sumergidos en ese momento: estar en otro lado, ser a extra- 
territoriales", libres de las ataduras del espacio fisico que sus cuerpos ocupan. 
Sin embargo, tambien les ofrecen a quienes hablan la facilidad de manifestar 
y hacer de conocimiento publico su descompromiso, donde y cuando les es 
mas necesario hacerlo. La expectativa de un nuevo llamado muestra claramen- 
te el caracter provisorio, "hasta nuevo aviso", de todo contacto con lo fisica- 
mente cercano; evidencia que el contacto cara a cara tiene una importancia se- 
cundaria si se lo compara con ese otro contacto electronicamente mediado, y 
que en cualquier momento podria quebrarse, lo cual eventualmente ocurrira. 
Los celulares son utiles (no necesitan enchufe, se los puede usar en cualquier 



LA (IN)FELICTDAD DE LOS PLACERES INCIERTOS 



191 



lugar y en cualquier momento) como un medio siempre listo para mantener 
distancia de un entorno cuya excesiva cercania evita la comodidad; un medio 
para no asumir compromisos y atarse a vfnculos que amenacen con volverse 
"viscosos". Un interlocutor distante (y por ende seguro, inofensivo) del otro 
lado de la h'nea mantiene alejados a los poten dales fisgones. El e-mail, por otra 
parte, solamente sirve para pasar mensajes. No pueden desempenar esas otras 
funciones, verdaderamente vitales, que los celulares cumplen tan bien. Los e- 
mails se atienden en privado y no sirven de nada a la hora de ganarse la extra- 
territorialidad, o de hacer gala de ella. 

El consumismo no tiene que ver con obtener y acumular posesiones. Se 
trata, en esencia, de acumular sensaciones (no necesariamente placenteras, o al 
menos no necesariamente placenteras por derecho propio; lo que se tiende a ex- 
perimentar como placentero es tener sensaciones, y todavia mas la esperanza 
de nuevas sensaciones). 

Ni "tener" ni "ser" tienen demasiado peso en los modelos actuales de lo 
que seria una vida feliz. Lo que importa es el uso. El uso instantaneo, "en el 
momento", que no dura mas alia del placer que proporciona, el uso que se 
puede suspender ni bien el placer se detiene. Ya que todas las atracciones car- 
gan con la desagradable costumbre de envejecer desde el momento mismo en 
el que nacen (dificilmente ninguna otra cosa siga el patron heideggeriano de 
"ser para la muerte" de manera mas fiel que los bienes de consumo), estas 
tienden a ser mas seductoras y agradables ni bien aparecen. Lo deseable de 
una atraccion desemboca en lo deseable del comienzo de una nueva atraccion. 

La vida del consumidor es una secuencia interminable de nuevos comien- 
zos. El placer de comprar en si es mayor que el de la compra. Lo que cuenta 
es comprar. Las grandes tiendas y los centros comerciales son una tentadora 
exhibicion de los placcres por venir. Los placeres son mas intensos, mas atrac- 
tivos y excitantes cuando se los encapsula como anticipos del placer, al exhi- 
birlos en los escaparates. Asistir a esa exhibicion es el placer supremo, o mas 
bien el metaplacer: el placer de hallarse en un mundo que promete dar pla- 
cer, un mundo pensado para los buscadores de sensaciones. Comprar cosas 
(generalmente, de manera impulsiva) , 3() y arrastrar las bolsas de las compras al 
estacionamiento no son mas que un pequeno precio que los visitantes pagan 
de buen grado por las sensaciones auditivas, visuales, olfativas y tactiles que 

30 Vease Frank Mazoycr, "Consommateurs sous influence", cn: Le Monde Diplomatique^ di- 
cicmbre cle 2000, p. 23. 



192 



POLJTTCAS DE VI DA 



estos "templos del consumo" les ofrecen con una exuberancia que supera lar- 
gamente a la que cualquier producto que se esta exhibiendo pueda ofrecerles. 

Como explica Harvie Ferguson, a parti r de Either/ Or de Kierkegaard: 
"Cuanto mis se vuelve el placer el unico objeto de la actividad conscience, 
mas se escapa, de hecho, del alcance del sujeto que desea [. . .] El placer es una 
relacion de deseo, un movimiento hacia el cumplimiento del si mismo. Pero 
el sf mismo es algo que no tiene termino, de modo que el objeto mundo con- 
stantemente busca nuevas atracciones. Es un movimiento imposible de cum- 
plirV De hecho, seguir buscando es la linica forma concebible de "cumpli- 
miento del si mismo*'. 

El modelo de una "vida feliz" -cualquiera sea este- es dificil de concertar 
y aiin mas dificil de sostener en un mundo incurablemente incterto, voluble 
como un calidoscopio. Como toda mirada hacia el future que conlleva la es- 
pcranza de controlar su devenir, los modelos de felicidad dejaron de ser a lar- 
go plazo. Ciertamente, el termino no es lo suficientemente abarcativo como 
para extenderse sobre la vida individual considerada como un todo. 

Gran parte de la actual generacion de japoneses jovenes cultos ha adopta- 
do la cultura "furita^ 1 una mezcla de "free en ingles y "Arbeit" en aleman. 
Los "furita rehuyen los empleos estables, aparentemente ' seguros", que con- 
llevan una "carrera". La voluntad de evitar la humillacion del desengano, te- 
niendo en cuenta la aparente seguridad de esos empleos, asi como una justi- 
ficada desconfianza en la longevidad de las posiciones en la vida que se 
publicitan como de "largo plazo", son dos factores que pueden combinarse 
para colaborar con la difusion del estilo de vida "furita. Los "furita (hay en- 
tre 1,7 y 3,4 millones, segiin distintas estimaciones) prefieren una azarosa se- 
leccion de ocupaciones effmeras, casuales o improvisadas, para ganarse el di- 
nero para sus gastos personales. Rechazan la inversion a largo plazo, ya sea en 
bienes materiales o en companeros para la vida. Yukio, un graduado univer- 
sitario, conduce una motocicleta repartiendo paquetes para la Bixe Express 
Pirate Company. Vive en una habitation diminutiva, apenas amueblada, en 
compafiia de su novia, tambien graduada universitaria, que cambia de "em- 
pleo" a diario. Cuando se le pregunta "^y despues que?", Yukio responde "Ve- 
remos. Por el momento, esta bien. Y ademas me gusta manejar una mo to". 

*' Ferguson, The Science of Pleasure, ob. cit. T p. 205. 

i2 Vease Philippe Pons, "La culture furita, ou le nomadisme au travail", en: Le Monde, 13 dc 
abrilde2001, p. 14. 



LA (IN)FELICIDAD DE LOS PLACERES INCIERTOS 



193 



Yukio y sus amigos tienen una vicla placentera^ vivida como una cadena de 
momentos placenteros. Puede que esos momentos no se sumen, no "consti- 
tuyan" a nada en particular, pero cada uno es agradable en si mismo, y casi 
no hay intervalos de aburrimiento entre uno y otro. 

Yukio y sus amigos no buscan riqueza. No suenan con hacerse ricos (ni 
creen tener demasiadas posibilidades de que eso suceda). No sien ten apego por 
las posesiones: las cosas, para ellos, valen tanto como el placer instantaneo que 
puede exprimirse de ell as, y no mas que eso. Dado que Yukio carece del ins- 
tin to del poseedor y rehuye las posesiones por tern or a que se le vuelvan una 
carga o lo aten, nunca se ve forzado a "invertir en el futuro", ni, para el caso, 
a "aplazar la satisfaccion". Y mas vale pajaro en mano que cien volando... Pa- 
radojicamente, la sociedad de mercado capitalists, que se pensaba habia sido 
construida originaJmente en base a la codicia, a! lucro, a la desmedida ambi- 
cion de poseer y al deseo de riquezas (tangibles, solidas y acumulables), acaba 
denigrando las posesiones materiales, y reemplazando el valor de rt tener" por 
el de vivir una serie de experiencias placenteras aunque volatiles. 

En las actuales imagenes de una vida feliz, las ganancias subitas tienen un 
lugar mucho mas prominente que los dividendos sostenidos. Todos los dfas, 
el mundo nos trae noticias de fortunas fabulosas amasadas de la noche a la 
manana, ya sea por un feliz aecidente, un golpe de suerte o una idea genial 
que, generalmente, en vez de ser el fruto del trabajo sostenido o de una pla- 
nificacion a largo plazo, se tuvo por casualidad. Esto tambien da cuenta de la 
fragilidad y la fugacidad del exito, y del cor to alcance de las recetas conside- 
radas dignas de confianza o incluso infalibles. Este mundo ha cambiado el 
significado de la palabra "emprendedor" hasta hacerlo irreconocible. En este 
incierto mundo en que vivimos, un verdadero " empresario" ni siquiera con- 
sideraria la posibilidad de construir una "empresa" desde los cimientos hasta 
el techo, eligiendo los materiales mas perdurabfes. Mas bien, un "empresario" 
digno de ese nombre calcularia primero si seria posible capital izar los benefit 
cios antes de que el credito caducara y se cerrara la Unea de credito. 

Hace solo cuatro o cinco anos, los mas respctados expertos en las ultimas 
tecnologias ' afitmaban que los exitosos sitios web debian concentrarse en 'las 
cres C: contenido, comunidad y comercio", y hacer enfasis en el contenido. 
Muchos, esperanzados, siguieron el consejo, solo para descubrir, en el trans- 
curso de unos pocos meses, y no de anos, que las "las tres C" que uno podia 
esperar con toda seguridad eran (segun David Hudson, un influyente perio- 
dista estadounidense especialista en Internet) "consolidacion de deudas, re- 



194 



POUTICAS DEVI DA 



cortes y quiebra*". 33 La historia se repite, con sorprendente regularidad, en 
todos o casi todos los rubros comerciales: como regla, las cosas suceden de re- 
pente, y por lo general de manera fugaz. Los exitos milagrosos, "que surgen 
de la nada\ se hunden de repente en la misma nada de la que habian salido, 
y las minas de oro se vacian unos pocos meses despues de haber sido descu- 
biertas accidentalmente. En un mundo asi, escalar montanas, un pasatiempo 
que se caracteriza por requerir un arduo entrenamiento, una meticulosa se- 
lection de equipamiento y una planificacion laboriosa, no tiene mucho sen- 
tido, y no parece ser digno de invertir tiempo y esfuerzo. 

Es un mundo muy veloz, en el que una digestion rapida promete mas pla- 
cer y menos frustration que un gran estomago y un apetito en alza. Las opor- 
tunidades para el placer se suceden y desaparecen con una velocidad cada vez 
mayor. El truco es atraparlas al vuelo, consumirlas en el momento, y prepa- 
rarse para la siguiente. Chris St George, director de entrenamiento fisico del 
gimnasio The Third Space, en Londres, le dio el siguiente consejo a un hom- 
bre apegado a los placeres culinarios, que temia no poder seguir la moda ac- 
tual de tener un cuerpo delgado ni alzarse en una cruzada contra la grasa: "Te 
vendria bien otra sesion en el gimnasio [...] lncrementar la frecuencia y la in- 
tensidad de tu entrenamiento y sacar musculo va a acelerar tu metabolismo; 
esto signlfica que vas a quemar calonas mas rapidamente, lo cual te va a per- 
mitir Vivir una vida mas normal' [por ejemplo, no tener que renunciar a los 
placeres de la buena mesa] sin acumular un exceso de grasa corporal"/ J 

De hecho, aumentar el metabolismo parece ser, de repente, lo mas razo- 
nable, una vez que el cheque suculento de la felicidad "de toda la vida" ha si- 
do cambiado por la bolsita de tristes monedas que son los placeres que, tan 
rapido como vinieron, se van. 

La perspectiva de una sucesion cada vez mas rapida de placeres es, literal- 
mente, enloquecedora. Ayuda a sacarse de la cabeza la preocupacion por la 
felicidad. Ademas, ayuda a que se olvide que esa preocupacion estuvo alguna 
vez ahi. En la lengua vernacula del mundo h'quido-moderno, esta amnesia es 
el significado de la felicidad. 



* * En ingles, son efectiva mente tres lerras C: consolidation, cutbacks, collapse. (N. deT.) 
33 Citado de Jim McClellan, "New media gets the message", en: Guardian Online, 21 de ju- 

nio de200l, p. 2. 
V1 Citado de Guardian Weekend, 16 de junio de 2001, p. 66. 



5. Como se ve en TV* 



En diez arios, sostiene Jacques Attali, 1 habra, a cada instante en el mundo, 
mas de 2.000 millones de televisores encendidos a la vez. Pienso que el ver- 
dadero impacto que tiene la television sobre nuestra forma de actuar y de 
pensar deberia buscarse en esta presencia masiva, ubicua e indiscreta de las 
imagenes transmitidas por TV. La television ha conquistado el mundo y a sus 
habitantes. Sin embargo > ^cual es el resultado de la invasion mas exitosa de la 
his tori a? 

Desde el comienzo de la invasion, las consideraciones acerca del impacto 
del nuevo medio de comunicacion en la vida de los seres humanos y su inte- 
raccion han oscilado entre un pun to de vista casandriano y uno panglosiano. 
Los casandrianos veian a la TV como el proximo gran paso en el camino ha- 
cia el totalitarismo que la sociedad habia seguido desde el comienzo de los 
tiempos modernos: la Wunderwajfe** del Gran Hermano y sus secuaces, un 
arma insuperable e irresistible de empobrecimiento intelectual, lavado de ce- 
rebros, adoctrinamiento e imposicion de un conform ismo irreflexivo, empu- 
nada por los que de ten tan el control de las camaras de TV contra los especta- 
dores sentados frente a la pantalla de sus televisores. Los panglosianos la 
recibieron como el proximo gran paso en el camino hacia la emancipation 
que la humanidad habia seguido desde ese gran despertar que se llamo la Ilus- 
tracion: si el saber es poder, y la pantalla es una vitrina a traves de la cual se 
pueden contemplar las joyas de la corona del conocimiento humano, la TV 
es, o esta destinada a ser, una de las armas mas poderosas para la libertad in- 
dividual en la construction de si y la autoafirmacion. 

* Estc capitulo fuc publicado inicialmenre cn Ethical Perspectives, 2-3, 2000. 

1 Jacques Artali, Dictionnaire da XXleme Steele, Fayard, 1998, p. 318 [trad, esp.: Diccionario 

delsigloXXI, Barcelona, Paidos, 1999]. 
** Termino alcman que significa "arma maravillosa'. Con ese nombre se llamo, durante la caf- 

da del III Reich, a la supuesta arma secret a que revertiria cl curso de la guerra. (N. de T.) 



195 



196 



POLlTICAS DEVI DA 



Los casandrianos y los panglosianos siguen discutiendo todavi'a, y su que- 
relle [querella] renace con nuevas fuerzas cada vez que hay un nuevo invento 
informatico, y cada vez que llega a los comercios un medio nuevo o mas o 
menos nuevo. Pero habfa un punto en que los antagonistas se mostraban de 
acuerdo: la TV, al igual que el resto de los nuevos medios, es mas que nada 
una manera de hacer realidad aquello que los seres humanos, individual o co- 
lectivamente, han querido hacer desde siempre, solo que hasta el momento 
no habian tenido el tiempo, el dinero, las herramientas o los conocimientos 
necesarios para hacerlo a semejante escala, o con consecuencias tan profundas 
como las que habian deseado suscitar. De hecho, uno puede ser casandriano o 
panglosiano si y solo si piensa que los fines estan dados y lo que falta son los 
medios, por lo que la significacion de todo cambio consiste en actuar sobre la 
facilidad con la que se persiguen y se alcanzan (por medios hasta aqui desco- 
nocidos o aun no disponibles) los objetivos (que ya estan dados). 

Una posibilidad que rara vez sab'a a relucir en las disputas entre casandria- 
nos y panglosianos era que lo que hacia la television no era tanto cambiarles 
las cartas a los jugadores como cambiar el juego mismo; que en el caso de los 
medios, como en tantos otros casos, son los propios medios los que se bus- 
can objetivos a los que podrian aplicarse, o con su sola presencia hacen apa- 
recer nuevos fines sin necesidad de buscarlos; que los nuevos medios tienden 
a fijarse nuevos objetivos, a la vez que un nuevo juego cuyos objetivos son el 
premio mayor: y que el fracaso a la hora de reconocer que, entre las conse- 
cuencias de los nuevos cambios, pocas habian sido previstas, da como resul- 
tado una ceguera amnesica ante la verdadera naturaleza de las nuevas realida- 
des que se estan sucediendo. A mi entender, el principal efecto de la television 
rue una lenta pero incesante derogation de los objetivos que alguna vez die- 
ron sentido a la querelle entre los casandrianos y los panglosianos. 

A Marshall McLuhan le corresponde el credito de haber sido el primero 
en abrir una brecha en el marco cognitivo que los antagonistas habian fijado 
conjuntamente. El descubrimiento de que "el medio es el mensaje" desvio la 
atencion del contenido del argumento, de la percepcion y la retencion, es de- 
cir de aquello que se planifica y se controla o es en principio controlable, a la 
transformacion irreversible de los modos en los que se argumenta y se esce- 
nifica lo argumentado, se perciben las imagenes y se lleva a cabo la retencion, 
cosas que ni se planifican ni son completamente controlables. Fue como si los 
blancos de accion terapeutica del medicamento hubieran cambiado de lugar 
con sus efectos colaterales. 



COMO SE VE EN TV 



197 



La brecha pronto se vio ampliada por la inversion fundamental que vino a 
establecer Elihu Katz de la supuesta relation entre la 4 realidad" y su "represen- 
tation mediatica": por su descubrimiento de que los acontecimientos existen 
solamente cuando son "vistos por TV". De ahi, habia un solo paso hacia el si- 
mulacra 1 de Jean Baudrillard, esa curiosa entidad que, como una enfermedad 
psicosomatica, echa por tierra la sacrosanta distinction entre realidad y fiction, 
entre lo "verdadero" y su representation, entre el hecho y el faitiche?* entre lo 
"dado" y lo "inventado". El simulacro es hiperreal, una presencia mas real que 
la realidad misma, dado que es una especie de realidad que ya no permite un 
"afuera" desde el cual podria examinarsela, criticarsela y censurarsela. 

En una habitation alfombrada de pared a pared, el piso no se ve: uno se 
vena en un aprieto si le preguntaran de que material es, pero a menos que 
se lo pregunten, uno dificilmente se pondria a pensar en el suelo. Dado que 
ct sol brilla ininterrumpidamente para mas de 2000 millones de televisores 
encendidos, el mundo que se ve es el mundo como se lo ve en TV. No tiene 
mucho sentido preguntarse si lo que uno ve en television es la verdad o solo 
una mentira. Tampoco tiene mucho sentido preguntarse si la presencia de la 
television hace que el mundo sea mejor o peon Por cierto, <cual serta el pun- 
to de referencia para juzgarlo? ^Donde, mis alia de la imagination, hay un 
"mundo sin television" que la aparicion de la TV podria mejorar o empeorar? 
Uno no puede imaginarse su propio funeral sin presenciarlo a la vez, y tiene 

- Jean Baudrillard, Simulacra and Simulation, Semiotcxte, 1983> pp. 1-13. Traduction de 
Paul Foss, Paul Pattern y Philip Beitchman [trad, esp.: Cultura y simulacro, Barcelona, Kai- 
ros, 1 993 1- El simulacro es "un mapa que precede al territorio", que "engendra al territo- 
rio". Mientras que "flngir o disimular dejan intacto el principio de realidad", la simulacion 
pone en jaque la diferencia entre lo Verdadero' y lo Taiso', entre lo 'real' y lo 'imaginario' 
[...] Ya no se trata de una falsa representation de la realidad (la ideologia)". 

3 Bruno La tour, Petite reflexion sur le culte des dieux Faitiches, Synthelabo, 1996, p. i 6. La pa- 
labra "fetiche" fue acunada por misioneros Portugueses horrorizados ante la vista de obje- 
tos de arcilla o de madera a los que los nacivos de Guinea adjudicaban podcrcs divinos. Le 
reprocharon a los pagan os que era n incapaccs de ver ia diferencia: "Vous nc pouvcz pas a ia 
fois dire que vous avez fabrique vos fetiches et quils sont de vrais divinir.es, // vousfaut choi- 
sir, c est Tun ou bien e'est Tautre!" ("No pueden decir al mismo tiempo que han fabricados 
sus fetiches y que son verdaderas divinidades, tienen que elegir, son una cosa o la otra".) Un 
simulacro no es ni Vun ni l'autre y no es ni lo real ni el modelo fabricado por el hombre: 0 
bien cs ambas cosas. 

El termino faiti che de Baudrillard es> precisamcntc, un juego de palabras entre fait (hecho) 
y fetiche (fetiche), palabra de la que, ademas, es indistinguible foneticamcnte (N. de TJ 



198 



POLIT1CAS DEVI DA 



el mismo sentido preguntarse si el hecho de que uno lo presencie hace mejor 

0 peor el funeral. Se hace todavia mas dificil ver el mundo mas que como una 

1 oportunidad para la foto" que se aprovecha al maximo, como un mundo sin 
television imaginandose la television. El mundo se hace presente a la vista co- 
mo una sucesion de imagenes a grabar, y lo que no puede grabarse en image- 
nes no pertenece al mundo. Los turistas sal en armados de videocamaras: so- 
lo cuando estan de vuelta en sus hogares, al mirar en la pantalla del televisor 
lo que grabaron, pueden estar seguros de que sus vacaciones tuvieron efecti- 
vamente lugar. 

El mundo con television es dife rente del mundo, ya pasado, sin ella, y uno 
se ve llevado con toda naturalidad, por induccion, a la conclusion de que lo 
que marco la diferencia fue, precisamente, el advenimiento de la television. 
Dado que existen razones para tenerle aversion al mundo "como se ve en TV", 
hay asimismo razones poderosas para culpar al mensajero por la sustancia de 
esa diferencia. Como culpar al mensajero por los males del mensaje es una 
costumbre historicamente muy arraigada, y como la mayor parte de los men- 
sajes hoy en dia suelen Uegar por television, hay buenas razones para suponer 
que se seguira culpando a la television por los males de un mundo en el que 
habitan tanto los productores de TV como los espectadores de los programas 
que estos producen. 

Y sin embargo, hay razones tan buenas como esas, si no mejores, para su- 
poner que el asombroso avance del medio electro nico habria sido impensable 
si el mundo no hubiera estado preparado para recibirlo o interesado en ab- 
sorberlo. Estas razones no tienen menos peso que las que le permitieron a 
Alexandre Ledru-Rollin, uno de los principales instigadores de la Revolucion 
de 1848, gritarle a la multitud que inundaba las calles de Pan's: "jDejenme 
pasar, tengo que seguirlos, yo soy su lider!". 

Esto no significa que la television es "meramente" un transporte de men- 
sajes, y que la sustancia del mensaje no cambiana si se sustituyera el mensa- 
jero. Lo que aignifica es que si los mensajes fueran diferentes tendrian pocas 
chances de que se los escuchara; y que los mensajes que tienen posibilidades 
de que se los escuche dificilmente podrian ser transportados por otro mensa- 
jero. Sea lo que sea lo que la television le hace al mundo en el que vivimos, 
parece haber un u calce perfecto" entre una y otro. Si la television gui'a al mun- 
do, es porque lo sigue: si es capaz de diseminar nuevos patrones de vida, es 
porque reproduce esos patrones segun su propio modo de ser. Nuestro Le- 
benswelty el mundo "como se ve en TV" actiian en complicidad. La television 



COMO SE VE EN TV 



199 



es, ciertamente, user-friendly, ' amigable para el usuario", y nosotros somos los 
usuarios con los que esta es amigable. Por mas tentador que pueda resultar 
como pasatiempo, ponerse a pensar que viene primero y que viene despues 
serta una busqueda ociosa. ;No seria mejor decir, en cambio, que entre el 
mundo "como se ve en TV" y el Lebenswelt que le sirve de marco a nuestra 
politica de vida, y que creamos y recreamos en el momento en que la lleva- 
mos adelante, hay una relacion de afinidad asi como de muruo refuerzo cir- 
cular (o quizas helicoidal)? Podemos lamentarnos por la forma de uno u otro 
de estos mundos, pero debemos dirigirles nuestras quejas a ambos, unidos co- 
mo estan en un abrazo inseparable. Intentar cambiar la manera de ser de la 
television no exige otra cosa que cambiar el mundo. 

Pretendo, por lo tanto, aplazar, por el resto de mi argumentation, la 
cuestion de como deberia ser el reparto de culpas entre ambas entidades, y 
la cuestion relacionada de cual seria el punto de partida si se pretende esbo- 
zar un cambio para mejor. Quisiera, en cambio, centrarme en ciertas instan- 
cias en las que existe consonancia Qo deberiamos hablar, mas bien, de reso- 
nancia?) entre el modus operandi dt la television y la modalidad del mundo al 
que le damos forma a la vez que este nos da forma a nosotros. Y, particular- 
mente, quisiera contarme en aquellas instancias que parecen particularmente 
relevances para el presente estado y el futuro de la democracia, es decir (para 
emplear la definicion de Cornelius Castoriadis), la sociedad autonoma com- 
puesta de individuos autonomos. 

Velocidad frente a lentitud 

En su apasionada critica de la television y sus obras, Pierre Bourdicu senala 
que "uno de los principales problemas que plantea la television es la relacion 
entre el pensamiento y la velocidad". 4 El problema no se reduce a la dificul- 
tad que plantea pensar rapido, al tiempo que se necesita para procesar las 
ideas, para reflexionar y sopesar los argumentos. Hay mas: en un intercam- 
bio veloz, en el que no hay tiempo para hacer una pausa y pensar dos veces 
antes de emitir un juicio, se le otorga un privilegio inadvertido a las "ideas re- 

4 Pierre Bourdieu, Sur la television, Raisons d'Agir> 1996, pp. 30-31 [trad, esp.: Sobre la tele- 
vision, Barcelona, Anagrama, 2003]- 



200 



POLiTICAS de vida 



cibidas", ideas triviales, compartidas por todos, que no exigen ni necesitan 
reflexion porque se consideran obvias y que, como los axiomas, no necesi- 
tan ser sometidas a prueba. Cuestionar lo que se supone "obvio", examinar 
lo que no suele discutirse, llamar la atencion acerca de los aspectos que nor- 
malmente no se consideran o quedan en el silencio, eso es lo que requiere 
tiempo. Pero ningiin otro medio de comunicacion merece de manera mas 
categorica el famoso adagio de Benjamin Franklin: "el tiernpo es dinero\ El 
tiempo es el recurso que en la television escasea notoriamente. Como se le ocu- 
rrio a un periodista frances, si Emile Zola hubiera podido hacer su defensa de 
Dreyfus en television, solo habria tenido tiempo de gritar "J'accuse! 

La television, piiblica o privada, no tiene otro mundo en el que operar 
mas que el mundo conquistado y gobernado por la cornpetencia del merca- 
do. El rating es, podria decirse, "el destacamento dejado por los conquistado- 
res en la ciudad conquistada". El rating da cuenta del "poder de retencion" de 
un programa: para alcanzar un rating respetable, hay que retener la atencion 
de los espectadores mientras dure el programa, y los espectadores, una vez 
que han elegido ese programa de entre la larga lista de programas en exhibi- 
cion, deben poder confiar en que eso ocurrira efectivamente. Para la televi- 
sion comercial, este es asunto de vida o muerte: no quedaria nadie en su pues- 
to, ni en los cargos directivos ni en los estudios para sopesar los resultados, si 
eventualmente se decidiera experimentar mas alia de la omnipotencia del ve- 
redicto de los ratings. La television piiblica tampoco esta en mejor posicion 
para resistir: opera en el mismo mundo, un mundo en el cual la cornpeten- 
cia de mercado tiene el poder supremo, y en el que los gobiernos de turno, 
sin excepcion, insisten en que se la respete y obedezca: los ministros se encon- 
tranan en problemas si se pusieran a gastar "el dinero de los contribuyentes" 
en producir programas que a los contribuyentes no les gustaria ver ni verian. 
La carrera por el rating una cornpetencia en la que todos los canales de te- 
levision deben participar, y en la que todos deben demostrar su valor. Pero 
ninguno seria capaz de atraer televidentes si no lidiara con las capacidades de 
estos y no se guiara por sus preferencias. 

La atencion humana es el objetivo principal en la cornpetencia de los me- 
dios, y su bien mas preciado; pero es tambien el recurso mas escaso y, funda- 
mentalmente, el menos prescindible. Dado que el total de la atencion no 
puede incrementarse, la cornpetencia por la atencion es un juego de suma 
cero, y no puede ser sino una guerra de redistribucion: ciertos mensajes pue- 
den ganar mas atencion solamente a expensas de que otros la pierdan. La in- 



COM O SE VE EN TV 



201 



formacion que se ofrece excede largamente la capacidad humana de absor- 
cion y retencion: segiin algunas estimaciones, un periodico cualquiera con- 
tendria tantos bits de informacion como los que recibi'a, en promedio, un in- 
dividuo del Renacimiento en el transcurso de toda su vida. No resulta 
sorprendente, entonces, que, como comento George Steiner de manera su- 
cinta, los productos culturales hoy en dfa se calculen "para un maximo im- 
pacto y una instantanea obsolescencia": para capturar la atencion deben ser 
impactantes (w^impactantes que sus competidores); pero solo pueden tener 
una duracion efimera, porque estan obligados a hacerles lugar a nuevos im- 
pactos. Steiner describe el modo resultante de ser-en-eLmundo como cultura 
casino: cada partida es breve, una partida reemplaza a la otra en rapida suce- 
sion, y los premios en juego cambian con velocidad pasmosa, y a menudo se 
devaluan antes de que el juego termine. Y, por supuesto, en todo casino hay 
una variedad de juegos, cada uno de los cuales intenta atraer a potenciales ju- 
gadores con luces de colores y promesas de premios inauditos calculadas pa- 
ra eclipsar los otros juegos del mismo edificio. 

En un casino, y asimismo en una cultura casino, no tiene mucho sentido 
planificar a largo plazo. Uno riene que tomar cada partida como viene. Cada 
partida es un episodio cerrado en si mismo: ganar o perder una partida no in- 
fluye sobre el resultado de las partidas siguientes. El tiempo que se pasa en un 
casino es una serie de nuevos comienzos, cada uno de los cuales Ueva rapida- 
mente a un fin, y la vida que compone la cultura casino se lee como una re- 
copilacion de relatos breves, y no como una novela. 

La television sintoniza bien con las habilidades y las conducras que la cul- 
tura casino fomenta y cultiva e, inducida por su instinto de supervivencia, se 
esfuerza por sintonizar cada vez mejor. Asi es que los presentadores de noti- 
cias dicen sus parlamentos de pie, y no sentados tras sus escritorios, a la vez 
que las palabras que pronuncian vienen acompanadas de sonidos ritmicos, 
como los de un metro no mo, que les sirven para enfatizar el rapido paso del 
tiempo. Las salas de urgencias de los hospitales se convierten en la ambienta- 
cion predilecta de los programas de ficcion: en ningiin otro lado la vida se ve 
con mayor realismo, y se pone de manifiesto de manera mas ostensible la fu- 
gacidad de la fortuna y el infortunio. En innumerables programas de pregun- 
tas y respuestas, gana el dedo que hace sonar el timbre mas rapido, y no la 
mente que mas piensa. La velocidad para responder cuenta mas que el cau- 
dal de conocimientos del que provienen las respuestas: el conocimiento que 
demora en salir a la luz mas que el instante fugaz que se les concede a los par- 



202 



POLlTICAS DEVI DA 



ticipantes no cuenta para nada: surfear rapido, no bucear prof undo, de eso se 
trata la vida "como se la ve en TV". El exito de un surfista depende de su ha- 
bilidad para mantenerse sobre la super ficie. 

La cultura casino de lo instantaneo y lo episodico conlleva el fin de "la 
polltica como la conocemos". La nuestra es una epoca de comida rapida, pe- 
ro tambien de pensadores rapidos y de oradores rapidos. Abraham Lincoln 
podia mantener hechizada a una audiencia a lo largo de las cuarro horas que 
duraban sus discursos de campana. Sus sucesores no son capaces de sobrevi- 
vir a una campana electoral si no dominan el arte de la frase efectista, y si 
no logran producir breves declaraciones ingeniosas que luego se traduzcan 
en breves y agudos titulares periodisticos. G rigor i Yavlinski, que instruyo a 
los sufridos rusos acerca de las arcanas causas de sus interminables tormen- 
tos y las intrincadas vias que habrian de sacarlos de sus padecimientos, ape- 
nas arano el 5% de los votos, mientras que al 50% de los rusos que les die- 
ron su voto a Vladimir Putin no les importo para nada la notoria frugalidad 
verbal de su candidato. Dos politicos que recientemente obtuvieron victo- 
rias electorales arrolladoras, Putin en Rusia y Tony Blair en el Reino Unido, 
se abstuvieron sabiamente de exponer sus programas politicos y sus filoso- 
fias: si hubieran actuado de otro modo, quizas habrian perdido algunos vo- 
tantes al oponerse a sus preferencias, pero habnan perdido muchos, muchos 
mas, si les hubieran exigido un esfuerzo mental que no deseban ni podian 
hacer, y se arriesgarian a suscitar aburrimiento y diluir el interes. Conoce- 
dor, a partir de los analisis de Anthony Giddens, que la ausencia de pautas 
confiables es uno de los aspectos mas vulnerables y dolorosos de la vida en 
nuestro entorno social cada vez mas fluido: Blair prefirio concentrarse en 
apelar a que confiaran en el, dejando directamente sin discusion las politi- 
cas para cuya aplicacion los electores habnan de depositarle su confianza. El 
otro motivo recurrente de los discursos de campana de Blair fue la "moder- 
nizacion", un termino tan vacio de contenido como util para aludir a una 
supuesta seriedad y competencia cientifica a la hora de tratar el eterno y uni- 
versal anhelo humano por mejorar las cosas. Por supuesto, tras la victoria 
electoral, no habia razon alguna para abandonar la estrategia victoriosa. Si- 
mon Hoggart, el column ista del Guardian, dijo lo siguiente acerca de una 
de las conferencias de prensa de Blair: 



No es la primera vez que me sorprende como los discursos dc Blair estan 
mas cerca de la musica que de la mera retdrica. Como una pieza musical, 



COMO SE VE EN TV 



203 



su objetivo no es informar, sino hacer que quien la escucha se sienta bien. 
Sus discursos tienen ranto que ver con hechos y politicas como la Sinfoma 
Pastoral con la politica agraria [...J Nunca nadie termino de escuchar un 
discurso de Blair y dijo: "La verdad es que aprendf algo". Por el conrrario, 
alaban la interpretation virtuosa y disfruran del arrobamiento que les ha 
producido. 5 

Al igual que los surfistas, los polfticos no pueden correr el riesgo de aventu- 
rarse bajo la superficie. Y la doxa, el credo com tin sob re el que no se reflexio- 
na, pero que da color a toda reflexion, es el equivalence para el politico de la 
superficie para el que surfea. Los polfticos se sienten a salvo cuando mantie- 
nen su discurso publico al nivel de lo que Nick Lee llamo recientemente 
"inescrutable claridad": 'una certeza que pasa como tal siempre y cuando sus 
fundamentos se mantengan ocultos, siempre y cuando se la enuncie lo sufi- 
cientemente rap i do como para escapar a todo anal is is". 6 Cuanto mas escaso 
de palabras sea un discurso politico, menos riesgos corren los polfticos de ins- 
pirar pensamientos peligrosos. 

Pero permftaseme repetir lo siguiente: no sena razonable ni justo culpar 
de una transformacion tan radical del proceso politico a la pantalla del tele- 
visor. Puede que los defensores del funcionamiento de los medios masivos de 
comunicacion tengan mas razon de la que creen tener cuando repiten que los 
medios no hacen mas, aunque tampoco menos, que suministrarles a sus 
clientes lo que necesitan. En el "estadio liquido" de la modern idad, la movi- 
lidad, o mas bien la capacidad de mantenerse en movimiento, es el material 
con el que se const ruye una nueva jerarquia de poder, el factor primordial de 
estratificacion, en tanto que la velocidad y la aceleracion son las principales 
estrategias apuntadas a volcar ese factor en favor de uno. En ese caso, dos ca- 
pacidades mtimamente vinculadas adquieren un valor sin precedentes para el 
exito y la supervivencia. Una es la flexibilidad: la capacidad de cambiar de di- 
reccion con poca antelacion, de ajustarse instantaneamente a las circunstan- 
cias cuando estas cambian, de no cargarse nunca de habitos demasiado arrai- 
gados o de posesiones demasiado pesadas para transportarlas, o demasiado 

5 Simon Hoggart, u Beethoven Blair pounds kettle drums for Britain", en: Guardian, 29 de 
ma r/.o de 2000, p. 2, 

6 Nick Lee, "Three complex subjectivities: Borgcs, Sterne, Montaigne", trabajo para cl semi- 
nario del ESRC, enero de 2000. 



204 



POLIT1CAS DE V1DA 



cercanas al afecto como para abandonarlas. La otra es la versatilidad, si no es 
que es diletantismo: uno deberia evitar poner todos sus huevos en la misma 
canasta; el tiempo dedicado a ensanchar una capacidad personal (estrechan- 
do, inevitablemente, las miras) sera profundamente echado de menos cuan- 
do la demanda de esa capacidad en particular caiga en el mercado, a la vez 
que otras caparidades se hagan mas preciadas. Sabemos por aquellos que se 
dedican a estudiar la evolucion que, en un clima muy cambiante, las especies 
' generales", no especializadas y poco exigentes son las que mas chances de su- 
pervivencia tienen. 

De Bill Gates, que para la mayoria de los principales ejecutivos de todo el 
mundo "es una figura heroica", sin dudas el equivalente actual de un Henry 
Ford y un John D. Rockefeller -los dos en uno-, Richard Sennett, que lo ha 
esrudiado de cerca, tiene lo siguiente para dectr: 

Sus productos apatecen vertiginosamentc y desaparecen con rapidez, mien- 
tras que Rockefeller quena poseer pozos petrol fferos, edificios, maquinaria o 
ferrocarrilcs por el largo plazo [...] Hablo de posicionarsc en ana red de po- 
sibilidades antes de paralizarse en un empleo en particular [...] [Se muestra 
dispuesto] a destruir lo que ha hecho, si el presente inmediato asi lo exige [. . .] 
es alguien que tiene la confianza neccsaria para vivir en ei desorden, alguien 
que florece en medio de los trastornos/ 

No todos somos Bill Gates: si otros menos dotados y con menos recursos que 
el intentaran seguir su receta, seguramente acabanan envenenados. La forma 
de vida de Bill Gates puede ser una estrategia exitosa solo para unos pocos: 
para el resto es una receta que garantiza problemas y preocupaciones para un 
presente eternamente inseguro y un futuro testarudamente incierto. Sin em- 
bargo, esta argumentacion caeria en el vacio si se la confrontase con la dura 
realidad de la vida, Lo cierto es que el modo de vida de Gates dicta las reglas 
del juego, y mientras esto siga siendo asi, el espiritu nomada de Gates segui- 
ra siendo un faro para los que guia por la senda del exito, tanto como para 
aquellos a los que hace extraviarse en la jungla que el mismo ayudo a crear. Y 
mientras esto siga siendo asi, las frases efectistas no tienen por que temer por 
su futuro. 

Richard Sennett, The Corrosion of Character: The Personal Consequences of Work in the New 
Capitalism, ob. cit., pp. 62-63- 



COMO SE VE EN TV 



205 



Lo privado frente a lo publico 

Alain Ehrenberg, el sociologo frances, eligio un miercoles de octubre de 1983 
pam establecer la fecha de un hito cultural (al menos en la historia de Fran- 
cia). 8 Ese dia> una mujer de nombre Viviane, que no era una celebridad ni 
nadie que por alguna otra razon estuviera en el candelero, sino solamente una 
mujer "comun" como los millones de franceses que la vieron, aparecio frente 
a las camaras para anunciar que su marido, Michel, surria de eyaculacion pre- 
coz y que por esa razon nunca habia sentido ningun placer con el. Se trata- 
ba, ciertamente, de un hito: el encuentro de la television -esa encarnacion fi- 
nal de lo publico- con la intimidad del dormitorio -el mayor simbolo de lo 
privado—. Puede que el anuncio de Viviane haya conmovido a los televiden- 
tes, y que haya tenido sus repercusiones por algiin tiempo en el amplio espec- 
tro de los medios franceses, pero los miles de Vivianes y Michels que, desde 
ese momento, han seguido los pasos de la Viviane original, han dejado hace 
mucho de suscitar comentarios. Los "talk shows", las confesiones piiblicas de 
cuestiones privadas, se convirtieron, a partir de ese momento, en los empren- 
dimientos televisivos mas comunes, triviales y predecibles, ademas de ser los 
que invariablemente os ten tan los mas altos ratings. Hoy vivimos en una so- 
ciedad confesionaL Hemos instalado microfonos en los confesionarios y los 
hemos conectado a una red de acceso publico, y ventilar en publico la propia 
intimidad se ha vuelto la tarea sine qua non de toda figura publica y la obse- 
sion compulsiva de todos los demas. Como lo expreso el gran ingenio de In- 
glaterra, Peter Ustinov: "Este es un pais lib re, senora. Tenemos derecho a 
compartir nuestra intimidad en lugares publicos". Los periodistas menos in- 
geniosos se disfrazan de guardianes del interes publico y defienden el "dere- 
cho a saber de la gente". 

Esa tarde de miercoles fue, ciertamente, un momento de agitacion cultu- 
ral para Francia (otros paises tendran sus propias fechas); y por una serie de 
razones estrechamente conectadas. 

La primera razon ya fue mencionada: los corredores entre lo privado y lo 
publico han sido abiertos de par en par, la linea que alguna vez habia sepa- 
rado ambos espacios ha sido borrada y se ha puesto en marcha el proceso de 
renegociacion, largo e infructuoso. No es solamente que la prohibicion que 

R Alain Ehrenberg, Vindividu incertain, Caiman-Levy, 1995, cap. 4. 



206 



POLTTICAS DE VIDA 



regfa sobre la exhibition publica de las emociones se haya levantado, si no que 
ademas se fomenta el meticuloso examen y la abierta manifestation de senti- 
mientos, suenos y obsesiones de indole privada, que a la vez se ve alimenta- 
da, segiin la formula conductista, por el aplauso de la audiencia, mas entu- 
siasta cuanto mas salvajes y tempestuosas hayan sido las pasiones confesadas. 
Todos los dias sin exception, los presentadores de television incitan a sus in- 
vitados, y por caracter transitivo a los televidentes pegados a las pantallas de 
sus televisores, a "confesarse", a hacer a*un lado todas sus defensas y a dejar- 
se llevar, sin detenerse en nada, deshaciendose de esas ideas, ya perimidas, del 
decoro y la decencia. La moraleja es que ningiin pensamiento ni ningiin sen- 
timiento son demasiado privadcys para ventilarios en publico. 

La segunda razon para hablar de una revolution cultural liderada por la 
television (o mas bien, asistida por la television) es el nacimiento y rapido de- 
sarrollo de un lenguaje que permite compartir y comparar publicamente los 
sen ti mien tos privados. Lo "subjetivo" soh'a ser sinonimo de lo inefable: la di- 
ficultad, quizas incluso la imposibilidad de expresarlos de manera articulada 
era uno de los principals rasgos distintivos de los sentimientos privados, y el 
principal obstaculo para la transgresion de la frontera entre lo publico y lo 
privado. Como sabemos por Ludwig Wittgenstein, no hay ni puede haber al- 
go como un lenguaje privado, si con "privado" se qui ere hacer referencia a la 
imposibilidad de comunicar ese lenguaje. Los "talk shows ' son clases piiblicas 
que enserian un nuevo lenguaje, que ensanchan la frontera entre lo comuni- 
cable y lo inarticulable, entre lo privado y lo publico. La aparicion de ese len- 
guaje hace algo mas que permitirles a los actores y a los espect adores decir lo 
que sienten. Una vez que ese lenguaje ha hecho su aparicion y que las viven- 
cias subjetivas de las cosas han adquirido un nombre, convirtiendose as( en ob- 
jetos que pueden buscarse, encontrarse, examinarse y discutirse (transporta- 
dos, como dina Martin Heidegger, del mundo invisible de la Zuhandenheit A 
territorio tan material de la Vorhandenheii) , los tinicos sentimientos y afectos 
que pueden ser reconocidos por lo que son son los que pueden ser comunica- 
dos: el lenguaje se crea su propio publico y su propio espacio publico. 

La tercera razon es la tendencia inherente de los "talk shows" a representor 
la vida humana, su tema y sustancia, como un conglomerado de problemas in- 
dividuates que buscan una resolution individual que a su vez exige la utiliza- 
tion de recursos tambien individuals. Una vez mas, es casi imposible dectdir 
si habria que considerar que este formidable cambio fue liderado por la tele- 
vision o asistido por esta. Lo que es seguro es que todo lo que "se ve en TV" 



COMO S£ VE EN TV 



207 



esta en sintonia con la experiencia que el "mundo real" ofrece todos los di'as y 
a toda hora. Como comento con agudeza Ulrich Beck, nuestras vidas se han 
convertido en "soluciones biograficas a contradicciones sistemicas". Uno po- 
dria decir que hallar una solucion de ese tipo es imposible, que las contradic- 
ciones sistemicas no pueden resolverse a traves de polfticas de vida individua- 
les. Pero en eso estamos, y no hay un vinculo evidente entre las polfticas de 
vida y la capacidad de hacer frente de manera categorica a las contradicciones 
sistemicas, y por ende, de contemplar la posibilidad de atacar sus raices. 

Los expertos arrojan ante los individuos sus contradicciones y conflictos [...] 
La historia se reduce al (eterno) presenter y todo gira alrededor del eje del pro- 
pio ego personal y de la propia vida f . . .] Lo exterior se ha vuelto hacia adentro 
y se ha hecho privado [. ..] Ei individuo tendra que "pagar" por las consecuen- 
cias de las decisiones que no toma [...] Para sobrevivir, uno tiene que desa- 
rrollar una vision egocentrica del mundo, que pone de cabeza, por asi decirlo, 
la relacion entre el yo y el mundo, manipulando los dos terminos de la rela- 
cion a los efectos de darle forma a una biografia individual. 9 

Los "talk shows" ayudan a lograr esa maravillosa transformacion, a hacer que 
el mundo se vuelva egocentrico, a producir una aparicion magica: la reencar- 
nacion de las antinomias y los riesgos de base social como problemas que 
pueden ser definidos en terminos individuales, como problemas que han sur- 
gido individualmente, y que individualmente deben ser enfrentados y resuel- 
tos. Si uno sufrio es porque no fue lo suficientemente habil y entendido pa- 
ra evitar ei sufrimiento; la falta de resolucion figura invariablemente al tope 
de la larga lista de errores y negligencias individuales a los que se culpa por 
los problemas. El problema del "tipo equivocado de sociedad" es evacuado de 
la agenda de discusion, o mas bien nunca se le permite figurar; y el vacio que, 
por ende, queda abierto en el debate se llena de denuncias y reproches a la 
falta de capacidad e idoneidad individual. Las conclusiones siempre son las 
mismas, porque los argumentos se re pi ten una y otra vez. 

Alrededor de la institution del "talk show" se crea una comunidad; se 
trata, sin embargo, de un oxi'moron, de una sociedad de individuos unidos 
solamente por su propio aislamiento. Lo que tienen en comun los miem- 
bros de esa extrana comunidad es que todos sufren en soledad; todos se es- 

9 Ulrich Beck, Risk Society: Toward a New Modernity, ob. cit., pp. 133-137. 



208 



POLfTICAS DK VIDA 



fuerzan por sobreponerse a sus problemas tirando de sus propias botas co- 
mo el Baron de Miinchhausen, y ninguno considera la posibilidad de faci- 
litate la tarea aunando fuerzas con otros que sufren padecimientos simila- 
res. Decir que ios problemas son "individuales" implica decir que para 
resolverlos hay que compartirlos, pero no hay otra manera de hacerlo que 
hablandolos y escuchando los de otros que estan en la misma situacion. Y 
al decir "comunidad" se hace referencia a cierta cantidad de individuos que 
se reunen bajo un mismo techo o frente a sus televisores para comportarse 
de acuerdo con esos parametros. 

La audiencia de los "talk shows", igual que la poblacion del mundo indivi- 
dualizado del que se la toma, no forma un equipo. Por mis coordinacion que 
exista entre su pensamiento y su manera de actuar, los miembros de esa au- 
diencia pasan a formar parte de esa comunidad como individuos aislados y ter- 
minan convencidos de que su soledad no tiene remedio. Durante la sesion, sus 
problemas no han adquirido un caracter diferente; no han sido traducidos en 
asuntos de orden publico, Simplemente, se los ha declarado publicamente de 
caracter privado, y han recibido confirmation publica de que lo son. 

Puede que "lo exterior se haya vuelto hacia adentro" y se haya hecho pri- 
vado. Tambien es cierto, sin embargo, que con ese exterior vuelto hacia aden- 
tro, lo que queda del lado de afuera, sea lo que sea, resulta efectivamente 
eclipsado. Si "lo privado" cubre la escena publica de lado a lado, no hay lu- 
gar para nada que no pueda o se rehuse a ser remitido al interior, y no se le 
permite la entrada a la escena publica hasta no ser reciclado por el ambito pri- 
vado. En este sentido, la television es la condition sine qua non para "volver 
lo exterior hacia adentro", para transferir la resolution de los problemas so- 
ciales a las biografias individuales. Para la politica, el impacto es devastador. 

La sustancia de la politica democratica (es decir, de la manera de ser de 
una sociedad autonoma compuesta de individuos autonomos) es un proce- 
so continuo de traduccion simultanea: de los problemas privados en asuntos 
publicos, y de los intereses piiblicos en derechos y deberes individuales. Es- 
ta doble traduccion fue la primera victima de esa inter iorizacion de lo exte- 
rior, que habia sido posible solo porque primero se habia llevado a cabo el 
procedimiento inverso: sin ella, la politica estaba efectivamente desarmada. 
De esa manera, ahora, las falencias piiblicas se hacen "inefables" (es decir, a 
menos que se las reprocese como ineptitudes personales). Los defectos eticos 
de las politicas dificilmente se perciban mas que como pecados eticos de los 
politicos: nadie puso objecion alguna cuando ej presidente Clinton abolio 



COMO SE VE EN TV 



209 



de hecho el Estado de bienestar estadounidense al quitarlo de entre las tareas 
federales, mientras que la unica vez que Robin Cook, el canciller del Reino 
Unido, estuvo a milimetros de verse obligado a presentar su renuncia fue cuan- 
do la prensa sensacionalista revelo su infidelidad matrimonial, y no cuando 
permitio la venta de armamento de industria britanica a un gobierno res- 
ponsable por la masacre de sus sujetos. 

Si no hay lugar para la idea de una sociedad equivocada, dificilmente ha- 
ya demasiadas posibilidades de que surja la idea de una buena sociedad, y me- 
nos aun de que cause algiin revuelo. Si la percepcion de la injusticia social es 
el embrion del que surgen los modelos para una sociedad justa, la percepcion 
de la ineptirud personal solo es capaz de producir un modelo de aptirud per- 
sonal, astucia individual y versatilidad. El gran logro de los medios, al ayudar 
a darle al Lebenswelt\z forma del mundo "como se ve en TV", es acelerar y fa- 
cilitar la sustitucion de la politica como emprendimiento colectivo por las po- 
h'ticas de vida, es decir por la busqueda individual 

Autoridad frente a idolatria 

La politica con mayiiscula requiere lideres con autoridad. Las polfticas de vi- 
da, por el contrario, necesitan idolos. La diferencia entre unos y otros no po- 
dria ser mayor, a pesar de que a algunos lideres se los idolatre, y de que a ve- 
ces los idolos se arroguen autoridad a partir de la masividad de su culto. 

La politica es muchas cosas a la vez, pero dificilmente podria ser alguna 
de esas cosas si no fuera en primer lugar el arte de traducir problemas indivi- 
duals en asuntos piiblicos, e intereses comunes en derechos y obligaciones 
individuates. Los lideres son expertos en ese tipo de traduccion. Les dan un 
nombre publico (generico) a problemas individuals, con lo que sientan las 
bases para un manejo colectivo de problemas que no podnan ser percibidos 
desde el interior de la experiencia individual, ni enfrentados por su cuenta 
por los individuos. A la vez, proponen lo que los individuos podnan o debe- 
rian hacer para que la accion colectiva fuera efectiva. Los lideres esbozan y 
promueven ideas de una buena sociedad, o de una sociedad mejor, de justi- 
cia social, o de una justicia mas justa de la hasta aqui conocida, de una ma- 
nera de vivir en comunion, o de una vida compartida mas humana que la vi- 
vida hasta el momento. Y, otra vez, proponen que es lo que habna que hacer 
para obtener estos logros. 



210 



POLfTICAS DE VI DA 



Las politicas de vida, por el contrario, estan desde el principio limitadas a 
un marco individual: se trata de luchar por el "espacio" de la propia identi- 
dad individual, preservandolo de los otros. Segiin la celebre definicion de 
Anthony Giddens, las politicas de vida se centran en "la identidad personal 
como tal": 

En tanto se centra en la duracion de la vida, considerada como un sistema de 
referencias intemo, el proyecto reflexivo del set individual esta orientado so- 
iamente hacia el control No obedece a otra moral que la autenticidad, una 
version moderna de la vieja maxima u se fiel a ti mismo". Hoy en dfa, sin em- 
bargo, con la tradicion en rctirada, la pregunta ^Como debo ser?" se ata in- 
separabi erne nee a '^Corno debo vivir?". 10 

Las politicas de vida son egocentricas y auto rrefe re nci ales. Contrariamente a 
lo que Giddens insiniia, la 4 autenticidad" no es otra forma de moral, sino una 
negacion de la importancia de la etica. La moral es un rasgo de las relaciones 
interpersonales, no de la relacion de uno con uno mismo: darse por el Otro, 
"ser para el Otro, hacer de las necesidades del Otro e] motor causal de la pro- 
pia actuacion son los rasgos que definen la identidad y la conducta moral; si 
las politicas de vida subordinadas a la busqueda de la "autenticidad" llevan a 
veces a los mismos resultados, es algo accidental, "hacerle un favor ' al Otro 
no es mas que una consecuencia de la preocupacion por uno mismo, algo que 
ocurre, si es que ocurre, sin premeditacion. Mas aun, la "autenticidad" mis- 
ma no es una version actualizada del "ser fiel a uno mismo". La localizacion 
de las politicas de vida en el centro mismo de la vida esta intimamente rela- 
cionada con el colapso de la creencia en la "verdad interior" del ser individual. 
A diferencia de la epoca del projet de la vie sartreano, lo que hoy se practica 
con el nombre de "autenticidad" no es un peregrinaje de toda la vida al "co- 
razon del verdadero yo", sino una larga, y en principio interminable, serie de 
escapadas tunsticas en busca de otros modos de vida mas apasionantes, espo- 
leada por el eterno temor de estar pasandose por alto alguno. No muy a me- 
nudo, y de hecho no necesariamente, es posible trazar una h'nea con el itine- 
rario de los sucesivos experimentos. 

Anthony Giddens, The Transformation of Intimacy: Sexuality, Love and Eroticism in Modern 
Societies, Polity, 1992, pp. 197-198 [trad, esp.: La transformacion de la intimidad sexuali- 
dad, amory erotismo en las sociedades modernas, Madrid, Catcdra, 1995J. 



COMO SE VE EN TV 



211 



Ahi es donde los fdolos entran en accion. Al conrraerse la demanda de 
modelos de una buena sociedad, y al hacerseles cada vez mas dificil a los po- 
cos todavia en oferta atraer a un publico potencial, la demanda de modelos 
de una buena vida (de una buena vida individual, con objetivos y satisfaccio- 
nes individuals) aumenta de manera exponencial. A diferencia de los lfdercs 
de antano, los idolos estan hechos a la medida de la nueva demanda. Los ido- 
los no muestran el camino a seguir: se presentan a si mismos como ejemplos: 
"Asi es como yo, un individuo solitario como todos ustedes, me enfrento a las 
dificultades de la vida y me las arreglo para mantenerme a flote a pesar de la 
marea; me aquejaban las mismas angustias y problemas que los aquejan a us- 
tedes, pero fui capaz de sobreponerme y aprender de las dificultades; cai al 
suelo muchas veces, pero nunca tire la toalla, y siempre me puse de pie y se- 
gui adelante. Es cierto, ustedes no son como yo: ninguna persona es igual a 
la otra, cada uno es un universo, y cada uno tiene que pensar por si mismo y 
asumir sus propios riesgos; pero pueden aprenderse algunas cosas de los acier- 
tos y los errores de los otros, de las desgracias y los golpes de suerte. Yo llegue 
a ser rico y famoso, asi que se podria pensar que consegui dominar el arte tan 
dificil de vivir mejor que muchos, y quizas seria provechoso que se detuvie- 
ran a estudiar mas de cerca como lo logre\ Por supuesto, no hay recetas infa- 
libles, y lo que le funciona a uno podria no servirle a otro. Pero cuantos mas 
consejos y secretos uno vaya recogiendo, mayor sera la chance de encontrar 
el mejor para uno". 

El acuciante interes por los secretos de la vida privada de las celebridades 
no se debe sol am en te a la mera chismorreria, y las camaras de TV dedicadas a 
espiar los pasatiempos privados de los famosos no son solamente una version 
tecnologica del antiguo vicio de mirar por el ojo de la cerradura. El constante 
cotilleo acerca de los amorios, la forma de vestirse, el hogar, las vacaciones y la 
dieta de las celebridades —el material que ocupa los horarios principales de la 
programacion televisiva y llena las primeras planas de los periodicos sensacio- 
nalistas- no se debe solamente a la eterna curiosidad humana. En un mundo 
en el que las politicas de vida individuals inhiben totalmente el desarrollo de 
cualquier otra actividad poh'tica, los ejemplos ejercen la funcion que alguna 
vez desempenaron los programas y las plataformas, y los informes chismosos 
acerca del modo de vida de los famosos cumplen cada vez mas el papel que 
alguna vez ejercieron las reuniones politicas, los manifiestos y los panfletos. 
Les dicen a los confundidos que cosas le dan sentido a la vida, y como hacer 
para ir en su busqueda. Son, por cierto, el instrumento educativo indispen- 



212 



POUTICAS DE VIDA 



sable del cual las politicas de vida no podrian prescindir, y que tampoco po- 
dria obtenerse de orra fuente. 

Seria razonable ir un paso mas alia y suponer que la necesidad de encarar 
politicas de vida, producto de la progresiva individualizacion, subyace al in- 
creible crecimiento del culto a las celebridades: incluso del mismo fenomeno 
de los "idolos". Para inculcar el ejemplo que se muestra con la autoridad ne- 
cesaria para transformar una mera aventura individual en un modelo insta- 
ble, se necesita una multitud de espectadores; y la continua demanda de es- 
tos modelos asegura una enorme audiencia. Por la sola fuerza de su numero, 
la multitud les confiere carisma a los idolos: y el carisma de los idolos con- 
vierte a los espectadores en una multitud. Por cierto, el alcance mundial de 
las cadenas de television satelital o por cable facilita el juego de la oferta y la 
demanda. La sola cantidad de espectadores alcanza para compensar cualquier 
defecto del idolo. 

La idolatria se condice con el modo de vida contemporaneo tambien en 
otro aspecto: esta en sintonia con el cardcter f ragmen tar io de los proyectos de 
vida individual. En el mundo de los cambios abruptos e impredecibles, una 
poh'tica de vida razonable exige que el transcurso de la vida se divida en epi- 
sodios que (como si obedecieran a la advertencia de Hume de que post hoc 
non est propter hoc) se suceden, pero no se determinan el uno al otro. La ca- 
pacidad de "renacer" constantemente, de "intentar otra vez" o de 'empezar 
desde el principio", de abandonar lo viejo y abrazar lo nuevo, adquiere, en las 
condiciones actuales, un valor capital de supervivencia: eso es, en Hneas ge- 
nerales, lo que los politicos intentan inculcar cuando exigen 'mayor flexibili- 
dad". Ya varios anos atras, como calculo Richard Sennett, se esperaba que un 
joven estadounidense con al menos dos anos de universidad "cambiara de 
empleo por lo menos once veces a lo largo de su vida laboral, y cambiara su 
base de capacitacion por lo menos tres veces en cuarenta anos de trabajo V 1 
y desde que se escribio eso, el ritmo de los cambios no se ha detenido. Algo 
de lo que los jovenes pueden estar seguros es que la manera en que viven sus 
vidas hoy no va a ser la misma en que las vivan manana. Una constante de 
"nuevos comienzos" ha reemplazado la constancia de un proyecto de vida por 
el que se luchaba con denuedo. La inconsistencia les promete un filon a los 
que luchan por la supervivencia y a los que suenan con el exito. 

1 1 Sennett, The Corrosion of Character, ob. cit.> p. 22. 



COMO SE VE EN TV 



213 



El culto de las celebridades esta hecho a la medida de esa inconsistencia. La 
notoriedad ha reemplazado a la fama, y el fugaz y deslumbrante resplandor de 
los reflectores (prenderse y apagarse rapidamente esta en la naturaleza de los 
reflectores: no se los puede mantener prendidos mucho tiempo, para que no 
se recalienten y se que men) ha reemplazado el brillo cons tan te del reconoci- 
miento publico. Mientras que, hasta no hace mucho tiempo, un exito comer- 
cial instantaneo habna resultado sospechoso, porque se lo habria vis to como 
"un signo de compromiso con e! tiempo y el poder del dinero", hoy en dia, 
como sugiere Pierre Bourdieu, "cada vez se acepta mas al mercado como men- 
te de legitimacion'V 2 A diferencia de la antigua fama, la celebridad es eh'me- 
ra, y la fugacidad de su ascenso se condice con una vida que se vive como una 
serie de nuevos comienzos. Unirse al culto de la celebridad no es como abra- 
zar una causa: no exige asumir compromisos a largo plazo, y por ende no hi- 
poteca el futuro. Como todo material de primera plana, los idolos tienen un 
estallido de popularidad y caen en el olvido poco tiempo despues (a pesar de 
que a veces se los recicla para montar sonadas reapariciones, o con motivo de 
un aniversario). Los idolos, sin embargo, tienen sus momentos de gloria, y en 
eso se distinguen de la masa gris de hombres y mujeres "comunes" que los in- 
con tables "talk shows", especial istas en confesiones publicas, ofrecen dia a dia 
como ejemplo cuya critica podna ser edificante. 

Lo que la idolatria pierde en durabilidad lo gana en intensidad. La idola- 
trfa condensa emociones que de otro modo se dispersanan en penodos mas 
prolongados. Otra vez, se produce un fenomeno de resonancia entre la con- 
densacion momentanea de los afectos y otro rasgo prominente de la vida con- 
temporanea: la alta valoracion asignada a la intensidad de la experiencia a ex- 
pensas de su durabilidad. El parametro con el que se mide el valor de la 
experiencia tiende a ser su capacidad de producir entusiasmo, no la profun- 
didad de sus huellas. En una sociedad que ha perimido el mandamiento de 
la temprana modernidad de aplazar la satisfaccion, incluso la "inmortalidad" 
vale bien poco si no es una "experiencia" de la eternidad que pueda consu- 
mirse al instante. Como otras ofertas culturales seductoras, debe adecuarse a 
"un maximo impacto y a la inmediata obsolescencia", despejando el terreno 
rapidamente para nuevas y apasionantes aventuras. 

Aunque las autoridades ortodoxas siguen estando ahi, tienen que compe- 
tir con las celebridades de turno en terminos que rara vez les son favorables, 

12 Bourdieu, Sur la television, ob. cic, p. 28. 



214 



POLITICAS DE VI DA 



y que ciertamente los despojan de los privilegios de los que alguna vez goza- 
ron. La monotona, anodina y, en terminos generales, deslucida actividad po- 
li'tica tradicional no esta preparada para destacarse de entre sus competidores, 
y si eso sucede, dificilmente atraiga muchos espectadores, y mas dificilmente 
aiin conserve su atencion por el tiempo necesario. Los programas de pregun- 
tas y respuestas rep i ten a diario el mensaje de que la fee ha de! casamiento de 
una estrella pop o la del dia en que equis futbolista hizo tres goles en un mis- 
mo partido tienen tanta importancia como quien gano la ultima guerra o el 
ano en el que las mujeres adquirieron el derecho a votar. Como describio con 
concision el perspicaz escritor checo Ivan Klima: 

Futbolistas, jugadores de hockey sobre hielo, basquetbolistas, guitarristas, 
cantantes, actores de cine, presentadores de television y modelos top. Occasio- 
nal men te -y solo de manera simbolica- aparecc algiin escritor, pinto r, inte- 
lectual, ganador de un premio Nobel Qacaso alguien es capaz de recordar sus 
nombres al ano siguiente?)> o alguna princcsa... hasta que tambien se olvidan 
dc cila. No hay nada tan efimero como el en ere ten i mien to y la belleza fisica, 
y ios fdolos que lo simbolizan son igualmente en'mcros. 13 

Klima Ilega a la conclusion de que "mas que ninguna otra cosa, los idolos de 
hoy en dia simbolizan la futilidad de los esfuerzos humanos y la certeza de que 
nos extinguiremos sin dejar rastro". Lo que olvida mencionar, sin embargo, es 
que la procesion de celebridades es demasiado colorida y se sucede demasiado 
rapido como para permitir un instante de reflexion acerca de la futilidad de los 
esfuerzos y la certeza de la extincion. El silenciamiento o la inhibicion de la re- 
flexion es el servicio mas importante de los muchos que la procesion de cele- 
bridades les presta a quienes buscan en la velocidad del cambio un remedio 
contra la inseguridad del presente y la incertidumbre del futuro. 

Acontecimientos frente a poltticas 

Francois Brune, autor de Mediatiquement correct. 265 maximes de notre temps 
[Mediaticamente correcto. 265 maximas de nuestro tiempo] , H cita un eslo- 

'■' Tvan Klima, Between Security and Insecurity Thames and Hudson, 1999, p. 44. Traduccion 

de Gerry Turner. 
' ' Publicado por Paris-Mediterranee, 1998. 



CO MO SE VE EN TV 



215 



gan que utilizo durante la ultima decada el multimedio frances RTL: "La in~ 
formacion es como el cafe: cuando es caliente y fuerte, es buena". Para ajus- 
tarse a este credo, los medios reciclan el mundo como una sucesion de acon- 
tecimientos. No importa en que orden se sucedan estos: puede que despues de 
la Copa del Mundo venga la muerte de Diana, seguida por los avatares ero- 
ticos de Bill Clinton, seguida por el bombardeo de Serbia, seguida por las 
inundaciones de Mozambique. Facilmente se podn'a invert ir o alterar el or- 
den: en realidad no importa, dado que no existen conexiones causales o una 
logica unificadora: por el contrario, lo azaroso y aleatorio de la sucesion ex- 
presa la inflexible contingencia del mundo, quod erat demonstrandum. Lo que 
importa, e importa mucho, es que cada acontecimiento sea lo suficientemen- 
te fuerte como para aparecer en los titulares, pero que ceda su lugar antes de 
enfriarse, "La grilla de acontecimientos se ha convertido en la unica manera 
de abordar el mundo", observa Brunei El mundo esta en constante movi- 
miento, o al menos eso es lo que la experiencia nos dice cada di'a: de modo 
que la rapida sucesion de "puntos de interes publico" crea la impresion que 
nos es tan necesaria de que, efectivamente, estamos al corriente de los cam- 
bios, de que estamos al dia con la sostenida aceleracion de la realidad. 

Esta no es, sin embargo, la linica importancia del acontecimiento. "El 
acontecimiento", senala Brune, "constituye a los ciudadanos como publico". 
Permitaseme comentar que se trata de un nuevo tipo de publico, manifiesta- 
mente diferente de aquel que John Stuart Mill, junto con otros protagonistas 
de la democracia moderna, elogio por ser el bastion de la soberania popular. 
EI publico que cobro entidad (y que rapidamente rue desmantelado) por el 
"acontecimiento en vista del publico" es una congregacion de espectadores, 
no de actores. La "pertenencia" que surge del hecho de mirar lo mismo con 
el mismo enfoque no exige otro compromiso que el de la atencion. Los 
miembros de la congregacion de espectadores no tienen por que seguir el es- 
pectaculo de forma activa: ciertamente, nadie les pide que decidan que tipo 
de acciones habna que llevar a cabo (con excepcion de esas encuestas instan- 
tineas que simulan hacerlo formulando preguntas de naturaleza esencialmen- 
te estetica, para comprobar la apreciacion que los espectadores se hacen del 
espectaculo) . Los acontecimientos sirven para demostrar que la "escena pii- 
blica" es para mirar y disfrutar, no para actuar. 

15 Francois Brune > "De la soumission dans les teres", cn: Le Monde Diplomatique, abril de 
2000, p. 20. 



216 



POLfTICAS DE VIDA 



La congregacion de espectadores es otra 'comunidad perchero": una co- 
munidad formada por el acto de colgar cuestiones individuales en un "per- 
chero" comun, se trate de un heroe o de un villano por un di'a, de una gran 
catastrofe o de un acontecimiento excepcionalmente afortunado. Como los 
abrigos en el guardarropas del teatro, las cuestiones individuales se cuelgan en 
las perchas solo mientras dure el espectaculo, a la vez que siguen siendo pro- 
piedad privada de sus legitimos poseedores. Las comunidades perchero tienen 
una coloracion similar a las "de verdad", por lo cual ofrecen la experiencia de 
"pertenecer", de ese tipo de vida que se supone que las comunidades ofrecen, 
y por el cual son tan buscadas. Sin embargo, carecen de los rasgos que defi- 
nen las comunidades "de verdad'': durabilidad, una expectativa de vida supe- 
rior a la de cualquiera de sus miembros y ser (segiin la famosa expresion de 
Emile Durkheim) "un todo mayor que la suma de las partes". Dado que en 
el mundo de hoy las "de verdad" se destacan principalmente por su ausencia 
o por su irreversible desintegrackm, las "comunidades perchero" son la mejor 
alternativa. Dado que, sin embargo, estas ultimas son por naturaleza efime- 
ras y que el sentido de pertenencia que propician es muy debil, cuando desa- 
parecen dejan en sus miembros un vacio que exige ser llenado cuanto antes. 
Aqui, de nuevo, la intnnseca mortal i dad de los acontecimientos es de gran 
ayuda: una vez que se la corta en rebanadas episodicas, la vida necesita un 
gran numero y variedad de acontecimientos capaces de captar la atencion pa- 
ra tapar la falta de logica y continuidad. 

Podriamos decir que, en tan to consumidores de acontecimientos, todos 
sufrimos de bulimia, Tambien podriamos decir que, para los que sufren de 
bulimia, los acontecimientos (o los espectaculos, la forma en que los aeon- 
tecimientos llegan a la percepcion una vez procesados por los medios) son la 
comida ideal. Los enfermos de bulimia deben deshacerse rapidamente de lo que 
ingieren para hacerle lugar a mas comida: lo que anhelan, y lo que hace que los 
medicos consideren a la suya una enfermedad, no es saciar el apetito, sino lie- 
narse vorazmente: los acontecimientos/ espectaculos estan hechos a la medida 
de ese proposito. Estan pensados para ser consumidos inmediatamente y eva- 
cuados con la misma celeridad; para que se los trague sin masticarlos, y para 
no llegar a digerirlos nunca. Ni bien llegan a la conciencia, la abandonan, 
mucho antes de tener alguna posibilidad de ser asimilados y de pasar asf a for- 
mar parte del organismo consumidor. Quizas habria que corregir el eslogan 
de RTL: el cafe que la informacion imita no solo es caliente y fuerte, sino tam- 
bien instant dneo. 



COMO S EVE EN TV 



217 



En todos estos aspectos, los acontecimientos se oponen implacablemente 
a las politicas. Las politicas eran las que soh'an desempenar la funcion inte- 
gradora que ahora han asumido los acontecimientos/espectaculos. Eran las 
que daban origen a las comunidades formadas por quienes compartfan una 
mentalidad semejante. Pero lo hacian de distinto modo, y sus productos se 
diferenciaban de manera acorde. 

La posibilidad de integracion por medio de politicas seria impensable si 
no se supusiera una capacidad colectiva para conrrolar el futuro, y de hecho 
para darle forma: es decir, sin el concepto de futuro que surge de la accion 
constante y denodada, antes que como producto del azaroso juego de unas 
fuerzas indomitas e impredecibles por naturaleza. Si el arte de vivir en la mo- 
dernidad "Hquida" consiste, mas que nada, en ser capaz de nadar sin percan- 
ces en medio de unas olas gigantescas imposibles de domar, lo que la moder- 
nidad "solida" ambicionaba era regular lo aleatorio, hacer duradero lo fugaz, 
rutinario lo contingente y ordenado lo caotico. Queria hacer del mundo hu- 
mano algo transparente y predecible, y confiaba en que hacerlo era posible. 

Hoy en dfa, ya nadie se guia por esos supuestos; lo cierto es que gozan de 
poquisima credibilidad. Como Pierre Bourdieu afirmo de manera enfatica: 

Los que deploran el cinismo que, segun creen, marca a los hombres y muje- 
res de nuestra epoca no deberian dejar de atribuirlo a las condiciones econo- 
micas y sociales que lo favorecen y lo recompensan [...] La capacidad dc pro- 
yectar hacia el futuro [...] es la condicion neccsaria de coda accion racional 
[...] Para sustentar alguna ambicion de transformar el presente de acuerdo con 
un futuro proyectado> se requierc un minimo control del presence.' 6 

El punto es, sin embargo, que hoy en dta pocos podemos confiar en tener, en 
terminos individuals e incluso colectivos, el suficiente control sobre el pre- 
sente como para atrevernos a pensar en transformar el futuro. Pero tener una 
"poh'tica" —y mas aiin Uevarla a cabo con constancia— tiene sentido solo si se 
piensa que el futuro puede transformarse, que hay fbrmas y maneras para ha- 
cerlo, y que o bien existen agencias lo suficicntemente poderosas como para 
llevar a cabo la tarea de manera efectiva, o bien puede construirselas. Existen 
pocos argumentos para respaldar esta creencia. Las agencias que en el pasado 

l! ' Pierre Bourdieu, "La precarite esc aujourcThui partout", en: Contre-feux, Raisons dWgir, 
1998, pp. 98, 97. 



218 



POLITICAS DE VIDA 



ostentaban la capacidad de cambiar el mundo para mejor (especialmente, en- 
rre ellas, los gobiernos de los Estados-nacion, esos reconocidos depositaries y 
guardianes de la soberania de accion) responden a las exigencias de los cam- 
bios con la cada vez mas sacrosanta e incuestionable formula TINA (There Is 
No Alternative, "No hay otra alternativa"). Exigen mayor "flexibilidad" y ma- 
yor obediencia a las "fuerzas del mercado", y dan a en tender que todos nos be- 
neficiariamos de un menor control, de una menor injerencia sobre las condi- 
ciones de nuestra vida compartida. La gran pregunta, que plantea un desafio 
para la accion politica ortodoxa hoy en di'a, ya no es "que es lo que hay que 
hacer", si no "quien es capaz de hacerlo y estaria dispuesto", sea lo que sea lo 
que haya que hacer. 

En nuestro mundo en rapida globalizacion, las agendas ya no son rival 
para las dependencias. Hoy en di'a, la "global izacion" no significa mas (pero 
tampoco menos) que la globalidad de nuestras dependencias: ya ninguna lo- 
calidad es libre de seguir su propia agenda sin tener que verselas con las hui- 
dizas y reconditas "finanzas glo bales" y los "mercados globales", a la vez que 
todo lo que se hace a nivel local puede tener efectos globales, previstos o no. 
Sin embargo, en otros aspectos, la globalizacion ha hecho pocos progresos. 
Ciertamente, las instituciones politicas heredadas tras dos siglos de democra- 
cia moderna no han podido seguir a la economia en su avance hacia el espa- 
cio global. El resultado, en terminos de Manuel Castells, es un mundo en el 
que el poderfiuye en el espacio global fuera de todo control y del alcance de 
las instituciones, mientras que la politica sigue siendo tan local como siempre. 
El poder esta mas alia del alcance de la politica. El "sistema global" emergen- 
te es sorprendente y peligrosamente u nidi mens ional, y los sistemas de ese ti- 
po son notoriamente faltos de equilibrio. 

Podnamos encontrar consuelo, si siguieramos a los panglosianos de hoy, 
en que, despues de todo, vivimos en una epoca de transformaciones, y que 
cualquier transformacion tiene su dosis de desequilibrio y de "retrasos". Po- 
dnamos afirmar, e incluso creer, que la falta de correspondencia entre la glo- 
balidad de la economia y la territorial idad de la politica es un fenomeno 
temporario, el resultado de un "retraso politico" que pronto habra de ser re- 
parado. Esta creencia sirve, ciertamente, de consuelo; el problema es que hay 
argumentos, validos tan to a nivel analitico como empirico, que aconsejan 
desestimarla. Podna argumentarse que la globalizacion del poder economi- 
co es, por si misma, la causa principal de la fragmentacion local de la poli- 
tica y de las agendas politicas ortodoxas; que una vez emancipadas del pe- 



COMO SE VE EN TV 



219 



gajoso control de las instituciones politicas, las fuerzas eco no micas usaran to- 
do su poder (y son, de hecho, enormemente poderosas) para evitar que los 
"locales" recuperen el control, por su cuenta o en connivencia con otras fuer- 
zas. Incluso podna argumentarse que, lejos de ser un desperfecto tempo rario, 
producto de una transformacion en curso, la actual combinacion de eco no- 
rma global y politica local es un presagio de lo que vendra: que la global idad 
de la economia y la localidad de la politica son, de hecho, los "requisitos sis- 
temicos" de la novedosa y peculiar disposicion, curiosamente torcida, de los 
asuntos del mundo. 

Sea co mo sea, el hecho es que la creciente brecha entre el poder economic 
co y las agencias politicas actua generando esa "precarite" que "est aujourd 1 
hui partout" [esta hoy por todas partes]. Y por otro lado, mientras haya tan 
pocos signos de que esa brecha puede cerrarse, el caracter fragmentario y epi- 
sodico de los proyectos de vida que siguen el patron de flexibilidad que ese 
caracter les demanda. Y, por consiguiente, las angustias y los traumas que sa- 
turan las vidas de elecciones* dificilmente vayan a retroceder; mas bien, con 
toda probabilidad, se intensificaran. Esas angustias y esos traumas son aque- 
11 o a lo que los horn b res y las mujeres de hoy en dia in ten tan respond er con 
sus politicas de vida. Y, justamente, ese "mensaje que es el medio" se fabrica 
tomando esas estrategias como patron. Los temores y los suenos alimentados 
por los esfuerzos diarios por encontrar "soluciones biograficas a contradiccio- 
nes sis tern icas" y el mundo "como se ve en TV" actuan en complicidad y se 
dan sentido mutuamentc: cada uno responde por la credibilidad del otro. 
Quien pregunte "que hacemos con los medios" debe preguntar primero "que 
hacemos con el mundo en el que operan cstos medios". No se puede respon- 
der una pregunta sin encontrarle una respuesta coherente a la otra. 



* Aqui Bauman invicrre la expresion 'choices of life" (eleccion de vida) para dar su equivalen- 
te liquido: "life of choices" (vida de elecciones), con lo que marca una de las caracreristicas 
principales de la vida en la modern idad h'quida: verse obligado a elegir consranremence pro- 
yectos episodicos. (TV. de T.) 



6. Consumirse la vida* 



Montaigne recuerda una antigua historia en la que el ambicioso rey Pirro no 
se avem'a a descansar hasta calmar sus ansias desmedidas de conquista, y Ci- 
neas, su factotum, le aconsejaba relajarse y disfrutar del descanso ni bien le 
fuera posible, evitando los dolores y azares de la guerra. 1 Pascal manifestaba 
su escepticismo con respecto a la practicidad del consejo, y se burlaba de Ci- 
neas por su ignorancia de la naturaleza humana. 2 Si, es cierto que "la infeli- 
cidad es producto de una sola cosa: la jncapacidad de los seres humanos de 
quedarse tranquilos en sus habitaciones"; pero tambien es cierto que u nada es 
menos duradero que quedarse descansando, despojado de pasiones, aventuras, 
diversiones y esfuerzos". "Con el descanso como meta, la gente se enfrenta a 
los obstaculos que les dificultan el camino: pero una vez que han sido supera- 
dos, el reposo se vuelve intolerable" (como lo expreso el mismo Montaigne: 
"De todos los placeres conocidos, la busqueda del placer es el mas placeme- 
nt). 3 La gente tiende a creer sinceramente que lo que verdaderamente desean 
es la tranquilidad, pero se enganan: lo que estan buscando, en realidad, es agi- 
tacion. Lo que verdaderamente ansian es perseguir la liebre, no atraparla. El 
placer esta en la caceria, no en la presa. 

^Por que' tendra que ser asi? Por la condicion del ser humano, "misero 
mortal ', y por la absoluta imposibilidad de encontrar consuelo en nada que 
ya sea conocido. El unico consuelo disponible es una empresa que nos sub- 
yugue, que distraiga nuestra atencion y evite que pensemos en la muerte y en 
la brevedad de la vida, la verdadera razon de nuestra desdicha. Disfrutamos 

* Este capitulo fvie publicado ameriormente por el Journal of Consumer Culture, 1 : 1 (junio de 
2001). 

1 Michel de Montaigne, The Complete Essays, Penguin, 1991, pp. 298-299. Traduccion de M. 
A. Sareech. 

2 Pascal, Pensees, ob. cit., pp. 67> 70. 

■ Montaigne, The Complete Essays, ob. cit., p. 85. 



221 



222 



POLITICALS DE VIDA 



el "bullicioso ajetreo", no sus propositos y recompenses manifiestos. "La Hebre 
no nos protege de ver nuestra propia miseria y muerte, pero la diversion de ca- 
zar una liebre sf\ No buscamos y encontramos el desenlace del drama de la 
mortalidad en tos logros que obtenemos, si no en el hecho de desearlos e ir en 
pos de ellos. 

Pascal albergaba pocas esperanzas: no hay mas forma de escaparse del des- 
tino humano que en las diversiones, y no se podria culpar a nuestros conge- 
neres mortales por desearlas. "Su error no esta cn buscar agitation, si lo que 
hacen les viene de un deseo de entretenerse. Lo que es erroneo es buscar al- 
go pensando que el hecho de poseerlo les traera una felicidad verdadera; so- 
lo en ese caso uno no se equivoca en acusarlos de vanidad". 

Si Pascal hubiera nacido algunos siglos despues, quizas habria repetido 
con Robert Louis Stevenson: "Viajar esperanzado es mejor que llegar a desti- 
no, y el verdadero exito esta en el trabajo". Sin embargo, con toda probabili- 
dad, Pascal habria afdado la pluma del escritor escoces, y habria apuntado 
amargamente que llegar a destino no es motivo de jiibilo. Dejar de viajar es 
una receta que conduce al abatimiento y la desesperacion, habria dicho Pas- 
cal. No hay forma de escaparse del destino humano; lo mejor que uno pue- 
de hacer es intentar olvidarse. 

Sin embargo, otro gran explorador del espfritu humano (moderno, como 
quedara explicitado mas adelante), Soren Kierkegaard, objetaria esta ultima 
afirmacion. Buscar divertirse en vez de enfrentarse cara a cara con el destino 
humano es, para Kierkegaard, el signo de una vida corrupta o perversa, una 
patologi'a del caracrer. Y no hay nada inevitable en esa perversion: la corrup- 
tion es, clara y simplemente, resistible. 

El arquetipo de esta patologi'a es para Kierkegaard la figura del Don Gio- 
vanni de Mozart. El goce de Don Juan no esta en la poses ion de mujeres, si- 
no en su seduction: no le interesan para nada las que ya ha conquistado, su 
goce se detiene en el momento del triunfo. El apetito sexual de Don Juan no 
es necesariamente mayor que el de cualquier hijo dc vecino; el punto, sin em- 
bargo, es que la cuestion de cuan grande es ese apetito es completamente irre- 
levante para la formula de vida de Don Juan, ya que la vida se trata de man- 
tener vivo el deseo mas que de satisfacerlo. "Solo asf puede adquirir Don Juan 
caracter epico, al terminar y recomenzar otra vez desde el principio constan- 
temente, porque su vida es una suma de momentos aislados que no tienen 
coherencia alguna, su vida como momento es la suma de momentos, en tan- 
to la suma de momentos es el momento...". 



CONSUM1RSELAVIDA 



223 



Uno no podria decir que Don Juan es un traidor, comenta Kierkegaard. 
O, para el caso, un seductor: 

Para ser un seductor se necesita una cierta dosis de reflexion y autoconcien- 
cia, y una vez que estamos en presencia de eso, se puede habiar de astucia, de 
malicia, de planes ingeniosos. A Don Juan le falta esa conciencia. Por lo tan- 
to, lo que hace no es scducir. Don Juan desea, y es esc deseo el que actua de 
fotma seductora. En ese sentido es que seduce. Disfruta la satis faccion del de- 
seo; una vez que la disfruto, busca un nuevo objeto, y asi infmitamcnte... No 
necesita preparativos, ni planes, ni tiempo: siempre esta preparado. Siempre 
tiene energfa, y por ende tambien deseo, y solo cuando desea se encuentra 
propiamente en su elemento. 4 



La vida de Don Juan se divide en momentos escindidos e inconexos, pero el 
mis mo la escindio asi. Don Juan eligio. Fue decision suya sal tar de una aven- 
tura amorosa a otra, de ir a la deriva por la vida en vez de caminar con paso 
firme. Ningtin destino lo obligo a ser asi. Su vida podria haber sido diferen- 
te: Don Juan podria haber sido diferente. Kierkegaard no estaba dispuesto a 
soportar sin levantar la voz la fatalidad frente a la que Pascal se rindio con me- 
lancolia. 5 



* Soren Kierkegaard, Either/Or> Princeton University Press, traduccidn de David F. Swenson 
y Lilian Marvin Swenson. Se cita aqiu la edicion de David L. Norton y Mary F. Kille 
(comps.), Philosophies of Love, Helix Books, 1971, pp. 45-48. 

s Max Scheler seria el ultimo cn cnunciar el credo en el que Kierkegaard buscaba motivos de 
esperanza: hay un destino comiin, que ningtin ser humano puede elegir libremcntc: y hay 
un destino individual, que es propio del individuo, a pesar de que se lo controla con difl- 
cultad, y rata vc/ se lo planifica por completo [...] El destino individual del hombre no es 
su destino comiin. Solo la suposicion de que una cosa y la otra son lo mLsmo merece ser Ha- 
mad a fatal ismo. Ei fatalismo cobra peso solo en tan to y en cuanto Ios hombres rcifiqucn el 
destino [...J Sin embargo, la estructura del entorno y el destino [...J tienen un origen na- 
tutal y basicamente comprensible [...] FJ destino comiin, por supuesto, no se puede elegir 
libremente [...J Sin embatgo, crece t $urge> de la vida de una persona [...] El destino comiin 
toma forma, en su mayor parte, en la vida del individuo. 

Las presiones (sociales) del entorno no son sob renatu rales, y resistirlas no es una tarea so- 
brehumana. El individuo tiene que buscar su destino sobreponiendose a muchas cargas que 
puede n res ul tar abrumadoras, pero ciertamente es posible perseguirlo, perseguirlo con dc- 
nuedo, incluso hasta el final; la disolucion del destino individual en el destino comiin no 
es en modo alguno una conclusion previsible, incluso a pesar dc que por lo general lo pa- 
rece. La posibilidad de separar el destino individual del comiin hace de la vida una eleccion 



224 



POLlTICAS DE VIDA 



El Don Juan de Kierkegaard era un monstruo, una excepcion abominable 
y detestable, un cancer en el cuerpo de la humanidad como podria y deberia 
ser. Pascal no habria estado de acuerdo: Don Juan era mas bien lo que la gen- 
te comiin y corriente querria ser si tuviera la oportunidad. Todos quieren 
"constantemente terminar y comenzar otra vez desde el principio", para olvi- 
darse del final que habra de terminar con todo, mas alia del cual ya no va a 
haber mas nuevos comienzos. Si el poder de seduccion de Don Juan es la ma- 
nera de vivir la vida como si fuera eterna, en vez de envenenarla con la preo- 
cupacion por una eternidad que esta mas alia de su alcance a causa de la fi- 
nitud del futuro (o, en terminos de Max Scheler, 6 si ha elegido convertir el 
destino comun en un destino privado, en vez de usar su destino individual 
como un arma contra el destino comun), entonces es lo mismo que busca la 
mayoria de nosotros, aunque muy pocos logran dominar el exquisito talento 
de Don Juan, y la mayona acaba siendo desviada de esa vida de desvio mu- 
cho antes de haber conseguido lo que suenan. 

Parece que la historia ha zanjado la disputa en favor de Pascal. Pero ni Pas- 
cal ni Kierkegaard -ni siquiera Max Scheler- podian prever el advenimienro 
de la sociedad de consumo, que habria de transformar la distraction, que al- 
guna vez habia sido un escondite individual para el destino comun > en un 
predio construido socialmente; una sociedad en la que "constantemente ter- 
minar y empezar de nuevo desde el principio" ya no seria un signo de mons- 
truosidad si no un modo de vida disponible para todos, y el unico modo de 
vida tan extendido. 

Consumidores y sociedad de consumo 

Por supuesto, los con temp oraneos de Pascal y de Kierkegaard tambien con- 
sumian, como todo el mundo ha hecho siempre a lo largo de la historia. Co- 
mo toda criatura viviente, tenian que consumir para mantenerse vivos, inclu- 
so a pesar de que siendo hombres y no simples animales tenian que consumir 



moral. Si Don Juan cstaba, en opinion de Kierkegaard, "fuera de la moral ', eso sc debia a 
que no se permit/a esa posibilidad. Vcase Max Scheier, "Ordo amoris", en Selected Philoso- 
phical Essay % ob. cit., pp. 105-108. 
6 Idem. 



CONSUMIRSELAV1DA 



225 



mas que lo que les era necesario para la mera supervivencia: vivir a la mane- 
ra humana planteaba exigencias que superaban las necesidades de la exis ten- 
da "meramente biologica" al incluir parametros sociales, mas elaborados, de 
decencia, correccion, "buena vida\ Puede que esos parametros se hayan in- 
crementado con el tiempo, pero el punto es que en el pasado el total de "bie- 
nes consumables" que eran necesarios para igualar esos parametros se mante- 
ma en un nivel constante: tenia su if mite superior y su limite inferior. Los 
limites se trazaban en base a las actividades que habia que llevar a cabo: an- 
tes de que los seres humanos pudieran ponerse en accion, habia que alimen- 
tarlos, calzarlos y darles un techo, y todo eso "de la manera adecuada Ten fan 
un numero fijo de "necesidades" que debian "satisfacer" para sobrevivir. Pero 
el consumo, en tan to servidor de la necesidad, tenia que justificarse en otros 
terminos mas alia de si mismo. La supervivencia (biologica y social) era el 
proposito del consumo, y una vez que se alcanzaba esc proposito (una vez que 
las "necesidades" eran "satisfechas"), no tenia sentido seguir consumiendo. 
Quedar por debajo de los parametros de consumo era algo que podia repro- 
charsele eticamente al resto de la sociedad, pero ir mas alia era, del mis mo 
modo, una falta etica, aunque esta vez de caracter personal. Dejarse llevar por 
los placeres de la carne, la gula y el exceso era muy mal visto, si no es que se 
lo condenaba como un pecado mortal > mientras que Thorstein Veblen, aiin 
en el umbral de la era del consumo, se lamento de que el consumo "conspi- 
cuo" u "ostentoso" no tenia otro objeto que la vanidad y el engreimiento. 

El rasgo distintivo de la sociedad de consumo y de su cultura consumis- 
ta no es, sin embargo, el consumo como tal; ni siquiera el elevado y cada 
vez mas creciente volumen del consumo. Lo que diferencia a los miembros 
de la sociedad de consumo de sus antepasados es la emancipacion del con- 
sumo de la antigua instrumentalidad que solia marcar sus limites: la desa- 
paricion de las "normas" y la nueva plasticidad de las "necesidades" que li- 
beran al consumo de trabas funcionales y lo exoneran de la necesidad de 
justificarse en otros terminos que su capacidad de reportar placer. En la so- 
ciedad de consumo, el consumo es su propio Fin, y por ende, un fin auto- 
propulsado. La psicologia ortodoxa defima la "necesidad" como un estado 
de tension que eventualmente tiende a dispersarse y desaparecer una vez que 
esa necesidad ha sido satisfecha. La necesidad que pone en movimiento a los 
miembros de la sociedad de consumo es, por el contrario, la necesidad de 
mantener viva esa misma tension, fortaleciendola, de ser posible, a cada pa- 
so. Nuestros antepasados podian permitirse recomendar el "aplazamiento de 



226 



POLITICAS DE VIDA 



la satisfaction". La sociedad de consumo proclama abiertamente la imposibi- 
lidaddt la satisfaction, y mide su progreso en terminos de una demanda que 
crece exponencialmente. 

Para evitar confusiones, seria mejor continuar hablando del fatidico cam- 
bio en la naturaleza del consumo y deshacerse por completo del concepto de 
"necesidad", aceptando que la sociedad de consumo y el consumismo no tie- 
nen nada que ver con satis facer necesidades, ni siquiera con las mas trascenden- 
tes ligadas a la subjetivacion, o a una "adecuada" seguridad en uno mismo. El 
espiritu que mueve la actividad de consumo no es una serie de necesidades 
articuladas, y mucho menos fijas, si no el deseo, un fenomeno mucho mas vo- 
latil y eftmero, huidizo y caprichoso, y esencialmente no referencial; una mo- 
tivacion que se da origen y se perpetiia a si misma, que no exige justificacion 
o disculpa aiguna, en terminos de un objetivo o de una causa. A pesar de sus 
sucesivas y siempre efimeras reificaciones, el deseo es "narcisista": su objeto 
primordial es el mismo, y eso lo condena a no poder saciarse, sin importar 
cuan alta sea la montana de objetos (fisicos o psiquicos) que se apilan para 
marcar su derrotero pasado. La "supervivencia" que esta en juego no es la del 
cuerpo o la identidad social del consumidor, sino la del propio deseo: el de- 
seo que hace al consumidor, el deseo de consumir que todo lo consume. 



Necesidad y deseo, anhelo 



Y sin embargo, mas alia de sus ventajas evidentes sobre otras necesidades 
mucho menos maleables, inertes o muy lentas, el deseo le ponia a la predis- 
posicion para comprar de los consumidores mas trabas que la que los distri- 
buidores y comerciantes de bienes de consumo consideraban provechosa, e 
incluso tolerable. Despues de todo, se necesita invertir tiempo, esfuerzo y di- 
nero para suscitar el deseo, llevarlo a la temperatura adecuada y canalizarlo 
en la direccion correcta; pero ni siquiera eso es suficiente: como Geoff Wi- 
lliams les recuerda a los aspirantes a proveedores de bienes de consumo (en el 
numero de agosto de 1999 de la revista norteamericana Entrepeneur) , jamas 
debe permitirse que los consumidores "despierten" de sus "suenos", por lo 
que lo proveedores de mercanci'as deb en "esforzarse por asegurar un mensaje 
consistente". Es necesario "producir" todo el tiempo, y a un alto cos to, nue- 
vos consumidores guiados por el deseo. En efecto, la produccion de consu- 
midores se come una parte intolerablemente sustancial de los costos totales 



CONSUMIRSE LA VIDA 



227 



de production, distribucion y comercializacion; una parte que la competen- 
cia tiende a ensanchar cada vez mas en vez de reducirla. 

Pero, como sugiere Harvie Ferguson, el consumismo en su forma actual 
(afortunadamente para los productores y vendedores de bienes de consumo) 
"no se basa en la regulacion (estimulacion) del deseo, sino en la liberacion de 
fantasias inciertas". Las "necesidades", terriblemente restrictivas, ya tuvieron 
su epoca, en la que constituian el motivo principal para el consumo, pero ni 
siquiera los deseos que vinieron a reemplazarlas lograron hacerse con el po- 
der suficiente para mantener en marcha la sociedad de consumo. El concep- 
to de deseo, observa Ferguson, 

une el consumo a la expresion de la identidad, y a conceptos ligados al gusto 
y a la discriminacion. Ei individuo se expresa por medio de sus posesiones. 
Pero para la sociedad capitalista avanzada, dedicada a la continua expansion 
de la produccion, este es un marco psicologico demasiado limitante, que en 
ultimo cermino da origen a una "economfa" psi'quica bastante diferente. FJ 
anhelo reemplaza al deseo como fuerza que motiva al consumo. 7 

La historia del consumismo es la historia de como se fueron quebrando y 
apartando los sucesivos obstaculos, resistentes y "solidos", que evitaban que 
la fantasia volara con libertad absoluta, y que, en terminos de Freud, redu- 
cfan el "principio de placer" a la medida del "principio de realidad". La "ne- 
cesidad", a la que los economists del siglo XIX consideraban la ' Widez" per- 
sonificada -inflexible, eternamente circunscrita y finita- fue descartada, y en 
un primer momento se la reemplazo por el deseo, mucho mas "fluido" y fa- 
cil de propagar que la necesidad a causa de sus vinculos, mas o menos ilici- 
tos, con pretensiones de autenticidad, plasticas y veleidosas, y con el "ser in- 
terior" en busca de expresion. Ahora, sin embargo, le llega al deseo su 
momento de ser descartado. El deseo ya agoto su vida util: tras haber llevado 
la adiccion de los consumidores hasta el punto en que se encuentra, ya no 
puede mantener el ritmo. Es necesario un estimulante mas poderoso, y sob re 
todo mas versatil, para mantener la aceleracion de la demanda de consumo a 
la par de la creciente oferta. El "anhelo" es el sustituto tan necesario: comple- 
te la liberacion del principio de placer, purgando los ultimos residuos de cual- 
quier impedimento que aim pueda oponerle el "principio de realidad": final- 

Harvie Ferguson, The Lure of Dreams: Sigmund Freud and the Construction of Modernity, 
Routledge, 1996, p. 205. 



228 



POLiTICAS DE VIDA 



mente, la sustancia naturalmente gaseosa ha sido liberada de su recipiente. 
Para citar una vez mas a Ferguson: 

Mientras que la insrigacion del deseo se fundaba en la comparacion, la vani- 
dad, la envidia y la "nccesidad" de aprobacion por parte de uno mismo, nada 
subyace a la inmediatez del anhelo. La compra es casual, imprevista y espon- 
tanea. Tiene la cualidad onirica de expresar un anhelo y a la vez cumplirlo, y 
como todos los anhelos, es insincera e infanri). 8 

Anhelos desbocados como esos confirmarian los presagios de Pascal, aunque 
a la vez parecen sen alar la derrota de las ambiciones modernas. Si Pascal es- 
taba en lo cierto, entonces el intento moderno de encerrar los deseos huma- 
nos en una caja de metal hecha con unas pocas necesidades prefijadas iba en 
contra de la naturaleza humana, y la construccion del orden que impulso la 
modernidad era una guerra contra la naturaleza. 

La aversion de los seres humanos a la monotonia del descanso era uno de 
los aspectos de la naturaleza humana que los arquitectos modernos del orden 
racional querian someter: la predileccion de Don Juan por "constantemente 
terminar y comenzar desde el principio" era el principal contrincante con el 
que se enfrentaban los encargados de construir el orden. No se podia erigir 
un orden racional sobre las arenas movedizas del deseo, difuso y huidizo: 
donde reinaran las pasiones desatadas, la voz de la razon sena inaudible. El 
capitalismo moderno podia "fundir los solidos", pero la ambicion moderna 
consistia en reemplazar esos solidos con otros construidos a medida, que file- 
ran todavia mas solidos que cualquier cosa que los irracionales devaneos de la 
historia pasada pudieran haber dejado a su paso. La modernidad no era ene- 
miga de los solidos, distaba mucho de serlo; pero no cualquier solido podia 
pasar la dura prueba de la razon. Los solidos heredados, como observo de 
Tocqueville, se encontraban ya en ua avanzado estado de descomposicion; 
habian sido asignados a los hornos de fundicion no a causa de su solidez, si- 
no porque no eran lo suficientemente solidos. Dado que los marcos de las an- 
tiguas rutinas se estaban cayendo a pedazos, habia que reemplazarlos con ur- 
gencia por otros nuevos, esta vez disenados mas ingeniosamente, construidos 

? ' Harvie Ferguson, "Watching the wo rid go round: atrium culture and the psychology of 
shopping", en: Rob Shields (com p.), Lifestyle Shopping: The Subject of Consumption, Rou- 
tledge, 1992, p. 31. 



CONSUMIRSE LA VIDA 



229 



con minuciosidad, resistentes al desgaste, pensados para perdurar y manrener 
su forma por un largo tiempo. Desde cl Panoptico de Jeremy Bentham a la 
administracion cienti'fica de Frederick Taylor y la Hnea de production de 
Henry Ford, no se escatimaron esfuerzos para construir y consolidar esos 
marcos para la conducta humana que habnan de suprimir definitivamente las 
erraticas pasiones, caprichosas por naturalezas, y eliminar todo tipo de irra- 
cionalidad, incluyendo la de los anhelos humanos. 

Los deseos y anhelos, partkularmente los "imprevistos y espontineos", so- 
ban ser vistos con sospechas por los arquitectos del orden: del mismo modo 
en que la "naturaleza" como la retrataba la ciencia popular de la epoca era un 
sistema perfectamente cerrado, la modernidad buscaba para si un orden que 
se aviniera a los mandatos de la razon hasta sus ultimas consecuencias: nada 
que fuera disfuncional, ni indiferente al criterio de funcionalidad, estaba per- 
mitido. No se consentian antojos ni caprichos; el comportamiento esponta- 
neo, o falto de una motivation trascendente, se consideraba peligroso para la 
"conservation del orden \ Cualquier libertad mas alia del "reconocimiento de 
las necesidades" era como una espina clavada en el costado de la racionalidad. 
En un esquema como ese, el consumo, como los demas placeres de la vida, 
no podia ser mas que un servidor del orden racional (el chantaje que habia 
que pagarle a reganadientes a la irreductible irracionalidad de la condition 
humana), o un pasatiempo lanzado a los margenes del camino principal de la 
vida, donde no podria interferir con sus verdaderos asuntos. 



El principio de realidad y el principio de placer 
llegan a un acuerdo 

El "principio de realidad", segiin la celebre definicion de Sigmund Freud, era 
el limite que se le fijaba al "principio de placer", el limite que quienes busca- 
ban placer podian infringir solo a riesgo personal. Los dos principios tenian 
propositus enfrentados; ni a los admin is trado res de las fabricas capital is tas ni 
a los predicadores de la razon moderna se les ocurn'a que los dos enemigos 
pudieran Uegar a un acuerdo y con vert irse en aliados, que el placer podria 
transformarse milagrosamente en el pilar de la realidad y que la busqueda de 
placer podria convertirse en el instrumento principal (y suficiente) de la con- 
servacion del orden. En otras palabras, que la fluidez pudiera llegar a erigirse 
en la mayor solidez, la condicion mas estable que pudiera concebirse y, justa- 



230 



POLfTICAS DE VIDA 



mente, de eso se trata la sociedad de consumo: poner el "principio de placer" 
al servicio del "principio de realidad", enganchar al deseo, indomito y volatil, 
al carro del orden social, utilizando la espontaneidad, con toda su fragilidad 
e inconsistencia, como material para construir un orden solido y duradero, a 
prueba de conmociones. La sociedad de consumo ha logrado algo que ante- 
riormente habia sido inimaginable: reconcilio el principio de placer con el de 
realidad, poniendo, por asi decirlo, al ladron a cargo de la caja de seguridad. 
En vez de com bat ir los enojosos y obstinados, aunque probablemente inven- 
cibles, anhelos humanos, los convirtio en guardianes del orden racional fieles 
y responsables (por ser asalariados). 

;C6mo sucedio esta increible transformation? 

Primero vino la rectification de los deseos humanos: eso que alguna vez 
habi'a sido un costo irritante pero inevitable paso a escribirse en los libros de 
contabilidad del lado de los beneficios. El capitalismo descubrio que la acu- 
ciante necesidad de distraccio nes, el mayor azote de la actividad productiva, 
podia transformarse en la principal fuente de ganancias, quizas inagotable in- 
cluso, una vez que se pasara a explotar a los consumidores en vez de a los pro- 
ducts res. Como senala George Ritzer, 

la atencion en el capitalismo contemporaneo, al menos en los Estados Uni- 
dos, parece haberse desplazado de los procesos de valorizadon y control, de 
la produccion en general, al consumo. Puede que la esencia del capitalismo 
moderno, al menos como lo practican los principals paises, no sea tanto ma- 
ximizar la explotacion de los trabajadores como maximizar el consumo. 9 

Lejos de tener que dominar y reprimir los deseos, hay que liberarlos y hacer 
que la gente los viva con libertad; mas aun, hay que alentar a que se les de rien- 
da suelta, a ir mas alia de todo limite. El "comportamiento impulsivo", ese pa- 
radigma de la irracionalidad en el mundo de los productores, las libretas de 
ahorro y las inversiones a largo plazo, esta llamado a ser el principal factor de 
calculo racional en el universo de los consumidores, las tarjetas de credito y la 
satisfaccion instantanea. 

Asi es que la fragilidad y la precariedad inherentes a la vida dedicada a la 
busqueda de placeres y distraccio nes han pasado de ser la mayor amenaza a 
la estabilidad del orden social a convertirse en su principal sosten. La moder- 

9 George Ritzer, The McDonaldization Thesis, Sage, 1998, p. 68. 



CONSUMIRSELAVIDA 



231 



nidad descubrio que la condition de volatilidad que tiene como resultado la 
inseguridad perpetua de los actores puede ser transformada en el factor de 
normalization mas confiable. La polftica de regulation normativa fue reenv 
plazada por la "politica de precarizacion": se descubrio que la flexibilidad de 
la condicion humana sumada a la inseguridad del presente y la incertidumbre 
son los mejores materiales para la construction de un orden duradero y resis- 
tente; la vida rebanada en episodios sin ataduras con el pasado y el futuro eli- 
mina la oposicion a ese orden de manera mas radical que las instituciones mas 
complejas (y exorbitantemente mas costosas) de la vigilancia panoptica y la 
administration diaria. Como senala Pierre Bourdieu, "los que deploran el ci- 
nismo que, segun creen, marca a los hombres y mujeres de nuestra epoca, no 
deberian dejar de atribuirlo a las condiciones economicas y sociales que lo fa- 
vorecen y lo recompensan 10 

Bourdieu acuno el term i no "flexplotacion" [flexploitation] para la estrate- 
gia empleada (deliberadamente o de hecho) por esa nueva politica de integra- 
tion social y prevention de los conflictos. La "flexplotacion" ya no promueve 
un comportamiento rational, ni pretende hacerlo: despues de todo, mientras 
que la capacidad de hacer proyecciones a futuro es la condicion sine qua non 
de todo comportamiento rational, hacer que sea imposible (excepto a corto 
plazo) realizar cualquier tipo de proyeccion es el principal objetivo, y el efec- 
to mas notorio, de la "politica de precarizacion". Consista en lo que consista 
la racionalidad de la sociedad de consumo, no apunta a tomar como base -en 
firme oposicion con la sociedad de production del estadio "solido" de la mo- 
dernidad- la universalizacion del pensamiento y la action de caracter ratio- 
nal, sino el dominio desatado de las pasiones irracionales (del mismo modo 
que su rutina consiste en la satisfaction del deseo de diversion, su uniformi- 
dad en el reconocimiento de la diversidad y su conform idad en la liberation 
de sus agentes). La racionalidad de la sociedad de consumo se construye so- 
bre la irracionalidad de sus actores individuals. 



El holtsmo como falacia 

Cuando se habla de "politicas", se supone tacitamente la presencia de "estra- 
tegas poh'ticos": tiene que haber alguien (o algo) para quien la feliz comunion 



10 Vease Pierre Bourdieu, Contre-fiux, ob. cit., pp. 97-99- 



232 



POLfTICAS DE VIDA 



entre el principio de realidad y el de placer fuera un objetivo que pudiera per- 
seguirse sistematicamente o una estratagema utilizada cons tan temente, la que 
mejor se ajustara a sus intereses. Muchos estudios de mercado y de habitos del 
consumidor guardan un asombroso parecido con las novelas detectivescas: en 
los relatos que cuentan el nacimiento y la entronizacion de la sociedad de con- 
sumo, la trama tiende a avanzar implacablemente hacia el desenmascaramien- 
to de los culpables y sus maquinaciones. Rara vez hay algun mo men to en el 
que no actiien villanos, se trate de una conspiracies de vendedores, de las in- 
trigas insidiosas de sus secuaces los publicistas o del lavado de cerebros orques- 
tado por los magnates de los medios. En estos relatos, ya sea de manera expli- 
cita o imph'cita, los compradores/consumidores aparecen como victimas de un 
dano cerebral colectivo, como victimas de hipnosis masiva. 

Los relatos en cuestion son equivocos, sin ser necesariamente falsos. Tie- 
nen un alto contenido de verdad (ninguno de los villanos mencionados care- 
ce de culpa: si no como complice, al menos como participe necesario), pero, 
sin embargo, una porcion fundamental de la verdad permanece sin salir a la 
luz, Lo que falta en la trama, lo que se deja fuera, es la posibilidad de que, le- 
jos de ser enganados y de caer en una astuta trampa, los miembros de la so- 
ciedad de consumo pongan todos sus esfuerzos, como hacen todos los seres 
humanos, en responder con sensatez a las condiciones de vida que pueden, o 
no, ser razonables y adecuadas para una conducta racional, y garantizar la 
efectividad de las estrategias racionales: en otras palabras, que bajo ciertas 
condiciones, el comportamiento irracional puede tener la apariencia de una 
estrategia racional, e incluso constituir la opcion mas racional en lo inmedia- 
to entre todas las que se presentan. 

Como sabemos por Karl Marx, las condiciones en las que se elige, y que 
condicionan cuales son las opciones que tienen algun viso de realidad o que po- 
drian ser efectivas y cuales resukarian abortivas o dudosas, son algo que no pue- 
de elegirse. La gente, efectivamente, hace la historia; pero casi nunca, o nun- 
ca, la historia que hacen resulta * a la medida" de ellos, y rara vez guarda algun 
parecido con el resultado final con el que sonaban y que se esforzaban por al- 
canzar. Los sociologos dieron en Uamar a esa disparidad entre los fines con- 
cebidos racional mente y los tipos de realidades que surgen de la busqueda de 
esos fines las ' consecuencias imprevistas" del accionar humano, senalando 
que todo lo que hay en el mundo que los seres humanos habitan es conse- 
cuencia de sus actos, aunque no el tipo de consecuencia que esperaban o de- 
seaban. Las condiciones que permitieron el advenimiento de la sociedad de 



CONSUMIRSE LA VIDA 



233 



consumo e hicieron efectivo el accionar de sus princi pales protagonistas son 
las consecuencias imprevistas de la historia del capitalismo moderno a lo lar- 
go de mas de dos siglos. Puede que los vendedores de bienes y de sus image- 
ries cultiven ardorosamente las condiciones bajo las cuales su propio accionar 
y el de sus destinatarios les resulta efectivo y les trae buenos resultados, pero 
nadie planifico con antelacion las condiciones con el expreso objeto" de pre- 
parar el terreno para que las practicas actuales se hicieran viables. Antes bien, 
las condiciones en cuestion contradijeron las proyecciones y echaron por tie- 
rra las esperanzas de los mas agudos pensadores y h ombres de accion de la 
"modernidad solida". 

En su esclarecedor estudio del modo en que los cientfficos sociales com- 
ponen y comunican sus relatos, Barbara Czarniawska considera las razones 
por las que escribir una novela del tipo "realista" clasico, que hasta hace po- 
co se habia identificado con la novela como tal, hoy en dia se ha vuelto com- 
pletamente imposible. La novela realista, dice, 

consideraba que el holismo era el unico punto de vista posible, tanto acerca 
de la sociedad como del individuo [...] Este tipo de relato presupoma, como 
escenario en el que podia desplegarse el accionar publico de agentes morales, 
un orden social estable, una politica economica netamente definida y una psi- 
cologfa colectiva que diera por sentado que el caracter personal y la conducta 
publica eran inseparables. Cuando esas suposiciones se hicieron insostenibles, 
algunos proclamaron 'el fin de ia novela". 11 

Sin embargo, los presupuestos holisticos respecto de los estrechos vinculos 
entre la conducta personal y la sociedad en general son ahora insostenibles, y 
escribir una novela del tipo "realista", que se caracter izaba por trazar un Hmi- 
te entre el mundo, solido y estable, y los seres humanos, inconstantes y pro- 
pensos al error, que buscaban desesperadamente salir del laberinto tratando 
de elegir el camino correcto, se ha vuelto una tarea desalentadora, y quizas 
imposible. Los presupuestos holisticos no eran propiedad privada de los no- 
velistas "realistas"; de hecho, los compartian con la opinion publica ilustrada 
de su epoca (y eran parte de la experiencia comiin de la "modernidad solida"), 
en particular con los psicologos mas reputados, quienes con el objeto de 

11 Barbara Czarniawska, Writing Management: Organization Theory as a Literary Genre, Ox- 
ford University Press, 1999, p. 53. 



234 



POLlTICAS DE V1DA 



aprender mas acerca del comportamiento humano, solian enviar ratas ham- 
brientas a t raves de los corredores de algun laberinto, y anotaban el tiempo 
que les llevaba a los roedores aprender el camino mas rapido a t raves de unos 
pasadizos que eran siempre los mismos, hacia la bolita de comida ubicada 
siempre en la misma celda de la construction laberintica. El comportamien- 
to de las ratas de laboratorio, en gran medida como el de los personajes de los 
Bildungsromane [novelas de formation], consistia solamente en aprender, y 
aprender rapido, y en recibir una recompensa en caso de aprender correcta- 
mente y un castigo en caso de pereza o negligencia. Pero para concebir el 
comportamiento de esa manera, las paredes de los retorcidos pasadizos del la- 
berinto tenian que mantener su forma, si no para siempre, al menos lo sufi- 
ciente como para completar el aprendizaje; y las normas e instituciones de la 
sociedad (los equivalentes de los pasadizos del laberinto) que los heroes de las 
novelas realistas tenian que aprender a seguir y obedecer deb fan ser resisten- 
tes al cambio y lo suficientemente firmes como para proyectarlos a un futu- 
ro indeterminado. 

En efecto, para Emile Durkheim, era 'un hecho indudable" que 

Necesitamos creer que las consecuencias de nuestros actos tienen algunas con- 
secuencias que van mas alia del instante inmediato: que no estan completa- 
mente circunscritas al punto en el tiempo y el espacio en el que se producen, 
si no que sus resultados son, en algun punto, duraderos, y de alcance mas am- 
plio. Caso contrario, serian demasiado insignificantes: apenas un delgado hi- 
lo los separana del vado, y no tendrian ningun interes para nosotros. Solo las 
acciones que tienen una cualidad duradera son dignas de nuestra voluntad, 
solo los placeres capaces de durar son dignos de nuestros deseos. 12 

Todo el mundo, insist io Durkheim, "aspira a separarse del presente". Eso va- 
le por igual para un nino, para un salvaje y para un "hombre civilizado 5> (de 
"cultura media" o "mas desarrollado"); solo se diferencian en el alcance de sus 
miras: en la extension de ese "futuro 15 que se cierne mas alia del presente fu- 
gaz, y que hace que ese presente sea digno de su interes y sus esfuerzos. "La 
perspectiva de la nada\ dice Durkheim, como si repitiera con Pascal, "es una 

]1 Emiie Durkheim, "La science positive de la morale en Allemagne", en: Revue Pbilosophique, 
1987. Se cita aqui la cdicion de Anthony Giddens, Emile Durkheim: Selected Writings, ob. 
cit., pp. 93-94. 



CONSUMIRSE LA VIDA 



235 



carga intolerable". Pero a diferencia de Pascal, Durkheim creia, a to no con las 
esperanzas e intenciones de la "modernidad soli da", que mas que intentar di- 
vertirnos y distraernos y ahogar nuestros temores en placeres efimeros, tende- 
riamos a escapar del terror "viviendo en el futuro". La diversion no es una so- 
lucion: "^de que valen nuestros placeres individuales, que son tan vacios y 
fugaces?"; pero, afortunadamente, los placeres individuales no son la unica 
opcion; tenemos suerte de que las sociedades sean "infinitamente mas longe- 
vas que los individuos", por lo que "nos permiten disfrutar satisfacciones que 
no son meramente efimeras". 

Puede que seamos "miseros mo r tales", pero las sociedades son "infinita- 
mente mas longevas" que cualquier mortal: frente a nuestra breve vida indi- 
vidual, representan la eternidad. Para los mortales, son puentes hacia la in- 
mortalidad. Podriamos confiar en que las sociedades serfan un refugio 
seguro para los logros de nuestras vidas. Al invertir en perpetuar la sociedad, 
estarfamos participando en algo que tiene que ver con lo eterno; por medio 
de la sociedad, podemos transfer mar nuestra fugacidad en duracion, y asi lo- 
grar que nuestra condicion de mortales deje de sernos rmsera. Quien pueda 
decir, sinceramente, "en ti, mi sociedad, he puesto mi confianza" puede te- 
net la esperanza de que el veredicto "y al polvo habras de regresar" sea anu- 
lado o aplazado. 

La contemplation de la inmortalidad de la sociedad puede ser un pasa- 
tiempo muy gratificante para los filosofos. Cuando se la aborda desde una 
perspectiva filosofica, que tambien desafla las fuerzas destructoras del tiem- 
po, sigue pareciendo (y asi sera manana, y pasado manana tambien) tan "in- 
finitamente mas longeva" (inmortal, si se la mide en relacion con la breve 
existencia individual) como en la epoca de Durkheim. Pero en los albores del 
siglo XX, los filosofos podian jactarse de estar tocando una fibra sensible de la 
experiencia "humana, demasiado humana". Hablaban en nombre de una so- 
ciedad que estaba dedicada a la creacion de marcos solidos en los que inscri- 
bir las efimeras acciones de los hombres para hacerlas durar por siempre, que 
garantizaba que esos marcos resistirian cualquier embate. Las palabras de 
Durkheim tuvieron lugar en una epoca en la que (en palabras de Alain Pey- 
refitte) 13 la independencia, la confianza en el otro y la seguridad de la longe- 
vidad de las instituciones sociales se combinaban para encender el coraje ne- 
cesario para la actuacion, asi como la determinacion a largo plazo de llevar las 

13 Alain Peyrefitre, La societe de confiance, Odilc Jacob, 1998, pp. 514-516. 



236 



POLfTICAS DE VIDA 



cosas hasta sus ultimas consecuencias. Por lo tanto, para sus contemporaneos, 
las palabras de Durkheim podian ser cualquier cosa menos abstractas o des- 
cabelladas; repetian las creencias que dia a dia red b (an confirmacion de la ex- 
periencia comun a todos. 

Hoy en dia, la triple tarea documentada por Peyrefitte ha estallado en pe- 
dazos, y es claro para todo el mundo (excepto quizas para quienes se dedican 
a la filosofia, el arte de extraer continuidades de la discontinuidad, esa "pre- 
misa epistemologica" de la "continuidad del tiempo") que ninguna de esas 
tres instancias de confianza puede sobrevivir, y menos aun desarrollarse, por 
separado. La confianza en uno mismo, la audacia de hacer de la propia vida 
un proyecto y la determinacion de llevar ese proyecto hasta sus ultimas con- 
secuencias dificilmente puedan aparecer si no las propicia y las robustece la 
confianza a largo plazo en la estabilidad del mundo, de las exigencias y las re- 
glas que determinan, de manera energica, como manejarse para su cumpli- 
miento. "Las circunstancias del tiempo en el nuevo capitalismo", observa Ri- 
chard Sennett, "han creado un conflicto entre el caracter y la experiencia, en 
tanto la experiencia del tiempo deshilvanado pone en peligro la capacidad de 
la gente para darle a su caracter una forma continuaV 4 Aunque ha sido siem- 
pre un companero inseparable de la existencia humana, dada la incertidum- 
bre actual, ese conflicto se hace inevitable, y adquiere nuevos rasgos, hasta el 
momento inusitados: hoy en dia esta 1 arraigado a las practicas cotidianas de 
un capitalismo pujante. La inestabilidad esta llamada a ser normal...". 

Si hubiera una logica coherente a largo plazo detras de la experiencia frag- 
mentada de un mundo que cambia sin previo aviso, los seres humanos difi- 
cilmente podrian inferirla de su experiencia cotidiana; a diferencia de las aves 
y de los filosofos, rara vez se alzan por sobre el suelo y se remontan lo sufi- 
cientemente aito como para discernirlo. La "sociedad" firme y compacta, en 
los terminos en que puede figurar en los estudios de las ciencias sociales, se 
hace presente por medio de instancias que no se hilvanan necesariamente en 
una experiencia coherente y continua. Para la mayoria, por lo general (excep- 
to cuando nos sentimos con animos filosoficos), la "sociedad" es la manera 
sucinta que tenemos de Uamar a la gente con la que nos reunimos en nues- 
tros lugares de trabajo, las personas con las que convivimos bajo un mismo 
techo, los vecinos que nos cruzamos por la calle y las estrategias y los medios 
que creemos nos resultaran adecuados y efectivos para relacionarnos con ellos. 

H Richard Sennett, The Corrosion of Character, ob. cit., p. 31. 



CONSUMTRSE LA VIDA 



237 



Y el problema es que no podemos decir que alguno de estos componentes de 
la idea de "sociedad", segun nuestra experiencia, vaya a ser "infmitamente 
mas longevo" que nosotros mismos, y que pueda por lo tanto garantizarnos 
que no son * meramente efimeros". Pace Durkheim, hoy cada uno de noso- 
tros, individualmente, es el mas "longevo" de los lazos o de las instituciones 
conocidas, y la unica entidad cuya expectativa de vida crece sostenidamente 
mas que encogerse. 

Ciertamente, no que dan casi otros puntos de referencia de los cuales 
pueda esperarse que den una significacion mas profunda y duradera a los 
momentos que vivimos. Si la confianza es la bisagra que une lo movil (y fu- 
gaz) a lo firme (y duradero), en vano sera que busque un marco. Yo mismo, 
mi cuerpo viviente, o el cuerpo viviente que soy, parece ser el unico ingre- 
diente constante en la composicion consabidamente inestable del mundo 
que nos rodea. Puede que mi vida sea demasiado corra como para servir de 
consuelo, pero la extension de la vida de cualquier otra cosa parece, por 
comparacion, desconcertantemente breve. Pocas asociaciones, o ninguna, se 
llevan a cabo con la creencia de que duraran "hasta que la muerte las sepa- 
re". Cada vez menos familias sobreviven a sus miembros. Pocas capacidades 
personates, cultivadas con esfuerzo y con orgullo, son para toda la vida. Nin- 
gun lugar de trabajo puede garantizar que seguira desarrollando el tipo de 
trabajo que esta llevando a cabo, ni puede ofrecerles a sus empleados un em- 
pleo, sea el que fuere, que vayan a conservar hasta el momento de su jubila- 
cion. Pocos vecindarios podran resistir por mucho tiempo los embates de los 
promotores inmobiliarios, y si son capaces de hacerlo, diffcilmente puedan 
resistir el virus del lento aunque implacable deterioro y la posterior desapa- 
ricion. Pocas posesiones conseguidas trabajosamente mantendran su atracti- 
vo por demasiado tiempo, al ser superadas, como tiende a ocurrir, por nue- 
vas atracciones mas seductoras. Pocos habitos o estilos de vida, aprendidos 
con esfuerzo, seguiran reportando satisfacciones y estima por mucho tiem- 
po. En este mundo de hoy, poner todos los huevos en una misma canasta ya 
no es la mayor imprudencia. Ahora, son las canastas como tales, las que 
sean, las que estan bajo sospecha: nadie en su sano juicio les confiana siquie- 
ra un solo huevo. 

Cualquiera que se ate al mastil de una fragil embarcacion corre el riesgo 
de irse a pique en cualquier momento. Por comparacion, el surfp^rtct ser 
una opcion mas segura. La "eternidad" adquiere una connotacion siniestra, a 
menos que se la piense como una cadena ininterrumpida de episodios: la ca- 



238 



POLlTICAS DE VIDA 



pacidad de "constantemente terminar y comenzar de nuevo desde el princi- 
pio". Sin los activos de la seguridad a largo plazo, los compromises durade- 
ros se convierten en pasivos. El futuro -el futuro previsible y el futuro desea- 
ble- solo puede entenderse como una sucesion de presentes. El unico hilo 
conductor con el que pueden enhebrarse como un collar los sucesivos episo- 
dios, para evitar que queden esparcidos por aht y se pierdan, es el propio 
cuerpo en sus sucesivas encarnaciones. 

Niklas Luhmann escribio acerca de la sociedad moderna que esta es "mo- 
dern a" en tan to y en cuanto "marca su novedad a relegar lo viejo": 

Nos guste o no, ya no somos lo que eramos, y ya no seremos lo que somos 
ahora [...] Las caracteristicas de la modern idad actual no son las de ayer ni las 
de manana, en eso consiste la modernidad. Los problemas de la sociedad con- 
temporanea no son problemas ligados al mantenimiento de una herencia, ya 
sea en el terreno de la educacion o en otro lado. Mucho mas importante es la 
constante creacion de alteridades.' 5 

En el Lebenswelt que nos rodea tan to como en su epicentro unico ; el yo, la 
continuidad discontinua es la linica que puede adoptar la continuidad, la unica 
que hay, y la unica que es sensato -que es razonable- buscar. En el juego de 
la vida, la "sociedad" ha resignado el rol de guardian, bondadoso aunque exi- 
gent e, para pasar a ser un actor mas (y ni siquiera un primus inter pares). Lo 
que habia sido alguna vez el principal pilar de la estabilidad y una garantia de 
seguridad se ha convertido en la principal fuente de sorpresa y en un peligro 
difuso, temible por inescrutable. Es erratico, como todos los jugadores: man- 
tiene las cartas apretadas contra el pecho y le gusta tomar a los demas despre- 
venidos, sorprendiendolos una y otra vez cuando menos se lo imaginan. En 
el juego de la vida> el premio principal son sus reglas, que estan cambiando 
constantemente. No hay casi nada que los actores individuals puedan hacer 
para evitar jugadas sorpresivas, con las consecuencias del caso; lo unico que 
pueden hacer los individuos es aguzar el ingenio, esforzarse por ganarle de 
mano a quien trata de engariarlos, hacer lo posible por mantenerse alerta y 
estar listos para cambiar de tactica todo el tiempo; in ten tar no quedar reza- 
gados ni ser tornados por sorpresa nunca. 

15 Niklas Luhmann, Observations on Modernity, Stanford University Press, 1998, p. 3. Traduc- 
cion de William Whobrey. 



CONSUMIRSE LA VIDA 



239 



Mantenerse apto parece ser el unico objetivo razonable: la unica tarea de 
la que un individuo puede -podria- hacerse cargo, y cuya responsabilidad 
puede imputarsele. La historia, dice Ulrich Beck, 

se reduce al (eterno) presenter y todo gira alrededor del eje del propio ego per- 
sonal y de la propia vida [...] La proporcion de oportunidades de vida fnti- 
mamente ligadas a decisiones esta decreciendo, y la proporcion de biografla 
que queda abierta y debe set construida biograficamente va en aumcnto. 16 

El result ado global de todo esto es "la subjetivizacion e individualizacion de 
los riesgos y contradicciones producidos por las instituciones y la sociedad". 
En resumen, los individuos se ven condenados a buscar "soluciones biografi- 
cas a contradicciones sistemicas". Una tarea imposible, por cierto, que con- 
tradice toda logica, y que no puede emprenderse de manera ni remotamente 
coherente y sistemarica. Dado que no exjsten estrategias personales que pue- 
dan detener (y menos aiin prevenir) los azares de las "oportunidades de vida", 
o que en vez de contenerlos puedan desactivarlos o amortiguar su impacto, 
la f ragmen tacion de una empresa inasequiblemente grande en una serie de ta- 
reas mas pequenas y manejables es la unica manera razonable de actuar. Va- 
yamos por partes, y preocupemonos por cruzar ese otro puente alia en la nie- 
bla una vez que la niebla se haya disipado y sepamos a ciencia cierta que 
efectivarnente ahi hay un puente para cruzar. 

Es aqui, en la con duct a de los individuos condenados a compensar la irra- 
cionalidad de su Lebenswelt acudiendo a su propia astucia e ingenio (para ci- 
tar a Beck una vez mas: "los expertos arrojan sus contradicciones y conflictos 
ante los individuos, y les dejan asi una invitacion bienintencionada a juzgar 
cnticamente eso que ha sido arrojado segiin su propio criterio") donde la "so^ 
ciedad de consumo" encuentra su esencia. Aqui es donde la vida se transfor- 
ma en un paseo de compras, ni mas ni menos absorbente de lo que son la ex- 
citacion, la aventura y el desaflo de la actividad del comprador. 

Option por la seguridad, seguridad de option 

Hay una "correspondencia reciproca", una "afinidad electiva" entre los dispa- 
rates del mercado de consumo y las incongruencias de la tarea que se supone 

16 Ulrich Beck, Risk Society, ob. cit., pp. 135-137. 



240 



POLfTICAS DE VIDA 



que los individuos deben llevar a cabo por su cuenta: la responsabilidad de 
componer individualmente la continuidad que la sociedad ya no puede, o no 
pretende, asegurar. En efecto, uno estana tentado de decir que el matrimo 
nio entre los dos protagonistas ha tenido lugar en el cielo, y que nadie, hom- 
bre o mujer, puede romper la alianza, y menos aiin actuando por su cuenta. 
Hay casi un "calce perfecto" entre las caracteristicas de los productos que el 
mercado de consumo ofrece, la manera en que los ofrece y las preocupacio- 
nes y las expectativas que llevan a los individuos a vivir sus vidas como una 
cadena de expediciones de compras. Dos irracionalidades se encuentran, coo- 
peran y se autorreproducen por medio de la racionalidad de los calculos de 
los vendedores y de las estrategias de vida de los compradores. 

EI mercado de consumo ha consumado la increible hazana de reconciliar 
y combinar dos valores mutuamente contradictorios que los miembros de es- 
ta sociedad individualizada buscan con identica avidez: ofrece, por el mismo 
precio, la seguridad que tanta falta hace y la garantia de la que carecen otros 
ambitos, de que sera posible devolver el producto, de que se devolvera el di- 
nero de la compra, en caso de que la seguridad buscada caduque y haya que 
reemplazarla por una nueva. El mercado dc consumo promete, y suministra, 
una certidumbre tranquilizadora en relacion al presente, sin la aterradora per- 
spectiva de hipotecar el futuro. Proporciona durabilidad por medio de la fu- 
gacidad de sus productos, una durabilidad que ya no es necesario construir 
pieza por pieza, con gran esfuerzo y eventual sacrificio. Ofrece la eternidad 
en comodas cuotas, cada porcion viene lista para usar y descartar sin culpas 
una vez usada. 

El mercado de consumo establece metas lo suficientemente cercanas co- 
mo para evitar que el deseo se agote antes de Uegar a su objetivo; pero muy a 
menudo tambien para que los corredores no tengan que preocuparse jamas 
por la durabilidad del valor de los premios y para que el deseo nunca tenga 
que lidiar con la frustration y este siempre listo para empezar de nuevo y 
nunca pierda su vigor: como Pascal observo hace mucho tiempo, para la gen- 
te la felicidad esta en la caceria y no en la liebre. Como es sabido, las identi- 
dades temporales solo pueden fundarse en una diferenciacion con el pasado: 
el significado del "hoy" se deriva de su diferencia con un "ayer". El infinito 
proceso de la identificacion podrfa continuar, sin que lo estorbe la enojosa re- 
flexion de que lo unico que es incapaz de proveer es la identidad. Asi que, por 
una parte, esta surgiendo una especie de fantasma de durabilidad, e incluso 
de continuidad, de la rapidez con la que los distintos estados transitorios se 



CONSUMIRSE LA VIDA 



241 



suceden el uno al otro. Por la otra, no hay razones para preocuparse de que 
los fantasmas abusen de la hospitalidad concedida, y de que su negativa a 
abandonar el escenario de las piezas teatrales del futuro, aiin por escribirse, 
arruine la diversion de la futura caceria. 

El mercado de consumo ofrece la posibilidad de elegir, junto con la segu- 
ridad de que esa eleccion sera correcta: la autoridad de los expertos y los re- 
con ditos conocimientos que se les atribuyen, o la aplastante multitud de 
compradores satisfechos, o una enorme demanda que sobrepasa la oferta son 
motivos que, como regla, aparecen en las mismas etiquetas de los productos. 
A la vez, los vendedores no guardan en secreto el hecho de que, de manera 
inevitable, los productos que se ofrecen actualmente seran reemplazados por 
otros "nuevos y mejorados", y los consumidores no se sienten en absoluto de- 
salentados por saber que eso ha de ocurrir en cualquier momento. Al contra- 
rio, el hecho de que lo sepan es una parte vital de la seguridad que buscan: es 
reconfortante saber que ninguna decision es definitiva, que ninguna tiene 
consecuencias irreversibles, que se la puede tomar tranquilamente, porque 
como toda otra decision, no afecta a qui en decide si no "hasta nuevo aviso". 
Permitasenos hacer notar que, dado que esa conciencia es compartida por los 
compradores y los vendedores, no hay desilusion lo suficientemente conclu- 
yente como para invalidar la racionalidad del juego y la conveniencia de ju- 
garlo. El juego de "cons tan temente terminar y comenzar desde el principio" 
se propulsa y propaga a si mismo, a salvo de toda comprobacion o experimen- 
tum cruets de su inutilidad ultima. 



Alimentar la incertidumbre, 
alimentarse de la incertidumbre 

El juego se autoperpetua por otra razon adicional. Es adictivo: la participa- 
cion prolongada en el juego del consumo da como resultado la incapacidad de 
buscar "soluciones biograficas a contradicciones sistemicas" por cualquier otra 
via. Convertirse en consumidor significa depender del mercado de consumo 
para sobrevivir, e incluso para llevar a cabo las rutinas cotidianas. Significa ol- 
vidar o nunca aprender las capacidades necesarias para hacerles frente a los de- 
safios de la vida, con excepcion de la capacidad para buscar (y, con suerte, en- 
contrar) entre los productos que el mercado ofrece el objeto, servicio o consejo 
adecuado (en una version de Cenicienta preparada por el Canal 4 para ano 



242 



POLlTICAS DE VIDA 



nuevo, el Principe naturalmente supone que la mo n tan a magica en donde 
Cenicienta obtuvo su vestido de fiesta debe ser un centro comercial). Hay 
una sola cosa que los consumidores pueden hacer para nivelar el deficit cro- 
nico de certidumbre: recorrer las avenidas trazadas y asfaltadas por la merca- 
dotecnia y el comercio. Vivimos en una sociedad hecha con partes de rejun- 
te (y ademas, descartables), y en una sociedad ast, el arte de la reparacion de 
los objetos, personalidades o vinculos humanos que no funcionan bien es in- 
necesario y obsoleto. 

George Ritzer capta perfectamente la doble atraccion del consumismo me- 
diado por el mercado en su critica de los "action holidays'* que aconsejan y 
venden como un paquete las agencias de viaje, al observar que "la mayoria de 
los habi tames de un mundo posmoderno estarian dispuestos a comer en un 
fogon, siempre y cuando sea una simulacion const ruida en el parque del ho- 
tel". 17 Los turistas de la sociedad de consumo quieren que sus vacaciones les 
permitan escapar de la rutin a; pero tambie'n del azar, de la confusion y de la 
incertidumbre que viven dia a dia: las vacaciones por las que estarian dispues- 
tos a pagar gustosamente deben ser predecibles, calculables, eficientes y con- 
troladas. Las companias de viajes, como los restaurantes McDonald's, deben 
proporcionar, en primer lugar, un bastion de seguridad y predecibilidad. Las 
aventuras deben ser cuidadosamente planeadas para que tengan un final feliz, 
las diversiones deben ser asepticas, el lugar "lejos de la civil izacion" en el que 
transcurran debe estar lo suficientemente cerca de los comercios y los restau- 
rantes mas proximos como para acudir rapidamente en automovil, la jungla 
debe tener salidas bien localizadas y senalizadas, los animales salvajes deben ser 
o bien domados, o bien encerrados en lugares seguros, y las serpientes, en ca- 
so de que se las encuentre, deben ser despojadas de sus colmillos venenosos. 

Lo que hace a las vacaciones sofiadas atractivas para los buscadores de 
aventuras y emociones fuertes es la certeza (incluida en el paquete y con el 
debido seguro de viaje) de que hay alguien, en alguna parte, que sabe exacta- 
mente lo que esta pasando y como terminaran las cosas, por lo que ninguna 
sorpresa puede ser "de verdad", es decir una * experiencia de" antes que la co- 
sa en si. Nada verdaderamente desastroso puede ocurrir, y menos aiin algo 
que no tenga vuelta atras, y si acaso ocurre (Dios no lo permita) a causa de 
algiin error o de la negligencia de alguien, es totalmente inconcebible que la 

17 Ritzer, The MacDonaldization Thesis, ob. cit., pp. 146, 138. 



CONSUMIRSE LA VIDA 



243 



empresa piense siquiera en desentenderse, a la vez que el cliente insatisfecho 
siempre puede entablar una demanda compensatoria, incluso si la devolucion 
del dinero no figuraba en el contrato. El publico convirtio El proyecto Blai? 
Witch en un increible exito de taquillas, al asistir en tropel a contemplar sus 
mas mtimos temores vividamente reflejados en la pantalla: quedar aislados 
del enchufe mas cercano y no poder conectar sus computadoras portatiles ni 
ingresar a Internet, quedarse sin sus telefonos celulares o que estos les fallen, 
empezar a sospechar que esta vez el juego "va en serio", que el desenlace del 
espectaculo no esta arreglado de antemano y que no hay ningiin boton que 
pueda detener la marcha de las cosas; tales son las mas funestas pesadillas 
que persiguen a los consumidores "entrenados para la incapacidad". El pro- 
yecto Blair Witch le dio entidad tangible a aquella angustia, hast a el momen- 
to inefable; le dio forma visible a esa brumosa aparicion; pero permftasenos 
hacer notar que no lo hizo en una forma cualquiera, sino en una que colo- 
ca a la sociedad de consumo en el papel de exorcista en jefe y ultimo refu- 
gio para los confundidos y los ignorantes. 

El mercado de consumo puede perfectamente cuestionar o rechazar su pa- 
ternidad sobre los temores engendrados. Como se habia dicho, las angustias 
que produce la incertidumbre ofrecen un suelo potencialmente fertil para los 
profesionales del mercado. Pero los cultivos en si —el nombre de los temores en 
los que eventual mente habran de concentrarse las angustias dispersas— no de- 
jan de ser productos agncolas, y como tales dependen de las tecnicas de culti- 
vo y los materiales utilizados por los agricultores. La seleccion de tecnicas y 
materiales esta a su vez determinada por lo que los agricultores estiman que 
hace a "la mayor ganancia". Ademas, ningun agricultor que se precie de serlo 
se limitaria a depender de la fertilidad natural del suelo, y menos aiin permi- 
tiria que ese suelo perdiera su fertilidad agotando de una sola vez todas sus sus- 
tancias nutricias. Los buenos agricultores (y los profesionales del mercado son 
mejores que la mayoria) se aseguranan de mantener y mejorar constantemen- 
te la fertilidad del suelo valiendose de fertilizantes, naturales o artificiales. 

La angustia que genera la incertidumbre es el fertilizante del que se nutre 
la sociedad individualizada para sus propositos consumistas; por lo tanto, es 
necesario cuidar bien de ella, y no dejar bajo ningun punto de vista que se se- 
que o se evapore. La mayor parte de las veces, la produccion de consumido- 
res implica la produccion de temores "nuevos y mejorados". La historia de la 
supuesta falla informatica del ano 2000 resulta un claro ejemplo de un patron 
que se repite di'a a dia en todas partes: nadie era capaz de precisar a ciencia 



244 



POLITICAS DE VIDA 



cierta si la falla era producto de la imaginacion; pero, por otra parte, tampo- 
co era posible poner en evidencia a aquellos que insisrian en conocer todos 
los detalles (mas alia de que la suposicion de la que intentaban fingirse ente- 
rados fuera correcta o no). Por eso, la gente mas razonable preferiria seguir el 
consejo de Pascal de "ir a lo seguro". Asi, se crearia de manera verdaderamen- 
te divina ab nihilo, una industria millonaria dedicada a la puesta a punto de 
los sistemas informaticos para el ano 2000, y la creacion seria recibida con ali- 
vio. Cuando finalmente llegara el dia de la verdad, el fracaso de la catastrofe 
pronosticada seria una nueva prueba universal, o casi, de que solo se habia 
evitado la debacle gracias a la asistencia anti-falla informatica: otra rotunda 
manifestation de la omnipotencia de la experticia comercializable. Eventual- 
mente, el asunto caeria en el olvido al surgir nuevos temores para robarse las 
primeras planas, pero esa omnipotencia permaneceria en el recuerdo, abo- 
nando aiin mas el terreno para la proxima cosecha de panico. 

Permftasenos hacer notar que, sabiamente, los mercados de consumo ra- 
ra vez ofrecen la cura, o a lo sumo un remedio preventivo, contra los peligros 
de la naturaleza como los terremotos, los huracanes, las inundaciones o las 
avalanchas; las promesas de protection y salvation se concentran, como re- 
gla, en peligros creados artificialmente. Estos tienen una clara ventaja sobre 
los peligros naturales, dado que permiten crear los temores a la medida de las 
curas disponibles, y no al reves. 

La incapacidad para la que se entrena a los consumidores es, por lejos, la 
mejor arma con la que cuentan los proveedores de bienes de consumo. Los 
grandes laboratorios estadounidenses de ingenieria genetica fmancian inves- 
tigaciones que "prueban mas alia de toda duda" que sin cultivos transgenicos 
en breve sera imposible alimentar a la poblacion del mundo. Lo que los in- 
formes tienden a callar es que sus veredictos cumplen con todos los requisi- 
tes de las profecias autocumplidas; o, mas bien, lo que hacen es maquillar las 
practicas de quienes los patrocinan, haciendolas mas tolerables al invertir el 
orden de las causas y los efectos. La introduccion de semtllas "mejoradas ge- 
neticamente" precipita a muchisimos agricultores en la quiebra y hace que los 
otros ya no puedan producir sus propias semillas para el afio entrante porque 
las semillas "mejoradas" son, como regla, infertiles. Una vez que eso ocurre, 
la afirmacion de que sin la utilizacion constante y creciente de productos 
transgenicos ya no sera posible alimentar a la humantdad adquiere la autori- 
dad de una "verdad empirica", y ya no puede cuestionarsela. Las practicas de 
la industria de la ingenieria genetica podrian, asimismo, servir como figura 



CONSUM1RSE LA VIDA 



245 



de la funcion primordial de la sociedad de consumo: esto es, la production de 
consumidores (voluntarios o involuntarios, lo mismo da; Io que importa es 
que cooperen). La "macdonaldizacion" de George Ritzer no tendria efecto ai- 
guno sin una "mo n sanitation" que la complementary 

Para concluir: las fortalezas y las debilidades, la gloria y la miseria de la so- 
ciedad de consumo -una sociedad en la que la vida lo consume todo en una 
serie continua de preocupaciones de consumo discontinuas (y en la que ella 
misma resulta, finalmente, consumida)- estan arraigadas en una misma con- 
dition: las angustias que la erosion institutional engendra y perpetiia, junto 
con una individualization forzosa. Y la respuesta que el mercado de consumo 
manda adoptar ante esa condition es lo que les da forma a esas angustias y 
hace que se reproduzcan: la estrategia de rationalization de la irracion alidad, 
la normalization de la diferencia y la obtencion de la estabilidad por medio 
de una precariedad inducida de la condition humana. 



7. De espectador a actor* 



El gran merito de Stanley Cohen fue reunir como variantes de un mismo fe- 
nomeno, de un mismo interrogante, los dos tipos de fechorias que rara vez 
aparecen juntas en los analisis academicos, a pesar de que en la vlda real sue- 
len ser inseparables. La primera es "hacer el mal",* la segunda> abstenerse de 
hacerle frente o de evitar que se realice. 1 

Lo acostumbrado ha sido, y sigue siendo, analizar el "mal" — infligir dolor o 
causar sufrimiento, personalmente o por medio de terceros- como obra de un 

* autor". Resultaba evidente que hacer el mal guardaba una relacion de causa- 
lidad con ciertas caractensticas peculiares ("naturales" o "inculcadas") de los 
malvados, o con ciertos contextos igualmente peculiares (otra vez, ya fueran 
"naturales", como en la helium omnium contra omnes del hombre presocial de 
Hobbes, o disenada artificialmente con intenciones malignas o consecuencias 
que, aunque fueran imprevistas, serian funestas), de los cuales los po tend ales 
malhechores participan solo en parte por su propia voluntad, o acaso resultan 
totalmente condicionados por estos. 

Tambien se ha acostumbrado examinar y analizar, bajo la categorfa del 
"espectador', la ausencia de resistencia y oposicion al mal por parte de aque- 
llos que, no habiendo causado eilos mismos dolor o sufrimiento alguno, han 
sido testigos de algun mal (o sab fan que se estaba por comet er). Una parte 
fundamental de la definicion del "espectador", por cierto uno de sus rasgos 
distintivos, era no contarse entre los auto res. El clasico triangulo que distin- 
guia los roles desempenados en un hecho delict ivo separaba a los espectadores 
de los autores de manera no menos radical de la que los separaba de las vfctimas. 

Puede que distinguir a los espectadores de los autores sea muy razonable 
en terminos legales (o institucionales, en general). De hecho, subyace a esa 
distincion la diferencia fundamental entre los actos castigados por la ley y los 

* Esre capftulo fuc publicado anteriormcnte en Human Rights, 1, 2002. 

1 Veasc Stanley Cohen, States of Denial: Knowing about Atrocities and Suffering, Polity, 2001 . 



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248 



POLITICAS DE VI DA 



actos (o la ausencia de estos) que el codigo penal no califica y que, por lo tan- 
to, tienen como linica consecuencia una culpa "meramente" moral, y la igno- 
minia que eso conlleva. Sea lo que fuere, el mal que subyace en la actirud del 
testigo pasivo o del espectador es diferente del mal que resulta del accionar 
del autor, y lo que marca la diferencia es la presencia o la ausencia de una pro- 
hibicion legal. Trazar una linea para separar las dos actitudes reprensibles en 
el marco del hecho delictivo, sin pensar ya en trazarla sin ambigtiedades ni 
controversias, seria un esfuerzo esteril si la condena moral del mal, en vez de 
la retribucion penal que este atrae o deja de atraer, fuera lo que gufa la mano. 
Pero incluso cuando se obedece sin chistar al habito comun de conferirle au- 
toridad a la letra de la ley en vez de a la inefable expresion de los sentimien- 
tos morales, se tiende a encontrar un ambito de arduas controversias entre el 
crimen indiscutido atribuido al autor, y la lamentable, aunque comprensible 
y excusable, mala accion del espectador. En esa zona gris, los espectadores se 
exponen al peligro de hacerse complices del mal y convertirse en autores. 
Donde y cuando ocurre esta siniestra transformacion es algo dificil de sena- 
lar, y mas aiin de prever. 

El habito de separar anahticamente el crimen de comision que se imputa 
al autor del pecado de omision que se atribuye al espectador puede ser cues- 
tionado y refutado tambien en otros terminos. Si se ubica a autores y espec- 
tadores en universos separados, enmarcados por discursos academicos inde- 
pendientes (generalmente por la criminologia en el caso de los autores y por 
la etica en el de los espectadores) con pocos puntos en comun o ninguno, los 
analistas tenderan, inevitablemente, a generar redes conceptuales y esquemas 
explicativos diferentes para cada una de las dos categories. Tenderan a sepa- 
rarlos en dos categorias distintas con sus propias caracteristicas psicologicas y 
coordenadas social es. Una vez establecida por primera vez, esta distincion co- 
brara su propia inercia. Toda investigacion se desarrollara en dos direcciones 
en creciente divergencia, lo cual multiplicara la diferencia, a la vez que hara 
cada vez mas dificil descubrir y cartografiar el terreno comun. 

Sin embargo, existe una afinidad entre "hacer el mal" y "no resistirse al 
mal", y es mucho mas mtima de lo que admitirian quienes se dedican a estu- 
diar una de estas dos categorias olvidando a la otra. Esta afinidad podn'a apa- 
recer a simple vista (si en estos tiempos todavia se pudiera pensar en algo asi 
como una vista simple), de no ser por una ceguera inducida. Esta ceguera es 
una consecuencia, o un efecto secundario, de la completa institucionalizacion 
de la distincion entre las estrategias sociales que se aplican, respectivamente, 



DE ESPECTADOR A ACTOR 



249 



a aquellos que la ley nombra y a aquellos a ios que no. Se necesito un enor- 
me esfuerzo para separar las dos categonas, y se requiere uno mayor para vol- 
ver a unirlas. 

Stanley Cohen acometio ese esfuerzo, y con notables resultados. Cohen ha 
abierto una brecha en el denso entramado de las opciones institucionales y sus 
disfraces ideologicos, para dejar al desnudo el terreno comiin, ocultado laborio- 
samente y apenas visible, en el que se reiinen los autores y los testigos pasivos 
del mal. Ese terreno comun es, en terminos de Cohen, la negacion, un term i no 
cuya "ambiguedad conceptual", segiin el mismo admite, "es grande", pero que 
a pesar de sus esfuerzos, no pudo reemplazarse de manera adecuada por ningiin 
otro term i no. La negacion es lo que hace psicologica y sociologicamente posi- 
ble tamo co meter un mal como abstenerse de reaccionar ante este; es una con- 
dicion indispensable en am bos casos, y uno de sus instrumentos principales. 

La "negacion " es la respuesta a preguntas tan escabrosas como "<que hace- 
mos con nuestro conocimiento del sufrimiento de los otros, y que nos hace es- 
te conocimiento?": esas preguntas que surgen cada vez que "se le presenta a la 
gente, a organ izaciones, a los gobiernos o a sociedades completas in forma cidn 
que es demasiado perturbadora, amenazadora o anomala como para ser absor- 
bida por completo o abiertamente asumida. Por lo tamo, esa information es 
de alguna manera reprimida, desacreditada, desatendida o reinterpretada . 2 

Podria decirse que quienes hacen el mal, asi como quienes ven el mal, lo 
escuchan, pero no hacen nada por detenerlo, configuran un caso clasico de la 
"disonancia cognitiva" de Leon Festinger: tienen que asumir simultaneamen- 
te dos puntos de vista contradictorios e incompatibles. Ambos estan constan- 
temente expuesros a la posibilidad de que sus actos (o su pastvidad) sean usa- 
dos en su contra, al declararselos exec rabies y merecedores de un jus to castigo. 
En el mundo incurablemente polifonico de la "modernidad liquida", en el 
que los valores y verdades diflcilmente son aceptados universalmente en ter- 
minos absolutos, la justificacion de los actos cometidos o de la inactividad 
adoptada no tiene bases mas solidas que su condena. Por ende, los autores y 
los espectadores sienten en igual medida la firme y acuciante necesidad de 
una negacion enfatica. Esa necesidad nunca se desvanece, y no permite nun- 
ca un momento de descanso o que uno baje la guardia. Rechazar, e incluso 
desestimar la devastadora amenaza de cargos potenciales diflcilmente sea una 
opcion razonable, a menos que el acusado pueda contar con una superior^ 

2 Ibid., pp. x, 1. 



250 



POIJTICAS DE VIDA 



dad sobre sus acusadores lo suficientemente importante como para hacer que 
las acusaciones se vuelvan, si no irrelevantes, al menos (y eso es lo que verda- 
deramente importa) carentes de consecuencias practicas. 

Hay muchas formas de negar la culpa (o de pretenderse inocente, que para 
el caso es lo mismo), pero los argumentos utilizados son sorprendentemente si- 
milares. La estructura de la negacion descansa sobre dos patas (falta de conoci- 
miento y falta de oportunidad para actuar en base a ese conocimiento), que se 
acomoda facilmente a la amplia gama de argumentos que se usan con mayor 
frecuencia. Despojados de adornos, todos los argumentos dejan ver uno u otro 
de estos motivos: "No sabia" o "No podia". La primera es una respuesta direc- 
ta, irreflexiva, casi brusca, a la disonancia cognitiva: "Yo (nosotros) no sabfa- 
(mos)"... que habia gente que sufn'a; que ese sufrimiento se lo infligian otros; 
que esas cosas tan horribles sucedian en un lejano extremo de la cadena de ac- 
tos de la cual el mio es nada mas que un eslabon entre otros muchos... Si la ape- 
lacion a la ignorancia pierde credito, la apelacion a la impotencia viene al res- 
cate: "No podfa"... hacer nada, dado que la alternativa era demasiado terrible 
como para contemplarla; ademas, si hubiera actuado o no, habria sido lo mis- 
mo: las chances de evitar o reparar lo que estaba sucediendo eran infimas. 

En la epoca de la autopista de la informacion, la apelacion a la ignorancia 
esta perdiendo credito rapidamente. La informacion acerca del sufrimiento de 
otra gente, expresada de la forma mas vi'vida y facilmente legible, esta instanta- 
neamente al alcance de todos casi en tod as partes (una vez que el acceso a la red 
mundial de autopistas informaticas dejo de requerir incluso la cercama de una 
conexion telefonica, la distancia dejo de ser excusa). Esto tiene dos consecuen- 
cias que plantean interrogantes eticos cuya gravedad no tiene precedentes. 

La primera: ser espectador ya no es la situacion excepcional de unos po- 
cos. Hoy en dia, todos somos espectadores, testigos de como se inflige dolor, 
y del sufrimiento humano que eso causa. 

La segunda: todos nos encontramos (incluso si no la sentimos) ante la ne- 
cesidad de expiar nuestras culpas y de justificarnos. En cuanto a esto, son 
muy pocos los que no sienten en algiin momento la necesidad de acudir a la 
negacion. 

Perrmtasenos hacer notar que en una era en que la informacion es accesi- 
ble universal e instantaneamente, una excusa como "No sabi'a" agrava la cul- 
pa en vez de absolver del pecado. Mas que dar la impresion de que a uno se 
le oculto dolosamente la verdad, tiene la connotacion de que uno, de mane- 
ra egoista, para preservar su propia tranquilidad, se rehuso a que lo molesta- 



DE ESPECTADOR A ACTOR 



251 



ran. En la era de las confesiones, en la que la esfera piiblica se usa cad a vez 
mas como un vehiculo para exhibir las intimidades mas privadas, cualquier 
ocultamiento de cualquier information se vive como una ofensa que indigna. 
Por consiguiente, absorber la information en oferta, ser capaz de atender y 
retener se convierten en virtudes. Por otra parte, la falta de in teres, la indife- 
rencia, el desconocimiento de los ultimos chismes y temas candentes, no es- 
tar an courant con el flujo de las novedades es motivo de vergiienza. Casi cual- 
quier conversation que tenga lugar por estos dias tiene un caracter publico (o 
se lleva a cabo como si lo tuviera, aunque ostensiblemente tenga como tema 
asuntos privados), y pocos asuntos publicos pueden pasarse por alto en cual- 
quiera de estas conversations. "No sabia" esta, pura y simplemente, fuera de 
sintom'a con el espiritu de la epoca. 

La excusa que queda como ultimo recurso es "No podia hacer nada", o 
"No podia hacer mas que lo que hice". Por estos dias, se esta volviendo, cier- 
tamente, la excusa mas popular de los espectadores, y quizas la unica estrate- 
gia viable de negation que tienen a su disposition. 

Esta ultima estratagema disuelve la culpa, pasible de castigo, por el mal 
realizado bajo la condition universal, y por esa razdn imposible de castigar, 
de ser un espectador. En un mundo de interdependencia global la diferencia 
entre el espectador y un coautor o un parutipe necesario se vuelve cada vez 
mas tenue. La responsabilidad por la desgracia humana, por mas lejana que 
pueda ser de sus testigos, diffcilmente pueda negarse; al menos, no con con- 
viction. En ninguna otra epoca hasta el momento la demanda de nuevas va- 
riantes, cada vez mas ingeniosas y refinadas, de la apelacion a la impotencia 
para negar la responsabilidad habia sido tan elevada y habfa crecido con el 
ritmo con el que crece hoy en dia. 

Ser espectador en un mundo de dependencia global 

La psicologa Petruska Clarkson ofrece una definition de espectador muy sen- 
cilia, casi de sentido comun: "Espectador es el nombre con el que se designa 
a una persona que no se involucra activamente en una situation en la que 
otra persona necesita ayuda". 3 Luego siguen algunos ejemplos para precisar 

Petruska Clarkson, The Bystander: An End to Innocence in Human Relationships?, Whurr, 
1996, pp. 6-7, xviii, xvii. 



252 



POLfTICAS DE VIDA 



aun mas el significado del termino: "Es espectador quien presencia sin en- 
frentarla una broma racista, misogina u homofobica. Dejar que un amigo 
conduzca borracho es actuar como espectador. Tambien es ponerse en rol de 
espectador [...] no ocuparse o no pedir ayuda para ocuparse de un compane- 
ro de trabajo o colega que uno cree que esta afectado o incapacitado, por 
ejemplo, por el stress, el burnout o la adiccion y enfrentarlo con el problema". 
Clarkson es tambien poeta, y a diferencia de tantos otros psicologos, es capaz 
de inyectar pasion en sus definiciones, como ocurre en un poema, incluido 
en su mismo libro, llamado "Asesinato de la empatia": 



Hay un anciano junto a ti o una jovencita, un nino o un bebe, un perro o un 

amigo o un lugar 
que absorbe la violencia, el vicio, la vileza y hay alguien ahi parado 
mirando nada mas, pasivamente, pensando para si, hallando buenas razones 

para no participar, 

evitando sentir alguna vez esa empatia, esa empaua humana nuestra, la igual- 
dad del ser y del dolor. 



Hacer bromas ofensivas y humillantes es decision del bromista; que un ami- 
go conduzca tras haber bebido generalmente es decision suya; lo mas proba- 
ble es que el companero de trabajo se haya buscado el problema por falta de 
conducta o imprudencia. El "espectador" no era responsable de las opciones 
que vio elegir a los otros, y menos aun de la cadena de opciones pasadas que 
han ilevado hasta la condicion actual -en la que ya no hay una buena opcion, 
ni en terminos legal es, ni fisicos, ni espi ritual es— ; los espectadores "no son 
realmente responsables por los horrores que presencian. El espectador es ino- 
cente de ese pecado. Pero, insiste Clarkson, la inocencia no es excusa para que- 
darse de brazos cruzados y no mover un dedo (la culpa del espectador es ese 
otro pecado: el pecado de inaccion). Y aun asi, consciente de que esta es exac- 
tamente la forma en la que comunmente se argumenta inocencia, en las prac- 
ticas humanas tan to como en sus apendices teoricos —como excusa, justifica- 
cion, para probar la propia rectitud- Clarkson arriesga su atrevida acusacion 
solo desde su condicion de poeta... 

Permi'tasenos notar, sin embargo, que el grado de responsabilidad del es- 
pectador y, por consiguiente, su grado de inocencia no son una cuestion de fa- 
cil resolucion. En la mayona de los casos abre un interrogante muy polemico, 
llamado a suscitar infinitos debates. Hay mas de una manera de reconstruir los 



DE ESPECTADOR A ACTOR 



253 



lazos causales, y es cuestion de juicio y no de hecho determinar cuan pequena 
debe ser la contribucion de uno u otro factor para considerarlo insignificante 
o atribuirle una importancia capital. 

Existcn otras dudas, todavia mas elementales y aun mas resistentes a reci- 
bir pruebas concluyentes o soluciones definitivas. ^Acaso los autores -los 
"verdaderos culpables"- llevarian a cabo sus planes malignos si no pudieran 
contar con que quienes los rodean se mantendran indiferentes y no interfere 
ran? si no estuvieran seguros, o no tuvieran al menos buenas razones para 
suponer que los testigos no se convertiran en actores? <Y si no pudiesen tener 
la seguridad de que el disgusto y la indignation que generaran sus acciones 
no Uegaran a convert irse en fuertes protestas o en una activa resistencia? 

En sintesis, hay poderosas razones para argumentar que el espectador es 
culpable: al menos de omision. Abstenerse de actuar tiene consecuencias ape- 
nas mas leves que la propia actuation, mientras que la seguridad (o al menos 
una alta probabilidad) de que por lo general no habra resistencia por parte de 
los observadores probablemente tenga una mayor incidencia sobre la realiza- 
tion y las consecuencias de las malas acciones que la mera presencia de cier- 
to ntimero de villanos malintencionados. Por ultimo, pero en modo alguno 
menos importance: no hay veredicto legal de inocencia capaz de absolver, y 
menos aun de redimir, al acusado de su culpa moral 

Keith Tester trabaja a partir de la tipologia de la culpa de Karl Jaspers, en 
la que la culpabilidad moral {dz la que saben los culpables con conciencia mo- 
ral, en tan to "son dados a arrepentirse") se distingue de la culpabilidad meta- 
fisica* Esta ultima, segiin el pun to de vista de Jaspers, se extiende u mas alia 
de su tarea moralmente significativa'\ La culpa metafisica se suscita cada vez 
que la solidaridad humana es incapaz de alcanzar su limite absoluto, que de 
hecho es infinito. A diferencia de la culpabilidad moral, la culpa metafisica 
no requiere pruebas, ni siquiera una sospecha o un vinculo causal entre el ac- 
cionar (o la inaccion) del supuesto culpable y el caso presentado de sufri- 
miento humano. Soy culpable, en un sentido metafisico, haya contribuido o 
no, deliberadamente o no, con el dolor sufrido por otro ser humano. 

Posiblemente, Emmanuel Levinas habria incorporado la "culpabilidad 
metafisica" de Jaspers en la categona de culpabilidad moral propiamente di- 
cha. Para Jaspers, la ausencia de nexo causal entre la conducta del culpable y 
el sufrimiento de la vfctima no tiene el poder de borrar la culpa, y eso por- 

4 Keith Tester, Moral Culture, oh. cit., pp. 5-6. 



254 



POLITICAS DE VIDA 



que el postulado del cardcter absoluto de la solidaridad humana es la piedra 
fundamental de toda moral y es inseparable de cualquier posicion moral. Pa- 
ra Levinas, lo que hace que la presencia o la ausencia de un nexo causal sea 
irrelevante es la incondicionalidad de la responsabilidad humana por el Otro 
que el mismo postula. 

Puede que Levinas y Jaspers recorten sus categories de manera diferente, 
pero las diferencias entre sus posiciones son solo terminologicas. En ambos 
casos, se buscan terminos que expresen la distincion fundamental entre el rei- 
no habitado por los sujetos legales y el uni verso del set moral El vinculo cau- 
sal , la principal differentia specifica de la categorizacion de Jaspers, carece de 
valor en la de Levinas, y se le asigna una importancia secundaria. 

Es posible que la capacidad de destronar a la causalidad y atribuirle a la 
solidaridad y a la responsabilidad humanas el poder de cancelar toda argu- 
mentacion ontoiogica ha sido a lo largo de la historia el rasgo constitutivo del 
ser moral: de hecho, su requisito trascendental. En la era de la global izacion, 
sin embargo, la antigua disputa entre etica y ontologj'a pierde gran parte de 
su intensidad al quedarse sin contenido. En nuestro mundo de interdepen- 
dencia universal, el ambito de las causas y los efectos del accionar humano se 
superpone con el espectro total de la humanidad. Virtual men te, cualquier ac- 
cion humana, por mas local que sea, puede llegar a tener consecuencias para 
el resto de la humanidad. De la misma manera, ningun segmento de la hu- 
manidad puede pretender bastarse a si mismo y depender completa y unica- 
mente de las acciones de sus miembros. 

En un comentario sobre la memorable intervencion de Edward Lorenz, 
en 1979, que hoy en di'a se convertido en una de las frases mas caractensti- 
cas del siglo pasado QEl aleteo de una mariposa en Brasil provoca un tor- 
nado en Texas?"), Roberto Toscano propone que "actualmente, la intercone- 
xion global exige, en las relaciones internacionales, parametros eticos que 
van mas alia de una concepcion estricta, legalista, de la responsabilidad. La 
mariposa no sabe cuales pueden ser las consecuencias de su aleteo; pero tarn- 
poco puede descartar de piano esa consecuencia. Pasamos de la responsabili- 
dad a un concepto con el que guarda relacion pero que es mas restringido: 
el de precaucionV 

5 Roberto Toscano, "The ethics of modern diplomacy", cn: Jean-Marc Coicaud y Daniel 
Werner (comps.), Ethics and International Affairs: Extents and Limits, United Nations Uni- 
versity Press, 2001, p. 73. 



DE E5PECTADOR A ACTOR 



255 



A la vez que retiene su eterna funcion de engendrar y nutrir al ser moral, "la 
responsabilidad por el Otro" -una responsabilidad genuinamente incondicional 
que ahora tambien com porta tareas de prevision y precaucion— es en nuestra 
epoca la "dura realidad" de la condicion humana. Cargamos con la responsa- 
bilidad por los demas tanto si la reconocemos y asumimos como si no, y no 
hay nada o casi nada que podamos hacer para sacudirnos ese peso de encima- 
Puede que el 5% de la poblacion mundial emita el 40% de los contaminantes 
del planeta y emp lee/gas te la mi tad o mas de los recursos del planeta, y que no 
vacile en hacer uso del chantaje militar y financiero para defender con unasy 
dientes su derecho a seguir haciendolo. Puede que, en el futuro inmediato, 
usen la superioridad de sus fuerzas para hacer que las victimas paguen el costo 
de su propia victimizacion Qacaso los nazis no obligaban a los judios a pagar 
las tarifas ferroviarias camino de Auschwitz?). Y sin embargo, la responsabili- 
dad es suya, no en un sentido abstracto, metafisico o etico, sino de acuerdo 
con el sign ifi cad o comiin, causal (ontologico, si se prefiere) de la palabra. 

Nuestra responsabilidad se extiende ahora a la "humanidad" como un to- 
do. La cuestion de la coexistencia (de la "supervivencia mutuamente asegura- 
da") se ha dilatado mucho mas alia del problema de la buena relation con los 
vecinos y la cohabitation pacifica con la gente que vive del otro lado de la 
frontera del estado, al que se habia circunscrito por la mayor parte de la his- 
toric humana. Ahora involucra a toda la poblacion humana de la Tierra, tan- 
to los que viven actualmente como los que toda via no nacieron. Aunque qui 
zas no se la reconozca y se la asuma, al menos la responsabilidad factica ha 
alcanzado ya el h'mite de la humanidad; pero lo mis probable es que no se con- 
tents con detenerse ahi por demasiado tiempo. Puede que la completa y sen- 
tida aceptacion de la humanidad de los "salvajes", "abongenes", "itinerantes" 
y subhumanos y semihumanos varios siga siendo un "proyecto inconcluso", 
pero la lista de seres que esperan que se les conceda el estatuto "humano" (es 
decir, que se los haga objeto de intereses eticos y responsabilidades morales) 
crece tan rapidamente, o quizas mas, que la de los que ya lo han conseguido. 
La creciente popularidad de la "declaracion de los derechos de los animates en 
tanto seres viviente" -asi como los estudios, tan leidos en la actu alidad, de 
Frans de Waal, Francis Kaplan o Jared Diamond- 1 senala un cambio radical 
en la percepcion de los lfmites ultimos de la responsabilidad humana. 

6 Vease la investigacion de Pierre Vandegiste, "Le proper de Thorn me et la culture chimpan- 
zee", Le Monde des Debats y junio de 2001 , pp. 22-23. 



256 



POLITICAS DE VIDA 



Digresion: ^que se puede aprender de la historia 
de los "derechos de los animales"? 

Jean-Jacques Rousseau argumento hace mas de dos siglos que los animales te- 
m'an derecho a recibir el mismo tratamiento moral que los humanos dado 
que compartian con estos la capacidad de sentir dolor y de sufrir. Immanuel 
Kant nego que los animales tuvieran derecho a recibir un tratamiento huma- 
no, basandose en su falta de discernimiento. No obstante esto, les endilgo a 
los seres humanos una obligacion moral, con el argumento de que poseian 
precisamente eso que a los animales les faltaba: la capacidad de razonan Los 
animales son utiles para los seres humanos, y para serlo necesitan que se los 
cuide y se los atienda, y sobre todas las cosas, que se los proteja. Por lo tan- 
to, tener en cuenta las necesidades de los animales es un deber de los seres hu- 
manos para consigo mismos. 

Despues de mas de dos siglos de reclusion en los margenes de la 'opinion 
civilizada", los mensajes de Rousseau y de Kant, en vi ados tan to tiempo atras 
sin que Uegaran a destino, han emergido ahora del agujero negro del olvido 
para aterrizar directamente en el centro de la agenda politica. En el camino, 
se han mezclado y solidificado para dar forma a la idea de reciprocidad entre 
los detechos de los animales y los intereses humanos. Como podna esperarse 
de ideas que se esfuerzan por influir sobre actitudes muy cambiantes, ahora 
se tiende a prestar mas atencion a los atributos que los seres humanos y los 
animales tienen en comun, y a concederles mas importancia que a las dife- 
rencias entre ellos. Una por una, las fronteras entre los seres humanos y el res- 
to de las criaturas vivientes, que habfan sido laboriosamente fortificadas en el 
pasado y que se querian impenetrates, estan siendo borradas. La afirmacion 
de Kant dificilmente pueda resistir la presion. La cultura y la moral ya no son 
vistas como una propiedad exclusiva del homo sapiens y como la marca dis- 
tintiva de la humanidad. Esto no se debe tanto a un descubrimiento cienufi- 
co sino mas bien a un "cambio de actitud": una subita disposicion para ver 
lo que antes se habia pasado por alto, v para minimizar la importancia de lo 
que en el pasado se habia considerado central. Pero ,;que es lo que produjo 
este cambio de actitud? 

Uno podna arriesgarse a adivinar (a suponer de manera razonable, en rea- 
lidad) que insistir en la singularidad del homo sapiens perdio su razon de ser 
una vez que se desvanecio la necesidad de diferenciar los "grados de humani- 
dad" (y por ende, tambien de "bestialidad ") de los miembros superiores e in- 



DE ESPECTADOR A ACTOR 



257 



feriores ("civilizados" y "retrasados") de la raza humana, perdiendo su urgencia 
practica y su utilidad politica. Cuanto menos controvertida, cuanto menos se 
discuta la membresia comun de la humanidad, menos sacrosanta y menos cus- 
todiada sera la linea que separa a los humanos de los no-humanos. 

La acuciante necesidad de negar o devaluar la humanidad de algunos 
miembros de la especie humana fue, podria decirse, la principal razon para 
buscar, encontrar o inventar pruebas y sintomas de la singularidad humana. 
Uno podria objetar que otro factor que animo la busqueda, y quizas con mas 
fuerzas, fue el deseo de levantar todas las barreras ericas y las inhibiciones mo- 
rales que limitaban el objetivo moderno de ejercer el "dominio sob re la natu- 
raleza", y de forzar a la naturaleza, una vez conquistada, a plegarse unicamen- 
te a aquellas pautas que se consideraran beneficiosas para la humanidad. Sin 
embargo, tambien podria objetarse esta objecion: la idea de "dominio sobre 
la naturaleza', despues de todo, habia sido engendrada junto con la practica 
del dominio sobre los seres humanos, y desde el principio estaba destinada a 
perder tanto su urgencia como su credibilidad una vez que esa practica fuera 
cuestionada y cayera en desgracia. La practica daba lugar a la idea y suminis- 
traba la red conceptual en la que esta podia articularse. El dominio sobre los 
hombres se proyectaba, se llevaba a cabo y se contaba en terminos de inva- 
sion, conquista, colonizacion y de la alternativa asimilacion/expulsion, y es- 
tos terminos eran lo que le daba sentido al proyecto de dominio sobre la na- 
turaleza. Una vez que estos terminos fueron desacreditados y declaradas 
criminales las practicas a las que se asociaban, el suelo sobre el que descansa- 
ba ese proyecto se derrumbo. Y asi fue que, repentinamente, la sagrada fron- 
tera entre la cultura (humana) y la naturaleza (inhumana) perdio la impor- 
tancia que se le habia asignado y que habia ostentado por tantos siglos. Uno 
tras otro, los guardias fronterizos abandon aron sus puestos y los controles co- 
menzaron a ser abandonados paulatinamente. 



Acerca de la dificultad de convertirse 
en una persona que actua 

Y asi es que ahora somos todos espectadores: sabemos que hay cosas que es 
necesario hacer, pero tambien que hemos hecho menos de lo necesario y no 
necesariamente lo.que era mas necesario hacer; y que no estamos especial- 
mente ansiosos por hacer mas o mejor, y menos interesados aun en abstener- 



258 



POLIT1CAS DE VIDA 



nos de hacer lo que no habria que hacer en absoluto. Para hacer la situacion 
del espectador todavia mas angustiosa, la brecha entre lo hecho y lo que hay 
que hacer parece ensancharse en vez de decrecer. Cada vez hay en el mundo 
mas asuntos turbios que piden venganza o remedio a los gritos, pero nues- 
tra capacidad de actuar, y particularmente la aptitud para actuar con efica- 
cia, parece ir marcha atras, empequeiiecida aiin mas por lo colosal de la ta- 
rea. La cantidad de acontecimienros y situaciones que llegan a nuestro 
conocimiento y que nos ponen en la reprensible posicion de espectadores 
crece dfa a dia. 

Keirh Tester pone en unas pocas palabras lo que rapidamente se esta con- 
virtiendo en el problema crucial, el mas desconcertante, en nuestro mundo 
en proceso de globalizacion: "El mundo es, entre otras cosas, un productor 
de horrores y atrocidades, y al parecer no existen recursos que puedan ser la 
base para generar una respuesta moral a muchas de esas instancias de sufri- 
miento". 7 En otras palabras, Tester se pregunta por que hay tantos espectado- 
res en este mundo en que vivimos; como puede ser que el mundo se haya 
convertido en una enorme y muy eficiente fabrica de espectadores. 

La primera respuesta que viene a la mente cuando uno se plantea la pre- 
gunta que hace Tester es, obviamente, la distancia entre el observador y el su- 
frimiento observado. No es que u un zwcv^rvo junto a ti, una jovencita, un ni- 
no o un bebe", que quedaron sin respuesta moral, como en el poema de 
Clarkson, hayan hecho que Tester, y nosotros con el, nos detuvieramos a pen- 
sar en el complicado proceso de produccion en serie de espectadores. Mas 
bien se trata de toda esa gente que sufre, los hombres y las mujeres de todas 
las edades, pobres y desgraciados, que viven (o mueren) lejos de nuestros ho- 
gares y de las calles que alguna vez quiza vayamos a transitar. La distancia que 
nos separa de ellos es enorme, insuperable para nuestra capacidad de despla- 
zamiento, o para las herramientas que sabemos manejar. Nuestra experiencia 
de su sufrimiento esta mediada por camaras de television, satelites, cables, 
pantallas. Una experiencia mediada permite solamente una respuesta igual- 
mente mediada: sacar la billetera y pagarle a alguna agencia para que nos ali- 
vie temporalmente, hasta que las proximas imagenes del horror brillen en la 
pantalla y nos remuerdan la conciencia. 

Imagenes hay por montones. Se cuelan en nuestras salas de estar con 
asombrosa regularidad. Tambien caen en el olvido unos pocos dfas u horas 

7 Tester, Moral Culture, ob. cit., p. 17. 



DE ESPECTADOR A ACTOR 



259 



mas tarde, como para hacerle sitio a otras imageries, no menos perturbado- 
ras, o quiza mas, y no menos relampagueantes. 

Observar terribles imagenes de hambre, miseria y muerte a escaia masiva 
se ha convertido hoy en dia, dice Tester, en una nueva "tradicion" de nuestra 
era mediocratica. Como todo lo que forma parte de la tradicion, han perdi- 
do su capacidad revulsiva, en tanto se han vuelto "aproblematicas por su in- 
corporacion en las practicas de la vida cotidiana". 8 Este es, como senala Tes- 
ter, otro caso (esperable) de la "actitud displicente" de Georg Simmel: "Como 
la ciudad, la television ofrece tantas cosas que, de hecho, nuestra capacidad 
de discriminacion empieza perder eficacia". Henning Bech, un agudi'simo 
analista de la experiencia contemporanea de la vida urbana, acuno el concep- 
to de la "teleciudad" para sen alar el estrecho vinculo entre las reacciones in- 
diferentes, o la falta de reaccion, del flaneur (siempre en medio de la multitud 
urbana, pero nunca parte de ella) y la experiencia del adicto a la TV. Los ha- 
bitantes de la teleciudad encuentran cansadora (aburrida) cualquier cosa que 
dure mas que un ins t ante y que pretenda sobrevivir al entusiasmo que ha sus- 
citado su novedad. ^Por que habrian de quedar eximidas de esa regla unas 
cuantas imagenes de la miseria? 

Las respuestas mas evidentes, sin embargo, no son necesariamente las me- 
jores. Hay al menos dos factores mas que habria que examinar mas de cerca 
al considerar el enigma (y la abomination) de las efimeras respuestas, tibias 
por lo general, a los horrores de los lejanos padecimientos televisados. 

Ryszard Kapuscinski, un incansable explorador de las paradojas, antino- 
mias e incoherencias de nuestro comun hogar global, advirtio y registro uno 
de estos factores: la brecha que hay entre very saber? Segiin lo que se le pre- 
sents a la vista, la absorcion de imagenes puede coartar mas que estimular y 
facilitar la asimilacion del conocimiento. Tambien puede bloquear la posibili- 
dad de comprender lo que se ha visto y retenido, y aiin mas, la de adentrarse 
en sus causas. 

En la mayoria de los casos, el sufrimiento "como se ve en TV" se expresa 
por medio de las imagenes de los escualidos cuerpos de los hambrientos y de 
los rostros transidos de dolor de los enfermos. El hambre pide a gritos el su- 
ministro de comida; la enfermedad exige medicamentos y atencion medica. 

8 Ibid., pp. 30, 32. 

9 Ryszard Kapuscinski, "I.es medias refletent-ils la realitc du monde?", en: Le Monde Diplo- 
matique, agosto de 1999, pp. 8-9. 



260 



POLITICAS DE VI DA 



Ambas cosas llegan rapidamente: camiones cargados del exceso de alimentos 
que, para mantener altos los precios y las ganancias de los accionistas, se api- 
lan en los depositos de los paises pudientes; y los obstinados, nobles y devo- 
tos voluntarios de Medicos sin Fronteras que traen medicamentos sobrantes 
que, por las mismas razones, Uenan los depositos de las multinacionales far- 
maceuticas. No se muestra ni se dice nada de las causas del hambre y de la 
enfermedad cronica. Nada se dice de la constante destruccion de modos de 
vida por el comercio sans front Teres, del quiebre de las redes de seguridad so- 
ciales bajo la p res ion de las finanzas sans frontieres, o de la ruin a de sue los y 
comunidades enreras causada por los monocultivos promocionados por los 
vendedores de semillas transgenicas en estrecha cooperacion con los misio- 
neros de la racionalidad economica del Banco Mundial o el Fondo Moneta- 
rio Internacional. Mas bien, se sugiere de manera convincente y energica 
que lo que se ha visto por TV es una calamidad que se cierne sobre tribus le- 
janas, exoticas y "muy distintas de nosotros", que por su propias faltas han 
caido en la indignidad. Y que, gracias a Dios (o a nuestra prudencia), algu- 
na gente afortunada y de espfritu noble como nosotros, afortunada por ser 
tan sensible e industriosa, esta dispuesta a salvar a los desgraciados de las te- 
rribles consecuencias de su mala fortuna y su conducta irreflexiva, motivada 
por la ignorancia o la desidia. Cuando ilega el dia de Band Aid o de Comic 
Relief, las celebridades que intentan atraer nuestra atencion, rodeadas de los 
experimentados animadores que estan ahi para mantenernos atentos y de las 
computadoras destinadas a que nos sin tamos orgullosos de estar prestando 
atencion al programa, sostienen el espectaculo de nuestra generosidad y se 
emocionan hasta las lagrimas por nosotros mientras nos mantienen informa- 
dos del vertiginoso progreso de nuestra caridad. Como por arte de magia, 
nos vemos transportados de entre las sombras del escondrijo en el que nos 
refugiabamos como complices de los malhechores a la algarabfa del desfile 
de los magnanimos y desinteresados chevaliers sans reproche. Nuestra respon- 
sabilidad comiin por las desgracias humanas que se nos invita a reparar no 
se insimia en ningun momento, y no echa a perder el festival de nuestra mu- 
tua absolucion. Se remuerde la conciencia y se la aplaca, simultaneamente, 
en un solo gesto caritativo.* 

Kapuscinski descubre la brecha que hay entre ver y saber. Sin embargo, se 
abre una brecha aun mayor entre saber y actuar. Si cobraramos conciencia, 
contra toda posibtlidad, de la miseria humana que se nos presenta, ^que po- 
dnamos hacer (si es que hay algo) para erradicarla, sin pensar ya en evitar que 



DE ESPECTADOR A ACTOR 



261 



arraigue? Luc Boltanski plantea la pregunta mas pertinente que uno podria y 
deberia plantearse: "<;Que forma puede adoptar el compromiso cuando aque- 
Uos que son llamados a actuar estan a miles de kilometros de distancia de 
quienes sufren, instalados comodamente frente a sus televisores ubicados en 
el refugio de la sala de estar familiar?", 10 

Tester recuerda la preocupacion que le causaba a Alfred Weber el adveni- 
miento de una red global de radiodifusion: 11 "El mundo se ha vuelto un lu- 
gar mucho mas pequeno; es casi imposible sostener honestamente que uno 
ignora lo que esta pasando", en cualquier parte, no importa en que rincon re- 
moto se encuentre uno. Pero las cosas han ido mucho mas alia desde que We- 
ber manifestara su preocupacion. 

No es solo que el volumen del conocimiento disponible (o invasor) haya 
crecido superando todas las expectativas: la calidad de la informacion cam- 
bio, tambien, radicalmente. Lo que sabemos y de lo que nos enteramos no es 
solamente una version de hechos que no hemos podido ver, un trascendido 
que podemos o no creer, la historia de un tercero de la que bien podnamos 
dudar y con un mi'nimo esfuerzo expulsar de la conciencia. Una vez que las 
imageries sustituyen a las palabras (imagenes fotograficas o videograficas, esos 
fragmentos congelados que conservamos de la "realidad", sus replicas cada 
vez mas fieles, cop i as ya no analogas sino "digi tales", es decir: libres de d is tor- 
sion), la naturaleza procesada, mediada, de la informacion queda oculta y ya 
no se la puede usar como argumento contra la veracidad del mensaje y para 
someterlo a prueba. Virtualmente o no, ahora somos testigosde lo que suce- 
de en esos lugares lejanos. No solo escuchamos acerca del dolor que sufre la 
gente, tambien "lo vemos con nuestros propios ojos". Como los celebres experi- 
ments de Stanley Milgram lo han demostrado, los ojos son incomparable- 
mente mas sensibles a la moral que los oidos. Incluso si estamos "comoda- 
mente instalados en el refugio de nuestras salas de estar", vemos, desde muy 
cerca, morir gente de hambre, y por la crueldad de otras personas. Nuestro 
ser moral se ve acosado y perturbado a diario, presionado a responder. 

Sin embargo, el inconveniente es que, mientras que la circulation del sa- 
ber acerca de nuestras propias dificultades y las de los demas es cada vez mas 
eficaz, no se puede decir lo mismo de nuestra capacidad para actuar por im- 

u> Luc Boltanski, La Souffrance a distance. Se cita aqui la traduction de Graham Burt hell, Dis- 
tant Suffering: Morality, Media and Politics, Cambridge University Press, 1 999, p. xv. 
11 Tester, Moral Culture, ob. cit., p. 22. 



262 



POLlTICAS DE V1DA 



pulsos eticos. La red de nuestra mutua dependencia se hace mas estrecha con 
cada avance de la globalization, pero la brecha entre el alcance de las conse- 
cuencias "imprevistas" (o ignoradas, o no tomadas en cuenta) de nuestras ac- 
ciones y el alcance de lo que podemos hacer conscience y deliberadamente pa- 
ra mitigar esas consecuencias no deja de crecer. Los resultados de nuestra 
action o inaction se extienden mucho mas alia de los h'mites de nuestra ima- 
gination moral y de nuestra disposition para asumir la responsabilidad por las 
alegrias y pesares de la gente cuya vida se vio directa o indirectamente afecta- 
da. Esta es la razon por la que, paradojicamente, nuestra capacidad comparti- 
da para causar dano parece infinitamente mas grande que nuestra capacidad 
compartida para hacer el bien. Es como si las herramientas y las tecnologias 
para causar (de manera colectiva, aunque sin intention) desgracias tomaran la 
delantera, dejando muy atras a las herramientas y tecnologias para hacer posL 
ble (colectiva y deliberadamente) la felicidad. Las herramientas de la felicidad, 
a diferencia de los vehfculos de la desgracia, parecen todas demasiado peque- 
nas, solo aptas para el uso individual, solamente adecuadas para la vida priva- 
da y el accionar individual. Lo que podemos hacer para aliviar las penurias de 
quienes se ven afectados parece mucho menos poderoso que lo que hacemos, 
intentional mente o por omision, para contribuir con su desgracia. 

Esto no quiere decir que la globalization promueva la insensibilidad y la 
indiferencia moral. No hay motivos para suponer que nos hayamos vuelto, o 
nos estemos volviendo, menos sensibles al sufrimiento humano que nuestros 
antepasados. Mas bien, parece ser al reves. Cada vez somos menos tolerantes 
con el dolor, y por consiguiente, cada vez toleramos menos ver como sufren 
otros, humanos o animates (si es tamos seguros de que el dolor es "de ver- 
dad"). Muchas miserias humanas que alguna vez habian sido aceptadas con 
resignation por ser inevitables u habituales, como una compania inseparable 
de la vida humana, hoy en dia han pasado a ser consideradas gratuitas e in- 
necesarias, injustificadas o direct amente ofensivas, y sobre todas las cosas, 
dignas de remedio, venganza o -de faltar esto— compensation (pecuniaria). 

Sin embargo, el problema es que, a diferencia del pasado, la magnitud de 
nuestra conciencia del destino de los otros y el alcance de nuestra capacidad 
de afectar ese destino (ya sea para danarlo o repararlo) no se superponen. Nues- 
tros antepasados eran testigos di rectos de la mayor parte de las consecuencias 
de sus actos porque estas consecuencias nunca, o casi nunca, iban mas alia del 
alcance de sus ojos (y de sus pis tolas). Con la nueva red global de dependen- 
cias, y habiendo tecnologia lo suficientemente poderosa como para permitir 



DE ESPECTADOR A ACTOR 



263 



que las acciones tengan consecuencias igualmente globales> esa situacion mo- 
ralmente reconfortante se desvanece. El saber y la accion ya no se superponen, 
y el ambito en el que se encuentran se encoge cada vez mas en comparacion 
con el rapido crecimiento del area en la que disienten. Aparecen dislocados 
mas de lo que confluyen. Esta nueva situacion podria representarse esquema- 
ticamente con dos circulos cuyas superficies coinciden solo marginalmente: 




Solo una parte relativamente pequena de los resultados y repercusiones de 
nuestros actos esta sujeta a regulacion etica o guiada por sentimientos mora- 
les; pocos actos toman en consideration los posibles efectos que tendran mas 
alia de los destinatarios o los participantes presentes. Por otra parte, son rela- 
tivamente pocos los mensajes acerca del sufrimiento de los otros que llegan a 
nosotros incluyendo information clara acerca de que podemos hacer para 
ayudar, y particularmente, para ayudar de manera decisiva. Gran parte del co~ 
nocimiento con carga moral que se nos ofrece desalienta la accion compro- 
metida porque resulta muy diffcil saber que es lo que se puede hacer (si es que 
se puede hacer algo) para cambiar las cosas de verdad. Muchos de nuestros 
actos, quizas la mayor parte, tienen incidencia sobre la situacion de los otros, 
incluso de otros que nos son desconocidos y estan lejos, pero solo unos po- 
cos vienen acorn panados desde el principio por una reflexion etica. 

No resulta extrano que sea facil rechazar el compromiso sin demasiado 
sufrimiento moral, y que sea facil encontrar argumentos para legitimar la 
negation de la culpa. Una vez que se nos ha recomendado buscar (como lo 
resumio Ulrich Beck de manera memorable) soluciones biogrdficas a con- 
tradicciones sistemicas, que se nos ha sugerido confiar solamente en nues- 



264 



POLTTICAS DE VIDA 



tros propios recursos individuates, y que se nos ha dicho a diario -y lo ve- 
mos con nuestros propios ojos— que todo el mundo sigue esa recomendacion 
o intenta seguirla, nos acostumbramos a la idea de que nuescro itinerario 
personal es la unica preocupacion razonable y el unico fundamento para la 
accion efectiva. Rara vez se nos ocurre que podria haber algiin provecho (y 
alguna esperanza) en intentar reformar las condiciones mas amplias bajo las 
cuales se forjan nuestras biografias (y las biografias de todo el resro de nues- 
tros congeneres humanos) y se buscan desesperadamente soluciones biogra- 
ficas. Si se nos sugiriera que intentaramos esa reforma, no le prestarfamos 
credito al consejo y desconfiarfamos de quienes nos aconsejaron. Rechazar 
el compromiso, basandose en la supuesta infructuosidad de la accion colec- 
tiva, y en ultimo termino en su impotencia, parece ser una medida racional, 
la conclusion legitima para una evaluacion sobria y "racional" de las perspec- 
tivas y las posibilidades. 

Y sin embargo... por mas racional que parezca rechazar el compromiso, su 
elegancia logica no siempre podra acallar los remordimientos. La conciencia 
se caracteriza por hacer caso omiso de las razones de la Razon, y por tener ra- 
zones que la Razon no conoce. No siempre podemos des en ten demos de las 
imagenes del horror. Una y otra vez queremos ayudar a las victimas, a pesar 
de que rara vez vamos mas alia de llamar al numero telefonico para colabo- 
rar con la tarjeta de credito, o enviar un cheque a la institucion caritativa que 
aparcce en pantalla. A veces, sumamos nuestras voces a la condena colectiva 
de los autores de las atrocidades (cuando se los nombra) y a la alabanza pii- 
blica de quienes ayudaron a las victimas (si los periodistas los senalan y los sa~ 
can de su buscado anonimato). Casi nunca el compromiso va lo suficiente- 
mente lejos como para atacar las mis mas raices del mal. Si acaso quisieramos 
asumir ese compromiso, no sabriamos donde empezar ni que hacer. 

El compromiso no es inconce bible; tampoco lo es el compromiso a largo 
plazo, ni un compromiso a largo plazo fructifero, eficaz, para cambiar el mun- 
do. Pero hay fuerzas muy poderosas que conspiran para impedir el acceso. La 
falta de una adecuada vision del interior del hermetico capullo de la interde- 
pendencia, en el que se han gestado los terror es conocidos, y en el que los te- 
mores larvarios y aiin desconocidos se estan incubando, es una dificultad diff- 
cil de salvar o qui tar del camino. La cadena de conexiones causal es se ramifica 
demasiado, es demasiado intrincada como para que pueda seguirla genre que 
sufre apremios y que carece de entrenamiento; y, ademas, la mayor parte de 
sus eslabones tienden a estar sellados en compartimientos secretos cuya en- 



DE ESPECTADOR A ACTOR 



265 



trada esta prohibida, y a los que no se puede acceder sin los examenes de se- 
guridad y las credenciales necesarias. Los fragmentos visibles de la cadena ra- 
ra vez forman un sistema coherente con puntos de ingreso claramente sena- 
lizados y botones de "instalacion" y "desinstalacion". 

Como es sabido, los obstaculos para el compromiso efectivo a largo plazo 
son muy numerosos, y muchos de ellos son imposibles de sorrear. Podrfa ar- 
gumentarse, sin embargo, que la barrera mas dificil de franquear es la desigual- 
dad del proceso de globalizacion. El progresivo engranaje de las dependencias 
globales no encuentra parangon, y menos aiin control o equilibrio, en instru- 
mentos de accion poh'tica igualmente globales y poderosos. Las protestas "an- 
tiglobalizacion" difusas y esporadicas, por mas valientes y dedicadas que sean, 
no son rival para el poder concentrado de las multinacionales, cuidado y pro- 
tegido a sol y a sombra por los gobiernos en busca de un premio a su hospita- 
lidad y por las fuerzas armadas hasta los dientes que comandan. Para remover 
esa barrera, no bastaria con tener una vision mejor. Pero al menos eso sena (pa- 
ra usar la memorable frase de Churchill) "el final del principio". 

Persiguiendo la "oportunidad polttica" 
en el mundo gbbalizado 

Hacia fines del siglo XX, el poder normativo de los Estados-nacion, y parti- 
cularmente su capacidad practica para la regulacion normativa soberana, ha- 
bia sido socavado casi por completo. Las empresas (y particularmente las 
grandes empresas, las empresas que verdaderamente importan cuando se tra- 
ta de equilibrar las cuentas del Estado y asegurar la vida de sus sujetos) ha- 
bian apostado, y con exito, a independizarse del ambito de la soberanfa esta- 
cal. Los cimientos economicos de la supervivencia y el bienestar humanos son 
hoy en di'a poh'ticamente * extraterritoriales", como solian ser hace dos siglos, 
en el umbral de la modernidad, cuando las empresas comerciales lograron es- 
capar de la estrecha supervision etica de la comunidad local hacia una "tierra 
de nadie" que el Estado-nacion moderno todavfa no habfa ocupado ni admi- 
nistrado, hacia un verdadero territorio fronterizo en el que el "nexo de dine- 
ro" era el unico lazo social y la competencia feroz la unica ley del pais. 

En nuestra epoca, ha surgido nuevamente un espacio eticamente vacio, y 
en su interior los poderes economicos son libres de seguir sus propias reglas, 
o para el caso, de ignorar por completo toda regulacion. Este nuevo vacio sur- 



266 



POLITICAS DE VIDA 



gio como resultado de la emancipacion de los poderes economicos de los po 
deres legislativo y de vigilancia del mismisimo Estado-nacion que dos siglos 
atras habia logrado ponerle freno a las fuerzas economicas que se habian za- 
fado del control comunaL Esta vez, sin embargo, la secesion no se ha visto 
acompanada todavia por el surgimiento de poderes legislatives capaces de im- 
poner restricciones eticas a las fuerzas economicas que nuevamente corren 
desbocadas. Las fuerzas economicas son lib res de actuar a nivel global , pero 
la posibilidad de un sistema legal y jundico de aplicacion global, de una de- 
mocracia global o de un codigo etico global que pueda ser efectivamente apli- 
cado y obedecido existe solamente en germen, como una conjetura. 

La accion global bien informada y de base etica no cuenta con instrumen- 
tos globales adecuados. A falta de herramientas y vehiculos adecuados para la 
accion efectiva, parece que todos -cada uno de manera individual, y todos los 
individuos juntos- hemos quedado encasillados en el papel de espectadores, 
y que es tamos condenados a cargar con ese rol por un tiempo insopor table- 
mente largo. Los periodicos estallidos de protesta contra la expulsion de los 
sujetos del ambito de la toma de decisiones poKticas y la produccion compul- 
siva de espectadores (uno podria sospechar, el verdadero detonador de los 
happenings "antiglobalizacion * de estilo guerrillero) parecen ser la unica alter- 
nativa, terriblemente inadecuada, a la pasiva aceptacion del est ado de cosas 
imperante. Atraen la atencion, llaman a reflexionar sobre los riesgos que es- 
tan acechando; a veces logran torcer el brazo de los poderosos en algunas 
cuestiones en discusion. A fin de cuentas, sin embargo, con toda su vehemen- 
cia, su incidencia en la balanza de poderes es minima, por mas nobles que 
sean sus intenciones, y por mas valerosos que sean sus actores. Por otra par- 
te, un compromiso firme, a largo plazo, para la accion colectiva, que preten- 
da atacar las mismas rakes de la miseria humana, nacido en el seno de este 
nuevo vado etico global, tiene una apariencia nebulosa, Es la misma nebulo- 
sa que envuelve a los anuncios del tipo del "fin de la historia" de Fukuyama 
en la bruma de la credibilidad. 

Pero solo un compromiso como ese, un compromiso firme, a largo plazo, 
merece ser llamado "la oportunidad poh'tica por excelencia", como propone 
Luc Boltanski, 12 "un acto que transforme al espectador en actor". Ningun 
otro compromiso bastaria. Las otras reacciones, mas frecuentes, a la vision de 
la desgracia humana, como perseguir a los culpables particulates de fechonas 

u Boltanski, La Sou ffiance a distance, ob. cic, pp. 31, 192, 119, 182. 



DE ESPECTADOR A ACTOR 



267 



patticulares, o alabar a los benefac tores particulates de victimas particulates, 
proporcionan por lo menos un alivio temporario y local. Por lo general, ali- 
vian los sintomas mas dolorosos de la enfermedad, solo para minimizar la ur~ 
gencia de su curacion. Con demasiada asiduidad, sin embargo, les ofrecen la 
tan necesaria hoja de parra -y estos la reciben gustosos- a los poderes de tur- 
no, ansiosos por desviar la corriente de tepulsa moral de las genuinas fuentes 
de atrocidades eticas y pot ocultat el hecho vergonzoso de que no est an ha- 
ciendo nada para combatir esas attocidades. En el peor de los casos, advierte 
Boltanski, son capaces de causar mds desgracias, como es el caso de "los po- 
derosos que explotan victimas pasadas para tomar posesion del futuro igno- 
tando el sufrimiento del presente" en vez de "ocuparse de los desgraciados y 
desafiar directamente al mal, sin acudir inmediatamente a benefactores y per- 
seguidores imaginarios". Citando a Kouchner y Tricaud, dos personas que He- 
gaton a conocer mas ptofundamente que el comun de los mortales los pade- 
cimientos y las tribulaciones de enftentar cara a cara a los villanos y sus obras 
y socorret a sus victimas, Boltanski reclaim que cualquiera que se ofrezca co- 
mo voluntatio para romper el circulo vicioso de la condicion del espectador 
"debe mantenerse cerca de las minorias", pero u sin ilusionarse, dado que las 
mismas minorias pueden volverse opresivas". No es solo que la puerta de la 
celda del espectador de la impresion de estar atornillada, sino que el propio 
camino parece Ueno de trampas y emboscadas. 

Un compromiso capaz de apartarse de todos esos peligros, y de la magni- 
tud necesaria para que el esfuerzo sea fir me y cons tan te (particularmente si ese 
compromiso va a ser asumido por mucha gente, mas que por unos pocos in- 
dividuos, con excepcional amplitud de criterio, solidaridad y dedication, y 
con fuertes convicciones eticas), no tiene grandes posibilidades de suscitarse 
mientras la confianza en la efectividad del discurso publico y en su capacidad 
para dirigir y coordinar la action colectiva siga siendo tan tenue y frdgil como 
tiende a ser hoy dia en nuestra sociedad completamente individualizada. "Pa- 
ra poder afirmar seriamente que el discurso es efectivo, necesitamos el apoyo 
de la complicada construccion politica de la Polis." 13 Ypodrfamos agregar que 
es precisamente esa construccion lo que esta actualmente en peligro, en esta- 
do de abandono y necesitada de una puesta a punto ya muy postergada. Se ha 
desvanecido la confianza en la efectividad del discurso comprometido, y par- 
ticularmente del discutso orientado a la clase de instituciones politicas estable- 



13 Ibid., p. 18. 



268 



POLITICAS DE VIDA 



cidas de las que es posible y razonable esperar que subordinen sus acciones a 
motivaciones eticas y que actuen en pos de objetivos eticos. Es necesario con- 
struirla y consolidarla junto con las instituciones con motivaciones eticas que 
estan ausentes actualmente o que son demasiado debiles para la tarea. 

Basado en la Teoria de los sentimientos morales de Adam Smith y en la Cri- 
tica deljuicio de Immanuel Kant -dos tomas de posicion fundamentales, no- 
toriamente diferentes en su estilo de argumentacion, pero convergentes en su 
conclusion y en sus mensajes-, Boltanski propone que el sistema politico bus- 
cado no puede mas que adoptar la forma de la "comunidad estetica * de Kant, 
es decir, una comunidad de gustos compartidos, construida y sostenida por 
el compromiso mutuo e incondicional de sus miembros. El camino hacia una 
comunidad asi, segun Boltanski, debe pasar forzosamente por un discurso 
comprometido, que busque dialogar, orientado desde el principio y en los de- 
bates subsiguientes a obtener la aprobacion de aquellos a los que se dirige: a 
mostrar que el tema al que el discurso hace referencia es dignode aprobacion. 

Hay que reconocer que esta no es una base muy firme para fundar una co- 
munidad fuerte, que confie en su supervivencia, Por el contrario, la "comu- 
nidad estetica de la compasion" parece marcada por una fragilidad inherente 
que debe ser compensada por la continua y emotiva dedicacion de sus cons- 
tructors, guardianes y actores. 

Todo esto no es mas que un conjunto de "lineamientos basicos Son con- 
sejos mas que instrucciones, principios estrategicos generales mas que un plan 
de campana, algunas reflexiones acerca de las tecnicas y materiales de cons- 
truccion mas que un plan de obra. Sin embargo, eso es todo lo que podna es- 
perarse de un analista de la condicion humana de hoy en dia comprometido 
y responsable. Para citar una vez mas aTester, 14 lo que un sociologo respon- 
sable puede hacer para cumplir fielmente con su responsabilidad es "dar un 
diagnostico del presente sin hacer pronosticos", ni proponer 'un codigo eti- 
co o ideal explicito". Lo que el sociologo comprometido debe hacer es "suge- 
rir que la humanidad podria hacer mucho mas de su humanidad, pero luego 
tener la honestidad de rehusarse a decir que es lo que podria hacer". La tarea 
del discurso comprometido que aspira a centrarse en la construccion comu- 
nitaria debe ser conducir a la gente al territorio que el diagnostico ha marca- 
do, y guiar los pasos a seguir; proporcionar una respuesta practica al interro- 
gante abstracto. 

14 Tester, Moral Culture y ob. dr., p. 20. 



DE ESPECTADOR A ACTOR 



269 



Es cicrto> no hay garantias de que habra una respuesta, o de que cuando se 
la formule se la vaya a escuchar, ode que cuando se la escuche se la vaya a acep- 
tar. Pero no hay otra forma de saber mas que intentar ensayar una respuesta y 
someterla a consideracion de nuestros congeneres. Es deber del sociologo se- 
nalar claramente la "subdeterminacion * de todas las soluciones concebibles de 
problema comiin; presentar detalladamente las complejidades que suponeel 
mero planteo de la tarea y el intento por llevarla a cabo bajo condiciones de 
aguda incertidumbre. Y permi'tasenos hacer no tar que la vaguedad y ambigue- 
dad con la que se ha esbozado el arduo camino de ser espectador a ser actor 
moral no difiere mucho de la incompletud de otro concepto (habilmente 
cuestionado por Robert Fine refiriendose a Hannah Arendt), 1 ^ "no tanto una 
carencia como una prescripcion para emitir juicios y tomar decisiones con las 
herramientas que tenemos a mano". Puede que esta sea la suerte de todo dis- 
curso comprometido: no puede evitar entregarle rehenes al destino. O mas bien 
entregarle rehenes no tanto al destino como al didlogo, con la esperanza de que 
crezca el niimero de que los que se mantienen hoy en silencio, por falta de in- 
tents u ocupados haciendo otra cosa, eventualmente participen y sumen sus 
voces para enriquecer y fortalecer el dialogo. No hay mas remedio para el sin- 
drome del silencio y la indiferencia que el discurso comprometido. 

No puede prometerseles mas que un duro camino cuesta arriba a quienes 
abjuren de su condicion de espectadores, asi como a aquellos que querrian 
que los espectadores adquirieran los medios y la determination necesarios pa- 
ra elevarse a la condicion de actores morales. Am bos deben aun encontrar los 
medios, asi como el valor y la voluntad que se necesitan para aplicarlos. El 
objetivo que deben servir y si es posible alcanzar dificilmente podna expre- 
sarse mejor de lo que lo hizo Hannah Arendt cuando dirigio una mirada re- 
trospectiva a los males de un "siglo de espectadores". La tarea, advirtio, era 
"asumir la responsabilidad por todo crimen cometido por seres humanos> que 
a nadie se le asigne el monopolio sobre la culpa y que no se considere a na 
die superior, y que los buenos ciudadanos, sobrecogidos de terror ante los cri- 
menes alemanes, no digan 'jGracias a Dios> no soy asi!', sino que reconozcan 
temblando y temerosos, el mal incalculable del que la humanidad es capaz,y 
que lo combatan con audacia, a soi y a so m bra, en todas partes". 16 

^ Vea.sc Robert Fine* "Crimes against humanity: Hannah Arendt and the Nuremberg deba- 
tes', en: European Journal of Social Theory, 3, 2000, pp. 293-311. 
16 Hannah Arendt, Essays in Understanding, Harcourt Brace, 1994, p. 132. 



270 



POLfTICAS DE VI DA 



Reflexionando acerca de lo que habia dejado como herencia el siglo que lie- 
gaba a su fin, Goran Rosenberg sugirio que las divisiones temporales signifi- 
cativas no necesariamente concuerdan con las fechas redondas del calendario. 
El siglo XIX, propuso, marcado por una juvenil exuberancia y una confianza 
en si mismo ya hace tiempo perimidas, comenzo de hecho en 1 789 y termi- 
no en 1914. Podrfamos proponer que el siglo XX, marcado por el siniestro des- 
cubrimiento de que el mal no solo puede salir ileso del proceso civilizador, si- 
no tambien renovado y reforzado, comenzo en 1914. Resta por saber cuando 
habra de terminar. Y les corresponde a los espectadores que luchan por con- 
vertirse en actores dar respuesra a esa pregunta; ^rellos mismos la respuesra. 



Conclusion: una Utopia sin topos 



Juzgar la vida u como es" en funcion de la vida como deberia ser (es decir, una 
vida que se imagina diferente de la vida conocida, y particularmente una vida 
que seria mejor y preferible a aquella) es un rasgo definitive consritutivo de 
la humanidad. El ser-en-el-mundo de los hombres implica ser maValla-del- 
mundo. Lo "humano" del ser "humano" es lo que "sob resale", lo que va mas 
alia del resto del ser, a la vez que "el mundo" es ese resto que ha quedado atras 
"El mundo" implica limites, limites que existen, a pesar de estar en proceso 
de ser quebrados y trascendidos. 

Lo que impulsa a la vida humana y la mantiene encaminada es la necesi 
dad de trascender. La trascendencia -la transgresion- es la modalidad del ser 
en-eLmundo de los humanos. Impedir la transgresion y/o rehuirla senalar 
una patologia de ese ser. Se requiere un gran esfuerzo para producir esa pato- 
logia, y a lo largo de la historia, pocos, o ninguno, de los intentos que se han 
hecho en esa direccion, desde la vigilancia vecinal hasta los campos de con- 
centracion estatales, desde la vigilancia de los cuerpos hasta la vigilancia de 
las conciencias, han tenido demasiado exito. Ademas, si no fuera por la capa- 
cidad de imaginar una vida diferente de la vivida -con la consiguiente irreve- 
rencia para con los limites, junto con la necesidad de transgredir- la urgen- 
cia y la pasion por mantener en su lugar los limites, que una y otra vez 
pretenden desplazarse, por sellar las fronteras que gotean sin cesar y por pro- 
hibir la transgresion dificilmente habrian tenido lugar. 

La necesidad de trascender es el atributo mas frecuente, casi universal, y 
podna decirse el menos destructible, de la existencia humana. No podna de- 
cirse lo mismo, sin embargo, de su articulacion en "proyectos": es decir, en 
programas para el cambio coherentes e integrates, que incluyan un panorama 
de la vida que se espera que ese cambio traiga. Para que la cons tan te urgen- 
cia por trascender se articule en "proyectos", deben cumplirse condiciones es- 
peciales y mucho menos frecuentes; a la vez, la naturaleza de esas condicio- 
nes defmira la forma de las articulaciones posibles. La Utopia es una de esas 



271 



272 



LA SOCIEDAD SITIADA 



formas de articulacion. Las condiciones que definieron esa forma fueron las 
de la modern idad en su estadio inicial "solido'\ Esa forma en particular se ca- 
racterizaba y se diferenciaba de otras articulaciones de la necesidad de trans- 
gresion por dos atributos salientes: la territorial idad y la finalidad. 

La imagination sedentaria 

El primer atributo se define por su propio nombre, acunado por Tomas Mo- 
ro, pero adoptado sucesivamente por una larga serie de articulaciones que 
marcaron el itinerario historico de la modernidad. La "u top fa" se refiere al to- 
poSy a un lugar. Por mas que hubieran sido imagin arias, las image nes de una 
vida diferente, mejor en ultimo termino, que aparecian en las descripciones 
de las Utopias estaban siempre "definidas territorialmente": asociadas con un 
territorio claramente definido, y confinadas a ese territorio. 

Su diferencia fundamental con el mundo ordinario conocido hasta el mo- 
mento por los lectores a partir de su actividad diaria se desprendia de la enor- 
me distancia que las separaba de las tierras exploradas y cartografiadas, y se 
enfatizaban aiin mas al localizarse el sitio de la buena vida en una isla lejana 
o al final de un camino aiin por descubrir, a veces traicionero y otras directa- 
mente intransitable. Los padecimientos y tribulaciones que los viajeros soli- 
tarios debian sufrir antes de Hegar por propia mano o accidentalmente a la 
tierra de Utopia marcaban la falta de caminos obvios, y menos aun faciles, 
que llevaran del mundo de la vida cotidiana a la "buena vida" que encarnaba 
la nueva tietra recientemente descubierta. Y fueran las que fueren las satisfac- 
ciones que se pudieran disfrutar dentro de los confines territoriales de la Uto- 
pia, no podia exportarselas allende sus fronteras, no podia transplantarselas y 
menos aiin echanan raices en otro suelo con diferente clima, como, por po- 
ner un ejemplo, tuvieron la desgracia de descubrir los viajeros que se aventu- 
raron al Shangri La de James Hilton. 

El mundo de la "modernidad solida" era sedentario. Era un mundo de ob- 
jetos pesados, macizos, firmemente arraigados al suelo, inmovilizados. Era un 
mundo abierta y conscientemente territorial. Todas las identidades, asi como 
todas las diferencias, las contradicciones y los antagonismos, eran glebae ads- 
cripts Todas ostentaban, ya fuera como una medalla de honor o como una 
cicatriz infamante, un domicilio fijo y conocido, siendo como eran un inven- 
to de la incipiente idea moderna de administracion. Segun esa idea, "admi- 



CONCLUSION: UNA UTOPIA SIN TOPOS 



273 



nistrar algo" significaba retenerlo en su lugar "natural", o transportarlo a un 
lugar mas conveniente "al que perteneria" y mantenerlo alii. El poder y la so- 
berania se juzgaban y median con metaforas espaciales como "alcance" o "vo- 
lumen", y se definian por sus limites fisicos. 

En esa fase sedentaria y ' solida" de la modernidad habia una mtima co- 
rrespondencia entre el espacio y el poder. El poder era un concepto espacial, 
circunscrito a un ambito. Los poderes recibian un nombre acorde al territo- 
rio sobre el que se extendfa su autoridad, y viceversa: se dividfa el espacio y 
se circunscribian sus divisiones de acuerdo con los poderes que ejercian su do- 
minio sobre este. Los "Estados", que con el advenimiento de la modernidad 
sustituyeron a los reinos dinasticos en la funcion de depositarios de la auto- 
ridad suprema, eran entidades territoriales. El Estado ejercia su poder sobre 
su propio territorio, superiorem non recognoscens. 

El poder del Estado se juzgaba por la extension de su territorio, y se supo- 
ma que aumentaba (o disminuia) en funcion de las adquisiciones (o perdidas) 
territoriales. Como lo resume acertadamente Roberto Toscano, "el territorio 
implica recursos, poblacion y control estrategico. El territorio constituye el 
cuerpo mismo del Estado, de modo que toda perdida se vive como una mu- 
tilacion y toda ganancia como un crecimiento vital (o, mas a menudo, como 
la recuperacion de un miembro que habia sido amputado)." 1 Dada la mane- 
ra en que se considera y se vive la integridad del territorio controlado por el 
Estado, "la rotura insignificante de una una" tiende a representarse como "la 
dolorosa mu tilacion de un brazo". 

La extension del territorio se correspondia con el alcance de la soberanta. 
La "soberania" (de acuerdo con la sintesis de Carl Schmitt de la practica mo- 
derna, como recientemente volvio a examinarla Giorgio Agamben) 2 se redu- 
cfa en ultimo termino al poder para incluir o exceptuar. Soberano es aquel 
que decide sobre el estado de exception. Pero permitasenos hacer notar que es 
precisamente la territori alidad del poder lo que hace de la capacidad de ex- 
ceptuar de la autoridad soberana un arma tan temible; de hecho, el factor 
constitutivo de su "ma teri alidad". En tanto y en cuanto el poder se corres- 
ponda con el territorio sobre el que se ejerce su soberania, el acto de excep- 
cion no comporta la suspension de la ley, sino por el contrario, su misma in- 

1 Roberto Toscano, "The ethics of modern diplomacy", ob. cit., p. 50. 

2 Vease Giorgio Agamben, Homo sneer: it potere sovrano e la nuda vita, 1995. Se cita aqiri la 
traduccion de Daniel Heller- Roazcn, ob. cit., pp. 11 y ss. 



274 



LA SOC1EDAD SITIADA 



tervencion; no comport a indiferencia o neutralidad respecto de la ley, si no un 
compromiso mas activo y una "toma de posicion". La excepcion (despojar de 
deberes, pero tambien de derechos) no sitiia al exceptuado mas alia del largo 
brazo de la ley, si no que, por el contrario, lo expone: lo deja desnudo, desar- 
mado e indefenso ante el poder absoluto de la ley. Decretar el estado de ex- 
cepcion (por definicion acotado, en tanto distingue sus objetos y los separa 
del resto) es el arma mas terrible y poderosa que el soberano puede usar para 
castigar dentro de la ley. El derecho a decretar, distribuir y redistribuir excep- 
ciones es el verdadero objetivo de las luchas por el poder. 

El soberano es soberano en tanto controla el acceso a la Ley. Cualquier co- 
sa que ocurra dentro de las fronteras territoriales del Estado soberano cae ba- 
jo ese control. En un territorio en el que cada sujeto esta ubicado en el lugar 
que le corresponde, cualquier entidad a la que se exima de ubicacion y por lo 
tanto se le niegue un lugar propio queda privada de sus derechos: no goza de 
ninguno de los derechos que los otros sujetos tienen la obligacion (impuesta 
y vigilada por el Estado) de respetar. Entre los sujetos uniformados, cada uno 
con su propia categoria legal, la vida de los exceptuados es la vita nuda, una 
vida puramente corporal a la que se le niega toda significacion legal. Un te- 
rritorio soberano" es producto de su propio mapa: es la impresion que deja 
un molde de categorias legaJes densamente entretejidas en un espacio flsico 
lleno de cuerpos humanos. 

Mientras el poder soberano conserve la facultad de sancionar con la ex- 
cepcion, su ley es inexpugnable, una carcel cuya salida traeria consecuencias 
funestas, un precio que no vale la pena pagar por la libertad, y cuyo acceso es 
un privilegio que hay que ganarse, y que una' vez ganado, hay que cuidar. Los 
reclusos tienen toda la razon al ver esa carcel como un refugio (incomodo, sf, 
pero seguro). Es una carcel donde la mayoria de los aspirantes a internos pi- 
den a gritos que se les franquee el acceso, el sueno de redencion final de aque- 
llos a quienes les ha sido negada la admision. 

El interior de la carcel de la ley era el lugar en el que debfa desarrollarse la 
vida de los sujetos del soberano; la vida entera, de la cuna al ataud. Sin otra al- 
ternativa que una vida, como advirtiera Aris to teles, digna de un animal o de un 
dios, el soberano podia con tar con la obediencia de unos sujetos que no eran 
una cosa ni la otra. A los pocos lo suficientemente audaces como para endio- 
sarse a si mismos era facil borrarlos del mapa o acallarlos, declarandolos china- 
dos o censurandolos; a la vez que los sujetos y aspirantes a sujetos, temiendo los 
peligros de la vida animal, siempre preferirian una jaula a la espesura. 



CONCLUSION: UNA UTOPIA SIN TOPOS 



275 



Siendo la soberania territorial, la jungla mas temida era la que generaba la 
excepcion en el interior de la misma jaula: la jungla de un destino individual 
o categorial, conjurado por el poder de la ley de suspender su propia aplica- 
cion, y particularmente las responsabilida4es inherentes a esa aplicacion. Los 
apatridas, los indocumentados serian la encarnacion moderna del homo sacer, 
los "meros cuerpos" despojados a la fuerza de sus prerrogativas eticas y socia- 
les, adiafcrizados, eximidos tan to de la ley humana como de la divina, cuer- 
pos que pueden ser destruidos impunemente y cuya destruccion no tendria 
significacion ni humana ni divina. 

El soberano tiene el poder de exceptuar. Tambien tiene el poder de abste- 
nerse de exceptuar. Sobre todo, el soberano tiene el poder de definir las con- 
diciones que separan la aplicacion de la ley de su excepcion. Podria decirse 
que lo que se entendfa en ultimo termino por "orden", la meta suprema de 
toda empresa moderna, era en primer lugar trazar esa distincion de manera 
incuestionable, libre de toda ambiguedad, y luego blindarla contra toda po- 
sibilidad de disenso. El arma principal para la construccion y proteccion del 
orden durante la modernidad no era tan to el poder para legislar como la ca- 
pacidad de suspender o abolir. A menos que la acompafiara el poder para ex- 
cluir, la soberania territorial no se bastaba a si misma. No habria soberania te- 
rritorial si el soberano no pudiera decidir otorgar o denegar la entrada a la 
carcel/refugio de la ley. Y no habria nada que pudiera separar el orden del 
caos, el imperio de la ley de su total ausencia. 

La presencia del despota soberano se sobrentendia en todo lo relativo a la 
construccion y el mantenimiento del orden; la pregunta que se desprendfa 
naturalmente era como ilustrar (lease: domar y domesticar) al despota. Era 
central en la idea del "despota ilustrado" que las cosas fueran de tal manera 
que el soberano nunca, salvo en circunstancias verdaderamente excepciona- 
les, tuviera que apelar a su poder de excepcion. Mas precisamente, que las co- 
sas fueran de tal manera que la cantidad y frecuencia de "circunstancias ex- 
cepcionales" se vieran reducidas al minimo, quizas eliminadas por completo, 
de modo que hubiera pocas oportunidades o ninguna para actuar de manera 
"no ilustrada". 

Hacer posible ese estado de cosas, y hacerlo duradero, era un logro que el 
soberano y sus sujetos debian alcanzar en conjunto. O, mas bien, lo mas pro- 
bable era que una situacion de ese tipo se verificara en un entorno en el que 
los sujetos difi'cilmente podrian pro vocar/desatar la aplicacion por parte del 
soberano de su poder de excepcion, por lo que dificilmente el despota sobe- 



276 



LA SOCIEDAD SITTADA 



rano se vena llevado a aplicarla. La "ilustracion ' del despota debia expresarse 
en el empleo de los poderes por parte del soberano para alcanzar ese estado 
de cosas y hacerlo permanente. 

El soberano no podia renunciar a su poder de exclusion sin renunciar a su 
soberania. Pero era posible contener ese poder tan formidable de manera in- 
directa: bastaba con que los sujetos se abstuvieran de cometer las transgresio- 
nes penadas con la exclusion. Se piense lo que se piense del poder ilustrado, 
hay que concederle que comprometia al soberano y a los sujetos por igual. 
Toda idea de una convivencia humana bien temperada supom'a un compro- 
mise) mutuo permanente entre los gobernantes y los gobernados, y la capaci- 
dad de ambas partes para circunscribir y recortar el espectro de opciones del 
que la otra se pudiera ver tentada a escoger. 

Como todo el pensamiento de la epoca, el pensamiento utopico daba por 
supuesto el caracter territorial de todo orden, incluso del "buen orden" que 
intentaba modelar para la realidad social. Los modelos diferian en mucho as- 
pectos (aunque menos de lo que sus inventores suponian), pero todos se ba- 
saban en un topos, un territorio separado y aislado del resto del espacio, a la 
vez que integrado internamente gracias al poder soberano que imperaba den- 
tro de sus con fines > super iorem non recognoscens. Cada sociedad utopica tenia 
su domicilio fijo, en un espacio eminente y enfaticamente fisico, aunque fue- 
ra imaginario; y la soberania indiscutible de un consejo de ancianos o de un 
benevolo Rey Sol que dictaran las reglas para todos los miembros era la base 
de su firmeza y la garantia de su durabilidad. 

A los fines practicos, una buena vida significaba una vida vivida en una 
buena sociedad, a la vez que una "buena sociedad" se traduda en una pobla- 
cion que habitaba un territorio trazado, cartografiado y luego proyectado en 
el espacio fisico por los poderes sabios y benevolentes de un buen Estado. 

La imaginacion utopica era esencialmente arquitectonica y urbamstica. 
Los constructores del modelo le dedicaban la mayor parte de su atencion al 
trazado y al cartografiado, dejandoles la tarea de proyectar el mapa sobre el 
territorio (o, mas precisamente, de modelar la realidad a semejanza del ma- 
pa) a los gobernantes del topos. El objetivo era disefiar una disposicion espa- 
cial en la que toda persona que hubiera sido tomada en cuenta en el diseno 
tuviera su lugar propio. 

En el trazado del mapa preliminar de la Utopia se utilizaron ambos filos 
(en tanto eran inseparables) de la espada del poden La construccion del 
buen orden era, invariablemente, una tarea de inclusion y exclusion: tenia 



CONCLUSION; UNA UTOPIA SIN TOPOS 



111 



que ver con la incondicionalidad de la ley y con la incondicionalidad de sus 
excepciones. 

La excepcion que se incluia en el plan maestro de la utopj'a se pensaba, sin 
embargo, como algo que sucedena de una vez y para siempre. Una vez que se 
le asignara a cada uno el lugar que mejor le correspondia, una vez que aquellos 
para los que no habi'a lugar murieran, se fueran por propia voluntad o fueran 
expulsados de la ciudad, ya no seria necesario volver a recurrir al poder de la ex- 
cepcion. La espada del poder quedana para siempre envainada, y se la guarda- 
ria para instruction de las nuevas y felices generaciones, como una pieza de rnu- 
seo, una reliquia de tiempos ya pasados, anteriores a la "buena sociedad". 

Uno podria pensar que esta esperanza rue la principal razon por la que el 
termino "utopico" adquirio con el transcurso de ia historia moderna la con- 
notation de una quimera, algo descabellado, si no directamente insustancial, 
y se vio acompanado en los tesauros modernos por otros terminos como "fan- 
tasioso", "quimerico", ' poco practico", "sonador *. 

La imagination paralizadora 

De este modo Uegamos al segundo atributo de todo pensamiento utopico: la 
fin alidad. 

Como si se hubieran inspirado en la demostracion, consabidamente erro- 
nea, de la existencia de Dios que ensayo San Anselmo (hay cosas me j ores que 
otras, de modo que tiene que haber una que sea mejor que todas las demas, 
y que, por lo tanto, no se la pueda mejorar: esa entidad es Dios), los disena- 
dores de Utopias dieron por sentado que la larga serie de mejoras de la reali- 
dad social, por mas que se dilataran en el tiempo o se condensaran a la ma- 
ne ra revolucionaria, eventualmente debenan llegar a una conclusion natural: 
no solamente una sociedad mejor, sino la mejor sociedad concebible, la so- 
ciedad perfects en la que todo cam bio no pudiera ser sino para peor. Pasar de 
cualquier "sociedad realmente existente" a la sociedad perfecta serta un sal to 
gigantesco y un cambio verdaderamente formidable, pero despues de ese sal- 
to ya no habna que dar ningun otro, y no se necesitaria ni se deseana ningiin 
otro cambio, con las molestias que este habna de traer aparejadas: los riesgos, 
los temores, la incomodidad de la "transicion". 

Hay tantas injusticias en el mundo, tantos espacios en bianco en los ma- 
pas del universo y tantas incognitas en esa ecuacion que es el ser humano; 



278 



LA SOCIEDAD SITIADA 



tantas herramientas y artilugios que aun no han sido descubiertos o inventa- 
dos en el implacable progreso de los hombres hacia el control total de su pro- 
pio destino; tantos parrafos del codigo de la vida feliz que aim no han sido 
expresados, explicados y agregados al libro de la ley; tantas necesidades hu- 
manas todavia insatisfechas porque la oferta no es capaz de alcanzar la de- 
manda y las plantas Indus triales no son capaces de alcanzar el vo lumen nece- 
sario de la oferta. Y asi' uno podria esperar (estar seguro de) que todos los 
espacios en bianco de la pericia humana acabarian por Ilenarse, todos los ma- 
les serian extirpados de la vida social, uno por uno, todas las necesidades se- 
nan satisfechas, todos los preceptos para una vida feliz serian revelados y aco- 
gidos con jubilo. El camino hacia la perfeccion es, como se sabe, largo y 
escarpado; pero en algiin lado, alia a lo lejos, hay un punto bien delimitado, 
aunque a duras penas visible: la Unea de llegada. La Utopia era el topos que re- 
compensaba las penurias de los viajeros: el fin del peregrinaje que haria (aun- 
que de manera retrospectiva) que los padecimientos y tribulaciones pasados 
valieran por las dificultades que habian provocado y los esfuerzos empleados 
para combatirlas y sobreponerseles. 

Para la epoca en que se trazaron los pianos de las Utopias, el mundo pare- 
cia haber entrado en un estado de revolucion permanence. La mas terrible di- 
ficultad que debfa enfrentar la empresa moderna de la construccion del orden 
eran las constantes dislocaciones, que aJ parecer no tenfan fin, semejantes a 
una erupcion volcanica seguida de un terremoto seguida de un tornado. El de- 
rrumbe de ambitos familiares, el quiebre de los lazos de amistad y solidaridad 
volvfan in utiles los comportamientos dictados por la costumbre, asi como su 
aprendizaje, a la vez que los nuevos comportamientos aun no comprobados 
parecfan traicioneros, riesgosos e indignos de confianza, justamente por su no- 
vedad y su fait a de comprobacion. La Utopia debia ponerle fin a todo eso. 

Debia ser un bastion de certidumbre y estabilidad: un reino de tranquili- 
dad. En vez de confusion, aportaria claridad y seguridad en uno mismo. En 
vez de los caprichos del destino, una constante y previsible cadena de causas 
y efectos. En vez de laberintos, un camino recto y bien senalizado. En vez de 
opacidad, transparencia. En vez de azar, una rutina bien arraigada y total- 
mente predecible. 

En pocas palabras: los padecimientos de la revolucion moderna causados 
por la irritante inconstancia y el aparente azar de la vida modernizada y mo- 
dernizante que trajo a su paso derivaban de la mezcla de temor y esperanza 
que comportaba la libertad, la cual arrastraba tanto el miedo a lo desconoci- 



CONCLUSION: UNA UTOPIA SIN TOPOS 



279 



do co mo la alegria de la novedad. Las Utopias eran el producto anticipado de 
un habil empleo de la plasticidad del mundo asi como de la nueva (genuina 
o supuesta) libertad para reformar las circunstancias de la humanidad con el 
proposito de construir un mundo libre de incertidumbre y asegurado contra 
toda posterior reforma: un mundo resistente a todo cambio. 

En otras palabras, las Utopias eran los pianos de una rutina que se busca- 
ba resucitar. Pero una rutina que, esta vez, en su nueva encarnacion, serfa in- 
mune a los vientos y mareas que habian abatido a las rutinas de antano, y que 
habian evitado que se las reconstruyera. Las Utopias eran ideas de una vida en 
la que la libertad era una necesidad aceptada de buen grado y obedientemen- 
te; gracias a la ausencia de conflicto entre lo posible y lo real, entre lo desea- 
do y lo factible, no habria por que vivir la necesidad como una carga o una 
forma de opresion. Una vez satisfechos los deseos, no se desearia nada mas de 
lo que se pudiera obtener. En el mundo utopico del perfecto equilibrio entre 
e! deseo y el deber, la vida estaria libre de accidentes, y toda desviacion de la 
regularidad esperada seria nada mas que una molestia momentanea, facil de 
aislar y reparar. 

Una Utopia es la idea de un mundo estrechamente vigilado, monitoreado, 
administrado a diario. Sobre todo, es la idea de un mundo predisenado, un 
mundo en el que la prediccion y el planeamiento inclinan la ruleta. La idea 
de un mundo hecho para el orden, sujeto a estrecho control y mantenimien- 
to diario. 

Un mundo asi sena inconcebible si no fuera por el equipo de sabios dedi- 
cados a calcular meticulosamente el entorno en el que tienen lugar los pen- 
samientos y las acciones, y a sopesar cada dia los resultados, para hacer los 
ajustes y correcciones necesarios antes de que las fallas de diseno se volvieran 
una amenaza para el correcto funcionamiento del conjunto. De modo que la 
Utopia debia ser un mundo de estrecho compromiso entre los gobernantes y 
los gobernados; entre gobernantes firmes pero benevolos y sus sujetos obe- 
dientes pero felices. Y un mundo de sabios, cuya tarea era garantizar la bene- 
volencia de los gobernantes y la felicidad de los gobernados. 

Los gobernantes podian permitirse ser benevolentes porque, dadas las con- 
diciones perfectamente preparadas, los sujetos se guiaban por su propia volun- 
tad de hacer lo que tenian que hacer, a la vez que las chances de que desearan 
hacer algo dife rente de lo que habia que hacer eran minimas, si no nulas. En 
otras palabras, los gobernados podian estar Felices porque en un ambiente mi- 
nuciosamente preparado siempre desearian hacer lo que debian y nada mas, 



280 



LA SOCIEDAD SIT1ADA 



por lo que nunca llegarian a sentir en carne propia el poder de coercion del 
go bier no y a sufrir el castigo que les correspondia a los transgresores. En la 
sociedad perfecta de la Utopia, los filosofos no tenian por que ser reyes, pero 
ningiin rey podia prescindir de los sabios, los filosofos* Como el Dios de los 
escolasticos del medioevo tardio, los filosofos -los sabios- revelaban los me- 
canismos de relojeria de la sociedad perfecta y luego les ensenaban a los reyes 
y a sus servidores los secretos de su intrincado funcionamiento y a darles cuer- 
da a diario, limpiarles el polvo y aceitarlos para que no se oxidaran. 

La Utopia era el producto de la Era del Compromiso y la Responsabilidad. 
Un compromiso tripartite: entre los principes, el pueblo y los sabios. Un 
compromiso en y con el territorio: conjunta y continuamente habitado por 
los tres para un "siempre" predecible. Un compromiso con un objetivo: el es- 
tablecimiento y la conservacion de un orden libre de accidentes, riesgos e in- 
certidumbres, un orden definitivo para la sociedad. 

La imaginacion nomada 

Esto no iba a ser siempre asf, ni iria a durar demasiado una vez que sucediera. 
Como lo explico hace poco Peter Scott: "Probablemente, el erudito itinerante 
de la Edad Media haya sido reemplazado por el conferencista viajero que sal- 
taba de avion en avion y de conferencia en conferencia, y a la vez probable- 
mente este se haya visto superado por la revolucion de la tecnologfa informa- 
tica, con las teleconferencias internacionales transmitidas desde el propio 
hogar, y todo eso". 3 Esas dos formas, separadas por siglos, de la extraterrito- 
rialidad&z los intelectuales son "manifestaciones de una misma idea recto ra: 
que la ciencia y la erudicion no conocen fronteras". 

El primero de los dos casos proviene de la era pre-compromiso/p re-res- 
ponsabilidad; el segundo, de las circunstancias actuales del mundo en rapida 
globalizacion, con el derrumbamiento de las fronteras estatales y el surgi- 
miento de una red mundial supranacional de capital, saber y capital de saber. 
Entre los dos penodos -cuya extension total, si bien es aun desconocida, se- 
guramente es mucho mayor-, la era del compromiso y la responsabilidad, la 
epoca de una imaginacion sedentaria y paralizadora con su correspondiente 

3 Peter Scott, "Massification, internationalization and globalization", en 77^ Globalization of 
Higher Education, Open University Press, 2000, p. 112. 



CONCLUSION: UNA UTOPIA SIN TOPOS 



281 



despilfarro utopico, da cada vez mas la impresion de haber sido un episodio 
breve, un momentaneo desvi'o de la tendencia historica normal, mas que una 
tendencia sostenida o un anticipo de los tiempos por venir. Ese breve episo- 
dio fue la epoca de la construccion del Estado y la nacion, de los dos proce- 
sos que con su particular relacion habrian de converger en el mas extraordi- 
nario y decisivo de los inventos sociales de la modernidad: el Estado-nacion. 

Los dos procesos mutuarnente entrelazados fueron puestos en marcha por 
la creciente ineficada e inminente colapso del ancien regime, con sus poderes 
construidos sobre la base del rol de guardabosque mas que al del jardinero, y 
confmados mas que nada a la recoleccion de los excedentes de la produccion, 
dejando la manera en que se produda a las antiguas e inescrutables leyes de 
la costumbre y la tradicion, y absteniendose rigurosamente de cualquier in- 
terferencia administrativa. 

La idea moderna de un orden predisenado y admin is trado nacio en el le- 
cho de muerte de esa rutina, por ruerza de las mismas circunstancias, y la sen- 
sacion de que, de no ser por ella, ocurriria una catastrofe oficio de partera. La 
concepcion de una "buena sociedad" operada por los poderes de la nacion 
que confluian en el Estado y la perspectiva de someter a estrecho control y 
administracion a las fuerzas desatadas del caos valiendose de !a letra muerta 
de la tradicion o de la mano armada de la policia eran identicos disfraces ide- 
ologicos para la misma concurrencia de necesidades y temores. La confianza 
de los individuos en el poder ilimitado de la razon y la voluntad humanas 
tendria exito alii donde era evidente que la providencia y las "fuerzas ciegas 
de la historia" habfan fracasado. Ese cambio de guardia sena llamado luego, 
y por ende de manera retrospect iva, el u proyecto de la modernidad". 

El deseo de una vida mejor se centro en la busqueda de una buena socie- 
dad: una sociedad que sena mas capaz que cualquier alternativa concebible 
de satisfacer todas las necesidades de la humanidad, y que ofreceria un entor- 
no para la vida humana mas so lido, confiable y resistente a la corrupcion que 
el que cualquier otro modelo pudiera ofrecer. Los distintos bocetos de las Uto- 
pias eran los resultados de esa busqueda. En sintonia con las proclamas rim- 
bombantes y los audaces emprendimientos de los incipientes Estados-nacion, 
pretendfan determinar hasta donde podria llegar el Estado-nacion de no 
apart arse nunca del cam i no trazado por la razon humana; y averiguar hasta 
donde sena capaz de Uevar a una humanidad ab an do nada por/emancipada de 
la "divina cadena del ser", cuyo origen era la Creadon, y que debfa durar (pe- 
ro no duro) para siempre. 



282 



LA SOCIEDAD SITIADA 



Sin embargo, hoy en dia, con el Estado-nacion atrapado entre dos fuerzas 
que lo presionan simultaneamente "desde arriba" y "desde abajo", el area que 
con tenia los bocetos y los pianos de las Utopias se ha desfondado. Ningun ar- 
ea puede sostener su contenido si se le abre un hueco en el fondo. 

Hoy en dfa, como lo explica Masao Miyoshi, vistos los desarrollos a esca- 
la mundial de los ultimos anos, el Estado-nacion "ya no funciona; se lo han 
apropiado por completo las corporaciones transnacionales". 4 Las corporacio- 
nes transnacionales, a su vez, "no estan agobiadas por ningun nacionalismo 
[...] viajan, se comunican y transfieren globalmente personas y fabricas, in- 
formacion y tecnologia, dinero y recursos". "Operan a la distancia." "Se man- 
tienen ajenos y extranjeros en todos lados, solamente fieles a los clubes exclu- 
sivos de los que son miembros." Segiin el resumen de Sheila Slaughter 5 del 
credo neoliberal de nuestros tiempos, las fuerzas del mercado, "impersonates, 
incorporeas e i nexo rabies suplantan a las "economias nacionales por un 
mercado global", y se espera de los Estados-nacion territoriales — y se los pre- 
siona para ello- que liberen el capital y las corporaciones de toda regulacion 
y que les permitan "funcionar sin interferencias"; "el unico rol aceptable del 
Estado es el de policia y juez global, patrullando los marge nes del campo de 
juego y senalando infracciones y transgresiones comerciales". 

Podria decirse que el poder de hacer y deshacer, de alterar y reformular las 
condiciones de la vida humana ha abandonado los puestos de control del Es- 
tado-nacion, al haber sido arrastrado mas alia de los h'mites del territorio so- 
berano del Estado y mas alia del alcance de la soberam'a estatal: ha quedado 
encerrado en los maletines de la elite extraterritorial y transnacional (o, como 
con suma autocomplacencia gusta en llamarse, "multicultural"). La desapari- 
cion del Estado-nacion coincide y se confunde con la expropiacion de las an- 
tiguas elites locales, que por el hecho de ser locales han perdido casi todo su 
poder, y con la secesion de una nueva elite global cada vez mas poderosa jus- 
tamente por ser global: una elite que ya no esta arraigada ni atada a ninguna 
de las entidades politicas nominalmente soberanas. 

4 Masao Miyoshi, 'A borderless world? From colonialism to transnational ism and the decli- 
ne of the nation-state", en: Rob Wilson y Wimal Dissanayakc (comps.), Cultural Produc- 
tion and the Transnational Imaginary, Duke University Press, 1996, pp. 78-106. 

• Sheila Slaughter, "National higher education policies in a global economy", en: Jan Currie 
y Janice Newson (comps.), Universities and Globalization: Critical Perspectives, Sage, 1996, 
p. 52. 



CONCLUSION: UNA UTOPIA SIN TOPOS 



283 



Un Estado-nacion impotente o demasiado menguado cn su poder tiene 
muy poco atractivo. Sea cual sea el potencial creativo propio de la raza hu- 
mana, el Estado-nacion, cada vez mas reducido al rol de vigilancia local, da 
pocas senates de poder canalizarlo. Dadas las actuales circunstancias, el re- 
ciente estallido de sentimientos tribales en todas sus formas -etnicismo, co- 
munitarismo o fundamen talis mo- es una reaccion esperable, aunque equfvo- 
ca> al colapso del Estado-nacion y de la clase de politicas que este encarnaba, 
o al menos prometia encarnar, como un lugar seguro donde invertir las espe- 
ranzas de una vida mejor. 

El etnicismo no es 4 un rebrote del nacionalismo de la temprana moderni- 
dad". Es, de hecho, lo contrario del nacionalismo, "una especie de imagen es- 
pecular (como lo explicaron Makler, Martinelli y Smelser) 6 "de la caida en 
desgracia del nacionalismo como fuerza politica unificadora viable". Las gue- 
rras, escaramuzas y excursiones de reconocimiento entre diferentes etnias, 
que tienen como objeto la autoafirmacion, son una clara, y a menudo san- 
grienta, manifestacion de la perdida de confianza en los proyectos nacionalis- 
tas; del abandono de las ambiciones de la temprana modernidad, de una per- 
dida de co raj e y de confianza en que ese coraje, si lo asiste la razon, quiza 
rinda sus frutos. En palabras de Miyoshi, los movimientos etnicistas "frag- 
mentarios y en proceso de fragmentacion son agentes cuyo reciente despertar 
no obedece a la construccion de naciones autonomas, sino al abandono de las 
expectativas y responsabilidades de los proyectos politico-economicos nacio- 
nales". Estos movimientos ni estan capacitados para asumir las responsabili- 
dades inherentes a los Estados-nacion ni tienen la voluntad de asumirlas. Mas 
ostensiblemente, no estan capacitados ni dispuestos a servir de nuevos mar- 
cos en los que inscribir y asegurar las aspiraciones de una felicidad racional- 
mente administrada. Las esperanzas utopicas estrechamente ligadas a la era de 
la construccion de los Estados-nacion dificilmente se vean renovadas por las 
ahora resucitadas tribus. 

Si los productos de la imaginacion moderna, tan llena de confianza en si 
misma, que llegaron a ser conocidos como "utopias" evocaban el anhelo de 
una sociedad perfectamente ordenada cuyo vehiculo habna de ser la total 
confianza en el poder territorial del Estado-nacion, la imaginacion contem- 
poranea falla en ambas asignaturas. Los poderes de arraigo territorial pueden 

(l Harry M. Makler, Alberto Martinelli y Neil J. Smelser, The New International Economy, 
Sage,' 1992, pp. 26-27. 



284 



LA SOCIEDAD SITIADA 



ser cualquier cosa menos soberano, y, con toda seguridad, no guardan la pro- 
mesa de disenar, y menos aiin administrar, ningun orden estable, a la vez que 
la idea misma de finalidad de cualquier forma de la vida en comun de los se- 
res humanos ha perdido gran parte de su credibilidad pasada, junto con su 
poder de atraccion y movilizacion. 

La imagination descomprometida 

Cualquiera que tenga planeado hacer algo para cambiar el mundo, o para me- 
jorar las condiciones de la vida humana, sumando algo a las posesiones de los 
hombres o alterando el modo en que se las usa, haria bien en intentar otra co- 
sa. Concentrar esfuerzos y esperanzas en las herramientas ortodoxas, irreme- 
diablemente locales, de la accion conjunta sena, segiin parece, un derroche de 
tiempo y de energias. Uno deberia, mas bien, ir hacia donde ha ido la accion: 
y el nombre de ese nuevo lugar es no-lugar, no-landia, no-territorio. A dife- 
rencia del mundo ortodoxo de la soberama, con sus fronteras alambradas y sus 
puestos de control fronrerizos que velaban por la seguridad del territorio de los 
Estados-nacion, el nuevo espacio global, transnacional y transestatal, es (al 
menos por el momento) "continuo y uniforme", libre de todo signo o senal y 
lleno de significados volatiles buscando en vano (o evitando activamente) un 
lugar fijo. Ese es el espacio de residencia de los nuevos poderes. 

Como los poderes de antario, estos tarn bien exigen leal tad y disci pi ina. Pe- 
ro los blancos y los puntos en los que se condensa la lealtad son meticulosamen- 
te despojados de toda asociacion con un lugar; su poder de seduccion/movili- 
zacion descansa justamente en su desvinculacion del espacio. Simbolizan la 
perpetua continuidad de un viaje infinito, y no la finalidad de la Ilegada. Ape- 
Ian al movimiento, y no a una presencia que estuvo allf "desde siempre" o "des- 
de tiempos inmemoriales" . Cuando uno se identifica con una marca, un arte- 
facto, una celebridad internacional, una secta o un estilo de vida que este de 
moda, uno no le esta jurando fidelidad a ninguna entidad politica del mundo. 
Mas que nada, esos actos de identificacion lo ayudan a uno a sacudirse de en- 
cima las obligaciones del ambito local y los sentimientos que puedan atarlo a 
los nativos . 

La nueva elite global flora, patina, surfea; a veces tambien con el cuerpo, 
pero siempre espiritualmente. Sus miembros no se "relacionan" en el sentido 
territorial que alguna vez (no hace tan to) se aplicaba universalmente. Sus 



CONCLUSION: UNA UTOPIA SIN TOPOS 



285 



pantos de referenda son tan moviles como ellos mismos, ftsica o espiritual- 
mente, y tan efimeros como las lealtades que contraen para identificarse. En 
el ciberespacio en el que habitan no existen topoi geograficamente delimita- 
dos ni fronteras ni controles aduaneros. Sns domicilios estan registrados en 
los servidores de los proveedores de acceso a Internet (tan extraterrito Hales 
como sus duenos), no en los archivos de la polic/a local, ni en los padrones 
estatales. Los miembros de la elite global se definen por su descompromiso, y 
por ser libres de toda responsabilidad que los ate al territorio. 

Los miembros de la elite global se reunen principalmente entre ellos y se 
comunican principalmente el uno con el otro. Sus idiosincrasias parecen va- 
riaciones insignificantes, casi ridiculas, sobre un tema comiin, que no afectan 
en lo mas minimo lo sustancial de la armoma o la melodia. Esas peculiarida- 
des no impiden que haya entendimiento mutuo; se espera que haya una reci- 
procidad de la percepcion y una voluntariosa, aunque temporaria, retencion 
inherente a todo dialogo. Multiculturalismo, plurilingiiismo, hibridez, cosmo- 
politismo, esos son los terminos con los que los miembros de la elite global se 
esfuerzan por capturar y poner en palabras la asombrosa experiencia de la mul- 
tiplicacion de la diversidad que afecta microscopicamente a los estilos de vida 
o a las lenguas. 

La condicion necesaria (y a fines practicos, suficiente) de la unidad legiti- 
ma o supuesta de la elite global es la "trasnacionalidad" de todos sus miem- 
bros, Cortar las ataduras locales y considerar las diferencias de caracter de los 
miembros un problema menor, una molestia transitoria y factlmente salvable 
son las condiciones necesarias para obtener la membresia. A diferencia de sus 
antepasados de la era de la construction de la nacion, esta elite global no tie- 
ne ninguna mision que cumplir; no necesitan ni pretenden ganar adeptos, ni 
porta r la antorcha del saber, ni ilustrar, ni instruir ni convertir a nadie. Pue- 
de que sus pedestres compatrtotas, que se han quedado atras, demasiado 
preocupados por la supervivencia como para considerar y disfrutar los bene- 
ficios del multiculturalismo, se vean forzados a tornados como modelos de 
comportamiento; pero ellos dificilmente se verian en el papel de maestros, y 
menos aun como un ejemplo a seguir. Puede que a traves de sus actos la eli- 
te global formule, en general por omision, las condiciones que determtnaran 
los suenos, las esperanzas y las ideas de una buena vida que los demas proyec- 
ten, pero esos actos no estan calculados para producir los efectos que produ- 
cen, de modo que los actores no se sienten obligados a asumir la responsabi- 
lidad por las consecuencias que sus actos puedan acarrearles a los demas; 



286 



LA SOCIEDAD SITIADA 



particularmente a aquellos que no han podido seguirlos hasta donde estan, y 
que diflcilmente vayan a seguirlos en el futuro, camino a los circuitos globa- 
les. La elite global actual no tiene la ambition de administrar, y la construc- 
tion del orden no figura en su agenda- 
La imagination de la elite global es, como su mismo en tor no y su conduc- 
ts, descomprometida, libre de toda atadura territorial. Los valores de la menta- 
lidad sedentaria, como el peso espedfico, la durabilidad, la solidez, han caido 
en desgracia, adquiriendo una clara connotation negativa: son condiciones 
que hay que evitar a toda costa. No es por ser ingenuas, sino por estar equivo- 
cadas desde el principio, y no por sus limitaciones, sino por sus ambiciones, 
por el pecado original de buscar un orden disenado de una vez y para siempre 
con el objeto de impedir el cambio y reemplazar la rutina por la contingencia, 
que las Utopias de antano son condenadas por la Weltanschauung y la filosofia 
de vida de la nueva elite global. Son los dos atributos fundamen tales de las 
Utopias del pasado -territorialidad y fin alidad- los que las descalifican y clau- 
suran por anticipado todo intento futuro por retomar la linea de pensamien- 
to que estas habian seguido. 

La devaluation del compromiso territorial y el rechazo de toda finalidad 
se manifiesta en la nueva desconfianza hacia la "sociedad" y en el fastidio que 
causa cualquier propuesta de una solution a problemas comunes o individua- 
tes que provenga de la sociedad y que esta misma se ocupe de pro mover y ad- 
ministrar. Las esperanzas y los suenos han escapado a otros parajes; se les or- 
deno mantenerse alejados de los puertos sociales y evitar por cualquier medio 
desembarcar alii. 

La imagination privatizada 

Nuestro mundo, como lo explico Paul Virilio al ser entrevistado por John Ar- 
mitage, "esta cons tan temente en movimiento. Hoy en dia, el mundo no tie- 
ne ningiin tipo de estabilidad; se la pasa girando, haciendo fintas, deslizan- 
dose\ 7 Puede que las fronteras se mantengan en su lugar, pero ya no tienen 
la importancia que ten i an hace nada mas que medio siglo. Ciertamente, no 
son un obstaculo para los giros, las fintas y los deslizamientos que pueblan el 
Lebenswelt. Los mensajes> las imagenes, las represent aciones de lugares, genui- 

' En Virilio Live: Selected Interviews, ob. cit., p. 40. 



CONCLUSION: UNA UTOPIA SIN TOPOS 



287 



nas o simuladas, tienen en su mayorfa una direccion electronica o ciberespa- 
cial, y no geografica. Si hubiera una "sociedad" en el sentido de una totalidad 
auto no ma y cerrada sobre si misma, le seria dificil cortar amarras y aislarse, 
territorialmente, del torbellino global. Incluso el total itarismo, como observa 
con sarcasmo Paul Virilio, ya no puede ser considerado de manera creible un 
fenomeno localizado. Vivimos en la era del globalitarismo, y ya no quedan ni 
lugares ni argumentos a los que acudir para refugiarse. La distancia ya no es 
una defensa. Nos estan vigilando, y estamos a disposicion de los demas en 
cualquier parte, lievando sin chistar en los bolsillos el recordatorio de nuestra 
cautividad, ya sea en la forma de telefonos celulares, computadoras portatiles 
conectadas a Internet o tarjetas de credito. 

Para los disenadores de Utopias de la modernidad solida, imaginar un to- 
/wlejano, aiin sin descubrir, penetrar y digerir por el resto de los oikoumenai 
era la parte mas facil de la tarea. A la vez, era la parte mas verosi'mil y convin- 
cente, mas "realista", por mas fantastica que pudiera parecer. Los mapas de 
los oceanos y continentes estaban salpicados de espacios en bianco, a la vez 
que muchas de las montanas, los bosques, los desiertos y los pantanos que ya 
habian sido cartografiados representaban un desaflo que solo los mas intrepi- 
dos aventureros podfan pensar en acometer. La Tierra parecia estar llena de 
lugares aun por descubrir, inexplorados, y las grandes extensiones desocupa- 
das ofrecian un refugio natural a cualquiera que se sintiera incomodo o fue- 
ra expulsado de aquellas regiones del globo que ya se hallaban "bajo la admi- 
nistracion" de un poder soberano reconocido. 

Si la buena vida iba a ser un nuevo comienzo, parecia evidente que iba a 
necesitar un nuevo lugar. Todas las formas de vida conocidas -buenas o ma- 
las, agradables o sufridas, tranquilas o agitadas, promisorias o sin perspecti- 
vas- eran "territoriales", como debia ser, por consiguiente, todo plan destina- 
do a mejorarlas. La politic a y una actividad cuyo objeto era disefiar, resguardar, 
corregir y reparar las condiciones bajo las cuales la gente intentaba alcanzar 
sus objetivos de vida, se derivaba etimologicamente de la palabra griega que 
designaba a la ciudad; y no im porta que haya sido la ciudad, siempre fue un 
lugar. La vida en comun siempre fue una cuestion territorial Y lo mismo ocu- 
rria con las identidades humanas, con las esperanzas y los temores, con los 
suenos y las pesadillas, y con los intentos por mejorar el mundo y los fraca- 
sos propinados por su inquebrantable maldad. Los derechos y obligaciones 
humanos, las rut in as a seguir, las recompensas y los premios que uno podia 
esperar de su observancia y los castigos y las multas que amenazaban a los in- 



288 



LA SOCIEDAD SITIADA 



fractores tambien eran terri tori ales. Los destinos de la poh'tica y de los terri- 
torios estaban destinados a permanecer unidos, tanto en la salud como en la 
enfermedad, y aparentemente hasta que la muerte los separara. 

Para bien o para mal... En nuestro mundo en rapido proceso de gioba- 
lizacion, a la vez que el terri to rio pierde cada vez mas su importancia, esta 
adquiriendo un nuevo significado: una sombra simbolica y fantasmal de la 
gravedad perdida. No es de extranar que la "poh'tica territorial arraigada" es- 
te perdiendo rapidamente su razon de ser, incluso aunque -como el territo- 
rio perdio la importancia que solia tener— este ganando espectacularidad y 
emotividad. Los poderes terri to riales no ofrecen una base segura y digna de 
confianza para los derechos y las obligaciones. Como lo expreso Virilio en 
una conversacion con Chris Dercon, hoy en di'a "un estado de derecho no 
se corresponde con un estado de lugar, con una localidad claramente deter- 
minada'\ 8 

Ademas, el mundo esta agotado. No quedan lugares por descubrir, ni lu- 
gares para ocultarse del orden imp eran te (o, para el caso, del desorden y del 
desgobierno). En este mundo, ya no hay "afuera". Las ciudades no son mas 
que una palida sombra de lo que eran los reinos soberanos, pero // riy a pas 
hors de cite, no hay ningiin lugar fuera de la ciudad, en ninguna parte del 
mundo. La "utopia", en su significado original de un lugar que no existe, se 
ha convertido, en la logica del mundo globalizado, en una contradiccion en 
los terminos. Ese u no-lugar" ya no es un lugar. La "u" de "utopia \ desahu- 
ciada por el topos, se volatiliza, pierde toda esperanza de echar raices, de 
"reinsert arse". 

La frontera -ese depostto de oportunidades, ese vivero de suenos y el so- 
lar indicado para edificar la felicidad- tambien dejo de ser un lugar. Hoy en 
dfa, ya no se pueden trazar fronteras ni siquiera en los mapas; el concepto de 
frontera dejo de ser un concepto geografico. En tanto red de interdependen- 
cias humanas tejida alrededor del mundo, el espacio de frontera se expandio 
hasta ocupar la totalidad del Lebenswelt, sin dejar casi ningiin rincon por ocu- 
par. "El co nj unto de la vida", vivida como viene, de un proyecto a otro, cada 
uno de los cuales pretende perpetuar la interminable seguidilla de proyectos 
analogamente efimeros que en modo alguno buscan terminar con esa bus- 
queda obsesiva, es lo que hoy en dfa se ha convertido en una version actuals 
zada, liquido-moderna, del espacio de fronteras de la modernidad solida. 

8 Conversacion de 1986, citado aqui de ibid., p. 80. 



CONCLUSION: UNA UTOPIA SIN TOPOS 



289 



Recien temente, el espiritu de la modernidad h'quida ha encontrado expre- 
sion (aunque limitada a cuestiones estrictamente practicas) en un ambito que 
no se caracteriza precisamente por la profundidad de sus reflexiones o por su 
avidez por conocer la condition humana hasta sus limites ultimos: entre los 
jefes militates y sus instigadores politicos. La ocasion era la necesidad de de- 
sarrollar una estrategia de accion militar en la nueva fronteta global, que tie- 
ne las mis mas caracteristicas de todas las front eras del pasado, que eran re- 
ftactarias a todo compromiso o alianza que se pretend ieran duraderos, y que 
se caracterizaban por la tendencia de sus colonos a quebrar los tratados de paz 
y los armisticios antes de que se secara la tinta con la que se los habi'a firma- 
do y por redefinir cons tan temente el If mite que separa a los aliados de los ene- 
migos. Como Paul Wolfowitz, el Subsecretario de Defensa de los Estados 
Unidos, les informo a los aliados de su pais en la OTAN, 9 en la guerra decla- 
rada contra el terrorismo 10 (a la que George Bush Jr. habia declarado, orgu- 
llosa y alarman temente, "la primera guerra del siglo XXI se establecerian 
"coaliciones cambiantes", "en las que algunas naciones podrfan ayudar en 
ciertas operaciones, mientras que otras podrian ser convocadas para ciertas 
otras segun su capacidad". Wolfowitz les dio un claro mensaje a sus conciu- 
dadanos: "Para ser eficaces, debemos ser flexibles. Debemos ser adaptables". 
Un dfa despues, Donald H. Rumsfeld, el superior inmediato de Wolfowitz, 
le agrego seriedad a la idea. 11 Anuncio que esta vez no se reunina una "gran 
alianza', si no que "mas bien, participanan coaliciones flotantes de pai'ses, su- 
jetas al cambio y a la evolucion". La idea seria invadir el ciberespacio del ene- 
migo, mas que su territorio (es decir: el circuito de comunicacion del enemi- 
go). "Probablemente habra mas oportunidades denegadas que cabezas de 
playa arrasadas." Despues de todo, "no tenemos reglas fijas para emplear 
nuestras tropas". 

En la frontera, los amigos son invaluables; pero una vez que han agotado 
su vida util, rapidamente pasan al bando enemigo. Todos tienen esto en cuen- 

9 Vease "US keeps NATO outside", Internationa/ Herald Tribune, 27 de septiembre de 2001, 

p- 1. 

10 Permi'tasenos recordar que \os terroristas en cuestidn habi'a n sido fielcs aliados y estrcchos 
coiaboradores de los Estados Unidos, y que para ayudar a combatirlos se utilizaron fuerzas 
que rapidamente serian vueltas a clasificar como "terroristas" una vez que los objetivos de 
la alianza se hubieran alcanzado. 

11 Donald H. Rumsfeld, "Creative coalkion-building for a new kind of war", en: Internatio- 
nal Herald Tribune, 28 de septiembre de 2001, p. 6. 



290 



LA SOCIEDAD SITIADA 



ta cuando se trata de estrechar lazos de amistad, y muchos de los participan- 
ts se aseguran de dejar los lazos a medio desatar, listos para deshacerlos con 
solo tirar una vez de la cuerda. Los permisos para construir se adquieren y se 
emiten junto con las ordenes de demolicion anticipada e inminente. 

Lo que ocurre al nivel de la extraterrkorialidad global ocurre al nivel de 
las politicas de vida. Al menos en sus rasgos estructurales mas amplios, los dos 
cscenarios son notablemente similares y, por consiguiente, tambien lo son las 
estrategias, los resultados de los calculos de los actores racionales. Las alian- 
zas y coaliciones cambiantes y moviles parecen ser lo que la razon recomien- 
da. El escenario turbulento en el que se desarrolla la vida hace inestimable 
con tar con la ayuda de una mano amiga; pero, a la vez, hace que uno recele 
ante la posibilidad de que lo que era una tierna caricia se transforme en el 
abrazo de la muerte. La amistad, particularmente la amistad fundada en un 
juramento irrevocable de fidelidad y en un compromiso del tipo "hasta que 
la muerte nos separe en cualquier momento puede dejar de ser un benefi- 
cio para convertirse en un lastre. Uno podria pensar que la ambivalencia que 
plaga los vinculos humanos contemporaneos, con la resultante incertidum- 
bre acerca de los beneficios y peligros del compromiso mutuo, son las causas 
del actual renacimiento de la "ideologia de la amistad". Ciertamente, tende- 
mos a reflexionar mas y a considerar mas importantes las cosas que nos gene- 
ran mas angustia: angustia porque eluden toda delimitation clara, se resisten 
a ser evaluadas sin ambigiiedades y comportan promesas y esperanzas mezcla- 
das en proporciones desconocidas e imposibles de determinar. 

En consecuencia, el modelo utopico de un "futuro mejor" ha quedado fue- 
ra de la cuestion. Fracasa por dos niotivos. Primero, por su estatismo. Sea co- 
mo sea lo "mejor' que puedan imaginarse nuestros contemporaneos, no pue- 
de ser "de una vez y para siempre", destinado a durar por siempre. Y los 
modelos utopicos, al atar su idea de felicidad a una poblacion asentada en una 
ciudad geograficamente definida e inamovible, dan cuenta justamente de esa 
concepcion de un "futuro mejor". En segundo lugar, las ya anticuadas Utopias 
son incapaces de entusiasmar a nadie por su tendencia a localizar el secreto de 
una vida feliz en la reforma social, una operacion que debe llevar a cabo la so- 
ciedad en su totalidad, y que dara como resultado la ' estabilidad" del en tor- 
no. Proponen una mejora destinada a acabar con toda mejora futura: un sal- 
to gigantesco, puede ser, pero seguido por el cadaverico olor de la stasis. 

Se podria nombrar un tercer factor contra las antiguas Utopias: el mismo 
"futuro" indefinido. La modernidad liquida separo la confianza del futuro, 



CONCLUSION: UNA UTOPIA SIN TOPOS 



291 



separando la fe en el progreso de la deriva temporal. El paso del tiempo ya no 
se mide por su pasaje de un estado inferior a uno superior, si no por el paso, 
por el desvanecimiento, de las posibilidades de mejoria que cada momento 
trae en igual medida y que, junto con ese momento, se hunden en el pasado 
irrecuperable. Con el "aplazamiento de la satisfaccion" de la temprana mo- 
dernidad definitivamente pasado de moda y enfrentado con la "opcion racio- 
nal", y al haber reemplazado las libretas de ahorro por las tarjetas de credito 
como armas para la autoafirmacion, el poder seductor se desplazo de la serie 
indefinida de "mananas" al "hoy" al alcance de la mano. Hoy en dia, se sigue 
buscando felicidad y mas felicidad como en la epoca de las Utopias; pero aho- 
ra la felicidad significa un presente diferente antes que un futuro mejor. 

Y asi es que la felicidad se convertido en asunto privado, una cuestion que 
tiene que ver con el aqui y ahora. La felicidad de los demas ya no es condi- 
tion necesaria de la felicidad de cada uno. Despues de todo, cada ins tan te de 
felicidad se vive en compama de alguien que lo mas probable es que no este 
cuando llegue el proximo momento feliz. Las circunstancias que deben de- 
terminar la aparicion de instantes de felicidad no estan disenadas segun el 
modelo agricola del campo, que da una mayor cosecha cuanto mas cuidados 
se le brinde, cuanto mas se le pase el arado y se lo fertilice. El paradigma de 
la busqueda de la felicidad es la mineria, y no la agricultura o la horticultu- 
ra. Una vez que las minas se agotan, se las abandona rapidamente: cuando se 
han agotado sus depositos o cuando la exploration se hace demasiado dificul- 
tosa u onerosa. 

A diferencia del modelo utopico de la buena vida, la felicidad se piensa 
como una meta que uno debe perseguir individualmente y como una serie de 
momentos felices que se suceden, no como un estado estable. Si se piensa en 
un lugar determinado, generalmente es porque se estima que en ese lugar la 
sucesion de instantes felices alcanzara una velocidad y una densidad que no 
podria adquirir en otros sitios. Eso que se le atribuye a ese lugar no tiene ne- 
cesariamente que ver con que uno haya hecho una inversion previa ahi. Por 
el contrario, una vez que un lugar agota su novedad, y que los place res que 
ofrece se vuelven tediosamente conocidos, entra en vigencia la "ley de los ren- 
dimientos decrecientes", por lo que cada instante siguiente de felicidad re- 
quiere una mayor inversion de tiempo y esfuerzo: un derroche, si se conside- 
ra la abundancia de lugares aun inexplorados y de entretenimientos todavia 
por experimentar. Asi es que la atraccion de la modica felicidad que ofrecen 
los lugares conocidos tiene que competir con el magnetismo de las "tierras 



292 



LA SOCIEDAD S1TIADA 



vfrgenes" y de los "nuevos comienzos", cuyas promesas son mas crei'bles y 
seductoras por cuanto aiin no han sido comprobadas, y rara vez los viejos 
y queridos lugares de siempre salen victoriosos del certamen. Sin embargo, 
cualquiera sea la atraccion que se imponga, hay una opcion que no llama 
para nada la atencion: la perspectiva de "estabilidad", de que la movilidad 
quedara suspendida y los lugares alternativos en los que se podna buscar la 
felicidad quedaran mas alia de los 1 unites, fuera de nuestro alcance. 

En el equivalente contemporaneo de las Utopias solido-modernas, la feli- 
cidad se asocia a la movilidad, no a un lugar. Generalmente, cuando aparece 
un lugar en los suenos de felicidad de la gente, esta ligado a un anhelo de 
cambiat de lugar: como un fin para la nostalgia o como un destino propicio 
para realizar el deseo de "escaparse de todo". Los equivalentes Uquido-moder- 
nos de las Utopias de antano no tienen que ver ni con el tiempo ni con el es- 
pacio, sino con la velocidady la aceleracion. 



INDICE TEMATICO Y DE NOMBRES 



administration: 47-48, 55, 106, 

281, 284. 
Adorno, Theodor W.: 80-81. 
Agamben, Giorgio: 14, 273. 
Agier, Michel: 143, 148. 
agora; 37, 68, 98. 
agresion: 96-100. 
Alberti, Leon Batrista: 176, 183. 
Albright, Madeleine: 135. 
Alien, Woody: 111. 
Anderson, Benedict: 59. 
Arendt, Hannah: 68, 79, 81, 89, 

269. 

Aristoteles: 71-77, 81,93, 274. 
Armitage, John: 286. 
Attali, Jacques: 195. 
Augustine, Norman: 53. 
autenticidad: 210. 

Bacon, Francis: 176. 
Barloewen, Constantin von: 32. 
Bateson, Gregory: 126. 
Baudrillard, Jean: 121, 197. 
Beck, Ulrich: 50, 90, 106, 207, 239, 
263. 

Becker, Gary: 54-55- 
Benjamin, Walter: 76. 
Bentham, Jeremy: 47, 80, 229. 
Bernardo, San: 166. 
Boitanski, Luc: 48, 98, 260, 266. 
Boucher, Eric le: 116. 



Bourdieu, Pierre: 57, 90, 107, 199, 

213, 217, 231. 
Brune, Francois: 214-215* 
buena sociedad: 32, 209, 276. 
Bunting, Madeleine: 124. 
Burnham, James: 47. 
Bush, George Jr.: 289. 
bvisqueda de la felicidad: 33, 156, 

168-170, 175-176, 180, 291. 

Camporesi, Piero: 166. 
Cassirer, Ernst: 79-81. 
Castells, Manuel: 115, 218. 
Castoriadis, Cornelius: 37, 77, 199. 
celebridades: 211-214. 
Cesaire, Aime: 139. 
Chiapello, Eve: 48, 54, 56-57, 98. 
ciberespacio: 21, 285, 289. 
ciudadama: 74-77, 100, 137. 
Clarkson, Petruska: 251-252, 258. 
Ciausewitz, Karl von: 121. 
coaliciones ad hoc: 126. 
coercion: 10-13,21, 61, 123, 170. 
Cohen, Daniel: 48, 54. 
Cohen, Stanley: 247-249. 
compromiso: 17, 54-59, 176, 187, 

213, 261-268. 
comunidad global: 145, 1 49. 
comunidad perchero: 216. 
comunitarismo: 109-110, 283. 
confianza: 235-237, 291. 



293 



294 



LA SOCIEDAD SITIADA 



consumidor tradicional: 183-184. 
Czarniawska, Barbara: 233. 

Dacheux, Jean-Pierre: 15. 
danos colaterales: 136. 
Dercon, Chris: 288. 
Derrida, Jacques: 137, 145. 
desaparicion, estetica de la: 20. 
Descartes, Rene: 176. 
desecho: 188. 

desorden mundial: 27, 107, 120. 
Diamond, Jared: 255- 
discurso comprometido: 267-269. 
Drucker, Peter: 47, 64, 88-89. 
Dubet, Francois: 57. 
Durkheim, Emile: 14, 41-45, 60-61, 
167-168,216, 234-237, 299. 

Ehrenberg, Alain: 205. 
Elias, Norbert: 13, 147. 
EM, Jacques: 78, 173, 176, 179. 
Emerson, Ralph Waldo: 49, 189. 
era del espacio: 1 13-1 1 4, 131. 
espacio de flujos: 115. 
espacio- velocidad: 23-24, 133. 
espectadores: 247-253, 257-258, 
266-270. 

Estado: 10-21, 29-30, 77-81, 90-93, 

102-104, 120-121, 149, 174, 

265-266, 281-283. 
establecidos y extranjeros: 141. 
eternidad: 165-167. 
excepcion / exclusion: 14, 86, 99, 138, 

276-277. 
extraterritorialidad: 26, 120, 131, 

143-145, 280, 290. 

Fabius, Laurent: 97. 
Ferguson, Harvie: 62, 185, 192, 
227-228. 



Ferry, Luc; 178. 
Festinger, Lion: 249. 
Fine, Robert: 269. 
flexplotacion: 231. 
Ford, Henry: 94, 204, 229. 
Foucault, Michel: 47, 50, 80, 143. 
Freud, Sigmund: 78, 227, 229. 
Fromm, Erich: 8 1 . 

frontera / espacio de fronteras: 23-24, 
113, 116-119, 122, 140-144, 
255-257, 284-286, 288-289. 

Gellner, Ernest: 40. 
Giddens, Anthony: 117, 202, 210. 
Gillespie, Michael Allen: 64, 87. 
globalizacion: 15, 20, 23, 27-32, 107, 

109-112, 129-131, 145, 178,218, 

288. 

Goffman, Erving: 148. 
guerras de reconocimiento: 26-27. 
guerras territoriales: 1 1 6, 1 30- 131. 
gueto: 88, 110, 146, 148. 

Hatch, May Jo: 55. 
Heidegger, Martin: 206. 
Hoggart, Simon: 203. 
Horkheimer, Max: 67. 
Hudson, David: 193. 
humanidad: 254-257, 279-282. 
Huxley, Aldous: 50, 80-81. 

inmortalidad: 213, 235. 
individuation: 90-92, 212, 239, 245. 

Jaspers, Karl: 253-254. 
Jowitt, Kenneth: 107. 
justicia: 73-77. 

Kant, Immanuel: 24, 136-139, 149, 

256, 268. 
Kaplan, Francis: 255. 



Indtce tematico y de nombres 



295 



Kapuscinski, Ryszard; 259-260. 
Katz, Elihu: 197. 
Kierkegaard, S0ren: 222-224. 
Klima, Ivan: 214. 
Kosseleck, Reinhard: 31. 
Kostera, Monika: 55. 
Kozminski, Andrzej: 55. 

Lazarsfeld, Paul: 45. 
Lee, Nick: 203. 
legitimidad: 10-13, 21. 
Lessing, Gotrhold Ephraim: 68. 
Eevinas, Emmanuel: 253-254. 
Logstrup, Knud: 126. 
Lorenz, Edward: 254. 
Luhmann, Niktas: 238. 
Lynd, Robert S.: 46. 
Lyotard, Francois: 47. 

MacCracken, Ed: 52. 
Marx, Karl: 9, 14, 30, 38, 101, 232. 
Mil gram, Stanley: 261. 
Mills, C. Wright: 37, 45-46. 
Mtyoshi, Masao: 282-283- 
Mol, John D.: 82-83. 
Montagne, Michel de: 163-221. 
Moore, Barrington Jr.: 77. 
Moro, Tomas: 272. 
Mosse, George: 168-169. 
movilidad: 107-108, 129, 203, 292. 
multitud: 16, 132, 160, 165, 212. 
Musil, Robert: 76. 

nacion: 13-21, 141-142. 
necesidades y deseos: 180-184, 

225-229. 
negacion: 249-25 1 . 
nowherevilles: 143, 1 45- 

Orwell, George: 50, 80, 85, 98. 



Parsons, Talcott: 13, 38-39, 45. 
Pascal, Bias: 161-163, 172, 221-224, 

228, 234-235, 240, 244. 
Peyrefitte, Alain: 95, 235-236. 
Pfaff, William: 125. 
Pico della Mirandola, Giovanni: 64. 
placer: 153-156, 159-162, 166-169, 

191-194. 
Polanyi, Karl: 101. 
poluica: 75-76, 93, 97-98, 120-121, 

202, 208-209, 217, 287. 
politicas de vida: 21, 32-33, 

207-212, 290. 
problema hobbesiano: 13. 
proceso civilizador: 12-13, 120, 270. 
progreso: 177-178, 291. 

Ramonet, Ignazio: 82. 
realidad social: 11, 14, 21, 37, 

43-44, 56. 
reality shows: 88-89. 
refugiados: 1 4 1-1 49. 
Renan, Ernest: 19. 
Ritzer, George: 230, 242, 245. 
Rorty, Richard: 17, 57. 
Rosenberg, Goran: 270. 
Rosenzweig, Franz: 51. 
Rousseau, Jean-Jacques: 256. 
Rumsfeld, Donald H.: 117, 289. 

St George, Chris: 194. 
Sartre, Jean Paul: 189. 
Scheler, Max: 187, 224. 
Schleifer, Andrei: 53. 
Schmitt, Otto: 14, 80- 
Schopenhauer, Arthur: 1 61, 172. 
Scott, Peter: 280. 

Seneca, Eucius Annaeus: 159-168. 
Sennett, Richard: 93-94, 186, 204, 
212, 236. 



296 



LA SOCIEDAD SITIADA 



Simmel, Georg: 259. 

Slaughter, Sheila: 282. 

Smith, Adam: 268. 

soberama: 14-15, 32, 78, 104-107, 



Will, George P.: 125. 
Williams, Geoff: 206. 



Weber, Alfred: 261. 

Weber, Max: 10, 42-44, 101, 133, 183. 



273-276. 
societas abscondita: 89. 



Wittgenstein, Ludwig: 206. 
Wolfowicz, Paul: 117, 289. 



sociedad como metafora: 58-63. 



sociedad de consumo: 186, 188, 

224-232. 
sociologfa: 9-13, 33-34, 38-41-46, 

57-58. 

solidaridad: 27-28, 45, 80, 109-110, 
254. 

Sontag, Susan: 16. 
Stahl, Leslie: 135. 
Steiner, George: 201. 
Stevenson, Robert Louis: 222. 

Tatarkiewicz, Wladyslaw: 1 54- 1 56. 
territorialidad: 272-273, 280. 
terrorismo: U 8- 121, 125, 129-130. 
Tester, Keith: 61, 253, 258-259, 261, 
268. 

Thomas, Martin: 143. 

Thrift, Nigel: 55, 181. 

tierra de nadie: 14, 102-103, 265. 

Tocqueville, Alexis de: 25, 40, 103, 228. 

Toscano, Roberto: 254, 273- 

trabajo: 183-185. 

tribalismo: 18, 109, 260. 

Turner, Victorl 9, 149. 

Ustinov, Peter: 205. 

Veblen, Thorstein: 225. 

Virilio, Paul: 20, 23, 131, 286-288. 



sociedad confesional: 205. 



Younge, Gary: 118. 



Waal, Frans de: 255. 
Wacquant, Loic: 57, 146-147. 



INDICE 



Agradecimientos 7 

Introduction 9 

Primera parte: Politica global 

1. Tras la esquiva sociedad 37 

La imagination administrativa 38 

El derrumbe de la ingenieria social 47 

Surfear por la red 52 

<La sociedad? Dificil imaginarla 58 

<;Se levantaran los muertos? 65 

2. La Gran Separation, segunda fase 71 

Meditaciones aristotelicas 71 

La politica como cntica y proyecto 75 

El Estado moderno como cntica institucionalizada 77 

El precio de la emancipation 79 

La nueva en carnation del Gran Hermano 81 

Del otro lado del telefono del Nuevo Gran Hermano 87 

lncertidumbre: la raiz principal de la inhibition politica 93 

La segunda secesion 100 

Las perspectivas de la politica global 105 

3. Vivir y morir en la frontera planetaria 1 13 

La frontera global 116 

Batallas de reconocimiento 121 

Guerras asimetricas 127 

La guerra como vocation 131 

297 



298 



LA SOCIEDAD SITIADA 



La vida en comiin en un mundo agotado 1 36 

Refugiados en un mundo agotado 141 

Segunda parte: Politicas de vida 

4. La (in)felicidad de los placeres inciertos 153 

Las meditaciones de Seneca, o la felicidad como vida eterna 159 

La felicidad como opcion de todos 165 

Felicidad: de la recompensa al derecho 1 69 

La espera de la felicidad 174 

La satisfaccion en busqueda de necesidades 177 

Deseos que rehuyen la satisfaccion 182 

Ni tener ni ser 185 

La felicidad de los vmculos (descartables) 189 

5. Como se ve en TV 195 

Velocidad frente a lentitud 199 

Lo privado frente a lo publico 205 

Autoridad frente a idolatria 209 

Aeon tec i mien tos frente a politicas 2 1 4 

6. Consumirse la vida 221 

Consumidores y sociedad de consumo 224 

Necesidad, deseo, anhelo 226 

El principio de realidad y el principio de placer 

llegan a un acuerdo 229 

El holismo como falacia 231 

Opcion por la seguridad, seguridad de opcion 239 

Alimentar la incertidumbre, alimentarse de la incertidumbre 241 

7. De espectador a actor 247 

Ser espectador en un mundo de dependencia global 251 

Digresion: <que se puede aprender de la historia 

de los "derechos de los animales '? 256 

Acerca de la dificultad de convertirse en una persona que actua 257 

Persiguiendo la "oportunidad polkica" en el mundo globalizado.... 265 



IN DICE 299 

Conclusion: una Utopia sin topos 271 

La imaginacion sedentaria 272 

La imaginacion paralizadora 277 

La imaginacion nomada 280 

La imaginacion descomprometida 284 

La imaginacion privatizada 286 

Indice tematico y de nombres 293